Oda a los suspiros
Los suspiros
son vocales admirativas
o resmas de quinientos latidos.
A la mañana me miran
con sus ojos rosados
o azules
o blancos
o de tonos desconocidos.
Son ojitos
que a todos convence.
A veces me acerco
para ver sus pupilas
así como quisiera
que me miraran
cuando esté muerto,
y me acarician
como con una saliva
dulce,
transparente,
diría, alada,
como el suspirar de una muchacha
oscura
que estruja las sábanas
de la mañana.
¡Cómo admiro a esas campanitas
que de tan livianas
ahuecan mis lejanías!
Y conozco otros suspiros,
los que están en los cercos
como dándoles importancia
a la humildes ramas
que transpiran olvidos.
Y visten de primaveras
a los abriles desteñidos.
Porque es otoño, sabes,
y los árboles guardan
sus ropas de verano.
Los veía colorear el día.
Los veía bailarines esbeltos,
pero no pensé en eso,
mas bien los convertí
en estrellas
en melodías
de escotados teatros,
en mozas de servir los vinos
o en carnes
de abejas misteriosas.
Así los ví,
crujiendo
en mi otoñal palabra,
sintiendo
el galope
de corazones victoriosos.
Rafael Horacio López
De Nombrar las cosas. Editorial Arkenia (2009)
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