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Mostrando entradas con la etiqueta Nestor Perlongher. Mostrar todas las entradas
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29 de mayo de 2023

Rivera, Néstor Perlongher


 

RIVERA
 
“Pardejón significa el macho toruno que suele encontrarse en las crías de mulas, tan malo y perverso que muerde y corta el lazo, se viene sobre éste y atropella a mordiscos y patadas; que jamás se domestica, y cuyo cuero no sirve, porque los padrillos de las crías lo muerden a menudo; que no tiene grasa y cuya carne tampoco sirve, porque es tan pestífera que ni los indios la comen...; y los paisanos llaman pardejón aun hombre perverso”
 
SALDÍAS, Historia de la Confederación Argentina
 
En las carpetas donde el té se vuelca, en esos bacarats
vencías pardejón? O dabas coces en los establos de la República,
– reducida a unas pocas calles céntricas – qué más?
coces a los manteles? aquellos que las chicas uruguayas se empecinaban en bordar?
O era la tarde del gobierno con lentos trotes por la plaza
con el cerro copado por los bárbaros pasos de aya en la oscuridad
Héroe del Yaguarón una historia que cante a los vencidos
ellos se arrastran por las ligustrinas ocupadas acaso hay un linde para esta feroz profanación?
Por qué Oribe no tomó Montevideo antes de que este amor fuera imposible?
Mi muy querida esposa Bernardina:
he perdido parte de la montura al atravesar el Yaguarón crecido,
te ruego envíes el chiripá amarillo y unas rastras;
aquí no tenemos ni para cachila, así que si tienes unos patacones
me los mandas
En qué cogollos encopetados andarás? mi ama, mi vecina
Te entregarías a él, mi Bernardina? O a los muchachos de la Comisión Argentina, que miran con azoro cuando te beso?
Sé que se urden a costa de mí infames patrañas dales crédito, algunas de ellas son exactas
Hemos tenido con los unitarios relaciones muy íntimas
Y si no los conociera tan de cerca, qué me uniría a ellos a mí, un gaucho bruto
si fuera manso y no me diera de corcovos en los rodeos
Estamos sitiados, Bernadotte Adónde iremos
después de esta película tan triste
 
Néstor Perlongher
De Alambres
(Buenos Aires, Último Reino, 1987)

28 de mayo de 2023

Mme. S., Néstor Perlongher


 

Mme. S.
 
Ataviada de pencas, de gladíolos: cómo fustigas, madre, esas escenas
de oseznos acaramelados, esas mieles amargas como blandes
el plumero de espuma: y las arañas: cómo espantas con tu ácido bretel el fijo bruto: fija, remacha y muele: muletillas de madre parapléxica: pelvis acochambrado, bombachones de esmirna: es esa madre la que en el espejo se insinúa ofreciendo las galas de una noche de esmirna y bacarat: fija y demarca: muda la madre que se ofrece mudándose en amante al plumereo, despiole y despilfarro: ese desplume de la madre que corre las gasas de los vasos de whisky en la mesa ratona: madre y corre: cercena y garabato: y gorgotea: pende del cuello de la madre una ajorca de sangre, sangre púbica, de plomos y pillastres: sangre pesada por esas facturas y esas cremas que
comimos de más en la mesita de luz en la penumbra de nuestras
muelles bodas: ese borlazgo: si tomabas mis bolas como frutas de un
elixir enhiesto y denodado: pendorchos de un glacé que te endulzaba:
pero era demasiado matarte, dulcemente: haciéndome comer de esos
pelillos tiesos que tiernos se agazapan en el enroque altivo de mis
muslos, y que se encaracolan cuando lames con tu boca de madre las
cavernas del orto, del ocaso: las cuevas; y yo, te penetraba?
pude acaso pararme como un macho ebrio de goznes, de tequilas mustio,
informe, almibararme, penetrar tus blonduras de madre que se ofrece,
como un altar, al hijo - menor y amanerado? adoptar tus alambres de
abanico, tus joyas que al descuido dejabas tintinear sobre la mesa. entre los vasos de ginebra, indecorosamente pringados de ese rouge arcaico de tus labias cual lobezno lascivo, pude, alzarme tras tus enaguas, y lamer tus senos, como tú me lamías los pezones y dejabas babeante en las tetillas - que parecían titilar - el ronroneo de tu saliva rumorosa? el bretel de tus dientes? pude madre? como un galán en ruinas que sorprende a su novia entre las toscas braguetas de los estibadores, en los muelles, cuando laxa desova, en los botones, la perfidia a él guardada? ese lugar secreto y púbico? cómo entonces tomé esa agarradera, esos tapires incrustados con mangos de magnolia, aterciopeladamente sospechosos y sosteniendo con mi mismo miembro la espuma escancorosa de tu sexo, descargar en tu testa? Sonreías borlada entre las gotas de semen de los estibadores que en el muelle te tomaban de atrás y muellemente: te agarre: qué creías?

 
Néstor Perlongher

27 de mayo de 2023

El mal de sí, Néstor Perlongher


 

El mal de sí
 
Detente, muerte:
                        tu infernal chorreado
escampar hace las estanterías
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:
los cuerpos carcomidos en los campos barridos por la lepra.
Ya no se puede desechar.
 
Ve muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la cápsula.
Escondida que no haya mares descubiertos.
Pues una vez presente todo lo vuelves ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia dolorosa del que falta.
 
No es lo que falta, es lo que sobra, lo que no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendidas en la higuera
como un noctámbulo extraviado.
 
Néstor Perlongher
 

26 de mayo de 2023

El mal de sí, Néstor Perlongher

El mal de sí
 
Detente, muerte:
                        tu infernal chorreado
escampar hace las estanterías
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:
los cuerpos carcomidos en los campos barridos por la lepra.
Ya no se puede desechar.
 
Ve muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la cápsula.
Escondida que no haya mares descubiertos.
Pues una vez presente todo lo vuelves ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia dolorosa del que falta.
 
No es lo que falta, es lo que sobra, lo que no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendidas en la higuera
como un noctámbulo extraviado.
 
Néstor Perlongher
 

25 de mayo de 2023

El cadáver, Néstor Perlongher


 
EL CADÁVER
 
 
 
¿Por qué no entré por el pasillo?
Qué tenía que hacer en esa noche
a las 20.25, hora en que ella entró,
por Casanova
donde rueda el rodete?
Por qué a él?
entre casillas de ojos viscosos,
de piel fina
y esas manchitas en la cara
que aparecieron cuando ella, eh
por un alfiler que dejó su peluquera,
empezó a pudrirse, eh por una hebilla de su pelo
en la memoria de su pueblo
                                                Y si ella
se empezara a desvanecer, digamos
a deshacerse
qué diré del pasillo, entonces?
Por qué no?
entre cervatillos de ojos pringosos,
y anhelantes
agazapados en las chapas, torvos
dulces en su melosidad de peronistas
si ese tubo?
Y qué de su cureña y dos millones
de personas detrás
con paso lento
cuando las 20.25 se paraban las radios
yo negándome a entrar
por el pasillo
reticente acaso?
como digna?
Por él,
por sus agitados ademanes
de miseria
entre su cuerpo y el cuerpo yacente
de Eva, hurtado luego,
depositado en Punta del Este
o en Italia o en el seno del río
Y la historia de los veinticinco cajones
 
Vamos, no juegues con ella, con su muerte
déjame pasar, anda, no ves que ya está muerta!
 
Y qué había en el fondo de esos pasillos
sino su olor a orquídeas descompuestas,
a mortajas,
arañazos del embalsamador en los tejidos
 
Y si no nos tomáramos tan a pecho su muerte, digo?
si no nos riéramos entre las colas
de los pasillos y las bolas
las olas donde nosotras
no quisimos entrar
en esa noche de veinte horas
en la inmortalidad
donde ella entraba
por ese pasillo con olor a flores viejas
y perfumes chillones
esa deseada sordidez
nosotras
siguiéndola detrás de la cureña?
entre la multitud
que emergía desde las bocas de los pasillos
dando voces de pánico
 
Y yo le pregunté si eso era una manifestación o un entierro
Un entierro, me dijo
entonces vendría solo
ya que yo no quería entrar por el pasillo
para ver a sus patas en la mesa de luz,
despabilando
Acaso pensé en la manicura que le aplicó el esmalte Revlon?
O en las miradas de las muchachas comunistas,
húmedas sí, pero ya hartas
de tanta pérdida de tiempo:
ellas hubieran entrado por el pasillo de inmediato
y no se hubieran quedado vagando por las adyacencias
temiendo la mirada de un dios ciego
Una actriz –así dicen–
que se fue de Los Toldos con un cantor de tangos
conoce en un temblor al General, y lo seduce
ella con sus maneras de princesa ordinaria
por un largo pasillo
muerta ya
                                                Y yo
por temor a un olvido
intrascendente, a un hurto
debo negarme a seguir su cureña por las plazas?
a empalagarme con la transparencia de su cuerpo?
a entrar, vamos por ese pasillo donde muere
en su féretro?
 
Si él no me hubiera dicho entonces que está solo,
que un amigo mayor le plancha las camisas
y que precisaría, vamos, una ayuda
allá, en Isidro
donde los terrenos son más baratos que la vida
 
lotes precarios, si, anegadizos
cerca de San Vicente (ella
no toleraba viajar a San Vicente
quiso escapar de la comitiva más de una vez
y Pocho la retuvo tomándola del brazo)
 
Ese deseo de no morir?
es cierto?
en lugar de quedarse ahí
en ese pasillo
entre sus fauces amarillas y halitosas
en su dolor de despertar
ahí, donde reposa,
robada luego,
oculta en un arcón marino,
en los galeones de la bahía de Tortuga
(hundidos)
 
Como en un juego, ya
es que no quiero entrar a esa sombría
convalecencia, umbría
–en los tobillos carbonizados
que guarda su hermana en una marmita de cristal–
para no perder la honra, ahí
en ese pasillo
la dudosa bondad
en ese entierro.
 
 Néstor Perlongher
 

24 de mayo de 2023

El bretel, Néstor Perlongher

 

 El bretel
 
Cuerpos, marcas de cuerpo en el bretel trenzado, que ata a la baldosa la pirueta de la mirada que circula, azul, el fijo merodeo de los rabos en el fulget del parque oscuro, cuevas curva el bretel, lumina, reconoce en lo blondo de las gasas la ceguera del ánade, guiándolo,
 
incrusta en la espesura de las pieles un
tornillo de jade, un anteparo
un recaudo barroco sosteniendo a horcajadas el peso
de los muslos
en la blusa.
 
Néstor Perlongher


23 de mayo de 2023

Canción de amor para los nazis en Baviera, Néstor Perlongher


 

CANCIÓN DE AMOR PARA LOS NAZIS EN BAVIERA
 
Marlene Dietrich
cantaba en Londres una canción entre la guerra:
Oh no no no es cierto que me quieras
Oh no no no es cierto que me quieras
Sólo quieres a tu padre, Nelson, que murió en Trafalgar
y ese amor es sospechoso, Nelson
porque tu papá
era nazi!
Era el apogeo de la aliadofilia
debajo de las mesas aplastábamos soldados alemanes
pero yo estaba sentada junto a ti, Nelson
que eras un agente nazi
Y me dabas puntapiés
 
Oh no no no es cierto que me quieras
Ay ay ay me dabas puntapiés
 
Ceremoniosamente me pedías perdón
posabas una estola de visón sobre mis hombros
y nos íbamos a hacer
el amor a mi buhardilla
 
pero tú descubrías a Ana Frank en los huecos
y la cremabas, Nelson, oh
 
Oh no no no es cierto que me quieras
Ay ay ay me dabas puntapiés
Heil heil heil eres un agente nazi
 
Más acá o más allá de esta historieta
estaba tu pistola de soldado de Rommel
ardiendo como arena en el desierto
un camello extenuado que llegaba al oasis
de mi orto u ocaso o crepúsculo que me languidecía
y yo sentía el movimiento de tu svástica en mis tripas
oh oh oh
 
 
Néstor Perlongher

 

1 de noviembre de 2021

Trottoir, Néstor Perlongher

Trottoir, Néstor Perlongher
 
Si a la pelambre de los güeldos lía, caparazón de anís, la sobreceja,
enarca sus trebejos un aceite de alambre. El encarnado pie, si avanza,
atrácase, en la remolina de los pliegues, en los pegasos de limozul
asaetinados en el brete, que se emberretan en el vuelto: el derrame de
flejos sobre las cejas almendradas. Almena, almena da a castillo sobre-
ceja que si líquenes vierte sesgo aceza. Jadea, en esa almena, el casti-
llejo regodeante, el zalameo de las tejas en el peje jaspeado del alambre.
El cinto, de las cinchas, en el empeine terciopelo casca las limbas del
jabón. El vierte, si prepucio, sobre la lima azul el atorrante jopo de
la jarcia, el limonero de la leche en el dije de chambre. La chambona,
campera, campechana, si se olvidaba la campana, era por acezas las
ristras del jadeante, esterillarlo en cremas de calambre, en paniazul
nostalgia paniaguada de un desagüe rellano. En esa incertidumbre,
vespertina, del jadeo al masaje, del raye del Luis XV en la manguera de
la calle, jopo, esa aspereza de la chapa, guiño, el parpadear errante y fijo.
Renguea al ramonear la pestaña de nylon de la mirada que se aplasta.
 
Néstor Perlongher

 

31 de octubre de 2021

Por qué seremos tan hermosas... Néstor Perlongher

 

 
Por qué seremos tan hermosas...
 
 
Por qué seremos tan perversas, tan mezquinas
(tan derramadas, tan abiertas)
y abriremos la puerta de calle
al monstruo que mora en las esquina,
o sea el cielo como una explosión de vaselina
como un chisporroteo,
como un tiro clavado en la nalguicie.
 
Por qué seremos tan sentadoras, tan bonitas
los llamaremos por sus nombres
cuando todos nos sienten
(o sea, cuando nadie nos escucha)
Por qué seremos tan pizpiretas, charlatanas
tan solteronas, tan dementes
 
Por qué estaremos en esa densa fronda
agitando la intimidad de las malezas
como una blandura escandalosa cuyos vellos
se agitan muellemente
al ritmo de una música tropical, brasilera.
 
Por qué seremos tan disparatadas y brillantes
abordaremos con tocado de plumas el latrocinio
desparramando gráciles sentencias
que no retrasarán la salva, no
pero que al menos permitirán guiñarle el ojo al fusilero
 
Por qué seremos tan despatarradas, tan obesas
sorbiendo en lentas aspiraciones
el zumo de las noches peligrosas
tan entregadas, tan masoquistas,
tan hedonísticamente hablando
 
Por qué seremos tan gozosas, tan gustosas
que no nos bastará el gesto airado del muchacho,
su curvada muñeca:
pretenderemos desollar su cuerpo
y extraer las secretas esponjas de la axila
tan denostadas, tan groseras
 
Por qué creeremos en la inmediatez,
en la proximidad de los milagros
circuidas de coros de vírgenes bebidas y asesinos dichosos
tan arriesgadas, tan audaces
pringando de dulces cremas los tocadores
cachando, curioseando.
 
Por qué seremos tan superficiales, tan ligeras
encantadas de ahogarnos en las pieles
que nos recuerdan animales pavorosos y extintos,
fogosos, gigantescos.
 
Por qué seremos tan sirenas, tan reinas
abroqueladas por los infinitos marasmos del romanticismo
tan lánguidas, tan magras
 
Por qué tan quebradizas las ojeras, tan pajiza la ojeada
tan de reaparecer en los estanques donde hubimos de hundirnos
salpicando, chorreando la felonía de la vida
tan nauseabunda, tan errática.
 
Néstor Perlongher

30 de octubre de 2021

Como reina que acaba, Néstor Perlongher

COMO REINA QUE ACABA
 
Como reina que vaga por los prados donde yacen los restos
         de un ejército y se unta las costuras de su armiño raído
         con la sangre o el belfo o con la mezcla de caballos ly
         bardos que parió su aterida monarquía
 
así hiede el esperma, ya rancio, ya amarillo, que abrillantó
         su blondo detonar o esparcirse — como reina que abdica —
         y prendió sus pezones como faros de um vendaval confuso,
         interminable, como sargazos donde se ciñen las marismas
 
Y fueran los naufragios de sus barcas jalones del jirón
         o bebederos de pájaros rapaces, pero en cuyo trinar
         arde junto al dolor ese presentimiento de extinción
         del dolor, o una esperanza vana, o mentirosa, o aún más
         la certidumbre
 
de extinción            de extinción            como un incendio
 
como una hoguera cenicienta y fatua a la que atiza apenas el
aliento de un amante anterior, languidecente, o siquiera
el desvío de una nube, de un nimbo
 
que en el terreno de estos pueriles cielos equivale a un amante,
por más que este sea un sol, y no amanezca
 
y no sé dé a la luz más que las sombras donde andan las arañas
las escolopendras con sus plumeros de moscas azules y
amarillas
 
 (Por un pasillo humedecido y hosco donde todo fulgor
 
         se desvanece)
 
Por esos tragaluces importunas la yertez de los muertos, su
molicie, yerras por las pirâmides hurgando entre las
 
         grietas, como alguien que pudiera organizar los sismos
 
Pero es colocar contra el simún tu abanico de plumas,
como lamer el aire caliente del desierto, sus hélices
 
         resecas
 
 
Néstor Perlongher
 

29 de octubre de 2021

Moreira, Néstor Perlongher


MOREIRA
 
“Aquellos dos hombres valientes, con un corazón endurecido
al azote de la suerte, se abrazaron estrechamente
una lágrima se vio titilar en sus entornados párpados y
se besaron en la boca como dos amantes, sellando con
aquel beso apasionado la amistad que se habían profesado desde pequeños.”
 
Gutiérrez               
 
Delia, arrastrándose por ese cuarto descampado, se hacía cargo de ese
espanto, esa barba arrancada que babeaba junto a la verga del amigo:
de ese despojo, de esa cornamenta
esa lengua amputada deslizando la baba por el barbijo de ese vientre
 
Y si, querida Delia, ornada Dalia, no le hubieras dejado combatir?
Huyendo en ancas con el juez, haciendo estrecho el laberinto?
El laberinto de carcomas donde coleaban esos lagartos de las ruinas,
esas flores azules de las zanjas?
 
                    Ventruda campanilla!
 
                    Restallaba!
 
Si no
 
hubieras vestido esa pollera de muselina acampanada con flores tan
burocas que parecían no engarzarse y flotar muellemente en las
dobleces, en el bies (y el barbijo!): y estaban enredadas en el
clítoris-en los nervios musgosos del estribo
 
Oh rusa blanca
botando pozos y lagartos
y pifias de caballos encabritados que se boleaban en el ruedo,
                          tronchos
 
– era la moda Líberty (o Liberty) y cabeceabas espejada entre
andamios temblequeantes y casi ponzoñosos
 
El amigo Francisco
El amigo Giménez
 
El amigo Julián
 
con quien descangallada viste esa escena (torpe) de los besos:
esa lamida de las lenguas esos trozos de lenguas, paladares y
cristales brillosos, centelleantes, brillosos del strass que
                          desprendido
de las plumas del ñu hedia en la planicie
                    superficial, en balde
-en lo profundo, él y ese pibe de Larsen, en los remotos astilleros,
se zambullían en las canteras arenosas, en el vivero del Tuyú,
a pocas millas de la tumba
 
“a vos te dejo – dijo – el pañuelo celeste con que me até las bolas
cuando me hirió ese cholo, en la frontera; y el zaino amarronado;
y los lunares que vos creías tener y tengo yo, como en un sueño de
comparsas que por sestear pierden la anchura, el sitio justo de la
hendida; y se la pasan cercenados como botijas en el trance:
y se los come la luz mala
 
“y te dejo también esos tiovivos, con sus caballos de cartón que
ruedan empantanados en el barro; y cuántas veces ayudé a salir
del agua movediza a esos jinetes que fiados en la estrella montan
grupas hacia la comadreja; y se los come
 
“y también esos pastos engrasados donde perdí ese prendedor, de
plata, si lo encontrás es tuyo”
 
 
 Néstor Perlongher

 

28 de octubre de 2021

(Lobos), Néstor Perlongher


(LOBOS)
 
lebos lobos ajax rodrigo guesavenda
gruesa venda venérea madreselva del ánade
cohonestas ebúrneos mercados
tasa la marca del pito
rito colomí cárpido lesma
leve losa lontano lamé
pero la cercanía del escarpe
arroja lanas desamor ocaso
o no alba fibrosa, no está en ajax
rodrigo al mediodía espinoso
y reblandecido, por lo
tostado de las carnes o escarpe del bozo
enjuta adarga en pliegos de furtivo
jaguar desala y ronda
ronco rebota ronronea
rutila hosco
 
Néstor Perlongher
 

 

27 de octubre de 2021

Corto pero ligero, Néstor Perlongher


 

CORTO PERO LIGERO
 
(Y no habría de ser: esa chupada, ese lambeteo: cebado el mate
          junto al fogón de los arrieros, que arden de...
         ese descanso de la tropa alzada, en grupas: no
         habría de bajarme el chiripá, descendiendo a este
         encuentro. Ahora susurra el viento en la ventana
         que da al aljibe: hurras blande
                        no desacordonarme la manea
donde tremolo temblorosa?)
 
Una historia de sables, de pistolas
De trincheras con flores de sapo y de zarza parrilla
Como hecha a dedo, a pecho
Echada en el camino de Tarija
Por un gendarme ríspido, montés
Trasiego, belicosa?
Belfo y flande
Congoja
 
Si tuviera que ver este lenguaje
con el terror de esos paisanos
que al ver al General piensan en Hoffman
Si su respiración no moviera las borlas de la cama de Rosas,
                               de Esmeralda
Y él no se lo encontrase, al regreso de un vado, en la catrera:
        en el encame jabonoso, como un lagarto entre los lienzos
aparece con labios de obsidiana y perfume de ajenjo: huele a Chipre
 
(Si no me hubieras dicho qué paso
en esa noche de Cañuelas, la última
- un bolero: si bien -
aún te querría?)
 
Un general moviendo espadas en la sombra
Cacha y espuela, blonda y nácar
Coro de férulas:
 
           Un general que agita los pendorchos
            y se entrega al de enfrente, saltando los tapiales
            es más mujer que hombre, es más mujer para ser hombre.
            hombre de más para mujer: un general,
            un artesano de la muerte
 
Chupa, lame esta hinchazón del español
 
Néstor Perlongher

26 de octubre de 2021

Rivera, Néstor Perlongher


 

RIVERA
 
“Pardejón significa el macho toruno que suele encontrarse en las crías de mulas, tan malo y perverso que muerde y corta el lazo, se viene sobre éste y atropella a mordiscos y patadas; que jamás se domestica, y cuyo cuero no sirve, porque los padrillos de las crías lo muerden a menudo; que no tiene grasa y cuya carne tampoco sirve, porque es tan pestífera que ni los indios la comen...; y los paisanos llaman pardejón aun hombre perverso”
 
SALDÍAS, Historia de la Confederación Argentina

 
 
En las carpetas donde el té se vuelca, en esos bacarats
vencías pardejón? O dabas coces en los establos de la República,
– reducida a unas pocas calles céntricas – qué más?
coces a los manteles? aquellos que las chicas uruguayas se empecinaban en bordar?
O era la tarde del gobierno con lentos trotes por la plaza
con el cerro copado por los bárbaros pasos de aya en la oscuridad
Héroe del Yaguarón una historia que cante a los vencidos
ellos se arrastran por las ligustrinas ocupadas acaso hay un linde para esta feroz profanación?
Por qué Oribe no tomó Montevideo antes de que este amor fuera imposible?
Mi muy querida esposa Bernardina:
he perdido parte de la montura al atravesar el Yaguarón crecido,
Página 10 de 56
te ruego envíes el chiripá amarillo y unas rastras;
aquí no tenemos ni para cachila, así que si tienes unos patacones
me los mandas
En qué cogollos encopetados andarás? mi ama, mi vecina
Te entregarías a él, mi Bernardina? O a los muchachos de la Comisión Argentina, que miran con azoro cuando te beso?
Sé que se urden a costa de mí infames patrañas dales crédito, algunas de ellas son exactas
Hemos tenido con los unitarios relaciones muy íntimas
Y si no los conociera tan de cerca, qué me uniría a ellos a mí, un gaucho bruto
si fuera manso y no me diera de corcovos en los rodeos
Estamos sitiados, Bernadotte Adónde iremos
después de esta película tan triste
 
 

Néstor Perlongher
De Alambres
(Buenos Aires, Último Reino, 1987)

 

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