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Mostrando entradas con la etiqueta Cecilia Meireles. Mostrar todas las entradas
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21 de agosto de 2023

Resurrección, Cecilia Meireles

Resurrección, Cecilia Meireles
 
No cantes, no cantes, porque vienen de lejos los náufragos,
vienen los presos, los tuertos, los monjes, los oradores,
los suicidas.
Vienen las puertas, de nuevo, y el frío de las piedras,
de las escalinatas,
y, con un ropaje negro, aquellas dos manos antiguas.
Y una vela de móvil llama humeante. Y los libros. Y
las escrituras.
No cantes, no. Porque era la música de tu
voz lo que se oía. Soy una muerta reciente, aún
con lágrimas.
Alguien escupió distraídamente sobre mis pestañas.
Por eso vi que ya era tarde.
 
Y dejé en mis pies quedarse el sol y andar las moscas.
Y de mis dientes se escurrió una lenta saliva.
No cantes, pues trencé mis cabellos, ahora,
y estoy ante el espejo, y sé bien que ando en fuga.
 
Cecilia Meireles

 

20 de agosto de 2023

Timidez, Cecilia Meireles

Timidez
 
Me basta un pequeño gesto
hecho de lejos, muy leve,
para que vengas conmigo,
para que siempre te lleve.
Sólo ese, yo no lo haré.
Una palabra caída
de las montañas de instantes
desmancha todos los mares,
une tierras muy distantes.
 
Palabra que no diré.
 
Para que tú me adivines
entre vientos taciturnos
apago mis pensamientos
visto ropajes nocturnos
 
Que amargamente inventé.
 
Y mientras no me descubres
van los mundos navegando
en aires ciertos del tiempo
hasta no se sabe cuándo…
 
Y un día me acabaré.
 
Cecilia Meireles 

 

17 de agosto de 2023

Espectros, Cecilia Meireles




ESPECTROS

En noches de tormenta
especialmente
cuando afuera
el vendaval ruge
y del pelágico furioso
a la espantosa voz
los cielos responden y
sacuden todo.
 
Del alfarrábio que esta alma
ávida sondea
Buscando, agotada de tanto estudio
veo ante mí, a través de la
habitación silenciosa,
pasar lentamente,
en una vuelta lenta.
 
De ahí al cambio de luz
(Cualquier cosa que el viento
se desvanezca o el viento
cobre vida,
En largas sombras y
Esplendor del sol),
Fantasmas silenciosos de
otra época. La sugerencia de
la noche vivida. Dioses
demonios, monstruos,
reyes y hombres.
 
 
Cecilia Meireles



16 de agosto de 2023

Timidez, Cecilia Meireles

Timidez
 

Me basta un pequeño gesto
hecho de lejos, muy leve,
para que vengas conmigo,
para que siempre te lleve.
Sólo ese, yo no lo haré.
Una palabra caída
de las montañas de instantes
desmancha todos los mares,
une tierras muy distantes.
 
Palabra que no diré.
 
Para que tú me adivines
entre vientos taciturnos
apago mis pensamientos
visto ropajes nocturnos
 
Que amargamente inventé.
 
Y mientras no me descubres
van los mundos navegando
en aires ciertos del tiempo
hasta no se sabe cuándo…
 
Y un día me acabaré.
 
Cecilia Meireles 

 

15 de agosto de 2023

Infancia, Cecília Meireles

Infancia
 
Se llevaron las rejas del balcón
desde donde la casa se avistaba.
Las rejas de plata.
 
Se llevaron la sombra de los limoneros
por donde rodaban arcos de música
y hormigas rojizas.
 
Se llevaron la casa de verde tejado
con sus grutas de conchas
y sus vitrales de flores empañadas.
 
Se llevaron a la dama de viejo piano
que tocaba, tocaba, tocaba
la pálida sonata.
 
Se llevaron los párpados de antiguos sueños,
y dejaron solamente la memoria
y las actuales lágrimas.
 
Cecilia Meireles

Cecilia Meireles
 
Cecilia Benevides de Carvalho Meireles nació en la ciudad del Rio de Janeiro el 7 de noviembre de 1901. Su padre, don Carlos Alberto de Carvalho Meireles, murió tres meses antes de su nacimiento y su madre, doña Matilde Benevides, tres meses despúes, razón por la cual la abuela materna, doña Jacinta García Benevides, se hizo cargo de la pequeña Cecilia.
Concluyó la "Escala Normal" en 1917, habiendo estudiado también lenguas, canto y violín. Actuó como maestra en escuelas del Rio de Janeiro y se dedicó, tiempos después, a dictar clases de literatura y cultura brasileñas, literatura portuguesa y critica literaria, en Brasil y en el exterior. Además, impartió cursos libres y conferencias sobre variados temas, como teatro, folklore, pedagogía, literatura dramática y literatura hispanoamericana.
La profunda preocupación de la poetisa en la educación de la infancia hizo que participara en debates sobre reformas educacionales y que editara una página sobre enseñanza en la prensa carioca, de 1930 a 1934. Pero, sobre todo, dicha preocupación la convirtió en una de las primeras autoras de literatura infantil en Brasil, pues la llevó a fundar y dirigir, en 1934, la primera biblioteca de literatura infantil del pais y, en 1951, a publicar uno de los primeros estudios sobre el asunto, la obra Problemas da literatura infantil. En su incesante labor intelectual, viajó por diversos países, tradujo al portugués varias obras de la literatura universal, colaboró en la implantación del Museu do Folclore, en Sáo Paulo, y trabajó como articulista en periódicos y revistas nacionales.
Cecilia Meireles es uno de los nombres más importantes de la poesía brasileña. Publicó más de una veintena de libros de poemas y otro tanto de libros en prosa. Vale destacar, dentre su obra poética, Nunca mais... e Poema dos poemas (1923), Baladas para El-Rei (1925), Viagem (1939), Vaga música (1942), Mar absoluto e outros poemas (1945), Romanceiro da Inconfidéncia (1953), Ou isto ou aquilo (1954), Cana ijes (1956), Metal rosicler (1960) y Solombra (1963). Cecilia Meireles murió, víctima de enfermedad, el 9 de noviembre de 1964.


 

11 de julio de 2022

Pasaje del misterioso, Cecilia Meireles


 Pasaje del misterioso

 
 
Antes que la noche llegue:
antes que se oscurezca la vista:
antes que todo se confunda:
antes que tu nombre clamado
de horizonte a horizonte
 
no pueda más recibir
la respuesta de tu boca.
 
Antes, antes, antes
que no puedas. o no quieras,
no sepas, no debas
mas oír la voz de los vivos.
 
Antes de ello, danos tu recado humano,
para que sigas sin lágrimas
tu camino,
 
fuera de este pequeño mundo.



 Cecilia Meireles 

Pasaje del misterioso
 
1959

10 de julio de 2022

Levedad, Cecília Meireles

Levedad
 
Leve es el pájaro:
Y su sombra volante,
Más ligera.
 
Y la cascada aérea,
De su garganta,
Más ligera.
 
Y lo que recuerda, oyéndose
Deslizar su canto,
Más ligera.
 
Y el deseo rápido
De este antiguo instante,
Más ligera.
 
Y la fuga invisible
Del amargo pasante,
Más ligera.
 
Cecília Meireles


 

9 de julio de 2022

La esperanza deshabitada, Cecilia Meireles

La esperanza deshabitada
 
Acércate a mí y escucha: escucha la blanda melodía que afl uye a la superfi cie de mi alma y se desprende y huye.
Las largas noches dolorosas van muy lejos; extiende los ojos por el camino del tiempo: no encontrarás más sus oscuras huellas hasta el fi n del horizonte.
De aquí en adelante solo tendremos madrugadas: madrugadas abiertas en las ramas de la vida como límpidas grandes fl ores. Respiraremos su luz, que siempre caerá sobre nosotros. Y sentiremos la inmortalidad que nos infunde.
Las aguas van escribiendo y borrando su silencioso destino. Las voces de alegría y dolor vienen, ya unidas, desde lejos. Reconoce el momento armonioso.
¡Oh! Acércate a mí y escucha. Escucha la blanda melodía…
Estabas muy triste en tu camino, ¿no es cierto? Y tu rostro sobre las manos pensaba: ¿Qué será de nosotros? ¿Qué haremos aquí?
Tenías los pies inertes sobre tu sombra. No sabías andar más. Tus labios parecían modelados en ceniza. Volarían deshechos con el soplo de la primera palabra. Tampoco podías hablar.
Pero tu corazón latía, latía dentro de tu carne desencantada: estaba muy vivo dentro de tu muerte, tenía fuerza para un camino de mil años, memoria para todos los minutos de su viaje.
Acércate, acércate a mí y escucha la blanda melodía…
No sentiste a nadie cerca de ti. Pero había alguien justo ahí. Y una dulce y persuasiva fuerza se ciñó a tu cuerpo como un mágico vestido.
Y desde entonces pudiste andar. No sabías cómo. Pisabas elementos fluidos. No encontrabas más tierra ni cielo. Todo era una luna fugitiva, yerma, plácida, inconsistente. Y te impelían dentro de ella, con fi rmeza y mansedumbre.
Tus pies habían revivido y allá iban ahora, fácil, dócilmente, como un sueño pasando sobre el sueño.
Todo era tan leve que podías ver sin abrir los ojos. Era tan puro y tan profundamente bueno que las lágrimas —maravillosas— se abrojaban en ti como fuentes de estrellas.
Acércate a mí, a mí, y escucha la blanda melodía…
Quisiste decir: ¿Quién viene conmigo que me consuela tanto? Pero sentiste tu pregunta tan mezquina; te fue tan inútil hablar… Recorriste las palabras, una por una, y todas te parecieron defectuosas. En este instante, solo tu gratitud creció como un océano y ahogó todos los motivos anteriores de tu vida: todas sus nostalgias, todos sus deseos.
Tus pensamientos luchaban en silencio. Y parecían espejos rotos, con las manchas de escenas antiguas. Te quedaste mirándolas.
“¡Lo perdimos todo! Aquí quedó la boca y su grito. ¡Díganme si, acaso, algo puedo salvar! Mis manos se desarticularon. ¡No tengo manos; tengo garras! Es necesario asir, ganar, fruir!”
“¿Por dónde vinieron los asaltantes? ¿Por qué nos despojan de estas nuestras conquistas? ¿Por qué vinieron de lejos a asaltarnos? ¿Quién fue? ¡Ah! ¡Nos quedamos aquí indefensos! ¡Desbarataron todas nuestras cosas! ¡Qué amargura!”
“Y pedimos ayuda. Nadie apareció. ¡Nadie más quiere saber de nosotros! ¿Por qué? ¿No éramos poderosos? ¿No éramos señores de innumerables riquezas? Nuestros dominios estuvieron fl oreciendo sobre aludes. Un mar monstruoso abrió su larga boca llena de imanes. Todo cayó por la garganta de aquel mar”.
“Tendremos que hacer la guerra a la distancia. Recobremos nuestra riqueza. Y nuestro amor, y nuestro amor… ¿Quién arma los barcos en los que debemos partir? ¡Oh! ¡El movimiento que devora caminos! ¡Deprisa! ¡Llamen al viento! ¡Desanuden las olas! ¡Desanúdenlas! ¿No oyen? ¿No oyen? ¿Será verdad que no oyen? ¿O no pueden hacerlo? ¡Respondan! ¡Griten! Es nuestra
vida, ¿comprenden? La vida toda…”
“¡Ay de nosotros! ¡No podemos seguir! ¿Por qué? No sé. No lo sabemos. ¿Desde cuándo todas las cosas son sordas? ¿Desde cuándo están presas? Nos quedaremos aquí solos. Y los enemigos escucharán nuestro rugido inútil, que es un arma rota que se agita en la sombra.”
Acércate a mí, acércate a mí y escucha la blanda melodía...
La desesperación fue decayendo, floja y tímida como un día brillante que se despluma. Quizás fue un relámpago: “¡Oh!, infortunio…” Mas se fue apagando. Apagando. Finalmente, un suspiro: “Morir…”
Y tu cuerpo se aplacó, sin más ímpetus. Y tu boca nunca más quiso hablar. Y pusiste las manos sobre los oídos, impidiendo el paso de los recuerdos del mundo.
Sin embargo, había otro mundo, uno encubierto. Y sobre él comenzaste a vivir. Y los cuerpos que encontraste estuvieron tan cerca de ti que las presencias, una a otra, se embebían.
Acércate a mí y escucha, escucha la blanda melodía…
Tu esperanza dio un gemido trémulo. Quiso balbucear, tenue, triste: ¿Hacia dónde me llevan? ¿Llegaremos a un destino definitivo? Mas el viaje despedazaba las preguntas; cómo iba despedazando los caminos, soplándolos vastamente como nubes, llevándolas muy lejos.
No pudiste saber si algún paisaje se estamparía en el lugar en el que acabara tu vuelo.
¡Ah! Si pudieras insistir con la voz de tu esperanza: ¿Alguna existencia prepara el reflejo de la emoción que llevamos? Mas todo era imperceptible, de lo que sentías. Aquella velocidad consumía todos los pensamientos…
Y, si quisieras recordar quién habías sido, de seguro encontrarías, dentro de ti, todo disgregado. Todo perdido.
Acércate a mí y escucha la blanda, blanda melodía…
“Canción de la esperanza deshabitada y sin rumbo.”
“Entretejieron las fl ores, y recostándolas en las olas, dijeron a los ríos: ¡Llévenselas!”
“Y las fl ores siguieron, navegando por las aguas, haciendo del propio perfume la vela de su aventura.”
“Canción de la esperanza deshabitada y sin rumbo.”
“Llegaron los pájaros y, soltándolos en los aires, dijeron a los vientos:
¡Llévenselos!”
“Y los pájaros se fueron, viajando por las nubes, haciendo del propio cántico el amparo sin dirección de sus alas”.
 
Cecília Meireles 

 

8 de julio de 2022

Contaría una historia simple, Cecilia Meireles

Contaría una historia simple
 
Contaría una historia simple,
facilísima:
!a historia de mi vida.
Y todos pensarían que dramatizaba
un hecho portentoso,
un mito arqueológico o inverosímil.
y no dirían: «¡qué criatura del dolor!»
sino: «qué ingeniosa criatura!».
 
Entonces, prefiero devolverle al silencio
esa especie de monstruosa aventura
que acontece invisiblemente
y sobre la cual todos se sentirían
capaces de opinar,
sin que la conocieran.
 
Cecília Meireles
 
Octubre, 1956

 

7 de julio de 2022

Mi pariente se dijo a si mismo, Cecília Meireles



Mi pariente se dijo a si mismo
 
Mi pariente se dijo a si mismo
(pero a su vuelta todos le oyeron):
«Yo a la guerra no iré.
No tengo ningún enemigo,
no tengo ninguna revuelta,
no mato por ningún rey.
 
Mi pariente. con todo. pensaba:
«No se dirá que me rehúso
a obedecer a alguna ley.
Toda nuestra gente fue valiente,
sin cobardía ni abuso.
Pero no voy a matar por el rey.
 
Ir a la guerra sin espada
— pensaba aquel pariente ratio
-¬es otra cosa que no haré.
Pues traería vergüenza
a la cara de toda esta gente
de armas, que mata por el rey.
 
Si me dejo matar, obligo
a que sea criminal la criatura
con la cual. sin quererlo. me enfrentaré.
De quien podía se amigo,
sin la fuerza de esta aventura
a que me va llevando el rey.»
 
Decía mi pobre pariente:
«¡Puedo cortar la mano derecha!
¿Rescataré con mi sangre
la sospecha de cobardía?
¿Y estará perfecta mi alma
si yo no sirviera al rey?»
 
Entre dar y aceptar la muerte,
entre deserción y batalla,
entre la luz del amor y la de la ley,
mi pariente se sintió fuerte.
Se dijo a si mismo: «¡Válgame Dios!»
y partió. a servir al rey.
 
No obstante, el día del combate,
viendo levantarse una espada,
bien se lo que sintió, bien lo sé.
«¡Preferible es que me mate!
dijo y ya no dijo nada más.
fiel a si mismo y fiel al rey.
 
Como la conozco a mi gente,
puedo decir que, tras ello,
habrá suspirado: «Si me equivoqué,
le hice únicamente contra mi mismo,
Y aquí se acaba el servicio mío.»
 
Y aquí se acaba el pariente mío,
Libre del enemigo y del rey.
 
Cecília Meireles
 
1945

6 de julio de 2022

Sugestión, Cecilia Meireles

 

                                
Sugestión
 
Sucede así -cualquier cosa
serena, libre, fiel.
Flor que se cumple, sin pregunta.
Ola que se violenta, a causa de ejercicio indiferente.
Luna que envuelve igual a los novios abrazados y a los soldados ya fríos.
También como este aire de la noche: susurrante de silencios, lleno de nacimientos y
               pétalos.
Igual a la piedra detenida, conservando su demorado destino. Y la nube
               leve y bella, viviendo de nunca llegar a ser.
La cigarra quema en su música, al camello que mastica su larga soledad,
Al pájaro que busca el fin del mundo, al buey que va con inocencia hacia el monte.
Sucede así, cualquier cosa serena, libre, fiel.
No como al resto de los hombres.
 
Cecília Meireles


5 de julio de 2022

Humildad, Cecilia Meireles

Cecilia Meireles
 
Cecilia Benevides de Carvalho Meireles nació en la ciudad del Rio de Janeiro el 7 de noviembre de 1901. Su padre, don Carlos Alberto de Carvalho Meireles, murió tres meses antes de su nacimiento y su madre, doña Matilde Benevides, tres meses despúes, razón por la cual la abuela materna, doña Jacinta García Benevides, se hizo cargo de la pequeña Cecilia.
Concluyó la "Escala Normal" en 1917, habiendo estudiado también lenguas, canto y violín. Actuó como maestra en escuelas del Rio de Janeiro y se dedicó, tiempos después, a dictar clases de literatura y cultura brasileñas, literatura portuguesa y critica literaria, en Brasil y en el exterior. Además, impartió cursos libres y conferencias sobre variados temas, como teatro, folklore, pedagogía, literatura dramática y literatura hispanoamericana.
La profunda preocupación de la poetisa en la educación de la infancia hizo que participara en debates sobre reformas educacionales y que editara una página sobre enseñanza en la prensa carioca, de 1930 a 1934. Pero, sobre todo, dicha preocupación la convirtió en una de las primeras autoras de literatura infantil en Brasil, pues la llevó a fundar y dirigir, en 1934, la primera biblioteca de literatura infantil del pais y, en 1951, a publicar uno de los primeros estudios sobre el asunto, la obra Problemas da literatura infantil. En su incesante labor intelectual, viajó por diversos países, tradujo al portugués varias obras de la literatura universal, colaboró en la implantación del Museu do Folclore, en Sáo Paulo, y trabajó como articulista en periódicos y revistas nacionales.
Cecilia Meireles es uno de los nombres más importantes de la poesía brasileña. Publicó más de una veintena de libros de poemas y otro tanto de libros en prosa. Vale destacar, dentre su obra poética, Nunca mais... e Poema dos poemas (1923), Baladas para El-Rei (1925), Viagem (1939), Vaga música (1942), Mar absoluto e outros poemas (1945), Romanceiro da Inconfidéncia (1953), Ou isto ou aquilo (1954), Cana ijes (1956), Metal rosicler (1960) y Solombra (1963). Cecilia Meireles murió, víctima de enfermedad, el 9 de noviembre de 1964.

HUMILDAD
 
¡Tanto por hacer!
libros que no se leen, cartas que no se escriben,
lenguas que no se aprenden,
amor que no se da,
todo cuanto se olvida.
 
Amigos entre los adioses,
niños llorando en la tempestad,
ciudadanos que firman papeles, papeles, papeles...
hasta el fin del mundo firmando papeles.
Y los pájaros atrás de rejas de lluvia.
Y los muertos en redoma de alcanfor.
(¡Y una canción tan bella!)
 
;Tanto por hacer!
Y sólo hicimos esto.
Y nunca supimos quiénes éramos.
tampoco para qué.

 
Cecilia Meireles
1954


 

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