SAN PEDRO
Este primer motor del mundo tiene
para girar en su inmovilidad
la gran carrocería de San Pedro,
el ruedo de sus cúpulas que dan
formas al cielo de la impavidez,
senos para nutrir en esta tierra
la Historia del Poder, para engolfarse
las llaves y los nudos de San Pedro.
Atar o desatar, ¡qué bella cosa!
y fueron garras las que se mezclaron
a este ejercicio de parar la roca,
ahuecarla, infundirle un mecanismo
en todo semejante al alma humana
que luce bien al borde del infierno.
Los santos desenvainan sus espadas
—centuriones de un Cristo aristotélico—
cruces forjadas en las herrerías,
y en lo alto la cruz parece un águila.
Romas vaciadas en un mismo molde.
Pídele al horizonte menos cúpulas.
Enrique Lihn
De Poesía de paso, Casa de las Américas, La Habana (1966)
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