Noviembre, 1917 Buenos Aires
Mi cama ancha, toda blanca y fría como las avenidas
heladas por la nieve, me hace desear con vehemencia el estrecho y amoroso
ataúd.
He cavado, cavado con la constancia de un sepulturero,
las tie-rras de mi corazón.
Dolor, quien lo sufre y lo busca ha descubierto el fervor
de los iluminados mártires y el secreto de la eternidad.
Teresa Wilms Montt
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