La Maceta
Cuando una semillita encuentra el niño,
sus colores tan vivos le deslumbran,
y la planta en un tiesto, porcelana
con flores raras y un dragón azul.
Se alarga la raíz como culebras,
asoma y echa flor, se hace arbolillo;
día a día sus pies vellosos hunde
hasta hacer estallar el recipiente.
Vuelve el niño y contempla el estropicio,
con la planta que yergue verdes dagas;
va a arrancarla, pero el tallo es tenaz,
se ensangrienta los dedos con los dardos.
Germinó por sorpresa en mí el amor;
yo creía sembrar una flor pasajera,
y es un áloe cuya raíz rompe
la porcelana de color magnífico.
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