Los ancianos
callaban
Al pie de la
muralla, junto al fuego, los ancianos callaban.
Miraban a lo
lejos las negras nubes y callaban.
Escudriñaban
noche y día el mar y callaban.
La arena
empezaba a enfriarse, el alma empezaba a enfriarse,
los pájaros
huían hacia el porvenir.
Pero los
ancianos callaban, buscaban
el surco de
la quilla en el agua y callaban,
miraban
llorar la sombra de la encina y callaban.
Se oyó un
grito. ¿Qué dicen esas hojas?
Se oyeron
alas. ¿Adónde vuelan esas piedras?
Pero los
ancianos callaban, oían el lamento
que viene del
futuro y callaban,
miraban la
bañera ensangrentada entre la maleza y callaban.
Se oyó un
ladrido. ¿A quién llama ese perro?
Se oyeron
carros. ¿Adónde llevan esos muertos?
Pero los
ancianos callaban, recordaban
el lenguaje
bárbaro de la golondrina y callaban,
espantaban el
lagarto entre las breñas y callaban,
pensaban en
el destino del ruiseñor y callaban, callaban.
Horacio Castillo