HISTORIA CALAMITATUM
Esta pena es
pasajera, no eterna.
Tiende a purificar,
no a condenar.
Segunda carta
de Abelardo a Heloísa
¿Adónde ir ahora?
¿Cómo reaparecer ante el público,
para que
todos me señalen con el dedo
y se ensañe
la compasión? Ya no soy, para el mundo,
sino un
espectáculo abominable, escándalo, un eunuco
excluido.
como animal mutilado, de la asamblea de
Dios.
La ley
homicida me ha juzgado de esta manera
para que
purgue las seducciones de la carne y del siglo,
pero el aguijón
del pensamiento ¡más poderoso que el
de la carne,
aviva la hoguera de la voluptuosidad
y el fuego se
propaga desde el cielo al infierno.
El dolor infligido
exaspera todavía más
porque el
pensamiento, ay, a diferencia de la sensación,
no se
consuma, y se revuelve sobre sí mismo
buscando esa
muerte donde todo halla reposo.
Para mí no
hay corona, y puesto que un abismo
separa de la
esposa blanca por los huesos,
espero otro
nombre mejor que el de esposo,
el nombre
verdadero que jamás perece.
Horacio Castillo
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