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31 de agosto de 2023

Jose Luis Colombini leyendo Otro Nocturno de Oliverio Girondo y En lo profundo de la noche de Esteban Moore

 OTRO NOCTURNO
 
La luna, como la esfera luminosa del reloj de un edificio público.
¡Faroles enfermos de ictericia! ¡Faroles con gorras de “apache”, que fuman un cigarrillo en las esquinas!
¡Canto humilde y humillado de los mingitorios cansados de cantar!;Y silencio de las estrellas, sobre el asfalto humedecido!
¿Por qué, a veces, sentiremos una tristeza parecida a la de un par de medias tirado en un rincón?, y ¿por qué, a veces, nos interesará tanto el partido de pelota que el eco de nuestros pasos juega en la pared?
Noches en las que nos disimulamos bajo la sombra de los árboles, de miedo de que las casas se despierten de pronto y nos vean pasar, y en las que el único consuelo es la seguridad de que nuestra cama nos espera, con las velas tendidas hacia un país mejor.
 
París, julio, 1921.
 
Oliverio Girondo



EN LO PROFUNDO DE LA NOCHE
 
 
el agua contenida en la pava
hierve sobre el fuego
en la noche todo es silencio
cada uno de nuestros dioses goza
la otorgada quietud de la noche
en el que una multitud
de cuerpos sin rostro
se desplaza en las sombras
el ardiente metal de la pava
separa las llamas del fuego
de los borbotones del agua
los cuerpos no hacen ruido
sus pisadas
nunca retumbarán en tus oídos
en el silencio
nadie
nadie responde
a los nombres que lento repito
la multitud de cuerpos desnudos
se desliza en las tinieblas
en la negra noche eterna
siembre abismal
donde el silencio crece
como un dios
todavía desconocido.
 

Esteban Moore
Del libro Tiempos que van 1994


Videopoético del Café Literario del Jueves 15 de Abril de 2010, en La Vieja Esquina, Avda San Martín y Edison, Villa Dolores, Capital de la Poesía, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Cuyo tema fue Los Pasos y coordino la velada y el debate Eduardo “Lalo” Arguello.


30 de agosto de 2023

Membretes, Oliverio Girondo

Membretes, Oliverio Girondo
 
Jean Cocteau es un ruiseñor mecánico a quien le ha dado cuerda Ronsard.
Los únicos brazos entre los cuales nos resignaríamos a pasar la vida, son los brazos de las Venus que han perdido los brazos.
Si los pintores necesitaran, como Delacroix, asistir al degüello de 400 odaliscas para decidirse a tomar los pinceles... Si, por lo menos, sólo fuesen capaces de empuñarlos antes de asesinar a su idolatrada Mamá...
Musicalmente, el clarinete es un instrumento muchísimo más rico que el diccionario.
Aunque se alteren todas nuestras concepciones sobre la Vida y la Muerte, ha llegado el momento de denunciar la enorme superchería de las “Meninas” que —siendo las propias “Meninas” de carne y hueso— colgaron un letrerito donde se lee Velázquez, para que nadie descubra el auténtico y secular milagro de su inmortalidad.
Nadie escuchó con mayor provecho que Debussy, los arpegios que las manos traslúcidas de la lluvia improvisan contra el teclado de las persianas.
Las frases, las ideas de Proust, se desarrollan y se enroscan, como las anguilas que nadan en los acuarios; a veces deformadas por un efecto de refracción, otras anudadas en
acoplamientos viscosos, siempre envueltas en esa atmósfera que tan solo se encuentra en los acuarios y en el estilo de Proust.
¡La “Olimpia” de Manet está enferma de “mal de Pott”! ¡Necesita aire de mar!... ¡Urge que Goya la examine!...
En ninguna historia se revive, como en las irisaciones de los vidrios antiguos, la fugaz y emocionante historia de setecientos mil crepúsculos y auroras.
¡Las lágrimas lo corrompen todo! Partidarios insospechables de un “régimen mejorado”, ¿tenemos derecho a reclamar una “ley seca” para la poesía... para una poesía “extra dry”, gusto americano?
Todo el talento del “douannier” Rousseau estribó en la convicción con que, a los sesenta años, fue capaz de prenderse a un biberón.
La disección de los ojos de Monet hubiera demostrado que Monet poseía ojos de mosca; ojos forzados por innumerables ojitos que distinguen con nitidez los más sutiles matices de un color pero que, siendo ojos autónomos, perciben esos matices independientemente, sin alcanzar una visión sintética de conjunto.
Las frases de Oscar Wilde no necesitan red. ¡Lástima que al realizar sus más arriesgadas acrobacias, nos dejen la incertidumbre de su sexo!
El cúmulo de atorrantismo y de burdel, de uso y abuso de limpiabotas, de sensiblería engominada, de ojo en compota, de retobe y de tristeza sin razón —allí está la pampa... más allá el indio... la quena... el tamboril —que se espereza y canta en los acordes del tango que improvisa cualquier lunfardo.
Es necesario procurarse una vestimenta de radiógrafo (que nos proteja del contacto demasiado brusco con lo sobrenatural), antes de aproximarnos a los rayos ultravioletas que iluminan los paisajes de Patinir.
No hay crítico comparable al cajón de nuestro escritorio.
Entre otras... ¡la más irreductible disidencia ortográfica! Ellos: Padecen todavía la superstición de las Mayúsculas. Nosotros: Hace tiempo que escribimos: cultura, arte, ciencia, moral y, sobre todo y ante todo, poesía.
Los cubistas cometieron el error de creer que una manzana era un tema menos literario y frugal que las nalgas de madame Recamier.
¡Sin pie, no hay poesía! —exclaman algunos. Como si necesitásemos de esa confidencia para reconocerlos.
Esos tinteros con un busto de Voltaire, ¿no tendrán un significado profundo? ¿No habrá sido Voltaire una especie de Papa (negro) de la tinta?
En música, al pleonasmo se le denomina: variación.
Seurat compuso los más admirables escaparates de juguetería.
La prosa de Flaubert destila un sudor tan frío que nos obliga a cambiarnos de camiseta, si no podemos recurrir a su correspondencia.
El silencio de los cuadros del Greco es un silencio ascético, maeterlinckiano, que alucina a los personajes del Greco, les desequilibra la boca, les extravía las pupilas, les diafaniza la nariz.
Los bustos romanos serían incapaces de pensar si el tiempo no les hubiera destrozado la nariz.
No hay que admirar a Wagner porque nos aburra alguna vez, sino a pesar de que nos aburra alguna vez.
Europa comienza a interesarse por nosotros. ¡Disfrazados con las plumas o el chiripá que nos atribuye, alcanzaríamos un éxito clamoroso! ¡Lástima que nuestra sinceridad nos obligue a desilusionarla... a presentarnos como somos; aunque sea incapaz de diferenciarnos... aunque estemos seguros de la rechifla!
Aunque la estilográfica tenga reminiscencias de lagrimatorio, ni los cocodrilos tienen derecho a confundir las lágrimas con la tinta.
Renán es un hombre tan bien educado que hasta cuando cree tener razón, pretende demostrarnos que no la tiene.
Las Venus griegas tienen cuarenta y siete pulsaciones. Las Vírgenes españolas, ciento tres.
¡Sepamos consolarnos! Si las mujeres de Rubens pesaran 27 kilos menos, ya no podríamos extasiarnos ante los reflejos nacarados de sus carnes desnudas.
Llega un momento en que aspiramos a escribir algo peor.
El ombligo no es un órgano tan importante como imaginan ustedes... ¡Señores poetas!
¿Estupidez? ¿Ingenuidad? ¿Política?... “Seamos argentinos”, gritan algunos... sin advertir que la nacionalidad es algo tan fatal como la conformación de nuestro esqueleto. Delatemos un onanismo más: el de izar la bandera cada cinco minutos.
Lo primero que nos enseñan las telas de Chardin es que, para llegar a la pulcritud, al reposo, a la sensatez que alcanzó Chardin, no hay más remedio que resignarnos a pasar la vida en zapatillas.
Facilísimo haber previsto la muerte de Apollinaire, dado que el cerebro de Apollinaire era una fábrica de pirotecnia que constantemente inventaba los más bellos juegos de artificio, los cohetes de más lindo color, y era fatal que al primero que se le escapara entre el fango de la trinchera, una granada le rebanara el cráneo.
Los esclavos miguelangelescos poseen un olor tan iodado, tan acre que, por menos paladar que tengamos basta gustarlo alguna vez para convencerse de que fueron esculpidos por la rompiente. (No me refiero a los del Louvre; modelados por el mar, un día de esos en que fabrica merengues sobre la arena.) ¡La opinión que se tendrá de nosotros cuando sólo quede de nosotros lo que perdura de la vieja China o del viejo Egipto!
¡Impongámosnos ciertas normas para volver a experimentar la complacencia ingenua de violarlas! La rehabilitación de la infidelidad reclama de nosotros un candor semejante. ¡Ruboricémonos de no poder ruborizarnos y reinventemos las prohibiciones que nos convengan, antes de que la libertad alcance a esclavizarnos completamente!
El cemento armado nos proporciona una satisfacción semejante a la de pasarnos la mano por la cara, después de habernos afeitado.
¡Los vidrios catalanes y las estalactitas de Mallorca con que Anglada prepara su paleta!
Los cubistas salvaron a la pintura de las corrientes de aire, de los rayos de sol que amenazaban derretirla pero —al cerrar herméticamente las ventanas, que los impresionistas habían abierto en un exceso de entusiasmo— le suministraron tal cúmulo de recetas, una cantidad tan grande de ventosas que poco faltó para que la asfixiaran y la dejasen descarnada, como un esqueleto.
Hay poetas demasiado inflamables. ¿Pasan unos senos recién inaugurados? El cerebro se les incendia. ¡Comienza a salirles humo de la cabeza!
“La Maja Vestida” está más desnuda que la “maja desnuda”
Las telas de Velázquez respiran a pleno pulmón; tienen una buena tensión arterial, una temperatura normal y una reacción Wasserman negativa.
¡Quién hubiera previsto que las Venus griegas fuesen capaces de perder la cabeza!
Hay acordes, hay frases, hay entonaciones en D'Annunzio que nos obligan a perdonarle su “fiatto”, su “bella voce”, sus actitudes de tenor.
Azorín ve la vida en diminutivo y la expresa repitiendo lo diminutivo, hasta darnos la sensación de la eternidad.
¡El Arte es el peor enemigo del arte!... un fetiche ante el que ofician, arrodillados, quienes no son artistas.
Lo que molesta más en Cézanne es la testarudez con que, delante de un queso, se empeña en repetir: “esto es un queso”.
El espesor de las nalgas de Rabelais explica su optimismo. Una visión como la suya, requiere estar muellemente sentada para impedir que el esqueleto nos proporcione un pregusto de muerte.
La arquitectura árabe consiguió proporcionarle a la luz, la dulzura y la voluptuosidad que adquiere la luz, en una boca entreabierta de mujer.
Hasta el advenimiento de Hugo, nadie sospechó el esplendor, la amplitud, el desarrollo, la suntuosidad a que alcanzaría el genio del “camelo”.
Es tanta la mala educación de Pío Baroja, y es tan ingenua la voluptuosidad que siente Pío Baroja en ser mal educado, que somos capaces de perdonarle la falta de educación que significa llamarse: Pío Baroja.
No hay que confundir poesía con vaselina; vigor, con camiseta sucia.
El estilo de Barres es un estilo de onda, un estilo que acaba de salir de la peluquería.
Lo único que nos impide creer que Saint Saens haya sido un gran músico, es haber escuchado la música de Saint Sáéns.
¿Las Vírgenes de Murillo? Como vírgenes, demasiado mujeres. Como mujeres, demasiado vírgenes.
Todas las razones que tendríamos para querer a Velázquez, si la única razón del amor no consistiera en no tener ninguna.
Los surtidores del Alhambra conservan la versión más auténtica de “Las mil y una noches”, y la murmuran con la fresca monotonía que merecen.
Si Rubén no hubiera poseído unas manos tan finas!... ¡Si no se las hubiese mirado tanto al escribir!...
La variedad de cicuta con que Sócrates se envenenó se llamaba “Conócete a ti mismo”.
¡Cuidado con las nuevas recetas y con los nuevos boticarios! ¡Cuidado con las decoraciones y “la couleur lócale”! ¡Cuidado con los anacronismos que se disfrazan de aviador! ¡Cuidado con el excesivo dandysmo de la indumentaria londinense! ¡Cuidado —sobre todo— con los que gritan: “¡Cuidado!” cada cinco minutos!
Ningún aterrizaje más emocionante que el “aterrizaje” forzoso de la Victoria de Samotracia.
Goya grababa, como si “entrara a matar”.
El estilo de Renán se resiente de la flaccidez y olor a sacristía de sus manos... demasiado aficionadas “a lavarse las manos”.
La Gioconda es la única mujer viviente que sonríe como algunas mujeres después de muertas.
Nada puede darnos una certidumbre más sensual y un convencimiento tan palpable del origen divino de la vida, como el vientre recién fecundado de la Venus de Milo.
El problema más grave que Goya resolvió al pintar sus tapices, fue el dosaje de azúcar; un terrón más y sólo hubieran podido usarse como tapas de bomboneras.
Los rizos, las ondulaciones, los temas “imperdibles” y, sobre todo, el olor a “vera violetta” de las melodías italianas.
Así como un estilo maduro nos instruye —a través de una descripción de Jerusalén— del gesto con que el autor se anuda la corbata, no existirá un arte nacional mientras no sepamos pintar un paisaje noruego con un inconfundible sabor a carbonada.
¿Por qué no admitir que una gallina ponga un trasatlántico, si creemos en la existencia de Rimbaud, sabio, vidente y poeta a los 12 años?
¡El encarnizamiento con que hundió sus pitones, el toro aquél, que mató a todos los Cristos españoles!
Rodin confundió caricia con modelado; espasmo con inspiración; “atelier” con alcoba.
Jamás existirán caballos capaces de tirar un par de patadas que violenten, más rotundamente, las leyes de la perspectiva y posean, al mismo tiempo, un concepto más equilibrado de la composición, que el par de patadas que tiran los heroicos percherones de Paolo Uccello.
Nos aproximamos a los retratos del Greco, con el propósito de sorprender las sanguijuelas que se ocultan en los repliegues de sus golillas.
Un libro debe construirse como un reloj, y venderse como un salchichón.
Con la poesía sucede lo mismo que con las mujeres: llega un momento en que la única actitud respetuosa consiste en levantarles la pollera.
Los críticos olvidan, con demasiada frecuencia, que una cosa es cacarear, otra, poner el huevo.
Trasladar al plano de la creación la fervorosa voluptuosidad con que, durante nuestra infancia, rompimos a pedradas todos los faroles del vecindario.
¡Si buena parte de nuestros poetas se convenciera de que la tartamudez es preferible al plagio!
Tanto en arte, como en ciencia, hay que buscarle las siete patas al gato.
El barroco necesitó cruzar el Atlántico en busca del trópico y de la selva para adquirir la ingenuidad candorosa y llena de fasto que ostenta en América.
¿Cómo dejar de admirarla prodigalidad y la perfección con que la mayoría de nuestros poetas logra el prestigio de realizar el vacío absoluto?
A fuerza de gritar socorro se corre el riesgo de perder la voz.
En los mapas incunables, África es una serie de islas aisladas, pero los vientos hinchan sus cachetes en todas direcciones.
Los paréntesis de Faulkner son cárceles de negros.
Estamos tan pervertidos que la inhabilidad de lo ingenuo nos parece el “sumun” del arte. La experiencia es la enfermedad que ofrece el menor peligro de contagio.
En vez de recurrir al whisky, Turner se emborracha de crepúsculo.
Las mujeres modernas olvidan que para desvestirse y desvestirlas se requiere un mínimo de indumentaria.
La vida es un largo embrutecimiento. La costumbre nos teje, diariamente, una telaraña en las pupilas; poco a poco nos aprisiona la sintaxis, el diccionario; los mosquitos pueden volar tocando la corneta, carecemos del coraje de llamarlos arcángeles, y cuando deseamos viajar nos dirigimos a una agencia de vapores en vez de metamorfosear una silla en un trasatlántico.
Ningún Stradivarius comparable en forma, ni en resonancia, a las caderas de ciertas colegialas.
¿Existe un llamado tan musicalmente emocionante como el de la llamarada de la enorme gasa que agita Isolda, reclamando desesperadamente la presencia de Tristán?
Aunque ellos mismos lo ignoren, ningún creador escribe para los otros, ni para sí mismo, ni mucho menos, para satisfacer un anhelo de creación, sino porque no puede dejar de escribir.
Ante la exquisitez del idioma francés, es comprensible la atracción que ejerce la palabra “merde”.
El adulterio se ha generalizado tanto que urge rehabilitarlo o, por lo menos, cambiarle de nombre.
Las distancias se han acortado tanto que la ausencia y la nostalgia han perdido su sentido.
Tras todo cuadro español se presiente una danza macabra.
Lo prodigioso no es que Van Gogh se haya cortado una oreja, sino que conservara la otra.
La poesía siempre es lo otro, aquello que todos ignoran hasta que lo descubre un verdadero poeta.
Hasta Darío no existía un idioma tan rudo y maloliente como el español.
Segura de saber donde se hospeda la poesía, existe siempre una multitud impaciente y apresurada que corre en su busca pero, al llegar donde le han dicho que se aloja y preguntar por ella, invariablemente se le contesta: Se ha mudado.
Sólo después de arrojarlo todo por la borda somos capaces de ascender hacia nuestra propia nada.
La serie de sarcófagos que encerraban a las momias egipcias, son el desafío más perecedero y vano de la vida ante el poder de la muerte.
Los pintores chinos no pintan la naturaleza, la sueñan.
Hasta la aparición de Rembrandt nadie sospechó que la luz alcanzaría la dramaticidad e inagotable variedad de conflictos de las tragedias shakespearianas.
Aspiramos a ser lo que auténticamente somos, pero a medida que creemos lograrlo, nos invade el hartazgo de lo que realmente somos.
Ambicionamos no plagiarnos ni a nosotros mismos, a ser siempre distintos, a renovarnos en cada poema, pero a medida que se acumulan y forman nuestra escueta o frondosa producción, debemos reconocer que a lo largo de nuestra existencia hemos escrito un solo y único poema.
 
 
Oliverio Girondo


 

29 de agosto de 2023

Vuelo sin orillas, Oliverio Girondo

Vuelo sin orillas, Oliverio Girondo
 
Abandoné las sombras,
las espesas paredes,
los ruidos familiares,
la amistad de los libros,
el tabaco, las plumas,
los secos cielorrasos;
para salir volando,
desesperadamente.
 
Abajo: en la penumbra,
las amargas cornisas,
las calles desoladas,
los faroles sonámbulos,
las muertas chimeneas,
los rumores cansados;
pero seguí volando,
desesperadamente.
 
Ya todo era silencio,
simuladas catástrofes,
grandes charcos de sombra,
aguaceros, relámpagos,
vagabundos islotes
de inestables riberas;
pero seguí volando,
desesperadamente.
 
Un resplandor desnudo,
una luz calcinante
se interpuso en mi ruta,
me fascinó de muerte,
pero logré evadirme
de su letal influjo,
para seguir volando,
desesperadamente.
 
Todavía el destino
de mundos fenecidos,
desorientó mi vuelo
—de sideral constancia—
con sus vanas parábolas
y sus aureolas falsas;
pero seguí volando,
desesperadamente.
 
Me oprimía lo fluido,
la limpidez maciza,
el vacío escarchado,
la inaudible distancia,
la oquedad insonora,
el reposo asfixiante;
pero seguía volando,
desesperadamente.
 
Ya no existía nada,
la nada estaba ausente;
ni oscuridad, ni lumbre,
—ni unas manos celestes—
ni vida, ni destino,
ni misterio, ni muerte;
pero seguía volando,
desesperadamente.
 
Oliverio Girondo
 

28 de agosto de 2023

Video de la lectura de poemas con motivo de la Fiesta del reencuentro. 28 de Diciembre de 2000

Lectura de poemas con motivo de la Fiesta del reencuentro.
28 de Diciembre de 2000 Salón España, Teatro Español. Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Conducción de la lectura: Susana Miranda y Felipe Angellotti
 
Lecturas de:
Teresa Gómez Atala, Cristina Duje, Florentino Bustos Molina, Jose Luis Colombini, Rafael Horacio López, Mónica Fornés, Raquel López Milani, Isabel Nieto Grando, Graciela Coronel, Juan Vergara, Olga de Soria, Laura López Morales, Susana Miranda entre otros.
Cierre musical a cargo del Octeto de vientos dirigidos por Fernando Beato

27 de agosto de 2023

Es tan Bueno, Felipe Angellotti (Video)

 Es tan Bueno, Felipe Angellotti

Café Literario del Jueves 7 de Abril de 2011, en La Vieja Esquina, Avda San Martín y Edison, Villa Dolores, Capital de la Poesía, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Cuyo tema fue El Amanecer. Coordino Adrián Salagre

26 de agosto de 2023

Amigo, Felipe Angellotti

AMIGO
 
no importa de dónde vengas
ni cómo llegues
ni cuantas veces atraques el bote de tu amistad a mi playa
Siempre estaré esperándote
Y pondré en mi mesa tendida un plato para calmar tu hambre peregrino
y un vaso de vino para tu sed de distancias
No serán horas muertas las que aleteen raudas mientras conversamos
y cuando el alma de la tarde se recoja
con mi brazo en alto y mi sonrisa en llanto
te despediré cuando te alejes
Amigo
 
Felipe Angellotti
 

24 de agosto de 2023

Felipe Angellotti recitando El Gitano y su violín. 20 de febrero 2014

 Felipe Angellotti recitando El Gitano y su violín

 

Café Literario Ciclo 2014: Jueves 20 de febrero 2014 plaza de los poetas Avda San Martin y España, Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina.

23 de agosto de 2023

Mi Tía Enriqueta, Felipe Angellotti

Mi Tía Enriqueta, Felipe Angellotti
 
Cuando niño vivíamos con mi tía Enriqueta-hermana de mi madre- No se había casado y al morir mi abuela, se vino a vivir con nosotros ,era una de esa mujeres criadas a la antigua usanza .Muy de la casa, señorial y meticulosa hasta en los mínimos detalles .
Después supe que las personas con esas características son un poco esquizofrénicas ; no podía ver un papelito en el suelo que de inmediato se inclinaba y lo levantaba .No soportaba un plato sucio después de la comida .No alcanzábamos a comer el último bocado que ya estaba levantando el servicio. Verdaderamente era insoportable.
Cuando entraba a mi cuarto se horrorizaba porque no era precisamente la imagen del orden y de la limpieza. Cuadernos por aquí, medias y zapatos por doquier y ni hablar de la ropa que desparramada alfombraba toda la habitación. Reconozco que era desordenado y aún todavía lo soy .mi mujer reniega cuando dejo mis cosas tiradas y ella tras de mí, las levanta, mientras me carga de reproches al igual que mi recordada y amada tía Enriqueta.
La tía , vestía con largas faldas ,se acicalaba empolvándose la nariz y se ponía un tinte color rojizo en las mejillas que le daban una apariencia de estar sonrojada . Tenía un cabello extenso y sedoso el que se ataba con una cinta que le caía sobre la espalda.
A su favor puedo decir que era amable, con una mirada dulce y una sonrisa complaciente. Nos trataba con tanta efusividad que compraba hasta la voluntades más hoscas.
Había algo que me tenía intrigado y era esa llave que siempre llevaba colgada de una cadenita adornando su blanco y esbelto cuello. Sabía que era de un alhajero que tenía en su habitación .Era un arca grandecita y allí seguramente tenía cosas que a mí me obsesionaba saber , porque como todo niño era curioso y quería indagar todos los secretos de la casa.
Nunca se la sacaba así que jamás tendría acceso ella a no ser que en un descuido la desprendiera y la dejase sobre algún mueble. Pensé que al bañarse seguramente se la sacaba. Hubiese sido el momento oportuno de entrar ,tomar la llave y abrir ese cofre que tanto me intrigaba. No me atreví a hacerlo me pareció que sería invadir su intimidad.
El tiempo pasaba y yo me obsesionaba cada vez más con ese arconcito que contenía vaya a saber qué cosas de la tía Enriqueta.
Un día se me dio esa oportunidad .Mi madre le había pedido que la acompañara a una tienda y salieron muy temprano .No pude explicarme como se olvidó de la cadenita con la llave. Fui hasta su habitación y allí sobre la cómoda estaba lo que más codiciaba. La llave .La tomé con mis manos temblorosas y abrí el cofrecito como quien descubre un tesoro escondido.
Lo primero que invadió mi nariz fue un perfume suave y delicioso .Un atado de cartas se encontraban en el cofre junto con otras pertenencias ,aros, cadenas y otros recuerdos que no atrajeron mi atención. Sí un anillo enorme con una piedra azul preciosa .Lo contemplé largamente para luego dejarlo y tomar las cartas. Eran varias pero solo leí las últimas. La letra grande y firme me indicó que era de un hombre .Las leí pausadamente .Por ellas me enteré que la tía había estado de novia con un muchacho y estuvo a punto de casarse.
Todas las cartas las firmaba un tal Luis ,en ellas le manifestaba todo el amor que sentía por ella .La última le comentaba que ya había comprado los anillos de casamiento y que la fecha de la unión matrimonial sería el día 13 de septiembre de 1952 .
Debajo le escribió .”Llegaré el 10 de septiembre para que arreglemos todos los detalles del casamiento”.
No había más cartas. Observé un recorte de diario doblado meticulosamente y lo abrí para leer en letras pequeñas una noticia .
El diario tenía fecha 10 de septiembre de 1952
 
ACCIDENTE ENTRE UN AUTO Y UN CAMIÓN
Por causas que se investigan un camión se salió de su carril y embistió a un automovilista que circulaba en sentido contrario . murieron instantáneamente ambos ocupantes .
El hombre que conducía el automóvil era de unos 35 años de nombre Luis Molinari según los documentos que se le encontraron “.
 
Quedé helado ,ahora comprendía muchas cosas .De pronto detrás de mí escuche una voz que me decía;
-¿Por qué hiciste eso sobrino.?.
No sé porqué comencé a llorar y ella acercándose a mí, me abrazó y comenzó a llorar conmigo.
-Perdón tía, perdón solo atiné a decir .
-Ahora conoces mis secretos dijo con voz queda.
-Perdón, volví repetir ,yo no sabía.
-Ahora lo sabes pero, por favor que esto quede entre vos yo.
-Sí tía, sí ,dije compungido.
Nunca revelé el secreto y cuando ella falleció quemé las cartas y el diario .Aún conservo ese arconcito que esconde una historia íntima de una amor truncado.
Beso la llave como besar a mi tía y la dejo donde estaba. Ella también sabe el secreto sólo que jamás podrá revelarlo.
 
Felipe Angellotti


 

22 de agosto de 2023

Felipe Angellotti leyendo Agosto. 2 de agosto 2013


Felipe Angellotti leyendo Agosto

 

Café Literario del grupo Tardes de la Biblioteca Sarmiento, un lugar de encuentro para lectores y escritores. Biblioteca Municipal de Domingo Sarmiento. Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina

2 de agosto 2013


21 de agosto de 2023

Resurrección, Cecilia Meireles

Resurrección, Cecilia Meireles
 
No cantes, no cantes, porque vienen de lejos los náufragos,
vienen los presos, los tuertos, los monjes, los oradores,
los suicidas.
Vienen las puertas, de nuevo, y el frío de las piedras,
de las escalinatas,
y, con un ropaje negro, aquellas dos manos antiguas.
Y una vela de móvil llama humeante. Y los libros. Y
las escrituras.
No cantes, no. Porque era la música de tu
voz lo que se oía. Soy una muerta reciente, aún
con lágrimas.
Alguien escupió distraídamente sobre mis pestañas.
Por eso vi que ya era tarde.
 
Y dejé en mis pies quedarse el sol y andar las moscas.
Y de mis dientes se escurrió una lenta saliva.
No cantes, pues trencé mis cabellos, ahora,
y estoy ante el espejo, y sé bien que ando en fuga.
 
Cecilia Meireles

 

20 de agosto de 2023

Timidez, Cecilia Meireles

Timidez
 
Me basta un pequeño gesto
hecho de lejos, muy leve,
para que vengas conmigo,
para que siempre te lleve.
Sólo ese, yo no lo haré.
Una palabra caída
de las montañas de instantes
desmancha todos los mares,
une tierras muy distantes.
 
Palabra que no diré.
 
Para que tú me adivines
entre vientos taciturnos
apago mis pensamientos
visto ropajes nocturnos
 
Que amargamente inventé.
 
Y mientras no me descubres
van los mundos navegando
en aires ciertos del tiempo
hasta no se sabe cuándo…
 
Y un día me acabaré.
 
Cecilia Meireles 

 

17 de agosto de 2023

Espectros, Cecilia Meireles




ESPECTROS

En noches de tormenta
especialmente
cuando afuera
el vendaval ruge
y del pelágico furioso
a la espantosa voz
los cielos responden y
sacuden todo.
 
Del alfarrábio que esta alma
ávida sondea
Buscando, agotada de tanto estudio
veo ante mí, a través de la
habitación silenciosa,
pasar lentamente,
en una vuelta lenta.
 
De ahí al cambio de luz
(Cualquier cosa que el viento
se desvanezca o el viento
cobre vida,
En largas sombras y
Esplendor del sol),
Fantasmas silenciosos de
otra época. La sugerencia de
la noche vivida. Dioses
demonios, monstruos,
reyes y hombres.
 
 
Cecilia Meireles



16 de agosto de 2023

Timidez, Cecilia Meireles

Timidez
 

Me basta un pequeño gesto
hecho de lejos, muy leve,
para que vengas conmigo,
para que siempre te lleve.
Sólo ese, yo no lo haré.
Una palabra caída
de las montañas de instantes
desmancha todos los mares,
une tierras muy distantes.
 
Palabra que no diré.
 
Para que tú me adivines
entre vientos taciturnos
apago mis pensamientos
visto ropajes nocturnos
 
Que amargamente inventé.
 
Y mientras no me descubres
van los mundos navegando
en aires ciertos del tiempo
hasta no se sabe cuándo…
 
Y un día me acabaré.
 
Cecilia Meireles 

 

15 de agosto de 2023

Infancia, Cecília Meireles

Infancia
 
Se llevaron las rejas del balcón
desde donde la casa se avistaba.
Las rejas de plata.
 
Se llevaron la sombra de los limoneros
por donde rodaban arcos de música
y hormigas rojizas.
 
Se llevaron la casa de verde tejado
con sus grutas de conchas
y sus vitrales de flores empañadas.
 
Se llevaron a la dama de viejo piano
que tocaba, tocaba, tocaba
la pálida sonata.
 
Se llevaron los párpados de antiguos sueños,
y dejaron solamente la memoria
y las actuales lágrimas.
 
Cecilia Meireles

Cecilia Meireles
 
Cecilia Benevides de Carvalho Meireles nació en la ciudad del Rio de Janeiro el 7 de noviembre de 1901. Su padre, don Carlos Alberto de Carvalho Meireles, murió tres meses antes de su nacimiento y su madre, doña Matilde Benevides, tres meses despúes, razón por la cual la abuela materna, doña Jacinta García Benevides, se hizo cargo de la pequeña Cecilia.
Concluyó la "Escala Normal" en 1917, habiendo estudiado también lenguas, canto y violín. Actuó como maestra en escuelas del Rio de Janeiro y se dedicó, tiempos después, a dictar clases de literatura y cultura brasileñas, literatura portuguesa y critica literaria, en Brasil y en el exterior. Además, impartió cursos libres y conferencias sobre variados temas, como teatro, folklore, pedagogía, literatura dramática y literatura hispanoamericana.
La profunda preocupación de la poetisa en la educación de la infancia hizo que participara en debates sobre reformas educacionales y que editara una página sobre enseñanza en la prensa carioca, de 1930 a 1934. Pero, sobre todo, dicha preocupación la convirtió en una de las primeras autoras de literatura infantil en Brasil, pues la llevó a fundar y dirigir, en 1934, la primera biblioteca de literatura infantil del pais y, en 1951, a publicar uno de los primeros estudios sobre el asunto, la obra Problemas da literatura infantil. En su incesante labor intelectual, viajó por diversos países, tradujo al portugués varias obras de la literatura universal, colaboró en la implantación del Museu do Folclore, en Sáo Paulo, y trabajó como articulista en periódicos y revistas nacionales.
Cecilia Meireles es uno de los nombres más importantes de la poesía brasileña. Publicó más de una veintena de libros de poemas y otro tanto de libros en prosa. Vale destacar, dentre su obra poética, Nunca mais... e Poema dos poemas (1923), Baladas para El-Rei (1925), Viagem (1939), Vaga música (1942), Mar absoluto e outros poemas (1945), Romanceiro da Inconfidéncia (1953), Ou isto ou aquilo (1954), Cana ijes (1956), Metal rosicler (1960) y Solombra (1963). Cecilia Meireles murió, víctima de enfermedad, el 9 de noviembre de 1964.


 

14 de agosto de 2023

Unas pocas cosas que hay que recordar cuando se escribe un poema por Charles Simic


 Unas pocas cosas que hay que recordar cuando se escribe un poema por Charles Simic
 
1. No cuentes a los lectores lo que ya saben de la vida.
 
2. No creas que eres el único en el mundo que sufre.
 
3. Algunos de los grandes poemas son sonetos y poemas de pocos versos, no escribas más de lo necesario.
 
4. Usar imágenes, símiles y metáforas ayuda a la precisión del poema. Cierra los ojos y deja que tu imaginación diga qué hacer.
 
5. Cuando escribes un poema haces un borrador que necesitará reflexión posterior, tal vez meses, incluso años de reflexión.
 
6. Recuerda, un poema es una máquina de tiempo que estás construyendo, un vehículo que permitirá a algunos viajar en su propia mente, así que no te sorprendas si hace falta tiempo para conseguir que todas sus partes encajen adecuadamente.

13 de agosto de 2023

Papeles dominicales, Charles Simic


 
PAPELES DOMINICALES
 
La carnicería de los inocentes
no se acaba nunca. Es de lo único
de lo que podemos estar seguros, amor,
más incluso que de la existencia
del asado que estás sacando del horno.
 
Es domingo. La congregación
sale lentamente y en fila de la iglesia
que hay al otro lado de la calle. Muchos
de ellos llevan una biblia en la mano.
Es el vago deseo de verdad
y el temor cierto a alcanzarla
lo que les hace encerrarse en la iglesia
a pesar de este glorioso tiempo primaveral.
 
En el vestíbulo, el viejo perro callejero
ha tenido por fin la honestidad
de gruñirle a su propia imagen en el espejo,
antes de dirigirse a la cocina
donde sostienes el cordero asado
que huele a romero y ajo.
 
Charles Simic

12 de agosto de 2023

Charla radiofónica, Charles Simic


 
CHARLA RADIOFÓNICA
 
‘‘Tuve suerte de llevar una Biblia conmigo
cuando me abdujeron los alienígenas…’’
 
América, le grité a la radio,
¡incluso a las dos de la madrugada eres un manicomio!
 
No, lo retiro:
Eres un ángel de piedra en el cementerio
 
escuchando a los gansos que cruzan el cielo
con los ojos cegados por la nieve.
 
Charles Simic

11 de agosto de 2023

Club medianoche, Charles Simic

CLUB MEDIANOCHE
 
¿Eres el único propietario de un sórdido club nocturno?
 
¿Eres su único cliente, el único tras la barra,
el único camarero que ronda entre las mesas vacías?
 
¿Organizas de madrugada shows de chicas
con muertas estrellas de películas en blanco y negro?
 
Tu oficina ¿está arriba tras las luces de neón
o abajo en el sótano infestado de ratas?
 
¿Son barbudos pensadores rusos tus silenciosos compañeros?
¿Trabaja para ti un portero llamado Dostoievski?
 
¿Sabes si vendrá esta noche Fumanchú?
¿Ha llegado ya Emily Dickinson?
 
¿Tienes un alma inmortal?
¿Tienes la secreta sospecha de que no tienes alma alguna?
 
¿Es por eso que lanzas un par de dados blancos,
a oscuras, cuando hace tiempo que el antro ha cerrado?
 
Charles Simic



 

10 de agosto de 2023

El lío con la poesía, Charles Simic

El lío con la poesía, Charles Simic
 
 
Lo único para lo que siempre ha sido buena la poesía es para hacer que los niños odien la escuela y brinquen de alegría el día que no tengan que ver más otro poema. Todo el mundo entero coincide en ello. Nadie en su juicio, jamás, lee poesía. Incluso entre los teóricos literarios de hoy día está de moda señalar como inaccesible toda la literatura, especialmente la poesía. Que algunas personas todavía continúen escribiéndola es una rareza que pertenece a alguna columna “Créalo o No” del periódico.
Cuando los poetas encomiaron a los dioses y a los héroes tribales y glorificaron su sabiduría para la guerra, fueron tolerados, pero con la aparición de la poesía lírica y la obsesión del poeta con el ego, todo cambió. ¿Quién quiere oír acerca de la vida de seres insignificantes, mientras los grandes imperios se erigen y caen? Todas esas fruslerías sobre estar enamorado, besuquearse y experimentar detenidamente la alborada del día mientras canta el gallo, es de lo más risible. Maestros, clérigos y otros policías de la virtud siempre han sido cómplices de los filósofos. Ningún modelo ideal de sociedad, desde Platón, ha aceptado a los poetas líricos, y por abundancia de buenas razones. Los poetas líricos están siempre corrompiendo a los jóvenes, haciéndolos ahogarse en autocompasiones y condescender en embelesamiento. El sexo sucio y la falta de respeto por la autoridad es lo que los poetas han susurrado en los oídos de los jóvenes por siglos.
“Si él escribe versos, échalo a patadas”, se le aconsejó a un novel padre hace dos mil años en Roma. Y eso no ha cambiado mucho. Los padres de familia todavía prefieren que sus niños sean taxidermistas y recaudadores de impuestos en vez de poetas. ¿Quién puede reprocharles? ¿Preferiría usted que su única hija sea poeta o mesera de un club nocturno? Esa es una dura elección.
Incluso los verdaderos poetas han detestado la poesía. “Hay muchas cosas tras este engaño”, dijo Marianne Moore. Y ella tenía su punto de vista. Algunas de las cosas más estúpidas que los seres humanos han proferido se hallan en la poesía. La poesía, como regla, ha avergonzado tanto a individuos como a naciones.
La poesía está muerta, han gritado felizmente por siglos los enemigos de la poesía y aún lo hacen. Nuestros poetas clásicos, nuestros profesores en boga nos lo han dicho —en tanto que ellos no son más que un manojo de propagandistas de las clases gobernantes y de la opresión masculina—. Las ideas una vez promulgadas por los carceleros y asesinos de los poetas en la Unión Soviética son ahora un gran éxito en las universidades americanas. El esteticismo, el humor, el erotismo y todas las otras manifestaciones de la imaginación libre son sospechosas y deben ser censuradas. La poesía, esa tonta diversión de lo políticamente incorrecto, ha dejado de existir para nuestras clases educadas. No obstante, a pesar de ellos, la poesía se sigue escribiendo.
El mundo parece siempre premiar la conformidad. Cada época tiene su límite oficial sobre lo que es real, lo que es bueno y lo que es malo. El ideal es un plato hecho de deshonestidad, ignorancia y cobardía servido cada noche con un aspecto serio y un aire de la más alta integridad por los noticieros de televisión. La literatura también está preparada para unirse a ello. Su tribu está tratando siempre de reformarte y de enseñarte sus modales. El poeta es ese niño que, de pie en la esquina, con la espalda vuelta a sus compañeros, piensa que está en el paraíso. Como si eso no bastase, los poetas, todos lo sabemos, son mentirosos de campeonato.
“Llegas a mentir para mantenerte medianamente interesado en ti mismo”, dijo el novelista Barry Hannah. Ello es especialmente cierto para los escritores de versos. Cada uno de ellos cree que impostándose a sí mismo dice la verdad. Si no podemos ver el mundo tal como es en realidad, se debe a las capas de metáforas muertas que los poetas han dejado en todas partes. La realidad es sólo un viejo y descascarado cartel de la poesía.
Los filósofos dicen que los poetas se engañan a sí mismos cuando moran amorosamente en los detalles. La identificación de lo que permanece intocable por el cambio ha sido la tarea del filósofo. La poesía y la novela, al contrario, han sido recreadas con lo efímero —el olor del pan, por ejemplo—. Por lo que a los poetas concierne, sólo los tontos son seducidos por las generalizaciones.
Cielo y tierra, naturaleza e historia, dioses y demonios están todos escandalosamente reconciliados en la poesía. Por analogía se dice que cada cosa es todo, todo es cada cosa. Por consiguiente, los mejores poemas religiosos están cargados de erotismo. Subjetivamente, los poetas pretenden también trascender ellos mismos a través de la práctica de hallar su identidad en las cosas lejanas y apartadas. En un buen poema, el poeta que lo escribió desaparece para que el poeta-lector pueda llegar a existir. El “yo” de un total extraño, un chino antiguo, por ejemplo, nos habla desde el lugar más confidencial dentro de nosotros mismos, y nos deleitamos.
El verdadero poeta se especializa en un género de alcoba y metafísica de la cocina. Soy el místico de la cacerola y mi amor son los rosados dedos del pie. Como cualquier otro arte, la poesía depende del matiz. Hay muchas maneras de tocar el encordado de una guitarra, de besarse y morderse algún dedo del pie. Los músicos de Blues saben que unas pocas notas debidamente tañidas tocan el alma, y así lo hacen los poetas líricos. La idea es que es posible hacer platos asombrosamente sabrosos con los ingredientes más simples. ¿Fue Charles Olson quien dijo que el mito es una cama en la cual los seres humanos hacen el amor a los dioses? Mientras los seres humanos se enamoren y compongan cartas de amor, los poemas tendrán una razón de ser.
La mayoría de los poemas son bastante cortos. Lleva más tiempo estornudar naturalmente que leer un haikú. Sin embargo, algunos de estos “pequeños” poemas han acertado a decir más acerca de la condición humana, en unas pocas palabras, que siglos de otros géneros de escritura. Los poemas cortos y ocasionales han sobrevivido por miles de años desde la épica y sólo lo tocante a todas las cosas ha crecido ilegible. El misterio supremo de la poesía es la
forma en que tales poemas lanzan un hechizo sobre el lector. El poema es absolutamente entendible después de una lectura, y casi inmediatamente uno quiere releerlo de nuevo. La poesía es, en conjunto, repetición que nunca llega a ser monótona. “¡Más!”, gritarían en coro mis hijos soñolientos después de terminar de leerles algún cuento para niños. Para ellos, como para todos los amantes de la poesía, hay sólo más, y nunca bastante. Es la calidad paradójica de la poesía la que precisamente le da su sabor. La Paradoja es su condimento secreto. Sin sus numerosas contradicciones y su impertinencia, la poesía sería
tan blanda como un sermón del domingo o el discurso de un presidente. Se debe a sus muchas y deliciosas paradojas que la poesía haya derrotado y sobrevivido continuamente a sus críticos más duros. Cualquier intento de reformar la poesía, de hacerla didáctica y moral, o aún de restringirla dentro de alguna “escuela” literaria, es entender mal su naturaleza. La buena poesía nunca se ha desviado de su propósito de ser una fuente inagotable de paradojas acerca del arte y la condición humana. Sólo un estilo que es un carnaval de estilos devela la irreverencia que me parece apropiada para la poesía hoy. Una poesía, para abreviar, que tiene la recepción de un cable de televisor con más de trescientos canales, más hechos extraordinarios que ficciones, falsos milagros y supersticiones en escaparates del supermercado. Un poema que es como un espectáculo de Elvis Presley en Marte, la mujer con tres tetas, el cuadro de un perro que se comió la mejor obra de Shakespeare, la noticia de que el infierno está atestado y de que ahora en el cielo se están estableciendo los pecadores más perversos.
Aquí, por ejemplo, viene un compañero sin casa ni hogar cuya cabeza calva perteneció una vez a Julio Cesar. ¿No te vi vociferando en un stip-tease, ayer, en el Times Square, le pregunto? Cabecea felizmente. Mi siguiente pregunta es: ¿Aníbal cruzará de nuevo Los Alpes con sus elefantes? “Observa afuera a la querida poeta”, es su respuesta. “Si llega a girar con su carro lleno de compras, de libros viejos y ropa usada, alístate para oír un poema.” Eso me recuerda que mi bisabuelo, el herrero Philip Simic, murió a la edad de noventa y seis en 1938, el año de mi nacimiento, después de regresar tarde a casa, una noche de taberna en compañía de unos gitanos. Pensó que lo ayudarían a dormirse, pero murió en su propia cama con los músicos tocando sus canciones favoritas. Eso explica por qué mi padre cantaba canciones de gitanos y por qué yo escribo poemas, porque como mi abuelo, yo no puedo dormir en las noches.
 

Charles Simic
Publicado en la revista Michigan 36 N 3 (1997)

 
 

9 de agosto de 2023

Mi madre anhelaba, Charles Simic

Mi madre anhelaba
 
Llevarse su máquina de coser
a la tumba y creo que
consiguió hacerlo, pues
de vez en cuando, paso la noche
en vela, escuchándola.
 
Charles Simic
 

8 de agosto de 2023

Shelley, Charles Simic


 
SHELLEY
 
A M. Follain
 
Poeta de las hojas muertas llevadas por el viento
como espectros, como multitudes contagiadas
por la peste, te leí por primera vez
en Nueva York, una tarde de lluvia,
 
con mi atroz acento eslavo,
recitando los versos melifluos
de un libro destrozado, desteñido,
que había comprado aquel mismo día
en una librería de viejo de la Cuarta Avenida
en la que atendía un iniciado en ciencias ocultas.
 
Con muy poco dinero, y casi ya todo gastado,
caminaba por la calle, la nariz en el libro.
Me senté en un café destartalado
con la moscas del verano pasado muertas sobre la mesa.
El dueño era un antiguo marinero
a quien le había crecido una enorme joroba en la espalda
de tanto contemplar la lluvia y la calle desierta.
Le hizo feliz que me sentara allí a leer,
y rellenaba mi taza con un líquido oscuro como el agua de la Estigia.
 
Shelley hablaba de un loco, ciego rey moribundo;
de soberanos que ni ven, ni sienten, ni saben;
de tumbas de las que un glorioso fantasma podía
salir para iluminar nuestro día tempestuoso.
 
También yo me sentía un glorioso fantasma
yendo a cenar
al restaurante chino que frecuentaba entonces.
Cada noche me servía sopa y arroz
un camarero con tres dedos
que jamás dijo una palabra.
 
Nunca vi a nadie más allí.
La cocina estaba tras una cortina
de perlas de vidrio, que sonaban ligeramente
en cuanto se abría la puerta de la calle.
Aquella tarde se abrió
para dejar entrar a una pálida muchacha con gafas.
 
El poeta hablaba del sempiterno universo
de las cosas… De destellos de un mundo remoto
que el alma visita en el sueño…
De un desierto habitado sólo por tormentas…
 
Aquí y allá en las calles paraguas rotos
como cometas fúnebres
fabricadas quizás por aquella china minúscula.
Los bares de MacDougal Street se quedaban vacíos.
Ya había habido una pelea a puño limpio.
Un hombre apoyado en una lámpara extendía los brazos
como crucificado,
dejando que la lluvia lavase la sangre de su cara.
 
En un callejón mal iluminado
en el que la acera brillaba como el espejo
de una sala de baile a la hora de cierre
un hombre bien vestido y descalzo
me pidió dinero.
Le brillaban los ojos, tenía ese aire triunfal
de un campeón de esgrima
que acabase de asestar un golpe definitivo.
 
Qué extraño era todo… La tómbola del mundo
en aquella oscura noche de octubre…
Y el libro de poemas amarillento
con sus Esplendores y Miserias
que yo estudiaba a la luz de los escaparates
de farmacias y peluquerías,
temeroso de volver a mi cuartucho sin ventanas,
frío como la tumba de un emperador niño.
 
Charles Simic

7 de agosto de 2023

Me voy, Roberto Jorge Santoro


 
Me voy

 
 
me voy
dejo esta espada
se armó desde el tobillo
en la manera frutal del alfarero
en la ranura dulce de las tardes
en la humedad del amor que crece en las distancias
y en la trompada al aire
porque camino solo
 
Roberto Jorge Santoro
Obra poética completa 1959-1977, Ediciones ryr, 2013.

 

 

6 de agosto de 2023

Solo se ve la libertad como un enorme agujero, Roberto Jorge Santoro


 
Solo se ve
la libertad
como un enorme agujero
 
Solo se ve
que todo aquí
se paga sin remedio
 
Cayó el telón
sobre el final,
sobre el final
cayó el amor,
todo anda mal
nada anda bien,
ya no se sabe quién es quién
ni quién será
 
Un bache gris
es la verdad
perdida su cabeza
 
Vaya a saber
quién quedará
entero y de una pieza
 
Cayó el telón
sobre el final,
sobre el final
cayó el amor,
todo anda mal
nada anda bien,
ya no se sabe quién es quién
ni quién será
 
Roberto Jorge Santoro
 

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