La anciana y el
gallo
La anciana en cuclillas
tiene la misma altura que el gallo
que tienta un paso, cerca,
sin saber si ella es gente
o leña.
Todo se ha derrumbado en la mujer,
menos los ojos clavados
en un antiguo porvenir.
Algo ha emboscado al tiempo
que no cesa
ni mueve esa balanza.
Algo espantó la naturaleza
de estas dos criaturas
feroces y exactas.
No queda nadie en el mercado de Rantepao.
La noche no oscurece al gallo, su hora alerta.
Ni a su enemiga:
la vieja que está y no está allí
fija
mirándolo
desde el último día.
Leopoldo “Teuco” Castilla
(De “Durián")
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