A LA INTEMPERIE
Somos hijos de la intemperie,
           de la
indolencia y de la tierra.
Por eso el perfume salvaje
           de las
flores en tu cabeza,
por eso es que corres descalza
           por los
senderos de azucena,
por eso es que te despeinan
           los
vientos de la cordillera,
por eso y por la quemadura
           que nos
enciende sobre la arena.
De nuestro pecho han salido
           como
brotes de una pradera
esas substancias desesperadas
           y esas aguas
de noche negra,
y la iracundia y la codicia
           de los
que en la tarde se besan
y esos pájaros deslumbrantes
           que
enloquecen tu caballera,
y ese gran cielo enronquecido
           de
oscuras aves carniceras,
y la galaxia y las serpientes
           que
insolentan las madrigueras,
todo eso y la quemadura
           que nos
enciende sobre la arena.
¡Somos hijos de la intemperie,
           de la
indolencia y de la tierra!
 Elvio Romero
De un Relámpago herido (1967)

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