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17 de octubre de 2015

Todos aquí llegamos, Elvio Romero

TODOS AQUÍ LLEGAMOS

Todos y cada uno,
todos aquí llegamos
con un aire de sol y viento con paisajes,
mordiendo un odio largo, largamente callado,
y poco acostumbrados a este oficio de horror,
de turbio fango.

Pecho al calor abierto.
Con cabellos hirsutos, puños, arterias, manos,
trajinamos senderos de osamentas
y uniformes amargos.

Con un anochecer en las pupilas
y un tanto fatigados
de estampidos y muertes y tensiones,
caminamos, vibramos y matamos.

Rudo dolor de pueblo, ruda angustia
de pueblo asesinado.
Por eso vamos todos, cada uno,
para poder vengarlo.

Con un aire de sol y viento con paisajes,
soñadores, osados, temerarios;
con un sacudimiento de tierra descuajada
y arada a fogonazos.

 Elvio Romero de Días Roturados

(Edit. Lautaro, 1948)

16 de octubre de 2015

Réquiem para un titiritero, Elvio Romero

 Réquiem para un titiritero

                                       En memoria de Julio Correa.


En la casa de la colina
desde ayer habita la muerte,
                   el viento
    desgasta un telón verde;
    hay un tinglado triste,
    vacío, que se mece,
en la casa de la colina
donde una flor morada crece.

En la casa de la colina
hay rincones que palidecen,
                  un halo
      de luna el techo envuelve,
      hay Príncipes y Reinas
      y Arlequines con fiebre,
en la casa de la colina
por donde el tiempo se detiene.

En la casa de la colina
sube el musgo por las paredes
                    la noche
       penetra y se conmueve;
       hay fantoches que sacan
       el guante a la intemperie,
en la casa de la colina
donde un retablo se oscurece.

En la casa de la colina
la desdicha tejió sus redes,
                   el aire
      se detiene y se hiere;
      hay un hondo silencio
      de pantomima inerte,
en la casa de la colina
donde la sombra se estremece.

En la casa de la colina
corre el frío por los dinteles,
                  la luz
      da un traspié y retrocede;
      hay un traje vacío,
      un Corcel sin jinete,
¡en la casa de la colina
que da vuelta y desaparece!

Elvio Romero 

De Los valles imaginarios, Editorial Losada (1984)

15 de octubre de 2015

Bella y Nocturna, Elvio Romero

Bella y Nocturna

"Viene, me digo siempre
Viene, me digo siempre. Bella y nocturna, digo,
y está a mi lado y viene. Y en la noche descanso
junto a su pecho, al borde de su pecho, al remanso
de su cálida sombra sirviéndose de abrigo.
Siempre me digo, viene,
Bella y Nocturna, y siempre se levanta en mi sueño
despacio, apareciendo como en un bosque
umbrío, fiel y asidua en mi frente,
como alguien que debiera, siempre bella
en un bosque, responder cuando digo
Bella Nocturna en sueños
cuando me digo, viene.
Y acude fiel y asidua, con cálida sombra

cuando, Bella Nocturna, con su sombra me abrigo."

Elvio Romero

14 de octubre de 2015

Todos aquí llegamos, Elvio Romero

TODOS AQUÍ LLEGAMOS

Todos y cada uno,
todos aquí llegamos
con un aire de sol y viento con paisajes,
mordiendo un odio largo, largamente callado,
y poco acostumbrados a este oficio de horror,
de turbio fango.

Pecho al calor abierto.
Con cabellos hirsutos, puños, arterias, manos,
trajinamos senderos de osamentas
y uniformes amargos.

Con un anochecer en las pupilas
y un tanto fatigados
de estampidos y muertes y tensiones,
caminamos, vibramos y matamos.

Rudo dolor de pueblo, ruda angustia
de pueblo asesinado.
Por eso vamos todos, cada uno,
para poder vengarlo.

Con un aire de sol y viento con paisajes,
soñadores, osados, temerarios;
con un sacudimiento de tierra descuajada
y arada a fogonazos.

 Elvio Romero de Días Roturados

(Edit. Lautaro, 1948)

13 de octubre de 2015

Sobre aquel camino real, Elvio Romero

SOBRE AQUEL CAMINO REAL

Sobre aquel camino real
una fogata se encendía,
como una lámpara de luz
en una loma desteñida,
y cambiando de sitio siempre
asombraba las noches tibias,
sobrecogiendo a los viajeros
de rumbo aciago y despedida.

El fuego fatuo, en el camino,
con su ala blanca y movediza,
guardaba el alma de un guerrero
desfallecido en sus orillas,
o de otras almas encerradas
en el temblor de una guarida,
de otra gente, de otros viandantes,
con su jornada no cumplida.

Habían desapariciones
y extrañas cosas sucedidas,
que la penumbra se poblaba
con inquietudes de agüería,
y el viento jadeaba sin pausa
sobre casas emblanquecidas,
como si el cielo estremeciera
el paso de las Siete Cabrillas.

Sobre aquel camino real
se desgajaba nuestra vida,
nuestro destino de troperos
de nubes y de maravillas,
de ilusiones que se esfumaban
y a cada instante renacían,
como esa chispa solitaria,
color luciérnaga perdida.

Algo tendríamos, al fin,
de aquella hoguera y sus pupilas,
que estábamos y que no estábamos
con el alma en su exacta cita,
sino, más bien, como la llama
que parpadea en su vigilia,
llamaradas en senda inquieta,
heridos de una tierra herida.

Sobre aquel camino real,
los hombres de una lumbre viva.
  

Elvio Romero de Los valles imaginarios, Editorial Losada (1984)

12 de octubre de 2015

Final, Rafael Horacio López

Final

Amargo es el final del río

que en la arena liviana
             se sumerge

                       
                          él
que en su larga mirada
         oscurece al grano
                    y a la leche tibia /


Sin embargo / al final /
                     Desaparece
y es todo mar
                   o arena leve


Así es la vida / pienso /
                     y todo.


Rafael Horacio López

11 de octubre de 2015

Rafael Horacio López leyendo Antipoesías de Eduardo Fracchia.

Rafael Horacio López leyendo Antipoesías de Eduardo Fracchia. 
Video del Café Literario del Jueves 19 de Marzo de 2009, en el patio de  Big Pancho, Sarmiento 269, Villa Dolores, Capital de la Poesía, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Cuyo tema fue EL ENCUENTRO .

Rafael Horacio López leyendo Antipoesías de Eduardo Fracchia. CAFE LITERARIO EL ENCUENTRO 19/03/09 


Antipoesía número 10

Los encuentros son tan difíciles
como
las despedidas.

Los
encuentros y las despedidas
son
un comienzo.

Eduardo Fracchia

Antipoesía número 11 Eduardo Fracchia

Suele ocurrir
a veces
el mundo se nos cae
entonces,

desesperados, lo inventamos de nuevo.

10 de octubre de 2015

Temor, Rafael Horacio López

Temor

A mi soledad le duele el paso de la lluvia
porque golpea, loca, sus húmedos martillos
empujando, empujando, a los charcos cansados.
Y es un viejo terco el barro ya formado.
Temo a mi soledad por su vacío como si fuera
el último vagón, duro, sombrío.
Pero sigo así, pensando que me llueve
alguna oreja húmeda para penetrar
aún más, en ese miedo oscuro.
Mi soledad no habla.
Como leche encrespada se levanta, sorda,

y me acerca su hollín de sigilosos puma.

Rafael Horacio López

9 de octubre de 2015

El verde de los talas, Rafael Horacio López

Lita Cáceres y Rafael Horacio López

El verde de los talas


Camino por la ignorada bandera de los talas
              suavemente
como pudiera hacerlo el peso del puma
sobre la dormida hierba.

El verde es leche tibia
que cae como baba de buey
que se la lleva el viento
es como el miedo chiquilín de la noche
es una lágrima que se extiende
a lo largo de la acequia
como si anunciara desde siempre
la llegada del brote.

Por la noche los talas y los astros
se miran y la lágrima se transforma en savia
que sube por los dedos de los álamos.

Todo comienza a reverdecer
en el reventón enorme de septiembre
y todo es así
como el arco iris que da color al mundo
une con miradas reverdecidas
piedras sobre musgos.
Todo esto me sucede cuando un canto
minúsculo y tierno como un higo

me endulza por dentro.

Rafael Horacio López

8 de octubre de 2015

El dilema, Rafael Horacio López

El dilema

Pequeño recuadro para un poema
               dolor
Amor                      vida
               muerte
Estamos en igualdad de peso
Pero alguien pierde algo cada día
Para dónde se inclina

                        la balanza.

Rafael Horacio López

7 de octubre de 2015

Video de la Presentación del libro "TRONCO, Pueblo Viejo" del poeta Rafael Horacio López

Video de la Presentación del libro "TRONCO, Pueblo Viejo" del poeta Rafael Horacio López, viernes 19 de junio de 2015, Auditorio Municipal Ciudad de Villa Dolores, Traslasierra Córdoba, Argentina. Se refirieron a la obra la Lic. Celia Inés López Miranda y la Prof. Beatriz Tombeur.

Locución Guillermo Sappia
Palabras, análisis y anécdotas de la Presidente del Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento LIc. Inés López y de la Presidente de la Junta Municipal de Historia de Villa Dolores Beatriz Tombeur
Palabras del Poeta Rafael Horacio López

6 de octubre de 2015

Cosas que me hacen pensar, Rafael Horacio López


Cosas que me hacen pensar

             Pediré perdón por lo que he vivido
y por lo que me queda

Don Segundo y Doña Clara
me enseñaron a soñar
y soñando corrí mundos
mastiqué dolores
y continúo buscando palabras
                en el vacío
dejado por otros.

Y si nadie me enseñó
                lo que no sé: cómo abriré las puertas
                de lo verde
                del silencio
                de la música
                de la madera
del concierto que cada mañana
abre las ventanas de lo irremediable.


Rafael Horacio López


5 de octubre de 2015

Alejandro Nicotra leyendo sus poemas: En uno y otro día, El llamado, Venus, La estrella fugaz, A si mismo, El pan de las abejas.

Alejandro Nicotra leyendo sus poemas: En uno y otro día, El llamado, Venus, La estrella fugaz, A si mismo, El pan de las abejas.
Acto de entrega del Premio Rosa de Cobre en la Biblioteca Nacional (Buenos Aires, Argentina) 22 de noviembre de 2013: Juan Gelman (representado por su editor), Juana Bignozzi, Rodolfo Godino, Alejandro Nicotra, Hugo Padeletti y Luis Tedesco. Horacio Gonzalez Director de la Biblioteca Nacional.

Venus

Cuando llegas, nadie te anuncia,
aún oscurece piedra y piedra la tarde
y apaga arriba o halcón o paloma,
sus animales de fuego.

Y los árboles ya son objetos de la noche.

Todo cicatriza, como un párpado;
damos la espalda al cielo.

Pero tú abres puertas,
te instalas y desnudas,
e inicias, en los declives de la sombra
-fijo planeta, rara diosa-,
el esplendor de la mujer y el rocío.

……………………………………………….   

La estrella fugaz

                              A Alejandro Bekes

No la línea que se cierra en el círculo,
sino la tangente:
            la ventura de la estrella fugaz
que ha rozado la noche
(porque la mente elude toda afirmación,
flotante en lo incierto,
en lo improbable).

Así amaste otra vez su travesía,
por suburbios del cielo.

--------------------------- 

A sí mismo

Tema del anochecer,
última luz,
                materia
apta, tal vez, para ilustrar la estela
de este día -y su fe:
                                 y no, ahí
la dejas, virgen
en las canteras que ya oculta la noche,
como una veta de amatista o ágata
inexplorada.

   *
(Coda)
Así el día se va
como el amor que alentó las mañanas,
que dio al Oeste su declive
lento -de valle,

y ahora es el turno, dices, de la sombra
aún tenue, y su piedad.

---------------------------------- 

EL PAN DE LAS ABEJAS

(En memoria
de Antonio Esteban Agüero)


El pan de las abejas, la miel de todos.

Sopla el tiempo
sobre la galería de tu casa: nadie
sino la luz sorda, vacía,
entre pilares rotos.
Ni tu sombra, ni el rumor del poema.
.pan de las abejas, la miel de todos.

(“El agua con racimos y la luz con abejas”…)
Patio sin parras. Seco aljibe.

Ayer,
la madre pasa con un plato de miel.

He visto las colmenas devastadas
y en el aire de marzo,
espacio azul,
el humo que subía desde los panales.

He visto al hombre enmascarado,
los torpes guantes,
y el pueblo de la brisa
y de la flor:
gota a gota,
los pequeños

cadáveres.

Alejandro Nicotra

4 de octubre de 2015

El hijo, Alejandro Nicotra

EL HIJO

Se asomó a la ventana
y amó el cielo
recién pintado
como
en su cuaderno de convaleciente;
sobre las hojas del parral
amó
una paloma
cálida. La vida
le tendía, otra vez, sus manos
para
la ronda alegre, hermosa:
en el centro
miraba
(con mis ojos)
la muerte.

ALEJANDRO NICOTRA
“Detrás, las calles”,

Ediciones Rialp, Col. “Adonais”, Madrid, 1971]

3 de octubre de 2015

El insomne, Alejandro Nicotra


Gabriela Bayarri, Alejandro Nicotra y Jose Luis Colombini

El insomne

Sombra o brisa, ha pasado por su cielo
alta, sobre mis parpados
de piedra:
                   -Pero no te soñé,
pie en el desierto de la noche en blanco…

Y ahora el cerco de la luz se ha cerrado;
no hay verdad más allá de su ojo
fijo, inmortal.


Alejandro Nicotra
De Desnuda musa (1988)


2 de octubre de 2015

Video completo de la disitinción a Alejandro Nicotra como ciudadano ilustre



Video completo de la disitinción a Alejandro Nicotra como ciudadano ilustre


Alejandro Nicotra Jueves 21 de julio 2011,la Municipalidad de Villa Dolores, distinguió como "Ciudadano Ilustre" a Alejandro Nicotra, por su trayectoria como escritor y poeta, logrando reconocimientos a nivel nacional e internacional. La cita fuelas en el Salón de los Cuadros del Nuevo Palacio Municipal, en el Centro Cívico de Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina

1 de octubre de 2015

En medio de las ruinas, Alejandro Nicotra

EN MEDIO DE LAS RUINAS


En medio de las ruinas
te hallo como a una estatua.

O un árbol, o una fuente.

Porque no eres piedra para los siglos.

El viento mueve tu falda y tus cabellos,
la luz retoca sin cesar tu sonrisa.

Eres tu cuerpo en la mañana.

(A tus pies la muerte ha sembrado un jardín
de destrucciones, de memorias, de noches;

tú naces del deseo,
entre una ola y otra ola del aire.)

Un árbol. O una fuente.

Y la plaza un desierto
que cruzo hacia la sombra y el agua.

Juntos nosotros,

el día y la ciudad giran como dos pájaros.

Alejandro Nicotra

30 de septiembre de 2015

Crónica, Alejandro Nicotra

CRÓNICA

La luz de la realidad
tiene el color arduo del amanecer.

He visto, a esa hora,
cómo vacilaban las paredes
y la inquietud de los árboles
y pájaros como gritos por el cielo.

He visto
una torre yacente
y el ángel roto
de su cruz.

La luz del amanecer
es también otro ángel, de alas sin término:
he visto sus ojos desiertos
ni piadosos ni crueles
sobre los ojos y las gargantas humanas.

En el azar del día,
sobrevivimos.

ALEJANDRO NICOTRA
[En “Lugar de Reunión”,

Taladriz, Buenos Aires, 1981]

29 de septiembre de 2015

Presentación del Primer Anecdotario Dolorense "Rescate del Ayer"


Presentación del Primer Anecdotario Dolorense  "Rescate del Ayer"
Sala de Arte Municipal. 25 de setiembre de 2015. Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Organiza Círculo de Narradores de Traslasierra “ Paso del Leon” y Biblioteca Pedagógica de Villa Dolores.
Conducción del acto: Alejandra Nieto.
Palabras del Presidente del Círculo de Narradores de Traslasierra “ Paso del Leon” Víctor Romero (Víctor Saturni)
Palabras de Isabel Nieto Grando
Profesor Nazareno Farias autor de la tapa del anecdotario
Entrega de anecdotarios: Enzo Angellotti, Osvaldo Guevara, Justo Valdarenas, Mario Torres, Beatriz Tombeur, Hugo Herrero, Roque Rojas,  Roberto Pablo “RPG” Garcia, Rafael Horacio López, Gerardo Garro, Maria Luisa Ortiz, Ñatita Nieto, Nazareno Farias, Mónica Fornés.
Lecturas de Anécdotas:
Enzo Angellotti lee El cochecito amarillo de Felipe Angellotti
Rafael Horacio López lee Pasiano
Jose Luis Colombini lee Santa Bárbara de Aldo Amaya
Justo Valdarenas lee su anécdota La Batalla que no fue
Victor Saturni lee Añoranzas de Roque Adolfo Rojas
Alejandra Nieto lee la anécdota de su autoría Cochero de Plaza
Hugo Herrero lee la Piojera

Mario Torres lee su anécdota Apuntes desde la farmacia

28 de septiembre de 2015

Los Pelícanos De Plata - Manuel Mujica Lainez


Los Pelícanos De Plata - Manuel Mujica Lainez
1615

Melchor Míguez da los últimos toques con el cincel al gran sello de plata que ostenta en su centro el escudo de la ciudad. Ya está lista la obra que por castigo le impusieron los cabildantes hace veinte días. Hay tres cirios titilantes sobre la mesa y el fondo del aposento se ilumina con las ascuas del hornillo, bajo la imagen de San Eloy. El platero enciende dos velas más. Ahora la habitación resplandece como un altar, alrededor del santo patrono de los orífices. Melchor ajusta el mango de madera al sello y lo hace girar entre los dedos finos, entornando los ojos para valorar cada detalle. Está satisfecho con su trabajo y los ediles tendrán que estarlo también. En el círculo de plata maciza, abre sus alas el pelícano heráldico. Cinco polluelos alzan los picos en torno. Tal es la descripción que le hizo el capitán Víctor Casco, alcalde ordinario, cuando le leyeron la sentencia y Melchor Míguez se ha ceñido exactamente a lo dispuesto. Luego, mientras burilaba los animalejos de abultado buche, salieron otros vecinos, viejos pobladores, alegando que ésas no eran las armas que Juan de Garay había diseñado para Buenos Aires, que ellos creen recordar que se trataba de un águila con sus aguiluchos; pero el terco alcalde se mantuvo en sus trece y no hubo nada que hacer. Pelícanos le pedían al platero y pelícanos había labrado.
Se recostó en el respaldo de vaqueta y suspiró. Esa noche su mujer quedaría libre. Lo había prometido y tenía que cumplir. Extendió la cera verde sobre un trozo de pergamino y aplicó encima el sello de plata: los palmípedos se destacaron en la sobriedad primitiva de las líneas. Pronto se multiplicarán en los papelotes del Cabildo entre las firmas inseguras.
Y su mujer podrá irse, si quiere. A lo mejor se va esa misma noche para Santa Fe, donde tiene una hermana. Al alba partirá una tropa de carretas con negros esclavos y mercancías. Que se vaya con ellos. No le importa ya. El otro, el amante, se ha fugado de la ciudad, con la cara marcada para siempre. Acaso se encuentren en Santa Fe. ¿Qué le importa ya al platero? La señal de su cuchillo quedará sobre el pómulo del otro, para siempre, para siempre. Y cuando la adúltera le abrace, aunque sea en lo hondo de la noche de tinta, la cicatriz en medialuna se inflamará para enrostrarle su pecado. No podrá rozarla sin que le queme las mejillas como una brasa.
Después de todo, los alcaldes no extremaron el rigor. A cambio de la herida, lo único que le han exigido es que labrara ese escudo, sin cobrar nada por la hechura. El mayordomo de los propios le entregó el metal hace veinte días, y en seguida se puso a trabajar. Le gusta su oficio: es tarea delicada, señoril; requiere paciencia y arte.
El otro estará en Santa Fe, aguardándola; pero el tajo en el pómulo, verdadero tajo de orfebre por la destreza, ése no se le borrará.
Ella tuvo también su pena: quince azotes diarios con el látigo trenzado, sobre las espaldas desnudas. Da lástima ver ahora esas espaldas que fueron tan hermosas. Ella misma se las ha curado con hojas cocidas y aceites, pero todas las mañanas volvían a sangrar bajo la lonja de cuero. Melchor Míguez le dijo:
—Tengo que labrar el escudo y pondré veinte días en hacerlo. Hasta que lo termine, permanecerás encerrada y recibirás quince azotes cada día. Luego podrás ir a reunirte con él.
Y no ha cedido. A medida que su obra avanzaba, enrojecieron las espaldas de su mujer y se desgarraron en llaga viva. Nada logró apiadarle: ni los gritos enloquecidos que no serían escuchados, pues su casa está apartada de todas; ni el ver, mañana a mañana, cómo se debilitaba su mujer; ni ha sucumbido tampoco ante la tentación de soltar el látigo, de caer de rodillas y de besar esos hombros cárdenos, sensuales, que adora.
Podrá irse esta noche misma, si le place. Después se lo dirá. ¿Y si se quedara? ¿Si se quedara con él? La culpa ha sido lavada ya. Ambos pagaron el precio: él, con esa pieza de plata que resume en su gracia simple su sabiduría de orfebre; ella, con su sangre. Le desanudó las ligaduras que le impedían escapar, para que se vaya esta noche, si quiere. Pero ¿y si se quedara? ¿Si volvieran a vivir como antes de que el otro apareciera con su traición?
Se le cierran los ojos. Sueña con su mujer bella y sonriente. Él está cincelando una custodia maravillosa, como la que el maestre Enrique de Arfe hizo para la catedral de Córdoba, en España, y que sale en andas, balanceándose sobre las corozas de los penitentes, a modo de un pequeño templo de oro y de plata para el San Jorge que alancea al dragón. Ella, a su lado, en la bruma del sueño, vigila el fuego, pule la ileza, los alicates, las limas, los martillos diminutos. Melchor cabecea en su silla, en el aposento iluminado por el llanto de los cirios gruesos.
Ábrese una puerta quedamente y su mujer se adelanta, encorvada como una bruja. Cada paso le tuerce el rostro con una mueca de dolor. Despacio, sin un ruido, se aproxima al platero. Sobre la mesa brilla con la alegría de la plata nueva, el sello de la ciudad. La mujer estira una mano, cuidando de no tocar los buriles. Sus dedos se crispan sobre el mango de madera dura. Ya lo tiene. Avanza hasta colocarse delante de su marido. Alza el gran sello redondo, con un vigor inesperado en su flaqueza, y de un golpe seco, rabioso, cual si manejara una daga, lo incrusta en la frente de Melchor.
El orfebre rueda de su asiento sin un quejido. Algo se le ha quebrado en la frente, bajo el golpe salvaje.
La mujer, espantada, arroja el sello en el hornillo, para que se funda su metal. Luego huye renqueando. Afuera, escondido entre las sombras, la recibe en sus brazos un hombre con una cicatriz en la cara, en forma de medialuna.
Melchor Míguez yace en la habitación silenciosa, alumbrada como un altar para una misa mayor. En su frente hendida, la sangre se coagula en torno del perfil borroso de los pelícanos.


Manuel Mujica Lainez De Misteriosa Buenos Aires (1950)

Gabriela Bayarri recordando a Gustavo Roldan y leyendo los pelícanos de Manuel Mujica Lainez

 Videopoetico Café Literario del Jueves 5 de Abril de 2012, en Quo Vadis Café, Sarmiento 341 (Al lado de Tribunales), Villa Dolores, Capital de la Poesía, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Cuyo tema fue Los oficios y coordino Gabriela Bayarri.

Organiza Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento

27 de septiembre de 2015

Encuesta: El caso Lolita, Manuel Mujica Lainez

Encuesta: El caso Lolita, Manuel Mujica Lainez

ENCUESTA: EL CASO “LOLITA”

1. ¿Cree usted que un poder político debe ejercer la facultad de censurar obras literarias?

2 ¿Cuáles son los límites y el criterio con que esta facultad debe ejercerse?

3. ¿Cree usted que en el caso de Lolita de Vladimir Nabokov, esa facultad ha sido ejercida con acierto?

MANUEL MUJICA LAINEZ:

1.      No.

2.      Hay un límite debajo del cual la obra deja de ser literaria convertirse en algo informe. En ese caso, ya fuera de la órbita de lo literario que implica un nivel de calidad artística, creo
              un poder político debe censurar las publicaciones pornográficas evidentemente nocivas.

3.      No. Lolita es un libro admirable, ejemplarmente escrito, un caso doloroso y cierto. Flaubert y Baudelaire en Francia por obras maestras. Siempre sucede asi. El Tiempo, al fin y al cabo, es el que juzga Lolita se leerá dentro de muchos años, como Madame Bovary, como Las Flores del mal.


Publicado en Revista Sur  sept./oct 1959, pp. 44/75.





26 de septiembre de 2015

El civilizado, Manuel Mujica Lainez

EL CIVILIZADO

Cada vez que recuerdo las dos ocasiones en que vi y oí su voz  —en París, como periodista, y luego como funcionario de la Cancillería, en Buenos Aires— la imagen que ante mi se presenta, por encima de las demás, es la del equilibrio, la del “civilizado”. Habló, en cada oportunidad, de política y de guerra, y lo hizo con vehemencia y con pasión; sus ojos penetrantes se iluminaban y se le acentuaba el dibujo de una vena, en la sien. Pero también, como si arrojase un peso sobre el otro platillo de la balanza, para recuperar la estabilidad armoniosa (el equilibrio), habló de arte, y no obstante que puso, al hacerlo, igual ímpetu e intensidad, ha quedado fija en mi mente la inesperada dulzura que asomó en su mirada y en su breve sonrisa. Es que Malraux  fue, más allá de su urgencia de “hacer” y de comprometerse, en un plano supremo, un civilizado, uno de los hombres más civilizados que surgieron en el país que tiene la suerte de seguir siendo el más civilizado del mundo. Por eso apoyó la riqueza de su vida sobre dos pilares contradictorios pero que, cuando se logran, constituyen el ideal eximio de la individualidad: la acción y la contemplación. Político y artista, defensor de las grandes causas que se vinculan con la libertad del hombre y con el progreso de su espíritu; lúcido, civilizado y, en consecuencia, campeón insobornable, incansable, de la civilización, tan preocupado (recuerdo) por un pequeño huaco peruano que acariciaban sus manos sensibles, como por reclamarle al teatro su condición de embajador de cultura, y después por explicar el porqué, circunstancial, exaltado, de España, el porqué de Francia, el porqué de China, el porqué. . . de comprenderlo y de compartirlo, vibrante… y de entrecerrar los ojos, sonreír apenas y evocar, de paso, la India de los grandes templos, y un manuscrito de Patmos y la necesidad de salvar hasta el último nervio de las catedrales góticas… y de volver a acariciar el pequeño huaco, el pequeño y frágil testimonio.  Así permanece, conmovedor, en mi memoria.

 Manuel Mujica Lainez

“El Paraíso”, enero de 1977 
Publicado en revista Sur, N° 340, enero/junio 1977.

André Malraux

(París, 1901 - Créteil, 1976) Narrador y ensayista francés, historiador y hombre de Estado, que encarnó el prototipo del escritor comprometido. Hijo único de padres separados, pasó su infancia en los suburbios de París. A los diecisiete años abandonó los estudios secundarios, pero pronto adquirió una vasta cultura autodidacta y se integró en los medios literarios y artísticos parisinos.
Participó en las tendencias de vanguardia de la inmediata posguerra, en especial el cubismo. Colaboró en Action, revista de este movimiento y en 1921 fue contratado como editor de la Galería de Arte Simon; allí apareció su primer trabajo, Lunes en papel, ilustrado por Fernand Léger y dedicado a M. Jacob. En 1922 comenzó su colaboración en la Nouvelle Revue Française. Viajó por Europa y visitó numerosos museos.
Su pasión por el arte jemer lo llevó a emprender, a finales de 1923, una expedición arqueológica a la selva camboyana. Allí descubrió, en un templo abandonado, bajorrelieves que extrajo con la intención de venderlos en Europa. La aventura le costó la cárcel, pero finalmente fue absuelto. Regresó a Francia pero volvió pronto a Saigón, en enero de 1925, para fundar un periódico: L´Indochine, que desapareció al año siguiente a instancias de las autoridades coloniales.
La doble experiencia de la sociedad colonial y del periodismo de opinión desempeñó un papel decisivo en la vida de Malraux: paralelamente a su descubrimiento de Oriente, tomó conciencia de las realidades políticas y sociales y adquirió la reputación de escritor comprometido que orientó su vida y su obra.
A su regreso a Francia, publicó La tentación de Occidente (1926), un "ensayo-novela" que confrontaba un Oriente de sabiduría y un Occidente en crisis. A esta obra le siguieron tres novelas, igualmente inspiradas por sus contactos con Asia, en las que abordó los grandes problemas éticos del siglo XX: Los conquistadores (1928), La vía real (1930) y La condición humana (1933); esta última se convertiría en su libro más célebre. 
Con la llegada al poder de Adolf Hitler, se hizo "compañero de ruta" del partido comunista. El tiempo del desprecio (1935), dedicado a las víctimas del nazismo, abrió un nuevo ciclo novelesco, ligado a la lucha contra los fascismos. Participó en la Guerra Civil española junto a los republicanos e intervino en combates aéreos con las brigadas internacionales. Fruto de esa experiencia fue la novela épica La Esperanza (1937), de la que al año siguiente hizo una adaptación cinematográfica.


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