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19 de junio de 2023
Cuando recibís el nombramiento, Ernesto Cardenal
Cuando recibís el nombramiento
Cuando recibís el nombramiento,
el premio, el ascenso,
pensá en los que murieron
cuando estás en la recepción,
en la delegación, en la comisión,
pensá en los que murieron
cuando te aplauden al subir la tribuna
con los dirigentes pensá en los que murieron
cuando te toca a vos el micrófono,
te enfoca la televisión,
pensá en los que murieron
cuando sos el que da los certificados,
las cédulas, el permiso,
pensá en los que murieron
pensá en los que murieron,
miralos sin camisa, arrastrados,
echando sangre, con capucha, reventados,
refundidos en las pilas, con la picana,
el ojo sacado,
degollados, acribillados,
botados al borde de la carretera,
en hoyos que ellos cavaron en fosas comunes,
o simplemente sobre la tierra,
abonos de plantas del monte
Vos los representás a ellos,
ellos delegaron en vos,
los que murieron.
Ernesto Cardenal
18 de junio de 2023
Salmo 5, Ernesto Cardenal
SALMO 5
Escucha mis palabras oh Señor
Oye mis gemidos
Escucha mi protesta
Porque no eres tú un Dios amigo de los
dictadores
ni partidario de su política
ni te influencia la propaganda
ni estás en sociedad con el gangster
No existe sinceridad en sus discursos
ni en sus declaraciones de prensa
Hablan de paz en sus discursos
mientras aumentan su producción de guerra
Hablan de paz en las Conferencias de Paz
y en secreto se preparan para la guerra
Sus radios mentirosos rugen toda la noche
Sus escritorios están llenos de planes
criminales
y expedientes siniestros
Pero tú me salvarás de sus planes
Hablan con la boca de las ametralladoras
Sus lenguas relucientes
son las bayonetas...
Castígalos oh Dios
malogra su política
confunde sus memorandums
impide sus programas
A la hora de la Sirena de Alarma
tú estarás conmigo
tú serás mi refugio en el día de la Bomba
Al que no cree en la mentira de sus
anuncios comerciales
ni en sus campañas publicitarias ni en sus
campañas políticas
tú lo bendices
Lo rodeas con tu amor
como con tanques blindados
Ernesto Cardenal
De Salmos [1964]
17 de junio de 2023
Managua 6:30 PM, Ernesto Cardenal
Managua 6:30 PM
En la tarde son dulces los neones
y las luces de mercurio, pálidas y bellas…
Y la estrella roja de una torre de radio
en el cielo crepuscular de Managua
es tan bonita como Venus
y un anuncio ESSO es como la luna
las lucecitas rojas de los automóviles son
místicas
(El alma es como una muchacha besuqueada
detrás de un auto)
TACA BUNGE KLM SINGER
MENNEN HTM GOMEZ NORGE
RPM SAF ÓPTICA SELECTA
proclaman la gloria de Dios!
(Bésame bajo los anuncios luminosos oh
Dios)
Kodak TROPICAL RADIO F&C REYES
en muchos colores
deletrean tu Nombre.
“Transmiten
la noticia…”
Otro significado
no lo conozco
Las crueldades de esas luces no las
defiendo
Y si he de dar un testimonio sobre mi época
es éste: Fue bárbara y primitiva
pero poética.
Ernesto Cardenal
De Oración por Marilyn Monroe y otros
poemas [1965]
15 de junio de 2023
Amanecer, Ernesto Cardenal
Amanecer
Ya están cantando los gallos.
Ya ha cantado tu gallo comadre Natalia
ya ha cantado el tuyo compadre Justo.
Levántense de sus tapescos, de tus petates.
Me parece que oigo los congos despiertos en
la otra costa.
Podemos ya soplar un tizón - Botar la
bacinilla.
Traigan un candil para vernos las caras.
Latió un perro en un rancho
y respondió el de otro rancho.
Será hora de encender el fogón comadre
Juana.
La oscurana es más oscura pero porque viene
el día.
Levántate Chico, levántate Pancho.
Hay un potro que montar,
hay que canaleatar un bote.
Los sueños nos tenían separados, en tijeras
tapescos y petates (cada uno en su sueño)
pero el despertar nos reúne.
La noche ya se aleja seguida de sus seguas
y cadejos.
Vamos a ver el agua muy azul: ahorita no la
vemos. - Y
esta tierra con sus frutales, que tampoco
vemos.
Levántate Pancho Nigaragua, cogé el machete
hay mucha yerba mala que cortar
cogé el machete y la guitarra.
Hubo una lechuza a medianoche y un tecolote
a la una.
Luna no tuvo la noche ni lucero ninguno.
Bramaban tigres en esta isla y contestaban
los de la costa.
Ya se ha ido el pocoyo que dice: Jodido,
Jodido.
Después el zanate clarinero cantará en la
palmera,
cantará: Compañero
Compañera.
Delante de la luz va la sombra volando como
un vampiro.
Levántate vos, y vos, y vos.
(Ya están cantando los gallos.)
¡Buenos días les dé Dios!
Ernesto Cardenal
13 de junio de 2023
Imitación de Propercio, Ernesto Cardenal
Imitación de Propercio
Yo no canto la defensa de Stalingrado
ni la campaña de Egipto
ni el desembarco de Sicilia
ni la cruzada del Rhin del general Eisenhower:
Yo sólo canto la conquista de una muchacha.
Ni con las joyas de la Joyería Morlock
ni con perfumes de Dreyfus
ni con orquídeas dentro de su caja de mica
ni con cadillac
sino solamente con mis poemas la conquisté.
Y ella me prefiere, aunque soy pobre, a todos los millones de Somoza.
Ernesto Cardenal
De Epigramas [1961]
12 de junio de 2023
Elegía breve, Antonio Esteban Agüero
Elegía breve
Lloro unas cosas viejas, unas pobres cosas:
una tapia derruida y un tunal,
la lenta agonía de unas pencas
y la oscura muerte d un tapial.
Los días desgranan los adobes
y las sabias agostan del tunal,
ya no habrá lagartos en la tapia,
ni espinosas tunas que gustar.
Pero aunque los destruyan los días y os agosten,
y ya nadie os quiera recordar,
transitoria existencia —pobre, triste—
tendréis en la luz de mi cantar.
Antonio Esteban Agüero
De Poemas lugareños (1937)
11 de junio de 2023
Romance del niño del agua, Antonio Esteban Agüero
Romance
del niño del agua
El niño
llegó del agua
asombrado
y conmovido,
diciendo
a la madre: -Madre,
en el
agua hay otro niño
un niño
que me hace señas
con la
mano, Madre, un niño,
que habla
sin que yo le hable
y mira si
yo le miro.
Qué país
tan bello, madre
el país
del otro niño,
las ranas
juegan con él,
y los grises
pececillos
le velan
el sueño cuando
él reposa
sobre el limo.
Qué país
tan bello, madre
el país
del otro niño,
tiene
nubes, tiene estrellas,
nogales y
juncos finos,
pero todo
transparente,
todo puro
y cristalino.
La madre
le escuchaba atenta
y le dice
con cariño:
—No
quiero que vayas más
al
remanso, niño mío,
el agua
también engaña,
así como
engaña el vidrio
que copia
distantes nubes
y vilanos
fugitivos.
Y el niño
responde: —Madre,
en el
agua hay otro niño;
con estos
azules ojos
que tú
besas, Madre, he visto,
la frente
de lisa luna,
los ojos
color jacinto.
La Madre
se calla y luego
lo besa
con un suspiro
las
sienes por donde sube
la marea
del delirio.
Al pie de
la peña verde
que se
inclinaba sobre el río
hallaron después
la blusa
aún
mojada de rocío…
Antonio
Esteban Agüero
De Romancero
de niños (1946)
10 de junio de 2023
Antonio Esteban Agüero recitando Digo La Mazamorra Del disco Antonio Esteban Agüero en su propia voz
Antonio
Esteban Agüero recitando Digo La Mazamorra
Del disco
Antonio Esteban Agüero en su propia voz
Digo la
Mazamorra
La
Mazamorra ¿sabes?, es el pan de los pobres,
la leche
de las madres con los senos vacíos,
-yo le
beso las manos al Inca Viracocha
porque
inventó el maíz y enseño su cultivo-.
Sobre una
artesa viene para unir la familia,
saludada
por viejos, festejada por niños,
allá
donde las cabras remontan el silencio
y el
hambre es una nube con las alas de trigo.
Todo es
hermoso en ella: la mazamorra madura,
que
desgranan en noches de viento campesino,
el
mortero y la moza con trenzas sobre el hombro
que entre
los granos mezcla rubores y suspiros.
Si la
quieres prefieres perfecta busca un cuenco de barro,
y
espésala con leves ademanes prolijos
del
mecedor cortado de ramas de la higuera
que en el
patio da sombra, benteveos, e higos.
Y
agregale una pizca de ceniza de jume,
la planta
que resume los desiertos salinos,
y deja
que la llama le transmita su fuerza
hasta que
asuma un tinte levemente ambarino.
Cuando la
comes sientes que el Pueblo te acompaña
a lo
largo de valles, por recodos de ríos,
entre las
grandes rocas, debajo de cardones
que
arañan con espinas el cristal del estro.
El Pueblo
te acompaña cada vez que la comes,
llega a
tu lado,¿sabes?,se te pone al oído
y te
murmura voces que suben a tu sangre
para
romper la niebla del mortal egoísmo.
Porque
eres uno y todos, comiendo el alimento
de todos,
en la fiesta del almuerzo tranquilo;
la
Mazamorra dulce que es el pan de los pobres,
y leche
de las madres con los senos vacíos.
Cuando la
comes sientes que la tierra es tu madre,
mas que
la anciana triste que espera en el camino
tu
regreso del campo, la madre de tu madre,
- su cara
es una piedra trabajada por siglos -.
Las
ciudades ignoran su gusto americano,
y muchos
ya no saben su sabor argentino,
pero ella
será siempre lo que fue para el Inca:
nodriza
de los pueblos en el páramo andino.
La noche
en que fusilen canciones y poetas
por haber
traicionado, por haber corrompido
la música
y el polen, los pájaros y el fuego,
quizás a
mí me salven estos versos que digo ...
Antonio
Esteban Agüero
De Los
“Digo” del Poeta. Un hombre dice su pequeño país (1972, Edición Post Mortem)
9 de junio de 2023
Canción para decir amor, Antonio Esteban Agüero
Canción para decir amor
La ciudad está llena de avenidas
que se llaman "te amo".
La montaña está llena de paisajes
que se llaman: "te amo".
Suave arena del río que parece
un leve sueño blando,
está lleno de sol y pedrezuelas
y se llama: "te amo".
Florecitas anónimas que brotan
a la par de tus pasos,
y huelen igual que tu cintura
y se llaman "te amo",
Y esa nube en el viento del oeste
y aquel árbol,
y esta noche,
y los pájaros,
y la luz en ventanas del otoño
se llaman: "te amo".
La bandera del cielo al medio día
se llama "te amo".
La música triste que nos hiere
de pronto como un dardo,
y nos llueve brevemente los ojos
se llama "te amo".
Los nidos,
los pensamientos claros,
la fruta de cáscara brillante
se llaman: "te amo".
Las palabras dan sombra,
largas sombras de álamos,
y a su sombra me duermo como un niño:
"te amo"…
Antonio Esteban Agüero
De Canciones para la voz humana
8 de junio de 2023
Digo la flora, Antonio Esteban Agüero
Digo la flora
Quiero este digo como piedra dura
clara piedra de luna conmovida
vencedora del musgo y de la lluvia,
triunfadora del tiempo y de la ortiga
para decir los nombres de la flora
que navegan mi frente pensativa,
viejos nombres del árbol y la hierba
y también de las rientes florecillas,
nombres sabrosos, sugerentes nombres,
que a veces son como la cosa misma,
recorridos por músicas secretas,
perfumados de savia y de resina,
castellanos a veces y otras veces
con abolengos araucano o quichua.
El Tala nombro, cuya sombra tiene
transparencia de lumbre submarina,
con el ramaje complicado y vasto,
como creado por loca fantasía,
recubierto de pálida verdura,
que los ojos encanta y clarifica,
y el Chañar y su espíritu gregario,
pues no sabe crecer sin compañía,
bello de flores cuando acaba octubre,
rico de frutos cuando enero inicia,
y el Piquillín, agudo como un grito,
tunicado de innúmeras espinas
que defienden las gemas de su fruta
de toda humana o animal codicia,
piquillín del infante y de la abeja,
piquillín del pájaro y la víbora,
bajo el sol y la sombra de tu nombre
vuelvo a leer mi infancia campesina,
y el Palán-Palán, en cuyo acento
se oye sonar una remota esquila,
y el Espinillo con flores que parecen
oro de bucles, redonda pelusilla,
surtidor de fragancia que nos llena
el alma toda de una azul caricia,
y el Ucle de largos candelabros
que parecen arder a mediodía,
y el Tintitaco, el de leña fuerte,
y también la utilísima Jarilla,
que produce la escoba para el patio
y carbones de lumbre sostenida,
y es color en la lana de la colcha,
y salud en la criolla medicina,
y el Caldén, solitario en su grandeza
como los héroes de la saga antigua,
y el Molle, que nace donde el bosque
comienza a trepar por las colinas,
viejo amigo de cabras y regatos,
árbol señor en cuya fronda habitan
la frescura más riente de la sombra
y el sonido más puro de la brisa.
Y el Quebracho rugoso y poderoso,
fuerte columna de las selvas indias;
y el Coco que guarda en su corteza
beta de jaspe o de alabastro,
rica para mano de artífice paciente
o para torno y gubia de ebanista,
y el Peje, el flechero silencioso
en quien lo verde se trocó en espina,
erizado dragón, guerrero rudo,
siempre dispuesto a la valiente lidia,
y el Llantón que llora si la lluvia
en alas del viento se aproxima,
y el Retamo de nudos sarmentosos,
cuya madera cuando está pulida
se parece a los ónices brillantes
oor sus betas verdosas y amarillas,
y el Algarrobo, siempre el Algarrobo,
con su joven verdor que purifica,
hijo del sol y padre de la sombra,
prócer y solo en la quietud del día.
Y ahora digo las hierbas numerosas
que conoce mi mano sensitiva,
verdes labios del bosque en primavera
que recogen la luz y la energía,
que navegan la luz para trocarla
en corazón y fuente de la vida.
pachamama las nutre de su seno,
cuando la savia su retorno inicia,
y ellas cubren el valle y la pradera,
en invasión que avanza cada día,
como asalto de viento o de marea,
sobre el terruño pardo de provincia.
olas alegres, renacer fragante,
verde mar prisionero en la semilla,
que despierta de pronto sobre el mundo,
para acunarlo en pechos de nodriza.
De repente los nombres de las flores
llegan a mí por sendas de la brisa,
a posarse en la rama de mi pecho,
donde se suele aposentar la dicha,
el Vinagrillo de color del oro
cuya corola es una copa fina,
y donde beben rocío los rundunes,
y dulzuras de polen las avispas,
y la Flor del Aire, suma de belleza,
nieve fragante, estrella florecida
reclinada en los troncos suavemente
como en un pecho varonil la niña
con su tenue fragancia que parece
venir de allá, donde la noche gira.
y los ángeles cantan a los muertos,
la celeste canción que resucita,
y la Verbena de color morado
y también la silvestre Margarita,
la luna con sol que sueña blandamente
bajo el beso y la nana de la brisa
y esa gota de sangre sobre el aire
que se llama Flor de Maravilla,
con que a veces inventan las muchachas
arrebol para labios y mejillas,
y el Suspiro, perfecta como el cielo
y traslúcida y leve y sensitiva,
flor de ver con los ojos entornados
y alabar con el alma de rodillas,
y el Topasaire como un sol pequeño,
y un Tulipán sin nombre todavía
cáliz azul, campánula luciente,
que cierta vez, al declinar el día
me detuvo en el bosque largo rato
como el destello de una perla viva,
y la Pasión, que en pétalo y estambre
más y mejor que la vitela escrita
nos refiere la historia del calvario
la sola flor que celebró la misa,
y el Loconte, la flor estrafalaria
a las barbas del duende parecida,
y el Hachón, esa virgen luminosa,
fieramente celada por espinas,
y también la modesta Salvilora
que descubre una trémula amatista,
y la copa solar del Kiskaluro,
y la Saeta con su luz marina,
que parece una lágrima temblando
sobre la fresca hierba amanecida,
y la bella Lagaña de los perros
a quien rindo galante pleitesía,
y el Ilolay, la flor de la leyenda
que nos devuelve la visión perdida.
¡Ellas guarden mi nombre del olvido
Bajo el sol y la luna de provincia!
Antonio Esteban Agüero
De Los “Digo” del Poeta. Un hombre dice su pequeño país (1972, Edición Post Mortem)
7 de junio de 2023
Soneto II Las calaveras, Antonio Esteban Agüero
Soneto II
Las
calaveras
Descubrí
calaveras, calaveras
calaveras
de tordo y golondrina
no
mayores que frutos de moreras
calaveras
de formas femeninas.
Como
flores de raras primaveras,
como
fresas de carne blanquecina,
como
mínimas lunas verdaderas
sobre la
falda de la hierba fina.
Allí
estaba la sabia calavera
del
lechuzo sutil, la guardadora
de los
mensajes de la brujería.
Y allí
estaba la grácil calavera
—por tan
menuda casi aterradora—
del
picaflor en gesto de agonía
Antonio
Esteban Agüero
De Cementerio
y otros poemas (1940 - 1947)
6 de junio de 2023
Gratitud agrícola, Antonio Esteban Agüero
Gratitud
agrícola
Gracias,
claro cielo, por tu bello regalo:
la lluvia
que ayer noche
cayó
sobre los prados.
La
gratitud mía es la misma de los huertos,
De los
campos agrestes o labrados.
Gracias,
claro cielo…
Podré
continuar, riente y confiado,
Mi
agrícola trabajo comenzado:
el de
atar y sembrar
la
menguada extensión de mi cerdado.
Ya me
parece ver la blanda tierra
florecer
su negrura tras mi arado,
ya
paréceme sentir
doble
suela de tierra en mi calzado,
y mirar
en las melgas tordos negros,
devorando
lombrices y gusanos,
y
paréceme estar viendo
un casal
de urracas, reposando,
en el
pacífico lomo del caballo.
Antonio
Esteban Agüero
De poemas
lugareños (1937)
5 de junio de 2023
Pulso, Miguel Angel Bustos
Pulso
Caído al borde, Estoy cansado no agotado.
Pulso –pulso
–pulso.
Me oigo venir
apoyando mi oído en mis venas.
Miguel Angel
Bustos
4 de junio de 2023
Una Marioneta, Miguel Angel Bustos
Una Marioneta
Palma de Mano tomó
agua y se le pudieron frescos los ojos. Abrió la boca y rió. Bajo la mano y la
hundió en la arena caliente. Sacudió su carne al quedar parado y una leve cantidad
de arena abrazada a su piel, cayó lenta ondulada en el viento. Con dos dedos
alisó su frente y mirando sus pies descalzos, a ratos el cielo azul y duro,
caminó erguido frente al mar revuelto.
Miguel Angel
Bustos
3 de junio de 2023
Multitud, Miguel Angel Bustos
Multitud
Sé que alguna edad
se mezclará con la nuestra. Por un instante la multitud se queda parada. Mira
alrededor y hacia el cielo, luego cae de rodillas al suelo, inundada de
desesperación y horrorosa angustia. Se arrastra y sigue nuevamente sobre sus
rodillas avanzando sobre las duras piedras.
Las paredes giran
desnudando las casas que en ellas se confían, el asesino reconoce por fin a su
puñal.
Miguel Angel
Bustos
2 de junio de 2023
Los Patios del Tigre, Miguel Angel Bustos
Los Patios del
Tigre, Miguel Angel Bustos
Fueron siempre los
pájaros los que anduvieron en los patios de mi infancia.
A la claridad del
canario se sumó el gritito entrecortado del calafate, el vuelo diminuto de los
bengalíes. Algún mono hubo, pero fue efímero.
Agregaba mi abuelo
a la magia reinante sus oros de Gran Maestro. Sus libros que, de a poco, fueron
siendo mis pájaros.
Un tío viajó y en
una gran jaula trajo un tigre. Lo aseguraron a una cadena y esperaron que lo
viera.
Su garganta me
llamó; aparecí.
Desde ese día los
patios dejaron de ser tales. Fueron selvas de mármol y mosaicos gastados en
donde el terror habitaba. Era feliz. Tocaba el misterio a diario y no
desaparecía. Me acostumbré ávidamente a lo extraño.
Cuando alguien
ordenó su encierro en el Zoológico, lloré.
Entonces
comenzaron mis fugaces visitas; temblaba cerca de su jaula. Su rugido era
música tristísima para mi. Le imploraba a su memoria de fiera el recuerdo.
El día en que me
fui a despedir de él para siempre me olió, detuvo su andar en círculos. Una
sombra humana le cruzó la mirada. Intenté tocarlo. El griterío prudente me
clavó en el piso.
Pensé un adiós,
suavemente me marché. Más tarde supe de su muerte. Su carne fantástica se juntó
en el polvo a otras carnes.
He crecido. Guardo
de mi infancia sus huesos en mi alma, los libros en mi sangre.
Pero cuando llegue
el fin y me miren los ojos que aún no he visto, pienso que será el tigre
incierto de la locura el que me lleve tanteando a la nada, aquel tigre de
titubeo y delirio del suicidio que en su boca me ahogará clamando.
O tal vez mi viejo
tigre, rayado por la piedad, quiera devorarme como a un niño.
Miguel Angel
Bustos
1 de junio de 2023
Canción para el niño travieso, Miguel Angel Bustos
Canción para el
niño travieso
Pelota.
Luna
que partes con el
pie.
No la sigues?
Perrito.
Brinca
triciclo de lana
blanca.
No te montas
Deditos.
Tibios
cohetes al cielo.
No te vas?
Mamá.
Cuevita
cálida con música.
No regresas?
Miguel Angel
Bustos
31 de mayo de 2023
Arreglo con frutas e instrumentos de viento, Miguel Ángel Bustos
ARREGLO CON FRUTAS
E INSTRUMENTOS DE VIENTO
Naranjos
hasta cuándo serán
naranjos las calles del Tigre
y no el corazón de
mi amor.
Pulpa de tu
tremenda boca la toqué y se me fue por la noche entre
los naranjos
volvió para pegarme como la rama más débil
o la ola más fría
iniciando la tormenta
Y yo que creí que
nos pondríamos juntos en nuestra vida de mil
años.
Trompa apaga la
luz que desciendo solo a la ciudad de los
hombres. Apaga
lamento de hierro y bronce entre los
naranjos.
Ahí voy lava tu
cuerpo y vamos. Ah santa piel joven el mundo
será nuestro.
Silencio con la
sorda alegría. Ahora duerme al fin. Clarín
entre los
naranjos.
Miguel Ángel
Bustos
30 de mayo de 2023
Sueño quebrado, Miguel Angel Bustos
29 de mayo de 2023
Rivera, Néstor Perlongher
RIVERA
“Pardejón significa el macho toruno que
suele encontrarse en las crías de mulas, tan malo y perverso que muerde y corta
el lazo, se viene sobre éste y atropella a mordiscos y patadas; que jamás se
domestica, y cuyo cuero no sirve, porque los padrillos de las crías lo muerden
a menudo; que no tiene grasa y cuya carne tampoco sirve, porque es tan
pestífera que ni los indios la comen...; y los paisanos llaman pardejón aun
hombre perverso”
SALDÍAS, Historia de la Confederación
Argentina
En las carpetas donde el té se vuelca, en
esos bacarats
vencías pardejón? O dabas coces en los
establos de la República,
– reducida a unas pocas calles céntricas –
qué más?
coces a los manteles? aquellos que las
chicas uruguayas se empecinaban en bordar?
O era la tarde del gobierno con lentos
trotes por la plaza
con el cerro copado por los bárbaros pasos
de aya en la oscuridad
Héroe del Yaguarón una historia que cante a
los vencidos
ellos se arrastran por las ligustrinas
ocupadas acaso hay un linde para esta feroz profanación?
Por qué Oribe no tomó Montevideo antes de
que este amor fuera imposible?
Mi muy querida esposa Bernardina:
he perdido parte de la montura al atravesar
el Yaguarón crecido,
te ruego envíes el chiripá amarillo y unas
rastras;
aquí no tenemos ni para cachila, así que si
tienes unos patacones
me los mandas
En qué cogollos encopetados andarás? mi
ama, mi vecina
Te entregarías a él, mi Bernardina? O a los
muchachos de la Comisión Argentina, que miran con azoro cuando te beso?
Sé que se urden a costa de mí infames
patrañas dales crédito, algunas de ellas son exactas
Hemos tenido con los unitarios relaciones
muy íntimas
Y si no los conociera tan de cerca, qué me
uniría a ellos a mí, un gaucho bruto
si fuera manso y no me diera de corcovos en
los rodeos
Estamos sitiados, Bernadotte Adónde iremos
después de esta película tan triste
Néstor Perlongher
De Alambres
(Buenos Aires, Último Reino, 1987)
28 de mayo de 2023
Mme. S., Néstor Perlongher
Mme. S.
Ataviada de pencas, de gladíolos: cómo
fustigas, madre, esas escenas
de oseznos acaramelados, esas mieles
amargas como blandes
el plumero de espuma: y las arañas: cómo espantas con tu ácido bretel el fijo bruto:
fija, remacha y muele: muletillas de madre parapléxica: pelvis
acochambrado, bombachones de esmirna: es esa madre la que en el
espejo se insinúa ofreciendo las galas de una noche de esmirna y
bacarat: fija y demarca: muda la madre que se ofrece mudándose en amante
al plumereo, despiole y despilfarro: ese desplume de la madre que corre las gasas de los
vasos de whisky en la mesa ratona: madre y corre: cercena y garabato:
y gorgotea: pende del cuello de la madre una ajorca de sangre,
sangre púbica, de plomos y pillastres: sangre pesada por esas
facturas y esas cremas que
comimos de más en la mesita de luz en la
penumbra de nuestras
muelles bodas: ese borlazgo: si tomabas mis
bolas como frutas de un
elixir enhiesto y denodado: pendorchos de
un glacé que te endulzaba:
pero era demasiado matarte, dulcemente:
haciéndome comer de esos
pelillos tiesos que tiernos se agazapan en
el enroque altivo de mis
muslos, y que se encaracolan cuando lames
con tu boca de madre las
cavernas del orto, del ocaso: las cuevas; y yo, te penetraba?
pude acaso pararme como un macho ebrio de
goznes, de tequilas mustio,
informe, almibararme, penetrar tus
blonduras de madre que se ofrece,
como un altar, al hijo - menor y amanerado?
adoptar tus alambres de
abanico, tus joyas que al descuido dejabas
tintinear sobre la mesa. entre los vasos de ginebra, indecorosamente
pringados de ese rouge arcaico de tus labias cual lobezno lascivo, pude, alzarme tras tus enaguas, y lamer tus senos, como
tú me lamías los pezones y dejabas babeante en las tetillas - que
parecían titilar - el ronroneo de tu saliva rumorosa? el bretel de tus
dientes? pude madre? como un galán en ruinas que sorprende a su
novia entre las toscas braguetas de los estibadores, en
los muelles, cuando laxa desova, en los botones, la perfidia a
él guardada? ese lugar secreto y púbico? cómo entonces tomé esa
agarradera, esos tapires incrustados con mangos de magnolia,
aterciopeladamente sospechosos y sosteniendo con mi mismo miembro la
espuma escancorosa de tu sexo, descargar en tu testa? Sonreías borlada
entre las gotas de semen de los estibadores que en el muelle te tomaban
de atrás y muellemente: te agarre: qué creías?
Néstor Perlongher
27 de mayo de 2023
El mal de sí, Néstor Perlongher
El mal de sí
Detente, muerte:
tu infernal chorreado
escampar hace las estanterías
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:
los cuerpos carcomidos en los campos
barridos por la lepra.
Ya no se puede desechar.
Ve muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la
cápsula.
Escondida que no haya mares descubiertos.
Pues una vez presente todo lo vuelves
ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia
dolorosa del que falta.
No es lo que falta, es lo que sobra, lo que
no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de
las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad
del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele
el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendidas
en la higuera
como un noctámbulo extraviado.
Néstor Perlongher
26 de mayo de 2023
El mal de sí, Néstor Perlongher
El mal de sí
Detente, muerte:
tu infernal chorreado
escampar hace las estanterías
la purulenta salvia los baldíos
de cremoso torpor tiñe y derrite,
ausentando los cuerpos en los campos:
los cuerpos carcomidos en los campos
barridos por la lepra.
Ya no se puede desechar.
Ve muerte, a ti.
Encónchate sin disparar el estallido de la
cápsula.
Escondida que no haya mares descubiertos.
Pues una vez presente todo lo vuelves
ausencia.
Ausencia gris, ausencia chata, ausencia
dolorosa del que falta.
No es lo que falta, es lo que sobra, lo que
no duele.
Aquello que excede la austeridad taimada de
las cosas
o que desborda desdoblando la mezquindad
del alma prisionera.
Mientras estamos dentro de nosotros duele
el alma,
duele ese estarse sin palabras suspendidas
en la higuera
como un noctámbulo extraviado.
Néstor Perlongher
25 de mayo de 2023
El cadáver, Néstor Perlongher
EL CADÁVER
¿Por qué no entré por el pasillo?
Qué tenía que hacer en esa noche
a las 20.25, hora en que ella entró,
por Casanova
donde rueda el rodete?
Por qué a él?
entre casillas de ojos viscosos,
de piel fina
y esas manchitas en la cara
que aparecieron cuando ella, eh
por un alfiler que dejó su peluquera,
empezó a pudrirse, eh por una hebilla de su pelo
en la memoria de su pueblo
Y si ella
se empezara a desvanecer, digamos
a deshacerse
qué diré del pasillo, entonces?
Por qué no?
entre cervatillos de ojos pringosos,
y anhelantes
agazapados en las chapas, torvos
dulces en su melosidad de peronistas
si ese tubo?
Y qué de su cureña y dos millones
de personas detrás
con paso lento
cuando las 20.25 se paraban las radios
yo negándome a entrar
por el pasillo
reticente acaso?
como digna?
Por él,
por sus agitados ademanes
de miseria
entre su cuerpo y el cuerpo yacente
de Eva, hurtado luego,
depositado en Punta del Este
o en Italia o en el seno del río
Y la historia de los veinticinco cajones
Vamos, no juegues con ella, con su muerte
déjame pasar, anda, no ves que ya está muerta!
Y qué había en el fondo de esos pasillos
sino su olor a orquídeas descompuestas,
a mortajas,
arañazos del embalsamador en los tejidos
Y si no nos tomáramos tan a pecho su muerte, digo?
si no nos riéramos entre las colas
de los pasillos y las bolas
las olas donde nosotras
no quisimos entrar
en esa noche de veinte horas
en la inmortalidad
donde ella entraba
por ese pasillo con olor a flores viejas
y perfumes chillones
esa deseada sordidez
nosotras
siguiéndola detrás de la cureña?
entre la multitud
que emergía desde las bocas de los pasillos
dando voces de pánico
Y yo le pregunté si eso era una manifestación o un entierro
Un entierro, me dijo
entonces vendría solo
ya que yo no quería entrar por el pasillo
para ver a sus patas en la mesa de luz,
despabilando
Acaso pensé en la manicura que le aplicó el esmalte Revlon?
O en las miradas de las muchachas comunistas,
húmedas sí, pero ya hartas
de tanta pérdida de tiempo:
ellas hubieran entrado por el pasillo de inmediato
y no se hubieran quedado vagando por las adyacencias
temiendo la mirada de un dios ciego
Una actriz –así dicen–
que se fue de Los Toldos con un cantor de tangos
conoce en un temblor al General, y lo seduce
ella con sus maneras de princesa ordinaria
por un largo pasillo
muerta ya
Y yo
por temor a un olvido
intrascendente, a un hurto
debo negarme a seguir su cureña por las plazas?
a empalagarme con la transparencia de su cuerpo?
a entrar, vamos por ese pasillo donde muere
en su féretro?
Si él no me hubiera dicho entonces que está solo,
que un amigo mayor le plancha las camisas
y que precisaría, vamos, una ayuda
allá, en Isidro
donde los terrenos son más baratos que la vida
lotes precarios, si, anegadizos
cerca de San Vicente (ella
no toleraba viajar a San Vicente
quiso escapar de la comitiva más de una vez
y Pocho la retuvo tomándola del brazo)
Ese deseo de no morir?
es cierto?
en lugar de quedarse ahí
en ese pasillo
entre sus fauces amarillas y halitosas
en su dolor de despertar
ahí, donde reposa,
robada luego,
oculta en un arcón marino,
en los galeones de la bahía de Tortuga
(hundidos)
Como en un juego, ya
es que no quiero entrar a esa sombría
convalecencia, umbría
–en los tobillos carbonizados
que guarda su hermana en una marmita de cristal–
para no perder la honra, ahí
en ese pasillo
la dudosa bondad
en ese entierro.
Néstor Perlongher