POESÍA Y GENERACIONES
Padecemos hoy, en Argentina, una lúes inacabable de
criticas de “críticos consagrados”, dedicadas a menear el sonsonete de las
generaciones literarias.
Se escriben largos libros, largas notas, largas
imbecilidades que a huelen a minusvalías
viscerales, donde nos endosan, a nosotros, los nuevos, los ignorantes, los que
no sabemos de 1810, ni del Club del Progreso ni del grupo “Martín Fierro",
ni de Irigoyen, ni de las generaciones del 22, 2.3, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30,
31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40 y así hasta no terminar (hemos de llegar
a ver, estamos seguros, que en su afán de clasificarnos meticulosamente
dividirán las generaciones por meses) la generación que ya nos pertenece y la que pertenecerá a nuestros hijos.
Como si ello fuera poco confeccionan largas citas de revistas
boletines cuya duración fue de un número (la mayoría de las veces abortivo),
con nombres, fechas, título del manifiesto, y nos las arrojan como testimonio
(¿de qué?), consiguiendo con ello sumergidos más en el desconsuelo y en el
desconcierto por lo vacías y ridículas.
Comprendemos que tal vez. todo ello tenga una explicación
(por suerte hemos dejado ser niños tontos hace tiempo, verdad que olvidan, como
también olvidan que conocemos y vamos Europa, Asia y África, como si viajáramos
de ,nuestras casas al centro, y sabemos perfectamente la calidad empleada por
los críticos para confeccionar sus ensayos poéticos) pues esas interminables
listas sirven para quedar bien con tutti ~y en un determinado momento “quemar"
al que molesta sin comprometerse en ninguna dirección, y quedar a salvo con
filas de nombres que aplacan la natural egolatría del ser. . .
Ahora bien, dejando de lado esos “necesarios” libros,
ensayos, artículos, sobre las generaciones, nos preguntamos: ¿Y el poeta, el
creador, el que plasma, atrapa el duende, el misterio que llamamos poesía, cuándo
el crítico lo desnudará totalmente, en su intimidad de hombre y de poeta?
¿Cuándo lo mostrará en toda su bondad de creador?
En Europa, cuando se dice Stefan George, Rilke, Valery,
Montale, Aleixandre, Guillén, Eliot, Pound (así como en América se dice Vallejo,
Neruda, Paz) se husmea, como ridículo sabueso sin olfato, en su generación, o
simplemente el crítico se sumerge con todas sus armas en
la vida y en la obra -¡en la 0bra!- del poeta, y luego de
ello obtiene conclusiones a lo Valery Larbau, a lo Petersen, a lo Vossler, a lo
Cohen, que le permitirán construir a posteriori teorías generacionales.
Pensamos, estamos convencidos que, como de costumbre,
nuestros críticos tergiversan exprofeso el nudo del problema y las teorías de
los críticos-sabios mencionados (¿para evadir la responsabilidad que les corresponde?),
dando lugar así al nacimiento de esos engendros, de esos monstruitos sin
sentido de las generaciones por meses, de poetas enumerados en listas sin final,
que al final terminan peleándose por tal o cual mes, cambiándose hasta la
partida de nacimiento si es necesario, con el afán de figurar en una
determinada generación de “genios” (¿de genios?) inventada por la sesuda
crítica que cree guiarnos, dándose por primera vez, en nuestro país, y en la
historia de la literatura del mundo, el caso de que por ósmosis todos los que
pertenecen a una determinada fecha generacional aspiran a pasar a ser los
“prototipos” que nosotros los nuevos hemos de seguir (cómico, ¿no?).
Todo esto es tan ridículo, tan de pobres, que dan ganas
de vomitar lo comido durante toda la vida. Es increíble que hombres grandes (críticos
y poetas se llaman) jueguen a ese jueguito de fechas colmado de miseria
espiritual.
Volvemos a interrogarnos: Algún día hablarán de los
poetas, de aquellos que han plasmado “su” poética. ¿Nos dirán de su mundo, de
su vida de hombres, de su poesía explotante de poesía, de su moral cotidiana en
un país donde la inmoralidad reina cubierta con altisonantes
palabras?; sin mencionarnos, con sorna desprovista de
originalidad, si usan la enciclopedia británica, o fueron a la escuela moderna,
si han colaborado en páginas dominicales de diarios amarillos o verdes, o se
han inspirado “mirando a Europa”, y cien slogans más repetidos por cerebros con
diarrea, incapaces de criticar, hasta en las comas, la obra, la esencia del
poema, no de cientos de poema so poetas, sino de uno, de solamente uno, de
simplemente uno.
Los nuevos, por ahora, queremos saber cuáles son los
poetas, los que viven y en las cuales podamos creer por su moral y por su
iluminación queremos saber de aquellos que están a la vanguardia de “algo” , los
que han estado en adelanto con su tiempo (no el tiempo del mundo, que tal vez
sea mucho pedir, sino con el tiempo de argentina), los prototipos, los que han
cambiado el idioma incorporándole nuevas palabras y giros que luego el hombre
cotidiano adopta y canta (no queremos pecar de eruditos dando nombres de poetas
del mundo que han realizado todo esto), a partir de allí admiraremos a la
crítica “rectora”, y tal vez podamos crear y creer generaciones, no como ahora,
que nos reímos, desde os tobillos para arriba, ante tanta farsa.
Nuestra tierra, tan hermosa, pululante de andróginos y
sátrapas y también -¿por qué no?- de poetas y seres de los cuales es necesario
hablar, olvidándonos a que generación o degeneración pertenecen o han
pertenecido, espera esa crítica honesta que críticos honestos deben realizar
para nosotros, los nuevos, los que buscamos derroteros (que nos gustaría a
rabiar fueran americanos) y no listas generacionales enumeradas por mes de
nacimiento que nada nos dicen.
El resto, por ahora (se tienen que dar cuenta), no puede
interesarnos; hoy, sencillamente, queremos que nos presenten libros y ensayos
donde nos desnuden al poeta y al poema en su iluminada construcción.
Océano Atlántico, agosto de 1964
Ariel Canzani
Cormoran y Delfín, Año 1, Viaje N° 4, Noviembre de 1964
De Una década de testimonio y desmistificación en la literatura Argentina Cormoran y Delfín
1963 / 1973 EDICIONES DEAD WEIGHT
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