Réquiem para un
titiritero
En
memoria de Julio Correa.
En la casa de la colina
desde ayer habita la muerte,
el viento
desgasta un
telón verde;
hay un tinglado
triste,
vacío, que se
mece,
en la casa de la colina
donde una flor morada crece.
En la casa de la colina
hay rincones que palidecen,
un halo
de luna el
techo envuelve,
hay Príncipes
y Reinas
y Arlequines
con fiebre,
en la casa de la colina
por donde el tiempo se detiene.
En la casa de la colina
sube el musgo por las paredes
la noche
penetra y se
conmueve;
hay
fantoches que sacan
el guante a
la intemperie,
en la casa de la colina
donde un retablo se oscurece.
En la casa de la colina
la desdicha tejió sus redes,
el aire
se detiene y
se hiere;
hay un hondo
silencio
de pantomima
inerte,
en la casa de la colina
donde la sombra se estremece.
En la casa de la colina
corre el frío por los dinteles,
la luz
da un traspié
y retrocede;
hay un traje
vacío,
un Corcel sin
jinete,
¡en la casa de la colina
que da vuelta y desaparece!
Elvio Romero
De Los valles imaginarios, Editorial Losada (1984)
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