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4 de diciembre de 2024

Sé que no te hago un cumplido... Vicente Luy


Sé que no te hago un cumplido
al desear la muerte,
y supongo que mucho menos te honro;
pero la deseo
no como a una inyección de Lisalgil,
como a una anestesia total
-si pudiera ser de acción un
poco más lenta, mejor-
Quiero sentir como me empiezo
a ir
ver si lloro,
y la habitación vacía.
 
Quiero volver a casa.
 
Vicente Luy

3 de diciembre de 2024

Qué piel Gabriela y te vas... Vicente Luy

Qué piel Gabriela y te vas.
La puerta sale del edificio  para seguirte.
La mañana te impacta.
      “Que rico aire”
 
Vicente Luy



 

2 de diciembre de 2024

A las 3 de la mañana... Vicente Luy

A las 3 de la mañana
en casa Babylon
esperando para ver tocar a pez
para entendernos teníamos que hablarnos al oído.
yo iba a decirle algo
pero le di un beso en la mejilla;
con el amante a la par;
un amigo.
A la semana me llama y me invita a salir.
Llegó de negro, con tacos. Nos quedamos.
 
Y charlamos, y bebimos.
Tetitas de púber; linda, distinguida.
Todavía esta acá.
Los dejo con el par de frases impresas
en el cartelito que colgaba
de la puerta del consultorio de Stolkiner,
Jorge:
 
       NO TE PROMETO QUE TE VAS A SENTIR MEJOR
       TE ASEGURO QUE VAS A SENTIR MAS
 
Linda oferta ¿no?
 
Vicente Federico Luy de ¡Qué campo ni campo! Llanto de mudo Ediciones (2008)
 

16 de octubre de 2024

Alegría, Jorge Teillier

ALEGRÍA
 
Centellean los rieles
pero nadie piensa en viajar.
De la sidrería viene olor
a manzanas recién molidas.
Sabemos que nunca estaremos solos
mientras haya un puñado de tierra fresca.
 
La llovizna es una oveja compasiva
lamiendo las heridas
hechas por el viento de invierno
La sangre de las manzanas
ilumina la sidrería.
 
Desaparece la linterna roja
del último carro del tren.
Los vagabundos duermen
a la sombra de los tilos.
A nosotros nos basta mirar
un puñado de tierra en nuestras manos.
 
Es bueno beber un vaso de cerveza
para prolongar la tarde.
Recordar el centelleo de los rieles.
Recordar la tristeza
dormida como una vieja sirvienta
en un rincón de la casa.
Contarles a los amigos desaparecidos
que afuera llueve en voz baja
y tener en las manos
un puñado de tierra fresca.
 
 
Jorge Teillier

 

 

15 de octubre de 2024

Sobre el mundo donde verdaderamente habito o la experiencia poética, Jorge Teillier

 

I
 
He oído decir alguna vez que poesía es lo que hace el poeta. La tarea es partir desde ese lugar y tratar de establecer qué es poesía para quien ejerce ese "monótono oficio o arte".
 
En un principio poesía eran para mí los extraños trozos de pareja tipografía medida y rimada que aparecían en los libros de lectura, esos versos que hay que aprender de memoria (y no de corazón como se dice en francés); de donde surgen el caballo blanco que nos va a llevar de aquí, las loas a los padres de la patria, los versos a la madre que el mejor alumno declama en el proscenio.
 
Para empezar entonces, la poesía es lo distinto al lenguaje convencional, por una parte, y por otra, "lo bello", lo idealizado como las cuatro estaciones en los cuadros donde se aprende idioma. Dos son las poesías escolares que aún recuerdo: una me atrajo por la anécdota: "La canción del pirata" de Espronceda ("La luna en el mar riela / y en la lona gime el viento), y la otra de García Lorca: "Naranjita de oro/ de oro y de sol", donde las palabras me sonaban como un encantamiento análogo al de las rondas entonadas por las vecinas al atardecer.
 
No recuerdo haber intentado escribir poema alguno hasta los doce años de edad. La poesía me parecía algo perteneciente a otro mundo y prefería leer en prosa. Leía como si me hubiesen dado cuerda, así como relata Pasternak que veía leer a los moscovitas en los trenes de 1941 ajenos al cañoneo alemán venido de unos pocos kilómetros. Leía de todo, desde cuentos de hadas y El Peneca hasta Julio Verne, Knut Hamsun y Pannait Istrati por quien aún vuelan los cardos en el Baragán.
 
Desde los doce años escribía prosa y poemas, pero en Victoria, ciudad donde aún suelo vivir, fue donde escribí mi primer poema verdadero, a eso de los dieciséis años, o sea, el primero que vi, con incomparable sorpresa, como escrito por otro.
 
Sobre el pupitre del liceo nacieron buena parte de los poemas que iban a integrar mi primer libro Para ángeles y gorriones, aparecido en 1956. Mi mundo poético era el mismo donde también ahora suelo habitar, y que tal vez un día deba destruir para que se conserve: aquel atravesado por la locomotora 245, por las nubes que en noviembre hacen llover en pleno verano y son las sombras de los muertos que nos visitan, según decía una vieja tía; aquel poblado por espejos que no reflejan nuestra imagen sino la del desconocido que fuimos y viene desde otra época hasta nuestro encuentro, aquel donde tocan las campanas de la parroquia y donde aún se narran historias sobre la fundación del pueblo. Y también aparecían los poetas; el primero de todos Paul Verlaine, cuyos versos rimaban con las campanas y los pájaros y cuya poesía fue la primera que aprendí a ver viva sin necesitar otra cosa que el sonido, y luego Rubén Darío, López Velarde y Luis Carlos López, provincianos cursis y universales, y también los chilenos: Vicente Huidobro, cuya antología leía en la Pascua de 1949, y Omar Cáceres que me fue descubierto por Miguel Serrano en su Ni por mar ni por tierra ("La brújula del alma señala el sur"), y Pezoa Véliz y Alberto Rojas Giménez y Romeo Murga que hablaba por nosotros a las muchachas con las que no podíamos hablar. Sin embargo, aclaro que nunca hubo para mí distinción entre poetas chilenos y poetas extranjeros. Se es o no es poeta, y allí no caben nacionalidades. Más aún, creo que es un signo de madurez no preguntarse ya "qué es lo chileno". Las personas adultas no se preguntan quién son, sino cómo van a actuar. También las colectividades adultas, me parece.
 
Nuestra poesía siempre ha tendido a la universalidad, que fundamentalmente se obtiene por el lenguaje imperecedero de la imagen. "La muerte que está ante mí como el chubasco que se aleja" del arpista del Antiguo Egipto es también, "la muerte es grande y somos los suyos" de Rilke, y la misma nieve recuerda a las damas de antaño de Villon y es como la soledad en Rilke, y el tiempo es un río en Heráclito y Jorge Manrique.
 
Pero vuelvo a 1953... cuando como todo provinciano debí hacer el viaje bautismal de hollín de trenes de entonces a Santiago, atravesando la noche como en un vientre materno hasta asomarse a la lívida madrugada de boca amarga de la Estación Central. Por esos años el héroe poético de mi generación era Pablo Neruda, que perseguido por el Traidor se dejaba crecer barba y atravesaba a caballo la Cordillera y desde México lamentaba que los jóvenes leyeron Residencia en la tierra y llamaba a cantar con palabras sencillas al hombre sencillo y en nombre del realismo socialista convocaba a los poetas a construir el socialismo. Hijo de comunista, descendiente de agricultores medianos o pobres y de artesanos, yo sentimentalmente sabía que la poesía debía ser un instrumento de lucha y liberación y mis primeros amigos poetas fueron los que en ese entonces seguían el ejemplo de Neruda y luchaban por la Paz y escribían poesía social.
 
Pero yo era incapaz de escribirla, y eso me creaba un sentimiento de culpa que aún ahora suele perseguirse. Fácilmente podía ser entonces tratado de poeta decadente, pero a mí me parece que la poesía ser entonces tratado de poeta decadente, pero a mí me parece que la poesía no puede estar subordinada a ideología alguna, aun cuando el poeta como hombre y ciudadano (no quiero decir ciudadano elector, por supuesto) tiene derecho a elegir la lucha a la torre de marfil o de madera o cemento. Ninguna poesía ha calmado el hambre o remediado una injusticia social, pero su belleza puede ayudar a sobrevivir contra todas las miserias. Yo escribía lo que me dictaba mi verdadero yo, el que trato de alcanzar en esta lucha entre mí mismo y mi poesía, reflejada también en mi vida. Porque no importa ser buen o mal poeta, escribir buenos malos versos, sino transformarse en poeta, superar la avería de lo cotidiano, luchar contra el universo que se deshace, no aceptar los valores que no sean poéticos, seguir escuchando el ruiseñor de Keats, que da alegría para siempre. De qué le vale escribir versos a tanto personaje resentido y sin puerta de escape que vemos deambular por el mundo literario.
 
 
 
II
 
A su debido tiempo, me parece que todo poeta en esta sociedad se suele considerar un sobreviviente de una perdida edad, un ente arcaico. La poesía es una enferma grave, a la que se le toleran algunos caprichos en espera de su futura muerte, y también la Cenicienta (para editores) de los géneros literarios aun cuando la novela sea "la poesía de los tontos" según dice mi amigo el poeta Molina Ventura.
 
La burguesía ha tratado de matar a la poesía, para luego coleccionarla como objeto de lujo. Me parece un signo de estos tiempos ver cómo medio mundo reúne cosas que nunca se usarán: volantines que jamás se enredarán en un árbol, botellas que nunca recibirán vino, redes de pescadores que no sirven para atrapar un pez, llaves mohosas para ninguna puerta, "posters" con efigies de muertos que de algún modo se contribuyó a matar. El poeta es un ser marginal, pero de esta marginalidad y de este desplazamiento puede nacer su fuerza: la de transformar la poesía en experiencia vital, y acceder a otro mundo, más allá del mundo asqueante donde se vive. El poeta tiende a alcanzar su antigua "conexión con el dínamo de las estrellas", en su inconsciente está su recuerdo de la "edad de oro" a la cual acude con la inocencia de la poesía. Si soy extraño en este mundo no soy extraño en mi propio mundo, reflexiona el creador, y a la larga, en poesía, "lo que no es práctico resulta ser lo práctico" como escribía Gunnar Ekelof. Pienso en dos poetas chilenos ya fallecidos que pagaron con su vida su calidad de poetas: Teófilo Cid y Carlos de Rokha, ambos "amateurs de la lepra", en nuestro medio. Sí, la poesía considerada como la lepra en este mundo en donde está muriendo la imaginación, en donde la inspiración está relegada al desván de los muebles viejos. Astronautas antisépticos y en esterilizados vehículos llegarán a la luna a plantar sus pequeñas banderas, y a transmitir mensajes sin sentido, serán artistas de circo en la "caja de los idiotas" de la TV. Al contrario, pienso en los verdaderos conquistadores como Cristóbal Colón que parte sin mapas junto con un equipo de locos y presidiarios hasta que aparece el Nuevo Mundo que surge gracias a su visión; en Ponce de León muriendo en pos de la Fuente de la Juventud; Gonzalo Pizarro yendo hacia El Dorado; el Padre Meléndez en estrechas chalupas bogando por los canales hacia la Ciudad de los Césares. Qué puede ver el ciudadano del siglo XX en la Luna sino un pequeño satélite cuya probable utilidad será la de depósitos de perfeccionados proyectiles nucleares, allí donde las jóvenes irlandesas veían al rostro de su futuro amado, los puritanos de Boston a un duende maléfico, los nativos de Samoa una anciana hilando nubes, los niños de hace treinta años a la Sagrada Familia rumbo a Egipto. El poeta es el guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores.
 
 
 
III
 
Creo que todos mis libros forman un solo libro, publicado en forma fragmentaria, a excepción de Crónica del Forastero. Me parece que difícilmente uno tiene más de un poema que escribir en su vida. Hay varias tendencias en mis libros que van de Para ángeles y gorriones (1956) hasta Poemas del País de Nunca Jamás (1963); una descriptiva del paisaje visto como un signo que esconde otra realidad (como en los poemas "El Aromo" o "Molino de Madera"), otra como la historia de un personaje contada con un marco de referencia que es siempre la aldea (así en "Historia de Hijos Pródigos"), otra como el afrontar el problema del paso del tiempo, de la muerte que subyace en nosotros revelada como el fuego revela la tinta invisible por medio de la palabra (los poemas "Domingo a domingo" u "Otoño secreto"). En este sentido quiero hacer destacar que para mí la poesía es la lucha contra nuestro enemigo el tiempo, y un intento de integrarse a la muerte, de la cual tuve conciencia desde muy niño, a cuyo reino pertenezco desde muy niño, cuando sentía sus pasos subiendo la escalera que me llevaba a la torre de la casa donde me encerraba a leer. Sé que la mayoría de las personas que conozco y conocemos están muertas, que creo que la muerte no existe o existe sólo para los demás. Por eso en mis poemas está presente la infancia, porque –para mí– el tiempo más cercano a la muerte y en donde verdaderamente se entiende lo que significa. Por otra parte, yo no canto a una infancia boba, en donde está ausente el mal, a una infancia idealizada; yo sé muy bien que la infancia es in estado que debemos alcanzar, una recreación de los sentidos para recibir limpiamente la "admiración ante las maravillas del mundo". Nostalgia sí, pero del futuro, de lo que no nos ha pasado, pero que debiera pasarnos.
 
Siguiendo con mis libros, Los trenes de la noche es un solo poema escrito también de un solo golpe, en un viaje de Santiago a Lautaro, mirando por la ventanilla del tren nocturno, escribiendo unos versos en un cuaderno de croquis tras salir a respirar a la pisadera del carro, tras bajarme rápidamente en las estaciones de donde parten los ramales, a tomar un vaso de vino. El paso del tren representa el tiempo que las locomotoras van dividiendo en forma implacable en el pueblo natal que atraviesan por la mitad. Alguna vez correrá un último tren, pensaba yo, cuál será ese último tren, así como tantas veces pienso quién pronunciará por última vez mi nombre, quién leerá por última vez un poema mío.
 
Crónica del Forastero es un libro con menos revelación, menos visión lírica, un intento fallido tal vez de cambiar mi expresión habitual por el relato, a costa unas veces del relato, otras de la tensión lírica. Pero uno muchas veces no es responsable de lo que hace. Mi intento era el de revivir a través de un personaje lírico la historia o mejor dicho la intrahistoria de la Frontera, nuestro Far West, donde nace en el Siglo XVI la poesía chilena con Pedro de Oña y Ercilla; esa zona tan singular nacida de la fusión de tres razas; revivir a los (y mis) antepasados, proyectar una historia mítica en un presente que debe cambiarse. Yo debía transformarme en una especie de médium para que a través de mí llegara una historia, y una voz de la tierra que es la mía, y que se opone a la de esta civilización cuyo sentido rechazo y cuyo símbolo es la ciudad en donde vivo desterrado, sólo para ganarme la vida, sin integrarme a ella, en el repudio hacia ella. Es posible que esta "Crónica" sea un primer intento que alguna vez retomaré, un primer paso hacia un poema épico para el cual todavía no estoy preparado. Mi trabajo actual está orientado en otro sentido, que no creo del caso hablar ahora, para utilizar figuras manidas, la primavera trabaja mudamente las raíces del trigo que va a aparecer. Tal vez sí apunte a una contradicción de mí mismo, una contradicción dolorosa, porque yo no soy poeta de la aventura, sino del orden, aun cuando admire a los innovadores auténticos, por supuesto. Pero sí, quiero establecer que para mí lo importante en poesía no es el lado puramente estético, sino la poesía como creación del mito, y de un espacio y tiempo que trasciendan lo cotidiano, utilizando muchas veces lo cotidiano. La poesía es para mí una manera de ser y actuar, aun cuando tampoco puedo desarticularla del fenómeno que le es propio: el utilizar para su fin el lenguaje justo para este objeto. Mi instrumento contra el mundo es otra visión del mundo, que debo expresar a través de la palabra justa, tan difícil de hallar. Porque el poema no debe (como dice Archibald McLeish) "significar sino ser". Tal vez lo que importa no es dar en el blanco, sino lanzar la flecha. Y de nada vale escribir poemas si somos personajes antipoéticos, si la poesía no sirve para comenzar a transformarnos nosotros mismos, si vivimos sometidos a los valores convencionales. Ante el "no universal" del oscuro resentido, el poeta responde con su afirmación universal.
 
 
 
IV
 
Nunca he pensado escribir una poesía original, ni me tengo por un ser sin antepasados poéticos. Cada poeta tiene una línea que va siguiendo. Es la mía la de Francis Jammes, Milocz en alguna de sus etapas, René Guy Cadou —un poeta con cuya visión del mundo creo tener afinidad—, Antonio Machado, para citar a los poetas principales, y en las lenguas que puedo leer en versiones originales, lo que me parece fundamental. En prosa, la línea de Robert Louis Stevenson, Alain Fournier, Selma Lagerlof, cierto Knut Hamsum, Edgar Allan Poe (Arturo Gordon Pym). En Chile, alguna vez me adscribí a un cierto sentido de la poesía que yo mismo llamé "lárica" (ver Boletín de la Universidad de Chile, número 56, 1965, mi trabajo "Los poetas de los lares"), y en donde están, entre otros, Efraín Barquero y Rolando Cárdenas, para citar sólo a mis coetáneos. A través de la poesía de los lares yo sostenía una postulación por un "tiempo de arraigo", en contraposición a la moda imperante e impuesta por ese tiempo, por un grupo ya superado, el de la llamada Generación del 50, compuesto por algunos escritores más o menos talentosos, por lo menos en el sentido de la ubicación burocrática, el conseguir privilegios políticos, el iniciar empresas comerciales, representantes de una pequeña burguesía o burguesía venida a menos. Ellos postulaban el éxodo y el cosmopolitismo llevados por su desarraigo, su falta de sentido histórico, su egoísmo pequeño burgués. De allí ha nacido una literatura que tuvo su momento de auge por la propaganda y autopropaganda, pero que por frívola y falta de contacto con la tierra, por pertenecer al oscuro mundo de la desesperanza ha caducado en pocos años. La pretendida crisis de la novela chilena no es, tal vez, sino crisis de la inautenticidad, de renuncia a las raíces, incluso a las de nuestra tradición literaria, por pobre que sea. En cambio, la mayor parte de nuestros poetas se mantienen fieles a la tierra, o vuelven a ella, como es el caso desde Neruda y Pablo de Rokha a Teófilo Cid y Braulio Arenas, ex surrealistas; o como en los más destacados poetas de la última generación, la poesía es expresión de una auténtica lucha por esclarecerse a sí misma, o por poner en claro la vida que la rodea. Pero mejor que yo lo dice Rilke: "Para nuestros abuelos una torre familiar, una morada, una fuente, hasta su propia vestimenta, su manto, eran aún infinitamente más familiares; cada cosa era un arca en la cual hallaban lo humano y agregaban su ahorro de humano. He aquí que hacia nosotros se precipitan llegadas de EE.UU cosas vacías, indiferentes, apariencias de cosas, trampas de vida... Una morada en la acepción americana, una manzana americana, o una viña americana nada tienen de común con la morada, el fruto, el racimo en los cuales había penetrado la esperanza y la meditación de nuestros abuelos... La cosas dotadas de vida, las cosas vividas, las cosas admitidas en nuestra confianza, están en su declinación y ya no pueden ser reemplazadas. Somos tal vez los últimos que conocieron tales cosas. Sobre nosotros descansa la responsabilidad de conservar no solamente su recuerdo (lo que sería poco y de no fiar), sino su valor humano y lárico". Hasta aquí Rilke (1929). Y no se debe añadir nada más. Dentro del mismo Estados Unidos los movimientos de los beatniks y los hippies recuperan también este mundo del "lar".
 
 
 
V
 
Lo he dicho entre líneas, pero ahora quiero hacerlo explícito: el personaje que escribe no soy necesariamente yo mismo, en un punto estoy como un ser consciente, en otro la creación que nace del choque mío contra mi doble, ese personaje que es quien yo quisiera ser tal vez. Por eso el poeta es quizás uno de los menos indicados para decir cómo crea. Cuando el poeta quiere encontrar algo se echa a dormir, me parece que lo dice León Felipe. Habitualmente el poema nace en mí como un vago ruido que debe organizarse alrededor de la palabra o la frase clave o una imagen visual que ese mismo ruido o ritmo mejor dicho, concita. No puedo concebir luego el poema en la memoria, sino que debo escribir la palabra o frase clave en un papel, y ver cómo se van organizando alrededor de ella las demás. Nunca corrijo, sino que escribo varias versiones, para elegir una, en la cual trabajo. A veces queda limpia de toda intervención posterior, otras veces empiezo a podar y corregir en exceso, quitando espontaneidad. Creo que algo de eso me ocurrió en la Crónica del Forastero. Pero en realidad, nunca sé en verdad lo que voy a decir hasta que no lo he dicho.
 
 
 
VI

 
Releo este trabajo, como de costumbre me siento disconforme de él, pero hemos llegado a un fin y eso no carece de importancia.
 
Me molesta el tono impostado y dogmático que he solido adoptar, así como el de querer decir verdades últimas. De veras, muchas veces no sé si soy poeta o no, no sé si sobrevivirá de lo que he escrito por lo menos "algunas palabras verdaderas" como pedía Antonio Machado. Pero "nuestra duda es nuestra pasión y nuestra pasión es nuestra tarea". No soy humilde, al estilo de los que dicen, como decía la violeta, "a humilde a mí no me la gana nadie", pero tampoco seguro de si lo que escribo vale ante los demás y ante mí mismo. Tal vez alguna vez ya no escriba más poesía, tal vez siga en esta tarea que nadie sino yo mismo me he impuesto, no para vender nada, sino para salvar mi alma, en el sentido figurado y literal.
 
Bien, si difícilmente he podido comunicar algo pido disculpas afirmando como lo hace Humpty Dumpty en Alicia a través del espejo que las palabras no significan sino lo que nosotros queremos que signifiquen. De todos modos, para terminar diré que "el vino y la poesía con su oscuro silencio" dan respuesta a cuanta pregunta se le formule y que si mi amigo el poeta Nicanor Parra escribe "Total cero" en un "artefacto" de epitafio a Pablo de Rokha yo prefiero decir con Paul Eluard que "toda caricia, toda confianza sobrevivirá", y con René Char: "A cada derrumbe de las pruebas el poeta responde con una salva por el porvenir".


18 de septiembre de 2024

Partes del todo, Aldo Luis Novelli

Partes del todo
 
Allí, en cada parte
se encierra el todo,
en cada molécula de lluvia
se lee el próximo diluvio,
en los cerrojos oxidados
el azufre y plomo de la soledad,
y en esa ínfima parte de tus poros
se ocultan las caricias
que nos prohibimos.
 
Aldo Luis Novelli
 

17 de septiembre de 2024

Salvador green, Aldo Luis Novelli


 
Salvador green
 
Desde hoy voy a darle un sentido a mi vida/
dejaré de beber como un desahuciado
de fumar como un escritor solitario
y de fornicar como un animal en celo.
 
Voy a cambiar radicalmente mi vida.
Ya basta de orgías desenfrenadas con mujeres sin fe
de apostar a la muerte en cada golpe de dados
de beberme el alba en alcoholes baratos
entre borrachos y poetas fantasiosos.
Me quitaré de la cabeza la idea de que el progreso fue un fracaso
de que el mundo es un deshecho de esta ambición sin fin
y que la llamada especie humana/ ha desaparecido definitivamente.
Dejaré de escribir papeles inútiles que nadie lee
intentando ganarme no se que cielo prometido/
el cielo está contaminado de misiles nucleares
y los ángeles murieron carcomidos por la radiación.
 
Ya no buscaré flores en el desierto
para dárselas a ellas como ofrenda de amor.
 
Voy a darle un vuelco a mi vida.
Me afiliaré a los buenos de Green Peace
formaré una fundación con artistas y deportistas
preocupados por los animales/
y me dedicaré enteramente a salvar al peludo patagónico
de las garras de los charanguistas.
Si bien aún no es una especie en extinción
pero si seguimos así/ pronto lo será
el folklore los exterminara dentro de poco tiempo/
hasta usarán al quirquincho bola para jugar al fútbol playero.
¡No quiero ver ese día!
 
Seguirán muriendo de hambre niños en Bangladesh/ Tucumán o Etiopía
continuarán muriendo mujeres y hombres del tercer mundo
de enfermedades curables en el primer mundo/
pero sepan ustedes una cosa
cuando desaparezcan los últimos sobrevivientes
el peludo patagónico estará vivito y coleando
y será gracias a mí
el salvador green de la patagonia.
 
Aldo Luis Novelli

18 de agosto de 2024

Patio, Claudio Amancio Suárez


 
Patio
 

                                  Aquí se está llamando a las creaturas                          
                        y de esta agua se hartan, aunque a oscuras.
                                            San Juan de la Cruz

 
Para que los Ángeles
vuelvan a descansar en las puertas de mi corazón
abierto a la dulce memoria.
Con la sedición
del tiempo y los claveles rotos
he vuelto a la infancia
del país vertical
                 buscando
las sombra de mis padres y
aquel dulce no hacer nada, que hizo todo diferente.
 
 
Claudio Amancio Suárez

16 de agosto de 2024

Adiós a mi padre, Claudio Amancio Suarez


 
Adiós a mi padre
 
Mi padre muerto va adelante,
detrás marcha enero y la geografía de la lluvia.
 
Un bosque de flores en lenta caravana
también vine marchando
no sé de donde.
 
Un rayo hiere el cielo,
mi padre habla al paso de su sombra.
-la ausencia es un misterio que sólo ven los pájaros
y entre límites secretos, tiene mucho nombres,
muchos rostros, muchos gestos y palabras,
con todo eso se hace la verdad- Dice mi padre.
 
El viento siempre tiene razón,
mi padre habla dormido
con una voz joven
venida de muy lejos: no digas que he muerto y recuerda
que he amado en travesía tu sueño presuntuoso.
 
Un tumulto de vida en mi repite
la claridad de su mirada, sepultada en esa ceniza
llamada tiempo, limpia compresa
que cubre la vieja herida.
 
 
Claudio Amancio Suarez

14 de agosto de 2024

Muleta, Claudio Amancio Suarez


 
Muleta
 
Convertida en eco,
la música es luz del silencio,
que teje, borda o descuelga de un golpe
todos los recuerdos y permite vivir,
con rabiosa lucidez el cielo
de la palabra cielo.
 
Cifra esculpida en humo,
pequeña certeza, nocturna y cotidiana
frente las invasiones
de la oscuridad:
sabor a sed que nunca acaba,
donde siempre es ahora
en todas partes al sol de la vigilia.
 
Quizás la música se asemeje
a la quietud, esa trampa del tiempo
solapado, que se desdobla,
en antes y en después
y ocultos bajo
su claridad podemos
respirar, con toda la melodía
en los pulmones.
 
Claudio Amancio Suarez

13 de agosto de 2024

Naranjo deshojado, Claudio Suarez

Naranjo deshojado
 
Como el aroma del café,
que se evapora,
tu fragancia flota por el viento.
En la memoria de la noche,
crece tu voz en un aire de manzanas
y en el gong de la lluvia:
el reloj y las huellas de tus pasos
son eternidades palpables,
que no dejan de latir
en las murallas más altas del alma.
 
Como un truco de la realidad,
las hojas de un naranjo múltiple, viajan
al ritmo tibio de la rosa y
algo de mi corazón
se va con ellos
respirando el aire que respiras.
 
Claudio Suarez 
 

7 de agosto de 2024

VII Segunda caída, Leandro Calle

 

VII Segunda caída, Leandro Calle
 
 
¡Caigo en sus manos, pero Tú me sostienes!
 
Quisiera arrancarme el corazón
como quien desprende una fruta madura.
No soporto este latido incesante
este persistente recuerdo de estar vivo.
Se ensañan nuevamente con mi carne
festejan no sé qué palabra salida de mi boca
Quisiera arrancarme el corazón
para llegar al final de esta caída.
 
Leandro Calle
 

6 de agosto de 2024

Requiem, Leandro Calle

REQUIEM
 
                                                                              a Liz Azcona Cranwell
 

 
 
¿DORMÍAS, entre la luz o la tiniebla de los últimos
                                                                         [ días?
¿Cómo fueron tus ángeles?
Vinieron de una tierra sin olvido
perfumando caballos que sólo existen en mis sueños.
El sabor de las almendras
el aquietado té
los papeles en el piso
las cifras de tu nombre
la malta
y el poema
clavado a tu garganta.
Ahora Liz, toda la sed será saciada.
 
La verticalidad del piano se acobarda
y en las mudas teclas
tocó la muerte un blues que conocimos.
Nos queda la palabra de tu boca sedienta
y tu mirada fija
y tus intermitencias.
Ahora Liz, toda la sed será saciada.
 
Y nos quedamos solos
aprendiendo tu última poesía
el corazón destrozado
y sólo un destrozado corazón
es capaz de amar y de cansarse.
Toda la sed es niebla
y toda niebla es fría
al cruzar el umbral.
Ahora Liz, toda la sed será saciada.
 
Cierro los ojos y sonríes
porque tu cielo
es el país de la alegría.
 
Leandro Calle 
de Noche extranjera, Ediciones del Copista 2007. Colección Fénix Nº 41 Dirigida por Pablo Anadón
 
 

5 de agosto de 2024

Serena ríe entre los árboles, Andrés Utello


 Serena ríe entre los árboles

 
 Mis magias son serenas,
 simples
 como el fuego
 o tenderse en la hierba.
 Hacen la mañana
 repleta de pudor
 de un ardor
 que perfuma el aire.
 Mis magias son serenas
 cuando abre la flor
 en el agosto de los espinillos
 y el monte se levanta
 en una marcha
 repleta de colores
 perfumo todos los árboles
 con su nostalgia.
 
 
 Andrés Utello

 

3 de agosto de 2024

Llueve, Andrés Utello

Llueve, Andrés Utello
 
Llueve vastísimamente
en la punta
de mi mano izquierda.
Las nubes, Ay!
se pierden en el campo
y ya no se si es campo o nube
lo que adoran mis ojos.
¿Es infinito el cielo oscuro
que divide la tierra?
De la lluvia para acá
soy un racimo de pájaros
que esperan.
A partir de la lluvia
soy el único
gesto de la tarde.
Mi suerte es simple...
El relámpago me trae
noticias de mi padre.
 
 
Andrés Utello
(1988) Colección de plaquetas “Semillas de luz”
 
La Luna que se corto con la botella

 

1 de agosto de 2024

En agosto, Andrés Utello


 
En agosto
una vieja trajo caña
y ardió la noche
en la garganta.
Uno a uno
se fueron los demonios
para que agosto
no secreteara
con la muerte,
una vieja trajo caña
y ruda
dijo, por ocultos designios
de la mente,
para que el corazón
no descienda esta quebrada.
El primero de agosto
una mujer
conjuro en la piel
magia
           y deseo.
 
 
Andrés Utello
De su libro Enebro año 2005 Ediciones La Luna Que

 
 

31 de julio de 2024

La causa de la herida, Andrés Utello

 

La causa de la herida
 
 Estamos atados a este clan
 disueltos
 en sensaciones tercas
 de floresta.
 Y claro que un dolor
 forjó la espada
 la guerra que emulamos
 bajo esta piel viajera.
 La misma cicatriz
 el mismo tacto
 el padre que no regresará
 la araña madre
 que teje el laberinto.
 Y claro que llueve
 entre nosotros
 un río de frescura
 insuperable
 somos ese viento
 en la quebrada
 un cordón azulado
 en el desierto
 
 
 Andrés Utello


30 de julio de 2024

Felipe Angellotti leyendo Capitán de arena de Andrés Utello.

 Felipe Angellotti leyendo Capitán de arena de Andrés Utello.
Videopoético del Café Literario del Jueves 03 de Diciembre de 2009, en Big Pancho, Sarmiento 269, Villa Dolores, Capital de la Poesía, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Cuyo tema fue LA TELARAÑA y coordino la velada y el debate Mario Hugo Torres.


Soy un capitán de arena Andrés Utello, San Marcos Sierra, Córdoba, Argentina
 
Soy un capitán de arena
y ya no queda en mí
nada del miedo
con el que fueron creados
mis mayores.
Soy un capitán de arena
y ante las letras de mi nombre
tiemblan todos los hombres.
Morí, nací, viví
en la urgencia del valor,
de la batalla.
En la efímera tarde
que se deshace bajo los ojos de los pájaros.
Sonriente y cruel
altivo y victorioso
a la deriva
u merced del viento
conquisto el mar todas las noches,
todos los días
me aleja este desierto.


29 de julio de 2024

Tu sol cae en mi luna, Andrés Utello

Tu sol cae en mi luna
y a veces, al atardecer
tiembla la tierra.
Si acaso fueses
con el viento
a todas partes
a galope del río
entre mistoles.
Si acaso el cansancio
se fuese de a poquito
hasta darte tus piernas
y tus alas.
Como las estaciones
andamos de paso
por las cosas
y pasa nomás
la dicha de mirarte.
Tu sol cae en mi luna
y la arena
reverbera en fresco río.
Es un valle
mis ganas de mirarte
y de a poquito
poco importa que todo pase
si es ahora este vino
tu alegría.
 
 
Andrés Utello

 

 

15 de julio de 2024

Pasamos al lado sin rozarnos, Jose Luis Colombini


 
A Perséfone
 
Pasamos al lado sin rozarnos
como si fuéramos dos insólitos desconocidos.
Pasamos uno al lado del otro
dribleándonos para evitarnos.
 
Te vi mientras caminamos por veredas
abarrotadas de sueños acribillados
por el murmullo de los que buscan suertes.
 
Te vi de frente esquivando
ilusiones contaminadas
por la inmundicia.
 
Te vi tan hermosa como nunca,
tan suave como siempre
tan elegante como a veces
tan grácil como cuando te vestías para el.
 
Te vi y no atine a decirte nada.
Por segundos nuestras miradas se cruzaron
y tus ojos no me mostraron nuevos mundos
ni gritaron las palabras que quería oír.
Tal vez eso es lo mejor. Quien sabe.
 
Nos vimos frente a frente
                          y con mi mirada bese los labios fríos
                                                                de la que lleva la muerte.


Jose Luis Colombini
 
 
 

14 de julio de 2024

Nunca (La culoncita) de Miguel Ortiz por José Luis Colombini


  Nunca (La culoncita) de Miguel Ortiz por José Luis Colombini


Ella, culoncita,
espera un bondi que viene
del invierno
justo frente a mi café.
El viento le toca los brazos
que no rozaré nunca.
Ella se asoma
a mi soledad.
Más linda que la tarde,
va y entibia la brisa
con su pecho.
Cuando siente las manos
del frío
se va entre los autos y los ojos.
Nunca sabrá
estas líneas.
Jamás sabré
su nombre.

 
 
Miguel Ortiz


 
Video del recital de poesía a cargo de Gabriela Bayarri y Jose Luis Colombini "Cuerpos Poéticos" en La fonda de Buca. San Javier, Traslasierra, Córdoba, Argentina.
Viernes 25 de Febrero 2011, 21:30 Hs San Javier, Traslasierra, Córdoba, Argentina

13 de julio de 2024

Hay días... Jose Luis Colombini


 
Hay días en que amanezco
con ganas de despegar de mí mismo
con ganas de ser otro,
más bien de no ser yo,
con ganas de irme lejos.
Pero aspiro aire a buches,
arrullo mi piel encolerizada
y hago oídos sordos al agua
que le canta al río
rosarios de tardes.
 
Desde niño camino
y me acompaño de mi soledad.
No me quejo, no lo reprocho,
es lo que elegí
lo que siempre quise.
No tengo esa especie de consternación
por alcanzar, el ser,
el poder pertenecer a un grupo,
a una clase social, a un algo.
El formar parte.
Ser lo que los demás son.
Trabajar como humanos
para vivir como perros.
 
Me basta con poder mostrar acuarelas,
dibujos de unas letras,
bosquejos de soflamas y palabras,
imágenes rebuscadas que solo yo entiendo.
Ensordecerme escuchando
ciento setenta y tres veces
la misma canción en modo repetición.
Pero por más que intente
nunca dejo de ser yo,
con mis errores, con mis aciertos.
Y eso dibuja una sonrisa inexplicable en mi rostro.
Una felicidad turbia que sonroja las mejillas
de los que pasan a mi lado sin verme.
 
Todo eso me basta,
para desde mi inseguridad
delinear un paralelogramo
para intentar, sin lograrlo,
transcribir los arcanos de mi existencia.

Jose Luis Colombini


 


12 de julio de 2024

Bagdad, José Luis Colombini

Bagdad
 
El fantasma de Sherezada
apila cadáveres entre los escombros
y  sus lágrimas tiñen de rojo
el desierto negro.
Sus manos de sándalo
huelen a pólvora y humo,
y el fuego inunda las calles
derrumbando el sueño.
El humo aprieta gargantas
y se lleva gritos.
La sangre ahoga los rostros
que se lleva el alba.
Sobre una alfombra en jirones,
la muerte consuela a Sherezada
mientras el petróleo ahoga la vida
que toma el viento.
 

José Luis Colombini 

11 de julio de 2024

Lando, Jose Luis Colombini

Videopoético del Café Literario del Jueves 15 de Abril de 2010, en La Vieja Esquina, Avda San Martín y Edison, Villa Dolores, Capital de la Poesía, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Cuyo tema fue Los Pasos y coordino la velada y el debate Eduardo “Lalo” Arguello.


Lando
 
Tu imagen
es una fotografía
guardada detrás de mis ojos.
Tus silencios, laberintos de luces
que me ciegan detrás de la noche.
Me pierdo en tus pasos
al escuchar tu risa
en el fondo de una casa.
Y soy
cielo, luces, pasos, ojos,
arena, puerta, río,
raíz y muerte.


10 de julio de 2024

Días, Jose Luis Colombini


 
Hay días que esperamos desde niño
días que soñamos de adolescentes
días saltando en el almanaque
días resistiendo noches de insomnio
días forcejeando con la muerte de las ideologías
días a favor y en contra del viento
días que pasan al mismo tiempo
días donde no leemos las señales
días donde apilamos soledades
días donde mutilamos olvidos
días donde sacrificamos presencias.
Hay días que de viejos no queremos lleguen
días que le robamos a la vida,
días que le sustraemos a la muerte.
Hay días decapitados con el pico de una botella rota
y días sin sentido donde agonizamos
cada vez que columpias el estúpido desgarro
y se vocalizan palabras
días donde enredamos expectativas encorvadas
días de ilusiones arrugadas por la tortura
de pensamientos mal doblados.
Hay días donde arrodillados sobre lo ausente
rezamos sobre la huella de lo vivido.


Jose Luis Colombini
 

9 de julio de 2024

La última mujer que ame Jose Luis Colombini

La última mujer que ame me seccionó el pecho
con un abridor oxidado de latitas de picadillo
dejando escapar la nostalgia, la tristeza, la melancolía.
Abandonando rastros de chocolate por el suelo,
cocinando un beso a punto de nieve para mi mejilla.
 
La última mujer que ame me cerceno el pecho
con un abrelatas en forma de llave,
me abrió el pecho en forma de cruz
liberando los monstruos, los miedos, los prejuicios
que agusanan mis pensamientos.
Esos monstruos que residen bien dentro
y escupen los reflejos de lo que no somos.
Esos miedos que me reembolsaron la ingenuidad
de sentirse adoptados
e incluso hasta, a veces, seducidos,
y arrojarlos al fondo de las fosas comunes
que cavaron tus recuerdos.
 
La última mujer que ame me extirpo el corazón.
Cuando lo acarició no sentí fuerza en sus manos,
y me las ofreció tan limpias que ni las mire.
Esperé la estocada al costado de la duda
donde se abren las carnes sin ropa
y la punta de mi pecho se hacía una con su labio.
Entonces me ahogué en su palabra,
y nunca más supe replicar a un silencio.


Jose Luis Colombini
 

12 de junio de 2024

Los ojos de la noche, Jose Luis Colombini

Los ojos de la noche
 
La verdad está en los ojos de la noche
anidando en sabanas arrugadas
entre camas destendidas
entre celosías que escrutan la calle.
 
La tristeza está en los ojos de la noche
escondiéndose en los pasos del caminante nocturno
oscureciendo veredas insomnes,
revolcando hojas y distrayendo besos encendidos.
 
La mentira está en los ojos de la noche
estafando enamorados al filo de la madrugada
ocultándose en billeteras de cuero ecológico
manoseando promesas y juramentos eternos.
 
La verdad. La tristeza. La mentira
arrastran palabras como pies cansados
por las calles de la existencia.
 

Jose Luis Colombini
De Desvistiendo Lluvias


11 de junio de 2024

Entre perro y lobo de Olga Orozco por Jose Luis Colombini

 Entre perro y lobo de Olga Orozco por Jose Luis Colombini


Video del Café Literario del Jueves 26 de agosto de 2010, en La Vieja Esquina, Avda San Martín y Edison, Villa Dolores, Capital de la Poesía, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Cuyo tema fue El perro y coordino la velada Jose Luis Colombini.




Entre perro y lobo, Olga Orozco
 
 
Me clausuran en mí.
Me dividen en dos.
Me engendran cada día en la paciencia
y en un negro organismo que ruge como el mar.
Me recortan después con las tijeras de la pesadilla
y caigo en este mundo con media sangre vuelta a cada
lado:
una cara labrada desde el fondo por los colmillos de la
furia a solas,
y otra que se disuelve entre la niebla de las grandes
manadas.
No consigo saber quién es el amo aquí.
Cambio bajo mi piel de perro a lobo.
Yo decreto la peste y atravieso con mis flancos en llamas
las planicies del porvenir y del pasado;
yo me tiendo a roer los huesecitos de tantos sueños
muertos entre celestes pastizales.
Mi reino está en mi sombra y va conmigo dondequiera
que vaya,
o se desploma en ruinas con las puertas abiertas a la
invasión del enemigo.
Cada noche desgarro a dentelladas todo lazo ceñido al
corazón,
y cada amanecer me encuentra con mi jaula de obediencia
en el lomo.
Si devoro a mi dios uso su rostro debajo de mi máscara,
y sin embargo sólo bebo en el abrevadero de los
hombres un aterciopelado veneno de piedad que raspa
en las entrañas.
He labrado el torneo en las dos tramas de la tapicería:
he ganado mi cetro de bestia en la intemperie,
y he otorgado también jirones de mansedumbre por trofeo.
Pero ¿quién vence en mí?
¿Quién defiende de mi bastión solitario en el desierto, la
sábana del sueño?
¿Y quién roe mis labios, despacito y a oscuras, desde
mis propios dientes?


27 de mayo de 2024

18, Roberto Juarroz


 
18
 
Tú no tienes nombre.
Tal vez nada lo tenga.
 
Pero hay tanto humo repartido en el mundo,
tanta lluvia inmóvil,
tanto hombre que no puede nacer,
tanto llanto horizontal,
tanto cementerio arrinconado,
tanta ropa muerta
y la soledad ocupa tanta gente,
que el nombre que no tienes me acompaña
y el nombre que nada tiene crea un sitio
en donde está de más la soledad.
 
 
Roberto Juarroz

26 de mayo de 2024

33, Roberto Juarroz


33
 
Sí, hay un fondo.
 
Pero hay también un más allá del fondo,
un lugar hecho con caras al revés.
 
Y allí hay pisadas,
pisadas o por lo menos su anticipo,
lectura de ciego que ya no necesita puntos
y lee en lo liso
o tal vez la lectura de sordo
en los labios de un muerto.
 
Sí, hay un fondo.
 
Pero es el lugar donde empieza el otro lado,
simétrico de éste,
tal vez éste repetido,
tal vez éste y su doble,
tal vez éste.
 
 
Roberto Juarroz

 

25 de mayo de 2024

9, Roberto Juarroz


 9
 
Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que sólo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.
 
Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.
 
Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.
 
 
Roberto Juarroz

24 de mayo de 2024

39, Roberto Juarroz


 39

 
Voy a alargar caminos de caricia,
con algo de dulzura entre dos dientes
y un garabato tibio en los cabellos,
para que el poco sueño que aún nos queda
no se nos caiga.
 
Voy a alumbrar tu rostro mientras duerme
y mirarlo al revés, donde no duerme.
 
Voy a juntar raíces por el aire,
catálogos de nieves que no caen
y sitios para párpados.
 
Voy a tomar al hombre por el centro
y tirarlo a rodar, a ver si llega.
 
Voy a tomarme a mí, ya me he tomado,
para enlazar de nuevo los cristales
con un redondo material sin tiempo.
 
Voy a cortar las puntas de la vida
como unas uñas demasiado largas.
 
Roberto Juarroz

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