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31 de octubre de 2022
Osvaldo Guevara lee Musiqueros y El desterrado
30 de octubre de 2022
Osvaldo Guevara lee Balada de un domingo de mi infancia de Horacio Rega Molina
Balada de un domingo de mi infancia, Horacio Rega Molina
Mañana el maestro dará prueba escrita
(Mi infancia no tuvo sino días malos)
Sentada en un banco mi infancia recita
Colón ha partido del puerto de Palos.
Es día domingo. Llovizna. Hace frío.
El cuarto es muy grande, yo estoy solo en él.
Parece que arrastra en el cuarto sombrío
su cola de seda la reina Isabel.
Es día domingo. Con una constancia
Que más dolorosa no pudo haber sido
Sentada en un banco repite mi infancia
Del puerto de Palos Colón ha partido…
Las seis de la tarde, se encienden candelas
Se cierran las puertas. La casa es distinta
dan miedo, dan miedo, las tres carabelas.
La Santa María, la Niña y la Pinta.
29 de octubre de 2022
Osvaldo Guevara habla sobre el vino, lee su poema La cajera del super y Asunción del grillo
28 de octubre de 2022
Osvaldo Guevara lee su poema Casi nocturno
27 de octubre de 2022
Osvaldo Guevara lee La doble sombra
26 de octubre de 2022
Osvaldo Guevara lee su poema Hacia el grito
24 de octubre de 2022
Largo día de colera, Leopoldo Marechal
LARGO DÍA DE CÓLERA
En el corazón del silencio
los hombres clavan sus pasos.
Cada talón golpea la bigomia del mundo.
Se tejen las pisadas en collares de fuga
y el tiempo, castigado de invisibles otoños,
en los caminos hace llover sus hojas muertas.
En el uso del hombre se fatiga el silencio.
Las rutas envejecen con el paso del hombre.
¡La luz abrió sus párpados un día!
El sol gimnasta pudo saltar la cuerda floja
de un horizonte niño.
Sobre el navío errante de las noches
el Milagro calzó grandes botas piratas.
Un dios-viento solía desmontar junto al hombre
y ataba su caballo de música en la tierra:
contrabandista de pájaros
o arriero de tormentas,
contó sus episodios en la ruta del aire.
Nombraba lejanías durmientes en cunas de estupor,
sin desflorar aún y deseosas de una torpe violencia.
el mar enfático, inventor de génesis,
y un Secreto que ansiaba deshojarse
igual que una rosa bien madura de amor...
Pintaba silencios curvados en sed de gritos.
Una gran soledad que tendía sus ramas
hacia los cuatro puntos cardinales del sueño.
Y una tierra en cuyos ojos lucientes
colgaban las últimas gotas de la Primera Noche...
El viento fue la tentación del viaje:
Zumbaban los planetas como siete moscas;
a los pies del hombre yacía intacto el carretel de la distancia;
y los ríos dijeron ya sus ripiosas verdades
con las barbas proféticas al sol.
Así los hombres músicos
encordaron la tierra de caminos:
¡Mástil empavesado de mañanas!
¡Caballos que redoblan lejanías!
El silencio juntó las pisadas del mundo...
En el corazón del silencio
los hombres hunden sus cantos.
El silencio es la rama
donde se emboscan todos los pájaros de música.
Ballesta de palabras que se curvó en el odio
y en el amor, ¡qué importa!
Besos podridos en el árbol
de un otoño de fiebre.
¡Hilo de risas para atar el tiempo,
roto en las viejas manos de una hora!
¡El motivo no importa! Fabricamos campanas
que muerdan el silencio
y el mundo es un pandero que se quiebra en tus puños
o en mis fuertes rodillas.
Cantamos a la vida ya la muerte
¡y el motivo no importa!
Nuestra oración patina la cara de los dioses
o revienta los ojos preñados de la lluvia...
¡Lo esencial es romper el silencio y el agua
de los grandes mutismos!
Yel silencio es un buey que se arrodilla
fustigado de voces.
Yo anuncio un largo día de cólera.
Y entonces,
de pie, gesticulando como un dios,
apretará su hinchado corazón el silencio,
fruto de todas las palabras muertas.
El mar extenderá sus puños de agua
sobre una floración de ciudades atónitas.
Viejo trompo sin niños,
en un rincón de noche se detendrá la tierra.
Y un dios color de algas
ha de amasar el barro de otro mundo sin voces
ante una gran frescura de diluvio...
Leopoldo Marechal
23 de octubre de 2022
de Sophia, Leopoldo Marechal
DE SOPHÍA
Entre los bailarines y su danza
la vi cruzar, a mediodía, el huerto,
sola como la voz en el desierto,
pura como la recta de una lanza.
Su idioma era una flor en la balanza:
justo en la cifra, en el regalo cierto;
y su hermosura un territorio abierto
a la segura bienaventuranza.
Nadie la vio llegar: entre violines
festejaban oscuros bailarines
la navidad del fuego y del retoño.
¡Ay, sólo yo la he visto a mediodía!
Desnuda estaba y al Pasar decía:
"Mi señor tiene Un prado sin otoño".
Leopoldo Marechal
De "Sonetos a Sophía y otros poemas" 1940
22 de octubre de 2022
El poema de Robot, Leopoldo Marechal
EL POEMA DE ROBOT
El ingeniero de Robot; se dijo:
«Hagamos a Robot a nuestra imagen
y nuestra semejanza».
Y compuso a Robot, cierta noche de hierro,
bajo el signo del hierro y en usinas más tristes
que un parto mineral.
Sobre sus pies de alambre la Electrónica,
ciñendo los laureles robados a una musa,
lo amamantó en sus pechos agrios de logaritmos.
Pienso en mi alma: «El hombre que construye a Robot
necesita primero ser un Robot él mismo,
vale decir podarse y desvestirse
de todo su misterio primordial».
Robot es un imbécil atorado de fichas,
hijo de un padre zurdo y una madre sin rosa.
Leopoldo Marechal