Toda
Aún flotando desde la habitación al comedor
el piloto del calefón flama, como lo hizo toda la noche
Veo el vino a medio servir, el desayuno a medio levantar
Pongo las manos en mi pelo
donde antes estuvieran las tuyas.
Aparece tu cara tan cerca de la mía
y el recuerdo de mirarte
me deja observando por la ventana,
buscando una palabra que no encuentro.
Eres toda tú, pelo, nariz, ojos negros, senos, caderas,
hombros y manos…muslos.
Mientras sigo enumerándote y echando a perder este poema,
caigo que al desmenuzarte divido tus características
entre comas
y pierdo irremediablemente esa mirada que nos convoca.
Las palabras vuelven a enmudecer
Se hacen tan pequeñas y tú tan grande
Tan precisas frente a la generalidad toda
Me pongo de pie y cierro la ventana que abriste
porque el frio de la tarde ha empezado a entrar en esta
casa limpia y silenciosa.
Tú aún te paseas por todos lados,
pero tan incorpórea que mis manos lloran un poco
Sé que has salido apenas hace una hora,
pero la casa cruje tu ausencia.
Daniel Conn