El río tiene esta mañana, amigos,
una fisonomía cambiante, móvil,
en su amor con el cielo melodioso de otoño.
Como una fisonomía dichosa cambia, como una
fisonomía sensible, sensitiva.
Orillas. Isla de enfrente.
Cómo danzaría la alegría allí,
cómo danzaría,
ebria de ritmo ante las formas de las nubes,
de las ramas, de la gracia de los follajes
penetrados de cielo pálido y dichoso!
¡Cómo danzaría la alegría allí! Orillas.
Una mujer que va hacia una canoa.
Hombres del lado
opuesto que cargan
la suya.
Los gestos de los hombres y el paso de la mujer
y el canto de los pájaros se acuerdan
con el agua y el cielo en un secreto ritmo.
Un momento de olvido musical, un momento.
Un momento de
olvido para nosotros,
claro.
Juan L. Ortiz
De El ángel inclinado (1937)
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