RIVERA
“Pardejón significa el macho toruno que
suele encontrarse en las crías de mulas, tan malo y perverso que muerde y corta
el lazo, se viene sobre éste y atropella a mordiscos y patadas; que jamás se
domestica, y cuyo cuero no sirve, porque los padrillos de las crías lo muerden
a menudo; que no tiene grasa y cuya carne tampoco sirve, porque es tan
pestífera que ni los indios la comen...; y los paisanos llaman pardejón aun
hombre perverso”
SALDÍAS, Historia de la Confederación
Argentina
En las carpetas donde el té se vuelca, en
esos bacarats
vencías pardejón? O dabas coces en los
establos de la República,
– reducida a unas pocas calles céntricas –
qué más?
coces a los manteles? aquellos que las
chicas uruguayas se empecinaban en bordar?
O era la tarde del gobierno con lentos
trotes por la plaza
con el cerro copado por los bárbaros pasos
de aya en la oscuridad
Héroe del Yaguarón una historia que cante a
los vencidos
ellos se arrastran por las ligustrinas
ocupadas acaso hay un linde para esta feroz profanación?
Por qué Oribe no tomó Montevideo antes de
que este amor fuera imposible?
Mi muy querida esposa Bernardina:
he perdido parte de la montura al atravesar
el Yaguarón crecido,
te ruego envíes el chiripá amarillo y unas
rastras;
aquí no tenemos ni para cachila, así que si
tienes unos patacones
me los mandas
En qué cogollos encopetados andarás? mi
ama, mi vecina
Te entregarías a él, mi Bernardina? O a los
muchachos de la Comisión Argentina, que miran con azoro cuando te beso?
Sé que se urden a costa de mí infames
patrañas dales crédito, algunas de ellas son exactas
Hemos tenido con los unitarios relaciones
muy íntimas
Y si no los conociera tan de cerca, qué me
uniría a ellos a mí, un gaucho bruto
si fuera manso y no me diera de corcovos en
los rodeos
Estamos sitiados, Bernadotte Adónde iremos
después de esta película tan triste
Néstor Perlongher
De Alambres
(Buenos Aires, Último Reino, 1987)
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29 de mayo de 2023
Rivera, Néstor Perlongher
28 de mayo de 2023
Mme. S., Néstor Perlongher
Mme. S.
Ataviada de pencas, de gladíolos: cómo
fustigas, madre, esas escenas
de oseznos acaramelados, esas mieles
amargas como blandes
el plumero de espuma: y las arañas: cómo espantas con tu ácido bretel el fijo bruto:
fija, remacha y muele: muletillas de madre parapléxica: pelvis
acochambrado, bombachones de esmirna: es esa madre la que en el
espejo se insinúa ofreciendo las galas de una noche de esmirna y
bacarat: fija y demarca: muda la madre que se ofrece mudándose en amante
al plumereo, despiole y despilfarro: ese desplume de la madre que corre las gasas de los
vasos de whisky en la mesa ratona: madre y corre: cercena y garabato:
y gorgotea: pende del cuello de la madre una ajorca de sangre,
sangre púbica, de plomos y pillastres: sangre pesada por esas
facturas y esas cremas que
comimos de más en la mesita de luz en la
penumbra de nuestras
muelles bodas: ese borlazgo: si tomabas mis
bolas como frutas de un
elixir enhiesto y denodado: pendorchos de
un glacé que te endulzaba:
pero era demasiado matarte, dulcemente:
haciéndome comer de esos
pelillos tiesos que tiernos se agazapan en
el enroque altivo de mis
muslos, y que se encaracolan cuando lames
con tu boca de madre las
cavernas del orto, del ocaso: las cuevas; y yo, te penetraba?
pude acaso pararme como un macho ebrio de
goznes, de tequilas mustio,
informe, almibararme, penetrar tus
blonduras de madre que se ofrece,
como un altar, al hijo - menor y amanerado?
adoptar tus alambres de
abanico, tus joyas que al descuido dejabas
tintinear sobre la mesa. entre los vasos de ginebra, indecorosamente
pringados de ese rouge arcaico de tus labias cual lobezno lascivo, pude, alzarme tras tus enaguas, y lamer tus senos, como
tú me lamías los pezones y dejabas babeante en las tetillas - que
parecían titilar - el ronroneo de tu saliva rumorosa? el bretel de tus
dientes? pude madre? como un galán en ruinas que sorprende a su
novia entre las toscas braguetas de los estibadores, en
los muelles, cuando laxa desova, en los botones, la perfidia a
él guardada? ese lugar secreto y púbico? cómo entonces tomé esa
agarradera, esos tapires incrustados con mangos de magnolia,
aterciopeladamente sospechosos y sosteniendo con mi mismo miembro la
espuma escancorosa de tu sexo, descargar en tu testa? Sonreías borlada
entre las gotas de semen de los estibadores que en el muelle te tomaban
de atrás y muellemente: te agarre: qué creías?
Néstor Perlongher
27 de mayo de 2023
El mal de sí, Néstor Perlongher
El mal de sí
Detente, muerte:
tu infernal chorreado
escampar hace las estanterías
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:
los cuerpos carcomidos en los campos
barridos por la lepra.
Ya no se puede desechar.
Ve muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la
cápsula.
Escondida que no haya mares descubiertos.
Pues una vez presente todo lo vuelves
ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia
dolorosa del que falta.
No es lo que falta, es lo que sobra, lo que
no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de
las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad
del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele
el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendidas
en la higuera
como un noctámbulo extraviado.
Néstor Perlongher
26 de mayo de 2023
El mal de sí, Néstor Perlongher
El mal de sí
Detente, muerte:
tu infernal chorreado
escampar hace las estanterías
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:
los cuerpos carcomidos en los campos
barridos por la lepra.
Ya no se puede desechar.
Ve muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la
cápsula.
Escondida que no haya mares descubiertos.
Pues una vez presente todo lo vuelves
ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia
dolorosa del que falta.
No es lo que falta, es lo que sobra, lo que
no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de
las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad
del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele
el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendidas
en la higuera
como un noctámbulo extraviado.
Néstor Perlongher
25 de mayo de 2023
El cadáver, Néstor Perlongher
EL CADÁVER
¿Por qué no entré por el pasillo?
Qué tenía que hacer en esa noche
a las 20.25, hora en que ella entró,
por Casanova
donde rueda el rodete?
Por qué a él?
entre casillas de ojos viscosos,
de piel fina
y esas manchitas en la cara
que aparecieron cuando ella, eh
por un alfiler que dejó su peluquera,
empezó a pudrirse, eh por una hebilla de su pelo
en la memoria de su pueblo
Y si ella
se empezara a desvanecer, digamos
a deshacerse
qué diré del pasillo, entonces?
Por qué no?
entre cervatillos de ojos pringosos,
y anhelantes
agazapados en las chapas, torvos
dulces en su melosidad de peronistas
si ese tubo?
Y qué de su cureña y dos millones
de personas detrás
con paso lento
cuando las 20.25 se paraban las radios
yo negándome a entrar
por el pasillo
reticente acaso?
como digna?
Por él,
por sus agitados ademanes
de miseria
entre su cuerpo y el cuerpo yacente
de Eva, hurtado luego,
depositado en Punta del Este
o en Italia o en el seno del río
Y la historia de los veinticinco cajones
Vamos, no juegues con ella, con su muerte
déjame pasar, anda, no ves que ya está muerta!
Y qué había en el fondo de esos pasillos
sino su olor a orquídeas descompuestas,
a mortajas,
arañazos del embalsamador en los tejidos
Y si no nos tomáramos tan a pecho su muerte, digo?
si no nos riéramos entre las colas
de los pasillos y las bolas
las olas donde nosotras
no quisimos entrar
en esa noche de veinte horas
en la inmortalidad
donde ella entraba
por ese pasillo con olor a flores viejas
y perfumes chillones
esa deseada sordidez
nosotras
siguiéndola detrás de la cureña?
entre la multitud
que emergía desde las bocas de los pasillos
dando voces de pánico
Y yo le pregunté si eso era una manifestación o un entierro
Un entierro, me dijo
entonces vendría solo
ya que yo no quería entrar por el pasillo
para ver a sus patas en la mesa de luz,
despabilando
Acaso pensé en la manicura que le aplicó el esmalte Revlon?
O en las miradas de las muchachas comunistas,
húmedas sí, pero ya hartas
de tanta pérdida de tiempo:
ellas hubieran entrado por el pasillo de inmediato
y no se hubieran quedado vagando por las adyacencias
temiendo la mirada de un dios ciego
Una actriz –así dicen–
que se fue de Los Toldos con un cantor de tangos
conoce en un temblor al General, y lo seduce
ella con sus maneras de princesa ordinaria
por un largo pasillo
muerta ya
Y yo
por temor a un olvido
intrascendente, a un hurto
debo negarme a seguir su cureña por las plazas?
a empalagarme con la transparencia de su cuerpo?
a entrar, vamos por ese pasillo donde muere
en su féretro?
Si él no me hubiera dicho entonces que está solo,
que un amigo mayor le plancha las camisas
y que precisaría, vamos, una ayuda
allá, en Isidro
donde los terrenos son más baratos que la vida
lotes precarios, si, anegadizos
cerca de San Vicente (ella
no toleraba viajar a San Vicente
quiso escapar de la comitiva más de una vez
y Pocho la retuvo tomándola del brazo)
Ese deseo de no morir?
es cierto?
en lugar de quedarse ahí
en ese pasillo
entre sus fauces amarillas y halitosas
en su dolor de despertar
ahí, donde reposa,
robada luego,
oculta en un arcón marino,
en los galeones de la bahía de Tortuga
(hundidos)
Como en un juego, ya
es que no quiero entrar a esa sombría
convalecencia, umbría
–en los tobillos carbonizados
que guarda su hermana en una marmita de cristal–
para no perder la honra, ahí
en ese pasillo
la dudosa bondad
en ese entierro.
Néstor Perlongher
24 de mayo de 2023
El bretel, Néstor Perlongher
El
bretel
Cuerpos, marcas de cuerpo en el bretel
trenzado, que ata a la baldosa la pirueta de la mirada que circula, azul, el
fijo merodeo de los rabos en el fulget del parque oscuro, cuevas curva el
bretel, lumina, reconoce en lo blondo de las gasas la ceguera del ánade,
guiándolo,
incrusta en la espesura de las pieles un
tornillo de jade, un anteparo
un recaudo barroco sosteniendo a horcajadas
el peso
de los muslos
en la blusa.
Néstor Perlongher
23 de mayo de 2023
Canción de amor para los nazis en Baviera, Néstor Perlongher
CANCIÓN DE AMOR PARA LOS NAZIS EN BAVIERA
Marlene Dietrich
cantaba en Londres una canción entre la
guerra:
Oh no no no es cierto que me quieras
Oh no no no es cierto que me quieras
Sólo quieres a tu padre, Nelson, que murió
en Trafalgar
y ese amor es sospechoso, Nelson
porque tu papá
era nazi!
Era el apogeo de la aliadofilia
debajo de las mesas aplastábamos soldados
alemanes
pero yo estaba sentada junto a ti, Nelson
que eras un agente nazi
Y me dabas puntapiés
Oh no no no es cierto que me quieras
Ay ay ay me dabas puntapiés
Ceremoniosamente me pedías perdón
posabas una estola de visón sobre mis
hombros
y nos íbamos a hacer
el amor a mi buhardilla
pero tú descubrías a Ana Frank en los
huecos
y la cremabas, Nelson, oh
Oh no no no es cierto que me quieras
Ay ay ay me dabas puntapiés
Heil heil heil eres un agente nazi
Más acá o más allá de esta historieta
estaba tu pistola de soldado de Rommel
ardiendo como arena en el desierto
un camello extenuado que llegaba al oasis
de mi orto u ocaso o crepúsculo que me
languidecía
y yo sentía el movimiento de tu svástica en
mis tripas
oh oh oh
Néstor Perlongher
1 de noviembre de 2021
Trottoir, Néstor Perlongher
31 de octubre de 2021
Por qué seremos tan hermosas... Néstor Perlongher
Por qué seremos tan hermosas...
Por qué seremos tan perversas, tan mezquinas
(tan derramadas, tan abiertas)
y abriremos la puerta de calle
al monstruo que mora en las esquina,
o sea el cielo como una explosión de vaselina
como un chisporroteo,
como un tiro clavado en la nalguicie.
Por qué seremos tan sentadoras, tan bonitas
los llamaremos por sus nombres
cuando todos nos sienten
(o sea, cuando nadie nos escucha)
Por qué seremos tan pizpiretas, charlatanas
tan solteronas, tan dementes
Por qué estaremos en esa densa fronda
agitando la intimidad de las malezas
como una blandura escandalosa cuyos vellos
se agitan muellemente
al ritmo de una música tropical, brasilera.
Por qué seremos tan disparatadas y brillantes
abordaremos con tocado de plumas el latrocinio
desparramando gráciles sentencias
que no retrasarán la salva, no
pero que al menos permitirán guiñarle el ojo al fusilero
Por qué seremos tan despatarradas, tan obesas
sorbiendo en lentas aspiraciones
el zumo de las noches peligrosas
tan entregadas, tan masoquistas,
tan hedonísticamente hablando
Por qué seremos tan gozosas, tan gustosas
que no nos bastará el gesto airado del muchacho,
su curvada muñeca:
pretenderemos desollar su cuerpo
y extraer las secretas esponjas de la axila
tan denostadas, tan groseras
Por qué creeremos en la inmediatez,
en la proximidad de los milagros
circuidas de coros de vírgenes bebidas y asesinos
dichosos
tan arriesgadas, tan audaces
pringando de dulces cremas los tocadores
cachando, curioseando.
Por qué seremos tan superficiales, tan ligeras
encantadas de ahogarnos en las pieles
que nos recuerdan animales pavorosos y extintos,
fogosos, gigantescos.
Por qué seremos tan sirenas, tan reinas
abroqueladas por los infinitos marasmos del romanticismo
tan lánguidas, tan magras
Por qué tan quebradizas las ojeras, tan pajiza la ojeada
tan de reaparecer en los estanques donde hubimos de
hundirnos
salpicando, chorreando la felonía de la vida
tan nauseabunda, tan errática.
Néstor Perlongher
30 de octubre de 2021
Como reina que acaba, Néstor Perlongher
COMO REINA QUE ACABA
Como reina que vaga por los prados donde yacen los restos
de un
ejército y se unta las costuras de su armiño raído
con la
sangre o el belfo o con la mezcla de caballos ly
bardos que
parió su aterida monarquía
así hiede el esperma, ya rancio, ya amarillo, que
abrillantó
su blondo
detonar o esparcirse — como reina que abdica —
y prendió
sus pezones como faros de um vendaval confuso,
interminable, como sargazos donde se ciñen las marismas
Y fueran los naufragios de sus barcas jalones del jirón
o
bebederos de pájaros rapaces, pero en cuyo trinar
arde junto
al dolor ese presentimiento de extinción
del dolor,
o una esperanza vana, o mentirosa, o aún más
la
certidumbre
de extinción
de extinción como un
incendio
como una hoguera cenicienta y fatua a la que atiza apenas
el
aliento de un amante anterior, languidecente, o siquiera
el desvío de una nube, de un nimbo
que en el terreno de estos pueriles cielos equivale a un
amante,
por más que este sea un sol, y no amanezca
y no sé dé a la luz más que las sombras donde andan las
arañas
las escolopendras con sus plumeros de moscas azules y
amarillas
(Por un pasillo
humedecido y hosco donde todo fulgor
se
desvanece)
Por esos tragaluces importunas la yertez de los muertos,
su
molicie, yerras por las pirâmides hurgando entre las
grietas,
como alguien que pudiera organizar los sismos
Pero es colocar contra el simún tu abanico de plumas,
como lamer el aire caliente del desierto, sus hélices
resecas
Néstor Perlongher
29 de octubre de 2021
Moreira, Néstor Perlongher
28 de octubre de 2021
(Lobos), Néstor Perlongher
(LOBOS)
lebos lobos ajax rodrigo guesavenda
gruesa venda venérea madreselva del ánade
cohonestas ebúrneos mercados
tasa la marca del pito
rito colomí cárpido lesma
leve losa lontano lamé
pero la cercanía del escarpe
arroja lanas desamor ocaso
o no alba fibrosa, no está en ajax
rodrigo al mediodía espinoso
y reblandecido, por lo
tostado de las carnes o escarpe del bozo
enjuta adarga en pliegos de furtivo
jaguar desala y ronda
ronco rebota ronronea
rutila hosco
Néstor Perlongher
27 de octubre de 2021
Corto pero ligero, Néstor Perlongher
CORTO PERO LIGERO
(Y no habría de ser: esa chupada, ese lambeteo: cebado el
mate
junto al
fogón de los arrieros, que arden de...
ese
descanso de la tropa alzada, en grupas: no
habría de
bajarme el chiripá, descendiendo a este
encuentro.
Ahora susurra el viento en la ventana
que da al
aljibe: hurras blande
no desacordonarme la manea
donde tremolo temblorosa?)
Una historia de sables, de pistolas
De trincheras con flores de sapo y de zarza parrilla
Como hecha a dedo, a pecho
Echada en el camino de Tarija
Por un gendarme ríspido, montés
Trasiego, belicosa?
Belfo y flande
Congoja
Si tuviera que ver este lenguaje
con el terror de esos paisanos
que al ver al General piensan en Hoffman
Si su respiración no moviera las borlas de la cama de
Rosas,
de Esmeralda
Y él no se lo encontrase, al regreso de un vado, en la
catrera:
en el
encame jabonoso, como un lagarto entre los lienzos
aparece con labios de obsidiana y perfume de ajenjo:
huele a Chipre
(Si no me hubieras dicho qué paso
en esa noche de Cañuelas, la última
- un bolero: si bien -
aún te querría?)
Un general moviendo espadas en la sombra
Cacha y espuela, blonda y nácar
Coro de férulas:
Un
general que agita los pendorchos
y se
entrega al de enfrente, saltando los tapiales
es más
mujer que hombre, es más mujer para ser hombre.
hombre
de más para mujer: un general,
un
artesano de la muerte
Chupa, lame esta hinchazón del español
Néstor Perlongher
26 de octubre de 2021
Rivera, Néstor Perlongher
RIVERA
“Pardejón significa el macho toruno que suele encontrarse
en las crías de mulas, tan malo y perverso que muerde y corta el lazo, se viene
sobre éste y atropella a mordiscos y patadas; que jamás se domestica, y cuyo
cuero no sirve, porque los padrillos de las crías lo muerden a menudo; que no
tiene grasa y cuya carne tampoco sirve, porque es tan pestífera que ni los
indios la comen...; y los paisanos llaman pardejón aun hombre perverso”
SALDÍAS, Historia de la Confederación Argentina
En las carpetas donde el té se vuelca, en esos bacarats
vencías pardejón? O dabas coces en los establos de la
República,
– reducida a unas pocas calles céntricas – qué más?
coces a los manteles? aquellos que las chicas uruguayas
se empecinaban en bordar?
O era la tarde del gobierno con lentos trotes por la
plaza
con el cerro copado por los bárbaros pasos de aya en la
oscuridad
Héroe del Yaguarón una historia que cante a los vencidos
ellos se arrastran por las ligustrinas ocupadas acaso hay
un linde para esta feroz profanación?
Por qué Oribe no tomó Montevideo antes de que este amor
fuera imposible?
Mi muy querida esposa Bernardina:
he perdido parte de la montura al atravesar el Yaguarón
crecido,
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te ruego envíes el chiripá amarillo y unas rastras;
aquí no tenemos ni para cachila, así que si tienes unos
patacones
me los mandas
En qué cogollos encopetados andarás? mi ama, mi vecina
Te entregarías a él, mi Bernardina? O a los muchachos de
la Comisión Argentina, que miran con azoro cuando te beso?
Sé que se urden a costa de mí infames patrañas dales
crédito, algunas de ellas son exactas
Hemos tenido con los unitarios relaciones muy íntimas
Y si no los conociera tan de cerca, qué me uniría a ellos
a mí, un gaucho bruto
si fuera manso y no me diera de corcovos en los rodeos
Estamos sitiados, Bernadotte Adónde iremos
después de esta película tan triste
Néstor Perlongher
De Alambres
(Buenos Aires, Último Reino, 1987)