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30 de junio de 2016

La poesía y los imbéciles, Aldo Pellegrini

La poesía y los imbéciles por Aldo Pellegrini

La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla, mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática de cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos.
Por supuesto, es el pueblo el poseedor potencial de la suprema actitud poética: la inocencia. Y en el pueblo, aquellos que sienten la coerción del poder como un dolor. El inocente, conscientemente o no, se mueve en un mundo de valores (el amor, en primer término), el imbécil se mueve en un mundo en el cual el único valor está dado por el ejercicio del poder.
Los imbéciles buscan el poder en cualquier forma de autoridad: el dinero en primer término, y toda la estructura del estado, desde el poder de los gobernantes hasta el microscópico, pero corrosivo y siniestro poder de los burócratas, desde el poder de la iglesia hasta el poder del periodismo, desde el poder de los banqueros hasta el poder que dan las leyes. Toda esa suma de poder está organizada contra la poesía.
Como la poesía significa libertad, significa afirmación del hombre auténtico, del hombre que intenta realizarse, indudablemente tiene cierto prestigio ante los imbéciles. Es ese mundo falsificado y artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan artículos de lujo: cortinados, bibelots, joyería, y algo así como la poesía. En esa poesía que ellos usan, la palabra y la imagen se convierten en elementos decorativos, y de ese modo se destruye su poder de incandescencia. Así se crea la llamada "poesía oficial", poesía de lentejuelas, poesía que suena a hueco.
La poesía no es más que esa violenta necesidad de afirmar su ser que impulsa al hombre. Se opone a la voluntad de no ser que guía a las multitudes domesticadas, y se opone a la voluntad de ser en los otros que se manifiesta en quienes ejercen el poder.
Los imbéciles viven en un mundo artificial y falso: basados en el poder que se puede ejercer sobre otros, niegan la rotunda realidad de lo humano, a la que sustituyen por esquemas huecos. El mundo del poder es un mundo vacío de sentido, fuera de la realidad. El poeta busca en la palabra no un modo de expresarse sino un modo de participar en la realidad misma. Recurre a la palabra, pero busca en ella su valor originario, la magia del momento de la creación del verbo, momento en que no era un signo, sino parte de la realidad misma. El poeta mediante el verbo no expresa la realidad sino participa de ella misma.
La puerta de la poesía no tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad de incandescencia. Sólo los inocentes, que tiene el hábito del fuego purificador, que tienen dedos ardientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la realidad.
La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.


Publicado en Poesía = Poesía Nº 9 Agosto de 1961, Buenos Aires, Argentina

29 de junio de 2016

Las mentiras del amor, Aldo Pellegrini

Las mentiras del amor

El día que buscabas tu vestido
Color de las intenciones exactas
Una mujer de 40 perdía intencionalmente un pañuelo en
un café
Todos los hombres se levantaron de un golpe
Estaban muy cerca de la verdad
Pero como ésta tenía el color del hígado cocido
Buscaron en sus propios bolsillos
Encontraron una mujer vestida a la moda de 1830.

Aldo Pellegrini
Publicados bajo el seudónimo de Adolfo Este en el Número uno de la Revista Literaria “Que”. Noviembre de 1928, Buenos Aires, Argentina.

Tomado de La valija de Fuego (Poesía Completa) pág. 26. Editorial Argonauta. (2001)

28 de junio de 2016

Market Place, Enrique Lihn

MARKET PLACE

Cirios inmensos para siempre encendidos,
surtidores de piedra, torres de esta ciudad
en la que, para siempre, estoy de paso
como la muerte misma: poeta y extranjero;
maravilloso barco de piedra en que atalayan
los reyes y las gárgolas mi oscura inexistencia.
Los viejos tejedores de Europa todos juntos
beben, cantan y bailan sólo para sí mismos.
La noche, únicamente, no cambia de lugar,
en el barco lo saben los vigías nocturnos
de rostros mutilados. Ni aun la piedra escapa

—igual en todas partes— al paso de la noche.

Enrique Lihn

Arte Poética o de las significaciones, Aldo Pellegrini

Arte Poética o de las significaciones

La palabra puede tornar transparente al hombre
he aquí un ejercicio permitido sólo a los más puros
lo verdadero
surge en la desnudez de la aparente carencia de sentido
cabalgando en la extrema mirada de las significaciones alejadas
todo se vuelve próximo
la claridad meridiana ahoga cualquier esperanza
de alcanzar lo más hondo
en el ámbito sin aire de las significaciones cotidianas
fracasa
el nacimiento maravilloso
con el furor sagrado se destruye la podredumbre
alimento natural del buen burgués que acaricia diariamente la cretinización
[civilizada
cuando el furor sumerge sus manos en océano se llama desprecio
y con sus dedos innumerables alcanza a tocar en el fondo la luz absoluta
copulando el desprecio y la luz cumplen el acto supremo de la creación
el nacimiento del hombre verdadero a partir de la podredumbre
pero todo ha cambiado
después de la invención del mordisco luminoso
que hace sangrar la realidad última de los seres y las cosas
detrás de la piel del hombre está el hombre
detrás de la inmovilidad de lo inerte
está la gran vida cósmica que palpita
por cada herida de luz se derrama el gozo esencial y único
el gozo de sí mismo
que se confunde con el gozo de ser universal
por cada herida de luz se derrama
la perfecta identidad, lo uno y lo múltiple
lo separable y unible
más allá del tiempo y del espacio

no se pueden palpar las palabras sólo se palpan los gritos
en el fondo del océano la voz va a despertar a los sueños
la imagen
es un signo de la penetración del sueño en el mundo
la imagen
hace estallar los oídos indiferentes
toda palabra desnuda de sentido se colma de vida
de la vida ardiente que quema los labios
y que se transfigura en el silencio
como en un sagrado contacto

es el triunfo final de la palabra casi silenciosa
la palabra mezclada con noche
la palabra que vuela incansable hacia el deseo

haremos así cantar el silencio poblado de imágenes
en una noche iluminada por la luz absoluta.


Aldo Pellegrini de El muro secreto, 1949. Tomado de La valija de Fuego (Poesía Completa), Editorial Argonauta pag. 108 (2001)

27 de junio de 2016

Sobre Aldo Pellegrini

Sobre Aldo Pellegrini

Para mi Aldo Pellegrini es un Hierofante Literario. El cómo sumo sacerdote del surrealismo en Latinoamérica nos preparó para la Iniciación. Llevándonos de la mano por los caminos, por los Misterios y por ceremonias que se realizaban en el Templo de las letras, y nos hizo alcanzar un estado de exaltación en el cual trascendía toda condición física.
Aldo Pellegrini fue Poeta, ensayista, crítico de arte, editor, destapador de cerebros, gestor cultural, iconoclasta de las escuelas tradicionales de las letras.
Nació en Rosario en 1903. Después de cursar sus primeros estudios se trasladó a Buenos Aires en 1922 para graduarse como médico.
Es uno de los iniciadores del vanguardismo en Argentina y Latinoamérica junto a Enrique Pichon-Rivere, Francisco Madariaga y Enrique Molina, entre otros.
Fundador de las revistas Qué, Ciclo, Letra y Línea, A partir de cero.
Nunca ahorró esfuerzos para fomentar todas las actividades relacionadas con el arte y la literatura. Uno de los más grandes difusores de poesía en toda Latinoamérica.
Fue el compilador de la «Antología de la poesía surrealista de lengua francesa» 1961, «Antología de la poesía viva latinoamericana» 1966 y de «Panorama de la pintura argentina» en 1965.
Entre sus libros de poesía se cuentan: “El muro secreto” en 1949, “La valija de fuego” en 1953, “Construcción de la destrucción” en 1957, “Distribución del silencio” en 1966, y “Escrito para nadie” en 1973.
El conjunto de su obra fue editado en 2002 con el título de “La valija de fuego”.
Falleció en 1973.
A Aldo entre muchas cosas le debemos que nos haya hecho conocer a Artaud en Español y que sea quien edito en Castellano por primera vez a Fernando Pessoa en la Colección Los Poetas dirigida por Aldo Pellegrini, de la Compañía Fabril Editora 1961. Con Selección, Prologo y Traducción de un joven Rodolfo Alonso, que acierto de Aldo encargarle la traducción a Alonso, no hay mejor traducción de los poemas de Pessoa que esa. Por suerte Argonauta la a reeditado.
Aprendí de él, de su actitud poética ante la vida, que la poesía no era el llanto de otra gente como pensaba, que la poesía podía ser “libre de los esquemas de la razón, libre de las normas sociales, libre de las prohibiciones, libre de los prejuicios, libre de los cánones, libre del miedo, libre de sí misma” Qué la poesía tiene una acción subversiva.
Que más decir de Aldo Pellegrini si fue mi inspiración para hacer algunas revistas literarias subtes que dirigí como A través de los espejos y El Gato del espejo por solo citar un par. Si mame la antología surrealista que el seleccionó y me quemé las pestañas leyendo sus poemas. Cuanta alegría sentí cuando en 2002 vi toda su obra poética reunida en un solo volumen: LA VALIJA DE FUEGO de editorial Argonauta. Desde este rincón Literario que es El Gato del Espejo homenajearemos al maestro Aldo Pellegrini. Se lo debemos por todo lo que hizo por nosotros sin que el lo supiera.  http://elgatodelespejo.blogspot.com.ar/search/label/Aldo%20Pellegrini


José Luis Colombini

26 de junio de 2016

Horizonte líquido, Aldo Pellegrini

Horizonte líquido
       
Con paso tranquilo
los transeúntes avanzan hasta el umbral de las
pupilas
amantes negros
ahuyentan a los perros enfurecidos
es la hecatombe de la lujuria
que se agita detrás de los rostros demudados
con paso tranquilo
amantes policromos se cruzan en la alameda de la
angustia
en su alcándara
el espectador perfecto estudia impasible las señales
de vértigo
el fuego latente de las vírgenes
el semblante inmaculado de las puertas
una voz se entreabre para mostrar su oscuro deseo
el amante negro sube las escaleras arrebatado por
la danza frenética
las ventanas se cierran
silencio de la noche de la carne
los desconocidos se estrechan la mano
una conversación interminable descansa en el
extremo límite de la sombra
desde la fría pupila los gimnastas ruedan por las
escaleras destrozadas
¿cómo llegar hasta lo que de ti no se ve?
¿cómo hacer brotar el deseo ardiente de tu carne
entreabierta?
a sus pies
los perros enfurecidos ladran
ojos implacables
en ellos se pierde el lenguaje de los deseos
el ahorcado se balancea al eco de los ladridos
buenas noches
todo termina
los perros aterrados huyen del horizonte ardiente y
líquido
palidece el vigor
de los brazos ávidos
una noche tranquila para el desconocido que se
aleja
una noche de olvido negro.

Aldo Pellegrini de El muro secreto, 1949. Tomado de La valija de Fuego (Poesía Completa) pag. 75. Editorial Argonauta. (2001

25 de junio de 2016

Sustancia erótica, Aldo Pellegrini

Sustancia erótica

Paisaje de latidos
el viento azota tu mirada ardiente
ahí está agazapada la espera
un lejano murmullo anuncia los estremecimientos
de un salto intentas aniquilar la vida
y encender un crepúsculo de miradas frías
¿a quién buscas por ese camino palpitante?
¿qué fuga detienen tus manos tenaces?
corazón que galopa
hasta atravesar tu transitable desnudez
y hace estallar la vida
la vida
ahora llega la muchedumbre de horas indecisas
tu corazón galopa lejos de mí
tu mano cae
desde el instante sin tiempo
fracasada tu muerte
indiferente a todo próximo sueño.


Aldo Pellegrini de El muro secreto, 1949. Tomado de La valija de Fuego (Poesía Completa) pag. 75. Editorial Argonauta. (2001)

24 de junio de 2016

Fragilidad, Aldo Pellegrini

FRAGILIDAD

Una voz pulverizada
la lentitud se quiebra nadie habla
la fragilidad penetra en la estructura de las cosas
la fragilidad cuelga del frío
y un vagabundo la recoge

Los prisioneros de la tabla rasa buscan un resplandor oculto
la fragilidad
un silencio secreto se quiebra
en el centro de la veneración del ideal un perro aúlla
una mujer da a luz
frágil
el ser oscila de un límite a otro la vida se rezaga
la vida es frágil los que la aman la acompañan muy seriamente
en silencio
los objetos frágiles están preparados
para la gran danza de la destrucción
¿hay algo que resista que no sea llanto gemido temblor
       humillación desaliento odio?

La vida es frágil el cristal del silencio se quiebra
pero ellos
los objetos
no gimen.



Aldo Pellegrini de Distribución del Silencio (1966)

23 de junio de 2016

La acción subversiva de la poesía, Aldo Pellegrini

La acción subversiva de la poesía



“Hay una fuerza en el hombre, proveniente del simple hecho de vivir, que condiciona su destino de modo fatal. Esta fuerza se vuelve visible a cada momento a través de las manifestaciones del amor, que tiende a trascender del individuo en una comunión con el todo, tiene sus propias leyes irreductibles a los esquemas racionales.
La poesía aparece como expresión de ese impulso hacia el cumplimiento de un destino vital, y la fatalidad de ese destino se revela en la poesía como un hecho indiscutible. La poesía no es, por consiguiente, un lujo o un divertimiento, sino una necesidad, del mismo modo que lo es el amor. Todas las otras necesidades, aun las más perentorias, están subordinadas a esos dos, que en definitiva son los dos aspectos de una misma energía primordial que le confiere su verdadero sentido a la vida. Si penetramos profundamente en el significado del viejo refrán “No sólo de pan vive el hombre” comprobaremos que la lúcida sabiduría popular llega a una convicción análoga.
Prescindir de la poesía equivaldría a renunciar a la vida.
Considerado así, lo poético no reside sólo en la palabra; es una manera de actuar, una manera de estar en el mundo y convivir con los seres y las cosas. El lenguaje poético en sus distintas formas (forma plástica, forma verbal, forma musical) no hace más que objetar de un modo comunicable, mediante los signos propios de cada lenguaje particular, esa fuerza expansiva de lo vital. Como consecuencia, el mundo poético está en todos, en la medida en que cada hombre es un ser integral.
La clara consigna de Lautréamont, “La poesía debe ser hecha por todos“, no tiene otro sentido.
Aquel que ignora la poesía es un mutilado, tal como lo es aquel que ignora el amor.
La última afirmación podría sugerirnos la idea de que vivimos en un mundo de mutilados, pero no es así: lo que habitualmente encontramos no es la falta de impulso poético sino su represión. Y está reprimido porque vivir hacia lo ilimitado, como exige la poesía, es decir, vivir en la dimensión total, no resulta conveniente para las fuerzas opresoras que dominan el mundo. Aceptar ese modo de vivir significaría prestarle al hombre un carácter casi divino, lo que no interesa a los detentadores del poder, que prefieren considerar al hombre como un objeto, como algo inmóvil y sin dimensión. Para anular a la poesía se ha creado toda una organización de falso pudor, parecida a la que existe para limitar la extensión del amor. Por el crimen de pornografía se condena al amor sin trabas. Parecida
condena de pornografía amenaza a la poesía auténtica, sin trabas. Los dos procesos que abren el camino de la libertad, de la aventura, de lo imprevisto y de la exaltación, se ven constreñidos a la categoría de parias sociales. Abierto el camino de la libertad por la poesía, se establece automáticamente su acción subversiva. La poesía se convierte entonces en instrumento de lucha en pro de una condición humana en consonancia con las aspiraciones totales del hombre. Ceder a la exigencia de la poesía significa romper las ataduras creadas por el mundo cerrado de lo convencional.
Esta función de ruptura no pasa inadvertida para quienes aspiran a una convivencia basada en la sumisión. Tampoco pasa inadvertida la importancia, la verdadera necesidad de la poesía como factor de expresión vital. La solución contemporánea de estos dos problemas la logran los detentadores del poder domesticando a los poetas, volviéndolos inofensivos, para que ofrezcan un producto falsificado o desnaturalizado que con el título de poesía reciba los honores oficiales, las prebendas. Así se logra un alimento sustitutivo de la pasión poética, que puede designarse con el nombre de poesía “oficial” y que es la negación total de la poesía. Así se alcanza el ideal de los
carceleros: lanzar a los poetas contra la poesía.
Por este mecanismo de sustitución, el verdadero poeta queda fuera de la ley, y para darle a su engañifa características de consenso, los carceleros someten a los poetas a la repulsa de la opinión pública. Los detentadores del poder fabrican la llamada opinión pública, y ésta actúa dócilmente en defensa de los intereses que propician la sumisión. La opinión pública es la opinión de los hombres sin opinión, y éstos condenan la poesía. En el momento en que la poesía es colocada fuera de la ley aparece como consecuencia ineludible la figura del poeta repudiado: la poesía se vuelve maldita.
No todos los poetas ceden a la presión del poder y de la opinión pública. Dante, Villon, Blake, Rimbaud, Lautréamont, Artaud, agitaron en una u otra forma el látigo liberador. Pero hay poetas que se rinden, que claudican, y esta claudicación se obtiene a veces por los medios más indirectos.
Uno de los medios indirectos de sumisión, en el que caen a menudo verdaderos poetas es el esteticismo. El arte por el arte significa siempre un arte sometido, que rehúye el peligro y busca el calor de los aplausos.
Pero esto no quiere decir que la acción subversiva de la poesía se realice mediante el tratamiento directo de los temas de subversión. No necesita por ejemplo, cantar a la libertad (palabra degradada por los falsarios de todos los colores) pues cantar a la libertad ha demostrado ser uno de los recursos de los propiciadores de la esclavitud.
La libertad vive en la poesía misma, en su manera de expandirse sin trabas, en su poder explosivo.
Está implícita en el acto de la creación, en ese modo de surgir de las zonas del espíritu donde reina la insumisión, donde es libre en todas las dimensiones.
Libre de los esquemas de la razón, libre de las normas sociales, libre de las prohibiciones, libre de los prejuicios, libre de los cánones, libre del miedo, libre de las rigideces morales, libre de los dogmas, libre de sí misma.
En esa zona del espíritu vive la experiencia milenaria de la especie, vive el sentido del hombre, se forman los deseos y las formas impulsoras de la dinámica vital. Allí se establece el vínculo real con el mundo a través de la única vía libre que lleva al universo todo.
En esa zona se gesta el milagro, nace la excepción. La poesía tiene allí su imperio, y allí están las fuentes de la imaginación creadora que participa con las potencias del amor en la construcción del ser auténtico, que cuando se lo percibe dentro de sí determina la aparición de un orgullo silencioso y secreto, un orgullo que toma frecuentemente la apariencia de la humildad, y que es patrimonio casi exclusivo, en su monstruosa magnitud, de los santos y de los poetas.
La acción subversiva se manifiesta al ofrecernos la poesía la imagen de un universo en metamorfosis en oposición al universo rígido que nos imponen las conversaciones. La imagen poética en todas sus formas actúa como desintegradora de ese mundo convencional, nos muestra su fragilidad y su artificio, lo sustituye por otro palpitante y viviente que responde al deseo del hombre. Por eso la poesía auténtica degrada a quienes aspiran a existir en un medio dominado por la quietud, un medio pasivo, sin riesgos y sin imprevistos. Ese medio es un esquema irreal, abstracto, desvitalizado; es el falso mundo de la seguridad, que se parece más a un mundo de fantasmas que las más desaforadas creaciones de la imaginación poética. Para completar la paradoja, los defensores de ese mundo irreal se llaman a sí mismos, realistas.
Una actitud disconformista señala el paso inicial que dirige al hombre hacia el centro de acción de la poesía. El poeta se coloca frente a la sociedad aceptada y manejada por los conformistas. La maquinaria social al servicio de una organización deshumanizada reduce a los hombres a números, y cierra todos los caminos. Los que sueñan con el poder, cualquiera que fuere el mecanismo de éste (el dinero, la fuerza, el soborno, el chantaje, la política, el terror) tienden a reducir la conciencia de los hombres a cero. El mundo se convierte así en un reducto sin puertas ni ventanas, domine el patrón oro, o domine la burocracia. La poesía abre puertas y ventanas tanto hacia afuera, hacia el mundo, como hacia adentro, hacia el hombre.
Pero indudablemente la poesía, al introducirnos en el misterio de lo real, nos descubre una vasta zona de peligro, una región inquietante y turbadora. Muchas veces lo poético toma la forma de un acto de violenta provocación y aparece como antipoético, como negador de la creación.
Cuando Marcel Duchamp expuso una rueda de bicicleta o un portabotellas con la pretensión de que constituyesen obras de arte, realizó un acto poético del más alto valor subversivo. Lo mismo Rimbaud, al renunciar a la poesía, lleva a su extremo límite la actitud subversiva del poeta. La insumisión alcanza ese límite extremo en el momento en que proclama la negación de la poesía, y ese momento aparece cuando la poesía está seriamente amenazada de domesticidad. Así, lo antipoético se convierte en el valor supremo de subversión y en el mecanismo utilizado por los
verdaderos poetas en defensa de la poesía en peligro, para reconquistar su fuerza liberadora.
Mediante lo antipoético, se retorna al punto cero, en contacto con la fuente originaria, con el fuego central.
En el proceso utilizado para domesticar a los poetas, el aplauso, el consenso elogioso, la popularidad, son los factores más peligrosos.
El poeta que sucumbe a la tormenta de los aplausos debe pensar que los imbéciles, que forman la gran masa de los llamados entendidos, no se equivocan nunca: sólo aclaman lo inofensivo.
El poeta debe desconfiar de ese aplauso, de ese elogio unánime, con el que fabrican las rejas de su prisión. Por eso Breton lanzó un alerta lúcido a los poetas al decir: “La aprobación del público debe rehuirse por encima de todo”. Pues un poeta domesticado por el elogio tiene más valor para los predicadores de la sumisión que los inocentes versificadores que ellos presentan como sustituto. El poeta domesticado se convierte en ejemplo de la inutilidad de ser libre. Como el león domesticado, es una caricatura grotesca de un gran señor de la libertad, y sus rugidos adquieren entonces acentos de canto de ruiseñor.
No es la confortable y estéril placidez de los parques artificiales la que conviene al poeta; su poder combativo y creador se exalta en la sorda lucha de la selva, y para el poeta de hoy la selva ha encontrado residencia en las grandes metrópolis, donde brotan del suelo gigantescos rascacielos, donde la vida se ve vuelta en la mañana inextricable y despiadada de un mundo mecanizado, y hombres-serpientes y hombres-chacales pululan por las calles.
El humor es el elemento que provee a la poesía de su mayor virulencia. Acerado como la luz, el humor se constituye en la vanguardia combativa en pro de la autenticidad del ser. Con su filo luminoso corta la oscuridad, y aporta el fuego que consume lo muerto y reanima lo vivo. Contiene el feroz deseo del hombre en su virtualidad renovadora, que corroe el mundo de lo inmóvil y lo opaco.
Latente o concreta, la subversión contenida en la poesía auténtica no ofrece dudas; pero la poesía no se reduce a un acto negativo puro: contemporáneamente a su acción provocadora afirma su fe en un mundo mejor que responda a la íntima realidad del hombre. Por eso sostiene una posición de recuperación de todos los antiguos mitos que ofrecen salida al desamparo: el mito del paraíso terrenal, el mito de la edad de oro. La poesía cree en esos mitos así como cree en la fuerza todopoderosa del amor. En esa común pasión coinciden los poetas con los fundadores de religiones.
Esa es la causa por la que El sermón de la montaña se reúne con Así hablaba Zarathustra en la misma defensa del hombre. También los poetas hacen suya la memoria de los mártires que buscaron cambiar la condición humana, pues las torturas infligidas a los santos, a los revolucionarios y a los poetas, tienen todas el mismo significado de persecución del espíritu poético, de aniquilación del hombre que no se resigna a un destino sórdido. En una misma veneración se engloba a Jesucristo, Giordano Bruno, el obrero-poeta Bartolomeo Vanzetti y Antonin Artaud.
En una época como la actual, en la que la poesía tiende a la domesticación por los más variados mecanismos en los más variados regímenes sociales, los poetas auténticos se encuentran siempre alertas, aunque estén reducidos a la soledad o compelidos por la fuerza y el terror.
De pronto aparecen los Vosnesensky, los Evtuchenko para recordar los derechos inalienables del hombre. Estamos próximos al momento en que la revolución en defensa del hombre se desarrollará en el plano de lo poético.

Buenos Aires, 1965

Aldo Pellegrini

Ensayo publicado en: A. Pellegrini. Para contribuir a la confusión general.

Ediciones Nueva Buenos Aires, 1965 

22 de junio de 2016

Invocación al nombre, Aldo Pellegrini

INVOCACIÓN AL NOMBRE

Oruga y nombre
nombre y nombre
un detestado frío el gemido corrige el atardecer
un falso reproche para niños indecisos
el vientre imperceptible un pie amanece
una noche olvidada ojos de asombro
y un corazón caído inmenso inmenso

Helada noche
helada
un cielo bárbaro sacude su granizo
un temblor ojos de asombro
tierra confusa la sangre que regresa y una flor callada

Ahí tu nombre nombre inmenso
inmenso
tu detestado nombre inmenso
las arterias recorren el silencio
arde la boca callada muy cerca está el desierto
palpita la tarde una imposible tarde tibia
y un ruido se acerca en busca de sentido
y ahí tu nombre nombre inmenso
que nadie pronuncia
toda boca está callada

Adónde vas pájaro un nuevo amor se quiebra
hasta el menor contacto se derrumba
tampoco sabes ver acaso palpas
el viento como una voz que arde
un país confuso donde nadie espera

Un ojo impasible te detiene
nombre o número cedes el paso a las hogueras
una mano se posa sobre el seno
la desnudez se tiende en lo invisible.

Aldo Pellegrini de Distribución del Silencio (1966)


21 de junio de 2016

Sobre lo que ha de nacer, Aldo Pellegrini

SOBRE LO QUE HA DE NACER

Hechizo de la sed sol despiadado y luego niebla
o más bien una noche cerrada en la que se habla despacio
con voz palpable llena de islas sombrías.
con bandadas de aves migratorias que desgarran las
       tormentas
y vuelan con un clamor incesante que hace florecer lo
       oscuro
Sí  no levantéis la voz sedientos es la época de las barcas
       violentas
de los remos atormentados y los puertos taciturnos
es la época en que un hombre nuevo está por nacer
y se instalará en el centro del furor de los mares
un hombre que destrozará la pesadilla submarina que nos
        ahoga
para iniciar la era en que ya nada tarde
en que la luz dance las hordas de ceniza se domestiquen
y el roce de un ala haga despertar la boca
que no usa sonido ni lenguaje pero que sabe
llevar hartura a los hambrientos
De la estirpe de los miserables nacerá un hombre nuevo
         y el agua del mar
se hará potable para apaciguar la sed corrosiva de los
         náufragos
con el diamante de los gemidos construirá un amor
         verdadero
y toda noche prolongará el secreto sabor del día.


Aldo Pellegrini de Distribución del Silencio (1966)

20 de junio de 2016

Grita sus torres la ciudad, Alejandro Nicotra

Alejandro Nicotra y Rafael Horacio Lòpez


GRITA SUS TORRES LA CIUDAD

Grita sus torres la ciudad,
no para mí.
Yo muero a solas en un bar,
muero y resucito:

rodeo de palabras el silencio,
establezco un espacio
donde caben tus ojos y mi muerte.

Allí nos esperamos.

A orillas del silencio y las palabras,
entre los gritos altos de la ciudad,
mi vida se confirma y se deshace
en un cuerpo de humo.

Alejandro Nicotra
De La Tarea a cumplir
Selección y prólogo de Ricardo Herrera

Colección Fénix. Editorial Brujas (2014)

19 de junio de 2016

Ella estará de pie en la luz, Alejandro Nicotra

Ella estará de pie en la luz

Ella estará de pie, en la luz,
igual a una estatua con paloma en el hombro
-la paloma del perdón y el deseo-
pero una muchacha, no más, para los otros.

Como el alba, habrá venido
de un temblor de la sombra o los párpados.

Entonces el hombre no clamará a ningún ángel
ni temerá a ningún fuego en su noche.
Tampoco pedirá el cielo a las ventanas.

Todos los dones colmará esa visita.

Y al fin el sabrá decir adiós,
los labios muy cerca de la cabeza esperada,
cuando ella se incline sobre sus ojos.
Ella estará de pie en la luz


Ella estará de pie, en la luz,
igual a una estatua con paloma en el hombro
-la paloma del perdón y el deseo-
pero una muchacha, no más,para los otros.

Como el alba, habrá venido
de un temblor de la sombra o los párpados.

Entonces el hombre no clamará a ningún ángel
ni temerá a ningún fuego en su noche.
Tampoco pedirá el cielo a las ventanas.

Todos los dones colmará esa visita.

Y al fin el sabrá decir adiós,
los labios muy cerca de la cabeza esperada,
cuando ella se incline sobre sus ojos.

Alejandro Nicotra

De Lugar de reunión - Obra poética-1967-2000, Ediciones del Copista,Córdoba, 2004

18 de junio de 2016

La estrella fugaz, Alejandro Nicotra

La estrella fugaz

                              A Alejandro Bekes

No la línea que se cierra en el círculo,
sino la tangente:
            la ventura de la estrella fugaz
que ha rozado la noche
(porque la mente elude toda afirmación,
flotante en lo incierto,
en lo improbable).

Así amaste otra vez su travesía,

por suburbios del cielo.

Alejandro Nicotra

17 de junio de 2016

Alejandro Nicotra leyendo El Espejo de Enrique Banchs

Presentación de la revista Asueto, hojas de poesía. 04/06/2010 en el Centro Cultural Cooperativo de Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Junto a Alejandro Nicotra Gabriela Bayarri


Alejandro Nicotra leyendo El Espejo de Enrique Banchs 


El espejo

Hospitalario y fiel en su reflejo
donde a ser apariencia se acostumbra
el material vivir, está el espejo
como un claro de luna en la penumbra.

Pompa le da en las noches la flotante
claridad de la lámpara, y tristeza
la rosa que en el vaso agonizante
también en él inclina la cabeza.

Si hace doble al dolor, también repite
las cosas que me son jardín del alma.
Y acaso espera que algún día habite

en la ilusión de su azulada calma
el Huésped que le deje reflejadas
frentes juntas y manos enlazadas.

Enrique Banchs

De La Urna (1911)

16 de junio de 2016

Venus, Alejandro Nicotra

Venus

Cuando llegas, nadie te anuncia,
aún oscurece piedra y piedra la tarde
y apaga arriba o halcón o paloma,
sus animales de fuego.

Y los árboles ya son objetos de la noche.

Todo cicatriza, como un párpado;
damos la espalda al cielo.

Pero tú abres puertas,
te instalas y desnudas,
e inicias, en los declives de la sombra
-fijo planeta, rara diosa-,
el esplendor de la mujer y el rocío.

Alejandro Nicotra

15 de junio de 2016

El llamado. Alejandro Nicotra

EL LLAMADO

(Emily Dickinson)


―Llamo a las palabras
como a los pájaros en el jardín,
ofreciéndoles
agua y pan de un silencio,
que se parece a mi vida.

Ellas vendrán,
si vienen, a decir su aleteo,
su trino alegre o lúgubre
en torno a mi mano:

para que yo sepa, de verdad, escuchándolas,
cuál ha sido la ofrenda.



ALEJANDRO NICOTRA

14 de junio de 2016

En uno y otro día, Alejandro Nicotra


Alejandro Nicotra, Osvaldo Guevara y Teresa Gòmez Atala


EN UNO Y OTRO DÍA


Y ahí, el panorama de la gran ciudad
donde caminan los perdidos, nosotros,
los que creyeron que hallarían
casa, oficio, nombre.

Ahora, ¿en dónde te pondremos,
antigua imagen,
pasión de nuestras vidas inútiles,
hermosa y sucia como un vicio?

Resistirás,
sin embargo.

Alimentada de muerte
en uno y otro día,
aunque quisiéramos,
ninguno te podrá abandonar.


Alejandro Nicotra

13 de junio de 2016

Memoria, Vicente Aleixandre

MEMORIA

Un bosque de veleros
Te he preguntado si vivías
El viaje si vieras qué lisura
sobre el brazo lejísimos al frente
Horizonte horizonte
Te he mentido
porque hay curvas Muchas
Escúchame Mi nombre es azucena
No humedezco los dientes que pronuncian
aunque un viento de luz cierre los ojos
roce la delgadez que los defiende
Escucha escucha. Soy la luz perdida
que lapidan las aguas en el fondo
Soy tu memoria muerta por los trópicos
donde peces de acero sólido te imitan


Vicente Aleixandre de Espadas como labios, M., Espasa-Calpe, 1932.

12 de junio de 2016

Silencio, Vicente Aleixandre

SILENCIO

Bajo el sollozo un jardín no mojado
Oh pájaros los cantos los plumajes
Esta lírica mano azul sin sueño.
Del tamaño de un ave unos labios. No escucho
El paisaje es la risa. Dos cinturas amándose.
Los árboles en sombra segregan voz Silencio
Así repaso niebla o plata dura
beso en la frente lírica agua sola
agua de nieve corazón o urna
vaticinio de besos ¡oh cabida!
donde ya mis oídos no escucharon
los pasos en la arena o luz o sombra
 
Vicente Aleixandre de Espadas como labios, Madrid,  Espasa-Calpe, 1932.


11 de junio de 2016

Nacimiento último, Vicente Aleixandre

NACIMIENTO ÚLTIMO

Para final esta actitud alerta
Alerta alerta alerta
Estoy despierto o hermoso Soy el sol o la respuesta
Soy esa tierra alegre que no regatea su reflejo
Cuando nace el día se oyen pregones o júbilos
Insensato el abismo ha insistido toda la noche
Pero esta alegre compañía del aire
esta iluminación de recuerdos que se ha iluminado como una atmósfera
ha permitido respirar a los bichitos más miserables
a las mismas moléculas convertidas en luz o en huellas de las pisadas
A mi paso he cantado porque he dominado el horizonte
Porque por encima de él -más lejos más porque yo soy altísimo
he visto el mar la mar los mares los no-límites
Soy alto como una juventud que no cesa
¿Adónde va a llegar esa cabeza que ha roto ya tres mil vidrios
esos techos innúmeros que olvidan que fueron carne para convertirse en sordera?
¿Hacia qué cielos o qué suelos van esos ojos no pisados
que tienen como yemas una fecundidad invisible?
¿Hacia qué lutos o desórdenes se hunden ciegas abajo esas manos abandonadas?
¿Qué nubes o qué palmas qué besos o siemprevivas
buscan esa frente esos ojos ese sueño

ese crecimiento que acabará como una muerte recién nacida?


Vicente Aleixandre, de Espadas como labios, Madrid,  Espasa-Calpe, 1932.

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