Cuartos contiguos. (Sobre
un texto de Isis)
Uno no puede dejar de ver
los signos de alegrías
que ya están afuera, que
ya te pasan al lado.
Más bien, a veces, como si
estuviéramos
en dos cuartos contiguos;
la puerta entre esos cuartos
sigue abierta, de modo que
las conversaciones
se oyen bien. Aún existe
la posibilidad de
contestar una pregunta
que cayó en el vacío -un
hueco no frecuente-
que puedes rellenar con tu
voz, claro que alzándola
un poco más, porque no
estás allí
estás al lado.
Otro modo de estar “al
lado” es en las fiestas
donde es obligatoria la
sonrisa
y un aire de interés
permanente. No está bien
que descubran de pronto
que te has ido
y has dejado tu cuerpo en
la silla.
Tu mano sostiene la
cuchara
pero ves alejarse el plato
y toda
la mesa y sus ruidosos
comensales.
Todos se alejan
bruscamente.
Te ves en el cuarto de al
lado
con la puerta entornada y
te das cuenta
que en medio de las
conversaciones
ya no te oirían.
Circe Maia
De; Breve sol (2001)
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