Nombrar las cosas (El Mate) Rafael Horacio López y contando anécdotas vividas con Antonio Esteban Aguero
Ciclo Literario 2014, Lecturas en Biblioteca Municipal Domingo Faustino Sarmiento, Ramón J. Cárcano 150, Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Jueves 24 de Abril de 2014.
Ciclo Literario 2014, Lecturas en Biblioteca Municipal Domingo Faustino Sarmiento, Ramón J. Cárcano 150, Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Jueves 24 de Abril de 2014.
Mate
Mate,
te saludan mis
manos 
y mis labios.
   En el centro
estás, como un
obsequio
pero como una flor 
yo te festejo
cada mañana cada
tarde 
como el primer
ladrillo.
 Vamos a compartir
   la fiesta
   de la poesía
   desde los verdes papales
y en el agua
convertida en tinta
   del arado.
Quiero que seas hoy
mi joven madre
y me ofrezcas
   la leche provinciana
convertida en
arroyo
   verde
como lo hace
   el árbol con el nido:
columpio en el
silencio
   de la casa.
No te quiero enorme
   ni pequeño
sino en mi estatura
de mazorca incaica
buscando la bandera
   de lo humilde.
Pero escribiré 
       tu nombre
y me cubriré 
con tu dulzor
como una manta 
que sube a la
montaña
entre las blandas
sombras 
y el viento,
que me empuja, 
grabaré tu nombre
       en mis palabras
       y en mis ojos
ya pesados 
de tanto caminar 
encorvados fogones.
Me recuerdo:
       la lluvia andaba
       desatada en los remansos
y nosotros 
entre las voces 
quebradas de las
piedras
saboreábamos su
espuma.
       Yo los miraba
en la palabra amena
en la garganta 
       del ovillo acustre,
me recuerdo:
la lluvia cayendo 
en leves racimos,
en copas
destrozadas en la
arena 
y todo era así,
porque
el mate nos unía.
Recuerdo:
       mates tristes
como el de Las
Encrucijadas
Eran tres 
y cada uno 
con el alado
perfume del poleo,
con miradas 
de sillas vacías 
como abejas 
que siguen 
los senderos 
de las uvas.
       Mate:
                 nombrarte
es nombrar las
cosas,
los seres,
sentirlos adentro
en la palabra:
una copa,
una mesa,
un ser querido,
       Yo digo:
       mate amigo
y la yerba 
se da vuelta
espumosa 
y me sonríe 
como pudiera
hacerlo 
un niño
con su fiel
juguete.
Nombrar 
me permite cumplir 
con un ritual
tan antiguo como el
agua,
distinguir,
pintar,
bautizar
nombrar las cosas y
los seres,
sacar de los ojos 
la lentitud
del paisaje:
y su corazón de
pájaro.
Mate 
Mate 
verde como un sapo
inflamando a una
nube,
caricia tibia
de guitarra
que de tanto pasar
de mano en mano
enronquece su voz:
se vuelve madera
en el mínimo aljibe
de la casa.
Creces como una
montaña virgen
como el cielo
al apartar las
nubes.
Permaneces en
silencio
cuando los hombres 
te cuentan 
sus secretos,
o cuando auguras un
beso 
de espumante río.
Recuerdo a un mate 
en el cogollo
picaresco 
de una criolla:
“Amigo López que
viva
con el porongo en
la mano,
es lindo tocar a
veces
el porongo de un
paisano”
Cuando me encuentro
confuso
cuando no acierto 
al corazón 
de la palabra
recurro al mate.
Mate de silenciar 
demoras,
calle verde,
saco de abrigar,
la soledad,
aliento oculto
entre la yerba:
despertador
de estudiantes
aplazados.
Mate
mate 
ahuecado tizón
musgo caliente
retazo provinciano,
al beber tu
presencia
me siento repleto
y ya no tengo alas
para volar el
charco 
y llevar tu mensaje
de miel, 
de familia
y de hojas,
pero al menos
te siento
en mi fervor
argentino
y te pido, mate,
que me brindes el
abrigo 
de tu verde
y que sigas
nombrando
como yo, las cosas,
y que una vez 
o diez 
o mil
seas la mano
abierta de los pobres.
Rafael Horacio
López
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