María Teresa de las Mercedes Wilms Montt, conocida como
Thèrése Wilms Montt nació en Viña del Mar el 8 de septiembre de 1893 y murió en
París el 24 de diciembre de 1921), fue una escritora chilena considerada una
precursora del feminismo, tuvo una vida novelesca.
Rebelde a los valores burgueses de su sociedad, fue
internada a la fuerza en un convento por Gustavo Balmaceda, su esposo que era
funcionario de la Hacienda chilena ocho años mayor que ella debido a una
infidelidad con su primo carnal. Antes de la llegada del invierno, aún con 22
años, Wilms Montt intentó suicidarse. La dosis de morfina que consumió no logró
acabar con su vida.
En junio, el poeta Vicente Huidobro la ayudó a escapar
del convento. La vistió de negro y, como si acompañara a una viuda, viajó con
ella hasta Buenos Aires.
En Buenos Aires, la escritora, de tendencias anarquistas,
entró en contacto con el feminismo. Y con un joven poeta chileno que, frustrado
ante la falta de correspondencia sentimental de la escritora, se quitó la vida
frente a ella. A Horacio Ramos Mejías le dedicó el poemario Anuarí, del que
Ramón del Valle-Inclán, su prologuista, escribió: “Estos poemas, como
versículos de un libro sagrado, hacen sonar la cadena de los siglos y tienen la
misteriosa resonancia de las voces elementales”. La crítica celebró a la poeta
a los dos lados del Atlántico.
Intentó ser enfermera en Estados Unidos durante la
Primera Guerra Mundial, pero fue confundida y apresada como espía alemana.
En Europa, París fue su parada final. Allí la chilena
logró ver de nuevo a sus hijas. El trabajo de su exsuegro las había destinado,
al menos durante un año, al corazón de Francia. Cada semana, la escritora
conseguía pasar con ellas un puñado de horas. La tristeza que le arrancó la
separación definitiva la condujo a la depresión. En la Nochebuena de 1921, tras
un par de días bajo observación en el hospital Laennec, Teresa Wilms Montt
falleció. Había ingerido una dosis letal de veronal, un derivado del ácido
barbitúrico ahora ilegalizado que se empleaba entonces como somnífero.
Fue amiga de los escritores Gómez de la Serna, Enrique
Gómez Carrillo, Joaquín Edwards Bello, Víctor Domingo Silva y Ramón María del
Valle-Inclán.
VI
Traigo del fondo del silencio tu mirada; evoco tus ojos…
y me estremezco. Aun apagados por la muerte, me producen el efecto del rayo. No
ha perecido en ellos el poder fascinador.
Son dos faros azules, que me muestran las irradiaciones
magníficas del Infinito; son dos estrellas de primera magnitud, que miran hondo
sobre mis penas, perforándolas y agrandando la huella, hasta abrir una brecha
infinita como un mundo.
Tus ojos adorados, que fueron reflejos de esa bellísima
alma tuya, viven ahora en mi mente nutridos de mi propia vida, adquiriendo
brillo en la fuente inagotable de mis lágrimas.
Anuarí. Así como tus ojos me encadenaron a tu vida, ahora
me arrastran en tu fosa, invitándome con tentaciones de delirio. Tus ojos son
dos imanes ante un abismo. Yo siento la
atracción feroz…
Teresa Wilms Montt
De En la quietud del mármol, Casa Ed. Blanco, Madrid,
1918.
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