Huellas de lo invisible
Las huellas aparecían de un modo
disperso entrando y saliendo
repetidamente
de la noche.
Sólo muy tarde,
cuando inquieto contemplaba la luz
envolviendo
las gotas de rocío sobre la ciudad
dormida.
Supe que se trataba de un poema sagrado.
Palabras que iluminaron de nuevo el
camino
que se había perdido entre la niebla.
En esa íntima penumbra
donde cesa todo ruido, el silencio
reconoce
el canto de las cosas más pequeñas.
Claudio Amancio Suarez
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