Las mariposas del olivar
Aún saborean el rocío de las bocas concupiscentes
Agrio su corazón
Desolado y oscuro como una almadía en el declive de la noche
Aprisionado
Enfurecido al aire
Y por la proa la niña de pelo lacio desaparece suave como un gato
Dulcemente empujada por glicinas
Puro orgullo su realidad
Puro fantasma y zambullida
Yo escamas toda de pichón de pájaro agónico que hubiera
cerrado bruscamente su pico
Yo en tinieblas con mi hijo nonato
Yo en balandros donde se predica o se miente
Yo en caricias con piel lluviosa que van hacia el destierro
Con ubicuo poema acuartelado
Cariátide y almena yo
Apenas esbozada del silencio
El abismo cubierto de remiendos sanguinarios
Yo mezclada con niños contrabandistas tatuados por arpones
Yo en cuatro frentes y en el arcano de la cantera milenaria
(Embajadora alguna vez de tiernos heliotropos)
Las balas no sirvieron para mi guerra
Los besos no me hicieron soñar con marsupiales
Ni con azúcar de boca y cuerpo de obsidiana
Si demando su nave olvidadiza
Las gaviotas de Ruanda despeinan mis cabellos de fósforo delgado
De madrugada crujen las mortales
Incesantes
Furtivas
Picoteándome por dentro
María Meleck Vivanco
De Canciones para Ruanda Ediciones de La Sociedad de los Poetas Vivos. Colección de poesía elefante en el bazar .Buenos Aires,1996
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