III
Los dos hemos nacido en Invierno.
El frío y la nieve están clavados en nuestros corazones.
Porque hace años, muchos años, la Tristeza misma ha
venido
trayéndolas en dedos largos, hechos de atardeceres.
Y nos ha hablado.
Nos ha dicho que guardemos a la nieve y al frío
en las pupilas espaciosas de nuestros ojos.
Acariciándolas suavemente con gotas transparentes.
Por eso:
nosotros dos, que somos de nieve y frío,
porque hemos nacido en Invierno,
miremos siempre hacia arriba. Al cielo.
Se alegrarán nuestras almas
cuando aparezca algún sol blanco.
Que no sea para todos.
Sino solamente para nosotros dos.
Y nuestros ojos sentirán más tristeza.
Cada noche, en cada obscuridad límpida.
Cada vez que aparezcan estrellas.
Jaime Saenz
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