La muerte de mi padre (Fragmento), Antonio Esteban Agüero
Fragmento de la La Verde Memoria o La Educación de un
poeta (Autobiografía)de Obras Completas de Antonio Esteban Agüero, Tomo III,
Cap.IV.
Corría el mes de febrero de 1919. Mis padres quisieron
festejar con un almuerzo familiar mi segundo cumpleaños, que caía,
precisamente, en los primeros días de ese mes. La alegría y la cordialidad
reinó en la larga mesa, en cuya cabecera al lado de mi padre y sentado en mi
sillita alta con la cabeza rubia de niño, cuyo cabellos peinados en largos
bucles me caían sobre los hombros estaba yo, el dueño del homenaje y centro
obligado de todas las miradas y todos los mimos.
Cuando sirvieron el café mi padre anunció a todos los
comensales que la noche anterior había compuesto un poema, “unos pequeños
versos sin mucho valor”, -comentó él con modestia- en honor de su hijo
primogénito que quería leer en tal ocasión. Todos los presentes asintieron con
entusiasmo. La primera, mi madre, que nada sabía de la sorpresa que le guardaba
su esposo.
Y mi padre, extrayendo del bolsillo interior de la
americana un puñado de hojas, comenzó la lectura de los versos. El poema era un
canto en honor de su hijo. Los versos decían musicalmente los goces de la
paternidad. La ternura de su esposa. Y auguraban para su hijo pequeño un
destino de hombre lleno de luz y de gloria. Le señalaba como un deber amar a su
país por sobre todas las cosas y cumplir entre los hombres una misión universal
de buena voluntad. Le imponía el ejemplo permanentemente de los constructores
de nuestra nacionalidad, de esos próceres que él admiraba...
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