Olga Orozco (en memoria)
Acróbata y nadadora del rocío
Color de noche su piel, seda que hoy flota luminosa, como
abanico de
mediatarde sangrando en la faena de los toros
Ella elevó sus indulgentes claros ojos a zonas del
espanto que yerguen
una figura del olimpo. Seducida por la hidalguía del
océano, miraba
fijamente los
corales Y como Cristo, sus labios resplandecían crueles
entre vinagre y
agua
Sacrificando en el deleite su forma de abigarrada luna,
de maga en los jardines
de la cábala, con
su ejercicio suspirante del amor
Cuando el mundo
era santo del ritual del milagro Los glaciares,
cataratas de
lágrimas Y los pájaros se bienvenían en sus deseos
de cristales
inalcanzables y de espejos mordidos
Ay
estrella delicada de la mañana, que eligió en la belleza
su desamparo
¿Acaso somos los sobrevivientes del salvaje suicidio de su dulzura?
Por que te
fuiste temeraria en vilo, desafiando las máscaras de la
eternidad
Ocultando para siempre la salida del sol
María Meleck Vivanco
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