Los dioses viajan
todavía, Julio Requena
De tanto andar pensándolo, Julián Optro estaba seguro de que algún día fotografiaría un plato volador.
Su biblioteca coleccionaba una copiosa bibliografía sobre el “Fenómeno OVNI”. Hasta mantenía correspondencia por internet con algunos afortunados, quienes afirmaban haber experimentado el avistamiento, y con otros que se decían haber sido abducidos, secuestrados por las extrañas criaturas extraterrestres.
Y, realmente, nada más extraño para el hombre que otro ser parecido a él,pero venido de civilizaciones extragalácticas. Este sentimiento de comunión metafórica por semejanza que inspiran comúnmente los llamados alienígenas -así como la teoría de la evolución encontró el mismo sentimiento en nuestra similitud con los grandes simios-ha sido bien explotado obviamente por la literatura y el cine. La literatura ha creado la contactación de los seres espaciales en la dimensión de la ciencia-ficción; y la industria cinematográfica le ha sacado un máximo provecho de terror esclavista o mensaje angelical.
No es para menos. Si se logra demostrar fehacientemente la existencia tan polémica de los plateados y relumbrantes platívolos, el mundo entero se vería obligado a cambiar su secular idea del vano antropocentrismo,tal como la Tierra dejó de ser el centro del Universo con el avance de la física y la astronomía. Esto traería, como primera consecuencia, el abandono del escepticismo filosófico y científico para admitir la pluralidad de vida cósmica inteligente. Frank Drake fue el primer hombre en calcular matemáticamente el número de planetas habitados en la galaxia, y produjo una fórmula muy compleja, pero que vale la pena transcribir por pura curiosidad de conocerla:
N(e)xf(p) xn(a)xf(v)xf(i)xf(c)xf(s)=N
Estos aparentes jeroglíficos, despejados matemáticamente aseguran que “en los cien mil millones de galaxias que existen en el Universo conocido, hay trescientos mil millones de mundos habitados, de mundos comunicativos, en los que alguien puede estar preguntándose, en este preciso instante, por la vida extraterrestre y los OVNIs”.
Con esta ecuación abrumadora, el Dr..Drake se constituyó en pionero de las investigaciones tecnológicas para detectar los mensajes radioeléctricos interestelares a través de su Proyecto Ozma, que culminaron con el programa SETI, y al que siguieron el Proyecto Cíclope (unas mil antenas orienta-
bles), y en febrero de 1995 el Proyecto Fenix, con lo cual se han captado ya más de doscientas señales de fuentes desconocidas. Pero, ¿cómo se distingue
el fraude engañoso de lo verdadero? Hoy, la tecnología óptica está tan desarrollada que la propia realidad virtual, creada por computadora, se confunde a la perfección con la realidad natural. Imágenes fraudulentas, aunque sí de un realismo acabado,son producidas hasta tridimensionalmente.
Por eso,¿cómo no dejarse embaucar, al igual que nos engañan las falsificacio nes del papel moneda, que resultan cada vez más logradas merced a la repro ducción clonadora de las fotocopiadoras?
Fotografiar o filmar un OVNI está al alcance de cualquier falsificador tecnológico.
Es el triunfo cierto del Mito, como antiguamente triunfaron los Dioses del Olimpo o del Popol Vuh. Finalmente, entonces, el mito termina imponiendo su propia realidad al invadir el campo real de la historia y sustituirla.
La Ufología es un estado de conciencia escapista.
Dado que siempre hay un antecedente, la mitología de los platívolos encuentra el suyo en los datos ilenarios que nos han dejado las aeronaves de forma circular,de varios pisos, cúpula y sonido característico, descritas en los antiguos textos sánscritos del Mahabharata y Ramayana, llamadas“Vimanas”, aunque estas exóticas aeronaves están más detalladas técnicamente en la escritura del Saramangana Sutradhara del siglo XII de nuestra era.
Todo esto resulta asombroso. Las vimanas, por tanto, indican que aquí, en la Tierra, ya se construían esas réplicas de los actuales, fugaces y esquivos platos voladores que aparecen y desaparecen en los cielos. Esto ha llevado a pensar si también los platívolos son fabricados por losrusos o la tecnología norteamericana con la energía taquiónica antigravitatoria, así como se dejó relatado que las vimanas funcionaban con circuitos de mercurio.
Pero Julián Optro, el fotógrafo creyente en los platívolos celestes y no en las vimanas terrestres, estaba convencido de que él tendría una experiencia decisiva y trascenden- te para el mundo. Se sabía obsesionado, y se preocupaba que terminara paranoico.Por eso mismo, era vital el encuentro con algún objeto multidimensional y su tripulante humanoide.
Y felizmente se dio. Una noche de lluvia, cuando se encontraba escuchando atenta-mente en su propia casa el hipnótico sonido del agua desmenuzándose en gotas, gotasque se iban deslizando por el vidrio de la ventana como lombrices transparentes, su estupor no pudo creerlo… Ahí, afuera, en el amplio patio, ahora rayado por la cortina de agua, un potentísimo chorro de luz parecía tragarse todo el espacio, al tiempo que un sonido oceánico y metálico inundaba su estupefacción.
Corrió hasta el armario, donde guardaba la cámara fotográfica, para captar ese histórico momento de suprema fascinación.
Su ágil perro ovejero alemán se le adelantó, salió al patio ladrando estrepitosamente, y deteniéndose de golpe, calló. Visiblemente asustado, dejó salir un cremoso excremento diarreico grande y difuso. El espectáculo luminiscente de la nave circular parecía emerger de un alucinante holograma creado por la lluvia.
Julián Optro, con la cámara temblándole en las manos, enfocó la extraordinaria imagen y se dispuso a accionar el disparador, cuando justo metió el pie en la caca del perro, res-baló y cayó sin poder obtener la foto.
El perro reinició sus ladridos.
Pero el OVNI ya no estaba…
MORALEJA
De tanto andar pensándolo, Julián Optro estaba seguro de que algún día fotografiaría un plato volador.
Su biblioteca coleccionaba una copiosa bibliografía sobre el “Fenómeno OVNI”. Hasta mantenía correspondencia por internet con algunos afortunados, quienes afirmaban haber experimentado el avistamiento, y con otros que se decían haber sido abducidos, secuestrados por las extrañas criaturas extraterrestres.
Y, realmente, nada más extraño para el hombre que otro ser parecido a él,pero venido de civilizaciones extragalácticas. Este sentimiento de comunión metafórica por semejanza que inspiran comúnmente los llamados alienígenas -así como la teoría de la evolución encontró el mismo sentimiento en nuestra similitud con los grandes simios-ha sido bien explotado obviamente por la literatura y el cine. La literatura ha creado la contactación de los seres espaciales en la dimensión de la ciencia-ficción; y la industria cinematográfica le ha sacado un máximo provecho de terror esclavista o mensaje angelical.
No es para menos. Si se logra demostrar fehacientemente la existencia tan polémica de los plateados y relumbrantes platívolos, el mundo entero se vería obligado a cambiar su secular idea del vano antropocentrismo,tal como la Tierra dejó de ser el centro del Universo con el avance de la física y la astronomía. Esto traería, como primera consecuencia, el abandono del escepticismo filosófico y científico para admitir la pluralidad de vida cósmica inteligente. Frank Drake fue el primer hombre en calcular matemáticamente el número de planetas habitados en la galaxia, y produjo una fórmula muy compleja, pero que vale la pena transcribir por pura curiosidad de conocerla:
N(e)xf(p) xn(a)xf(v)xf(i)xf(c)xf(s)=N
Estos aparentes jeroglíficos, despejados matemáticamente aseguran que “en los cien mil millones de galaxias que existen en el Universo conocido, hay trescientos mil millones de mundos habitados, de mundos comunicativos, en los que alguien puede estar preguntándose, en este preciso instante, por la vida extraterrestre y los OVNIs”.
Con esta ecuación abrumadora, el Dr..Drake se constituyó en pionero de las investigaciones tecnológicas para detectar los mensajes radioeléctricos interestelares a través de su Proyecto Ozma, que culminaron con el programa SETI, y al que siguieron el Proyecto Cíclope (unas mil antenas orienta-
bles), y en febrero de 1995 el Proyecto Fenix, con lo cual se han captado ya más de doscientas señales de fuentes desconocidas. Pero, ¿cómo se distingue
el fraude engañoso de lo verdadero? Hoy, la tecnología óptica está tan desarrollada que la propia realidad virtual, creada por computadora, se confunde a la perfección con la realidad natural. Imágenes fraudulentas, aunque sí de un realismo acabado,son producidas hasta tridimensionalmente.
Por eso,¿cómo no dejarse embaucar, al igual que nos engañan las falsificacio nes del papel moneda, que resultan cada vez más logradas merced a la repro ducción clonadora de las fotocopiadoras?
Fotografiar o filmar un OVNI está al alcance de cualquier falsificador tecnológico.
Es el triunfo cierto del Mito, como antiguamente triunfaron los Dioses del Olimpo o del Popol Vuh. Finalmente, entonces, el mito termina imponiendo su propia realidad al invadir el campo real de la historia y sustituirla.
La Ufología es un estado de conciencia escapista.
Dado que siempre hay un antecedente, la mitología de los platívolos encuentra el suyo en los datos ilenarios que nos han dejado las aeronaves de forma circular,de varios pisos, cúpula y sonido característico, descritas en los antiguos textos sánscritos del Mahabharata y Ramayana, llamadas“Vimanas”, aunque estas exóticas aeronaves están más detalladas técnicamente en la escritura del Saramangana Sutradhara del siglo XII de nuestra era.
Todo esto resulta asombroso. Las vimanas, por tanto, indican que aquí, en la Tierra, ya se construían esas réplicas de los actuales, fugaces y esquivos platos voladores que aparecen y desaparecen en los cielos. Esto ha llevado a pensar si también los platívolos son fabricados por losrusos o la tecnología norteamericana con la energía taquiónica antigravitatoria, así como se dejó relatado que las vimanas funcionaban con circuitos de mercurio.
Pero Julián Optro, el fotógrafo creyente en los platívolos celestes y no en las vimanas terrestres, estaba convencido de que él tendría una experiencia decisiva y trascenden- te para el mundo. Se sabía obsesionado, y se preocupaba que terminara paranoico.Por eso mismo, era vital el encuentro con algún objeto multidimensional y su tripulante humanoide.
Y felizmente se dio. Una noche de lluvia, cuando se encontraba escuchando atenta-mente en su propia casa el hipnótico sonido del agua desmenuzándose en gotas, gotasque se iban deslizando por el vidrio de la ventana como lombrices transparentes, su estupor no pudo creerlo… Ahí, afuera, en el amplio patio, ahora rayado por la cortina de agua, un potentísimo chorro de luz parecía tragarse todo el espacio, al tiempo que un sonido oceánico y metálico inundaba su estupefacción.
Corrió hasta el armario, donde guardaba la cámara fotográfica, para captar ese histórico momento de suprema fascinación.
Su ágil perro ovejero alemán se le adelantó, salió al patio ladrando estrepitosamente, y deteniéndose de golpe, calló. Visiblemente asustado, dejó salir un cremoso excremento diarreico grande y difuso. El espectáculo luminiscente de la nave circular parecía emerger de un alucinante holograma creado por la lluvia.
Julián Optro, con la cámara temblándole en las manos, enfocó la extraordinaria imagen y se dispuso a accionar el disparador, cuando justo metió el pie en la caca del perro, res-baló y cayó sin poder obtener la foto.
El perro reinició sus ladridos.
Pero el OVNI ya no estaba…
MORALEJA
Cuando lo que creemos real es proyectado por la mente imaginativa, lo que se encuentra ¿es ficticio? Discernir qué es verdadero y qué es falso es hacer de la experiencia cotidiana Una filosofía práctica de la acción. Pero se busca siempre escapar de los hechos y teñirlos de fantasías. Quien anhela el encuentro con un plato volador es porque se está evadiendo de la desnudez fáctica con que las cosas se nos ofrecen. ¿Quién necesita de un contacto con lo sobrenatural? Lo extraordinario no está fuera de nuestra propia vida, sino en ese darnos cuenta de que nosotros mismos somos lo extraordinario.
Así, podemos siempre aceptar la realidad dada o evadirnos de ella.
Solo depende del enfoque que hagamos de los hechos.
Julio Requena
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