Días de risperidona y aripiprazol
Ni muy listo ni tonto de remate
Fui lo que fui: una mezcla
De vinagre y aceite de comer
¡Un embutido de ángel y bestia!”.
Nicanor Parra
Desde niño tengo carpetas,
libretas, cuadernos con anotaciones
donde plasmo lo que me pasa,
lo que veo, lo que pienso.
Desde niño alucino
con representar la historia
donde fuera el personaje heroico.
Desde niño me siento más cercano
a Héctor que a Aquiles.
Soy patético desde mi piadosa infancia.
Una persona capaz de sacudir
y estremecer su forma de ser
engendrándose sentimientos exaltados
en especial padecimientos, congojas
desconsuelos y melancolías.
Fui ese niño que con nueve años
busco a dios en la guía telefónica.
Cuando encontró su número
lo llamo hasta que alguien atendió
y del otro lado solo recibió insultos.
Fui ese niño dibujando lágrimas de diseño
en un calendario sin colores.
Aún soy ese chiquillo
viendo besos mintiendo amor
en portales oscuros,
esquivando argucias que se despiden
por el viento que acerca el frío.
Evadiendo caricias que falsean pasión
esparcidas en la noche.
Soy ese niño que cuando entró a la adolescencia,
sus padres lo llevaron a un curandero,
preocupados por como era y que se ensimismaba
pareciendo no interesarle nada.
Y el sanador les dijo que debía dormir
con una cofia de tela color verde en la cabeza.
Fui ese niño que sus padres pensaron
que la ritalina, la risperidona y el aripiprazol
lo estaban salvando.
Y fui ese chico áspero, impalpable, raro,
al que le apodaban misterioso,
ese chico que usaba cresta cuando no estaba de moda
y se afeito las cejas para ser un monstruo y que todos le
teman.
Ese niño inservible con Síndrome Oposicionista Desafiante,
ese chico que ya con los años que tiene
aun le reprochan las cosas que hizo.
Y soy ese hombre que carga con el peso
de las 1001 cagadas que se mandó
y a pesar de todo si volviera a nacer
elegiría ser el mismo.
El mismo niño hombre con más errores que aciertos.
El caprichoso y terrible que hacia el rodillo en el
suelo.
El niño de mirada triste y perdida
el temeroso, solitario, callado y tímido
el que ama escuchar rock y leer.
Aunque todos los libros se reduzcan a una verdad esencial
que si tu IQ es más alto que el promedio la vida es
insoportable
y el promedio ni siquiera es tan alto
tal vez parece poca cosa y no es impresionante
pero amo los libros y quiero que me vida trate de lo que
amo.
Y supe ser una palabra en un papel
que el arroyo remolcaba,
mientras le hablaba de amor a las piedras,
llevándola lejos, muy lejos,
y la arrastraba y daba vueltas
y pegaba de orilla en orilla,
de piedra en piedra,
de escombro en escombro,
en los huesos de la montaña.
Y todavía sigo siendo el mismo.
Jose Luis Colombini
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