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Aquí vivimos con una mano en la garganta.
Que nada es posible ya lo
sabían los que inventaban lluvias y tejían
palabras con el tormento de la
ausencia. Por eso en sus plegarias había un
sonido de manos enamoradas
de la niebla.
A André Pieyre de Mandiargues
Alejandra Pizarnik
De Árbol de Diana (1962)
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