A UN OLMO OLVIDADO EN LA CIUDAD DE CORDOBA
Huelo tu cuerpo
como a un cardo lejano
Liviano y soñoliento me miras distraído
como diciendo:
"anda, la
noche es tan, cierta
como un ser
humano"
Cerca, murmuraban ya
los últimos gorriones de la esquina.
Un boliche cercano agudizaba sus oídos
en una puerta que abría a los olores
a
las estrellas
a
los zapatos rendidos.
-No aprendamos cosas
de abandonos ajenos-
dije, y me hundí en la bondadosa penumbra del café
Rafael Horacio López
De tronco Pueblo Viejo (Abril 2014)
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