La muerte del loco
Nadie se entero de su muerte;
nadie noto que una pierna
estaba sola
y que un perro
andaba distraído.
Nadie notó el vacío
que su cabeza tonta
dejó en los números del pueblo.
Por eso hay una lágrima
que espera en su sal:
porque en cada lágrima caben todas las amarguras.
Y en ese mundo salado no cabemos todos.
Rafael Horacio López
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