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31 de mayo de 2017

Digo el mate, Antonio Esteban Agüero

 DIGO EL MATE


Porque sábado es hoy y la mañana
como una fruta desde el tala cae,
y soy joven y sano, y me navegan
tradiciones y música la sangre,
quiero ser otra vez, entre vosotros
para decir y celebrar el Mate.

De Guarania nos vino con la Yerba
que resume fragancias tropicales,
y ese barro de América que un día
vio que llegaban sigilosas naves,
con cadenas, y perros y arcabuces,
y duras voces vulnerando el aire;
Verde Yerba de América, divina
como todas las cosas naturales
Santa Yerba de América, sembrada
y tendió la llanura hacia naciente,
y hacia poniente levantó los Andes,
y la Coca sembró para los Quichuas,
y el Algarrobo para pan del Huarpe.

Yo era niño –recuerdo- y la primera
memoria verde se remonta al Mate,
en mi casa de Merlo, donde el día
comenzaba a girar cuando mi Madre
sorprendía el hervor de la tetera
entre volutas de vapor quemante:
Y era luego la lenta ceremonia,
vieja suma de gestos y ademanes,
aquel ir y venir de la cuchara,
la visión del azúcar, el fragante
esplendor de la Yerba, la bombilla
con doradas virolas y espirales,
y el porongo de plata que tenía
curva de seno adolescente y grácil,
y cobraba, de premio, en la penumbra
nítida luz de religioso cáliz;
Ubre dulce me fue, mi vino verde,
mi pan primero, mi nodriza amante.

Yo recuerdo sus íntimos sabores,
y también sus diversas variedades:
Dulce Mate del alba que se bebe
morosamente al emprender un viaje,
en la puerta de casa mientras miro
entre neblinas despertar el valle;
y aquel Mate primero del retorno
por la sombra con grillos de la tarde,
que nos vuelve liviana la fatiga
sobre los hombros como un ala de ave;
y ese Mate que beben los troperos
cuando regresan de Salinas Grandes;
y aquel Mate nocturno que me diera
una muchacha cuya boca suave
daba un beso primero a la bombilla
como manera de poder besarme;
y aquel Mate gustado en la cocina,
escuchando al anciano Magallanes,
dibujar sobre el humo las historias
del Niño Ladino y de Urdemales;
y aquel Mate que sabe a veramota
y el que guarda memoria del husillo;
y el que a mastuerzo y mejorana sabe;
y el que una gota de aguardiente trae;
y ese Mate gustado en la penumbra
que conforman higueras y nogales,
mientras crece la siesta, y la cigarra
el masculino corazón me tañe;
y aquel Mate de bodas, con su gusto
a rama nueva, a porvenir, a encaje;
y ese Mate bebido en Carolina
y el que bebí en la Sierra El Gigante;
y el que un día me dieron en Trapiche;
y el que supe gustar en Rumi-Huasi;
y aquel fúnebre Mate que bebimos
en el velorio de Adelaida Chávez,
lamentando su muerte y admirando
su juventud de porcelana frágil...

Pueblo somos por Él; desde centurias
su costumbre nos forma, como sabe
modelar un cacharro el alfarero
con la destreza de su mano suave;
él nos dio, generoso, las virtudes
que entrelazan raíces esenciales
en el nudo del ser, y nos perfilan
un idéntico rostro innumerable;
porque en Él se juntaba la Familia,
como el agua diversa sobre el cauce,
y al juntarse quebraba el egoísmo,
el monólogo torpe, las cobardes
galerías del odio, y frutecía
sobre mazorcas de granar afable;
y nos fue profesor de democracia,
a pesar de los hierros coloniales,
porque supo igualar a la bombilla
la sed del Hijo con la sed del Padre,
el dolor de la criada y la señora,
la hartura del rico con el hambre
milenaria del pobre, de tal modo,
que supimos medir en lo que vale
la celeste razón que nos convierte
en ciudadanos civilmente iguales.

Y por qué no decir las Cebadoras,
que vestidas de sedas o percales,
o calzadas de tímida alpargata,
o con zapatos de charol brillante,
bajo el sol y la luna de la Vida
supieron darme los mejores mates;
viejas eran algunas, con el rostro
a corteza del molle semejante,
lindas eran algunas, otras feas,
desgarbadas, coquetas, elegantes,
con cabello retinto como el ala
voladora de tordos y zorzales,
o teñido por leve plenilunio,
o lo mismo que sombra de trigales,
pero en todas igual se prodigaba
la gracia criolla como miel amable.

Sólo nombres conservo, como guarda
de las flores su olor el caminante:
Doña Mercho Cornejo, Lola López,
Francisca Cuello, Evangelina Páez,
Reginalda Lucero, Pancha Orozco,
Adelina Yanzón, Rosario Báez,
Clara Chiringo, Petronila Gómez,
Minerva Leyes –prima de mi padre-,
Doña Delia Baigorria, Doña Isaura,
Sara Bedoya, Encarnación Morales,
y una anónima joven de Punilla,
y la por siempre recordada Carmen.

¿Por donde andarán ahora que las digo,
y las vuelvo una esencia para el Arte?
¿Cuál cocina gobiernan? ¿Qué alacena
acomodan y limpian? ¿Qué zaguanes
las contemplan barrer por la mañana
con las escobas de pichana? ¿Cuáles
los arcones que ordenan en domingo?
¿Qué chirigua las oye entre los sauces?
¿Dónde sueñan, o lloran? ¿Dónde ríen?
¿Bajo cuál piedra con su nombre yacen?

De repente me callo porque siento
una voz que me nombra, y, acercarse,
sobre un tímido andar y una mirada,
cálido, y dulce, y nacional, el Mate...


Antonio Esteban Agüero

De Los “Digo” del Poeta. Un hombre dice su pequeño país (1972, Edición Post Mortem)


30 de mayo de 2017

29 de mayo de 2017

El lenguaje del cielo, Jorge Teillier

EL LENGUAJE DEL CIELO

El cielo habla un lenguaje gris,
y callan la grave voz del vino,
la leve voz del té.
Los espejos se fatigan
de repetir el nombre de las cosas.
No dicen nada. No dicen: "un visitante",
"las moscas", "el libro sobre la mesa".
No dicen nada los espejos.

Canción cantada para que nadie la oiga
es la esperanza de que esto cambie.
Niños que se acercan al ataúd del amigo muerto,
paso de ratas frente a la estufa en silencio,
el halo de humo pobre que hace rey al tejado,
o todo lo que desaparece de pronto
como el plateado salto del salmón sobre el río.

Una ráfaga apaga los ciruelos,
dispersa las cenizas de sus follajes,
arruga la vacía faz de las glicinas.
Todo lo que está aquí
parece estar verdaderamente en otro lugar.
Los jóvenes no pueden volver a casa
porque ningún padre los espera
y el amor no tiene lecho donde yacer.
El reloj murmura que es preciso dormir,
olvidar la luz de este día
que no era sino la noche sonámbula,
las manos de los pobres
a quienes no dimos nada.
"Hay que dormir", murmura el reloj.
Y el sueño es la paletada de tierra que lo acalla.


Jorge Teillier

28 de mayo de 2017

Domingo a domingo, Jorge Teillier

Domingo a domingo

Sólo nos queda mirar la luz de la luciérnaga,
ese último chispazo de la hoguera del verano
flotando en el silencio del bosque.
Miremos la luz de la luciérnaga.
A ella se ha reducido el mundo.
Domingo a domingo se sucedieron
rostros besados
junto a ramos de nomeolvides,
sueños secretos que se espían
entre un confuso murmullo de grillos y relojes.
Ahora no sabemos qué hacer.
La mañana es tan vieja,
y su rocío se evapora en las manos.
No sabemos qué hacer entre los muros desolados.
Damos inútiles pasos a lo largo de la casa.
Sólo nos queda mirar la luz de la luciérnaga,
ese débil chispazo de la hoguera del verano
más breve que la memoria de una ola.
Miremos la luz de la luciérnaga.
A ella se ha reducido el mundo.

  Jorge Teillier
De El cielo cae con las hojas, 1958


27 de mayo de 2017

Quién ha estado aquí, Jorge Teillier


Quién ha estado aquí

Quién ha estado aquí
mirando el fin de la calle
sobre la cual cuelga
tan cercana la luna roja
tan enorme la roja luna.

Quién ha estado
solitario en este mismo lugar
hace cien años
en quién pensaba el solitario
en qué pensaba el solitario
o simplemente miraba
un vacío rodeado por la noche.

No había casas
no había sino un ruido
pero no era un ruido
sino el ruido de un río
y quién estará
en cien años más
en el lugar que ahora llamo yo mi casa
cuando yo no sea sino el silencio
quién estará en un vacío rodeado por la noche
sin saber nunca si aquí hubo casas o calles
y nadie sino el ruido de un río silencioso
podría recordarlo.


Jorge Teillier Del libro "Nostalgia de la Tierra"
Los versos de la tercera estrofa (destacados en cursiva y resaltadas en celeste son el epitafio en la tumba de Jorge Teillier, en el Cementerio de La Ligua, en la Región de Valparaíso, Chile

26 de mayo de 2017

José Luis Colombini lee Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal,Jorge Teillier

José Luis Colombini leyendo Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal de Jorge Teillier
Café Literario l Grupo Literario Tardes de la Biblioteca Sarmiento 10/04/14
Biblioteca Domingo F. Sarmiento. Villa Dolores, “Traslasierra” Córdoba, Argentina



Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal , Jorge Teillier

A Stefan Baciu en Hawaii,
y a Vasile Igna, mi primo desconocido, en Cluj, Transilvania


1
En el pueblo
         donde algunos me conocen
         como el poeta cuyo nombre suele aparecer en los diarios,
         paseo por la Calle Comercio
que ahora se llama Avenida Bernardo O’Higgins
         (Como en Santiago).

        He comulgado con la tierra.
Voy a la Sidrería
Allí están los parroquianos de siempre
y me saludan mis viejos compañeros de curso
que sueñan con ser alcaldes o regidores o comprarse una citroneta.
       Ha cerrado el cine.
Aún quedan afiches que anuncian películas de sepia.
       A lo largo de los cercos
        las ortigas siguen hablando con su indestructible lenguaje.
En el techo de mi casa se reúne el congreso de los gorriones.
        Pienso por primera vez
        que no pertenezco a ninguna parte,
        que ninguna parte me pertenece.

2
El viento trae olor a terneros mojados.

3
Kilómetro 662 a las cuatro de la tarde.
En la calle Comercio los turcos y los españoles
bostezan tras los mostradores.
No hay un alma en la calle a la hora de la siesta
horadada sólo por el cuerno primitivo del vendedor de helados.
En las afueras los campesinos esperan las micros rurales.
Tal vez me vaya a otro pueblo
cuyo destino voy a leer en la palma de sus calles.

4
Hay praderas manchadas de vacas y girasoles.
De las cosas que puedan consolarme cuando vuelva
a la ciudad enferma de smog.
Viajaré en vagones de segunda atestados como los
de las novelas sobre la Revolución Rusa.
He visto las ventanas ciegas del Molino.
Con su arruinado dueño he tomado un trago en
cualquier cantina
Paso la tarde sin darme el trabajo de llegar ni siquiera
al fondo del patio de la casa paterna.

5
El único hojalatero que quedaba en el pueblo
fue buscar trabajo a Lonquimay.
No ganó mucha plata pero contempló la Cordillera.
Él no tiene Leica ni Kodak
así que se dedicó a dibujarla
para que sus nueve hijos la conocieran de verdad.

6
A los mapuches les gustan las canciones mexicanas
del Wurlitzer de la única Fuente de Soda.
Las escuchan sentados en la cuneta de la Calle Principal.
Van a la vendimia en Argentina y vuelven con terno
azul y transistores.
Ha llegado la TV.
Los niños ya no juegan en las calles.
Sin hacer ruido se sientan en el living para ver a
Batman o películas del Far West.
Mis amigos están horas y horas frente a la pantalla.
Tengo ganas de que lleguen los Ovnis.

7
Me cuesta creer en la magia de los versos.
Leo novelas policiales,
revistas deportivas, cuentos de terror.
Sólo soy un empleado público como consta en mi
carnet de identidad.
Sólo tengo deudas y despertares de resaca
donde hace daño hasta el ruido del alka
seltzer al caer al vaso de agua.
En la casa de la ciudad no he pagado la luz ni el agua.
Sigo refugiado en los mesones,
mirando los letreros que dicen "No se fía".
Mi futuro es una cuenta por pagar.

8
Si el futuro pudiera extenderse pulcramente
como mi madre extiende las sábanas de mi cama.
Miro la ropa puesta a secar en el patio.
Han entrado ladrones de gallinas en la casa del frente.
Voy a la plaza a leer el diario con noticias más
añejas que las de San Pablo.

9
Solitario donde nunca he estado solitario
camino hasta el abandonado velódromo de tierra
donde no aparece ni el fantasma del Campeonato
de Ciclismo de Chile del año 30.
Hay caballos pastando en lo que fue cancha de fútbol.
Todos se interesan sólo por ir a ver los partidos                          
profesionales a la Capital de Provincia
mientras yo pienso mordisquear una brizna de brezo.

10
Trasnochador empedernido
contemplo la luna igual a la de 1945
enrojecida por la erupción del Llaima.
La misma que miraba desde la buhardilla
mientras leía como ahora "Los miserables" y el
Almanaque Hachette.

11
Acuérdate que te recuerdo.
Si no te acuerdas no importa mucho.
Siempre te veré caminando sobre los rieles
buscando el durazno más maduro de la quinta.

12
Ya pasó el Rápido a Puerto Montt
que antes se llamaba el Flecha del Sur.
Voy de la estación al puente
cuyos faroles dicen "Fundición Dickinson, 1918".
Ya no existe esa fundición
ni ninguna fundición.
Confío mi memoria al río Cautín y a la Capilla de Guacolda.
Afirmado en las barandas del puente
miro el cielo del verano que apenas sujetan los
clavos de plata de las estrellas.

13
Hemos llegado a esta aldea en un Pontiac 40
por caminos que jamás serán pavimentados.
Espantamos cerdos y gallinas.
Los niños se asoman asombrados.
En el negocio clandestino
pedimos un pipeño y hablamos con el dueño
y con un tractorista que nos asegura que Hitler está vivo
y con dos recién llegados que nos convidan charqui
de pescado:
son un estibador de Talcahuano y su compadre
mapuche que lo trae al anca.
Todos bebimos en la misma medida
y volvimos como nuestros antepasados
ebrios al pueblo que un día nos rechazará.

14
Día domingo de salida de misa.
Las niñas se pasean con la moda recién llegada de Santiago
acompañadas por la banda del Regimiento que toca cumbias.
Los dueños de casa compran las primeras sandías
y los diarios con las noticias frescas de los últimos crímenes.
Camino por las últimas calles de este lugar de
bomberos, rotarios, carabineros, jubilados,
tinterillos y profesores primarios,
allí los puñales del sol entran por las costillas de los
pobres cercos de madera.
Siento los estertores de las postreras carretas y
locomotoras a vapor.
Busco la paz tendiéndome en la pradera condecorada
por los girasoles
contemplando el glorioso oleaje del trigo
y los viajes infinitos de las nubes que van a llorar
por nosotros.


Jorge Teillier (Chile) (1935-1996)

25 de mayo de 2017

Nieve nocturna, Jorge Teillier


NIEVE NOCTURNA

¿Es que puede existir algo antes de la nieve?
Antes de esa pureza implacable,
implacable como el mensaje de un mundo
que no amamos, pero al cual pertenecemos
y que se adivina en ese sonido
todavía hermano del silencio.
¿Qué dedos te dejan caer,
pulverizado esqueleto de pétalos?
Ceniza de un cielo antiguo
que hace quedar sólo frente al fuego
escuchando los pasos del amigo que se fué,
eco de palabras que no recordamos,
pero que nos duelen, como si las fuéramos a decir de nuevo.
¿Y puede existir algo después de la nieve?
Algo después
de la última mirada del ciego a la palidez del sol,
algo después
que el niño enfermo olvida mirar la nueva mañana,
o mejor aún, después de haber dormido como un convaleciente
con la cabeza sobre la falda
de aquella a quien alguna vez se ama.
¿Quién eres, nieve nocturna,
fugaz, disuelta primavera que sobrevive en el cerezo?
¿O qué importa quién eres?
Para mirar la nieve en la noche hay que cerrar los ojos,
no recordar nada, no preguntar nada,
desaparecer, deslizarse como ella en el visible silencio.



Jorge Teillier

24 de mayo de 2017

Siempre vuelve un rostro, Jorge Teillier

Siempre vuelve un rostro

Siempre vuelve un rostro, siempre
en el chubasco que cae repentino, en las
islas de las nubes.

Silencioso se asoma un obscuro sol
en las ventanas. Tu hermana lo retiene
un momento entre los dedos
y luego las manos vacías recorren muros
blancos con sus sombras.

Siempre por el patio asomas
a buscar el rostro de alguien.
Un chasquido se oye: es un chubasco
o un fantasma de un niño que vivió aquí hace tiempo
y vuelve a escuchar como la madre lee a su hijo.

Un rayo de sol ha quedado encerrado
en el rellano de la escalera
el sueño hace señas con su linterna
el sueño nos despierta

y la voz de la hermana cruza entre las nubes
la hermana que no conocimos.

De "En el mudo corazón del bosque" 1997

Jorge Teillier

23 de mayo de 2017

Andenes, Jorge Teillier

Andenes

Te gusta llegar a la estación
cuando el reloj de pared tictaquea,
tictaquea en la oficina del jefe-estación.
Cuando la tarde cierra sus párpados
de viajera fatigada
y los rieles ya se pierden
bajo el hollín de la oscuridad.

Te gusta quedarte en la estación desierta
cuando no puedes abolir la memoria,
como las nubes de vapor
los contornos de las locomotoras,
y te gusta ver pasar al viento
que silba como un vagabundo
aburrido de caminar sobre los rieles.

Tictaqueo del reloj. Ves de nuevo
los pueblos cuyos nombres nunca aprendiste,
el pueblo donde querías llegar
como el niño el día de su cumpleaños
y los viajes de vuelta de vacaciones
cuando eras -para los parientes que te esperaban-
sólo un alumno fracasado con olor a cerveza.

Tictaqueo del reloj. El jefe-estación
juega un solitario. El reloj sigue diciendo
que la noche es el único tren
que puede llegar a este pueblo,
y a ti te gusta estar inmóvil escuchándolo
mientras el hollín de la oscuridad
hace desaparecer los durmientes de la vía.


Jorge Teillier. De "El árbol de la memoria" 1961

22 de mayo de 2017

La muerte del loco, Rafael Horacio López

La muerte del loco

Nadie se entero de su muerte;
nadie noto que una pierna
           estaba sola
y que un perro
andaba distraído.
Nadie notó el vacío
que su cabeza tonta
dejó en los números del pueblo.
Por eso hay una lágrima
que espera en su sal:
porque en cada lágrima caben todas las amarguras.

Y en ese mundo salado no cabemos todos.

Rafael Horacio López

21 de mayo de 2017

Tu pena tiene sabor de plato con llovizna y brisa Rafael Horacio López


Tu pena tiene sabor de plato con llovizna y brisa Rafael Horacio López 
Video del Ciclo Literario 2014, Lecturas en Biblioteca Municipal Domingo Faustino Sarmiento, Ramón J. Cárcano 150, Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Jueves 2 de octubre de 2014.

20 de mayo de 2017

Brincos, Rafael Horacio López

BRINCOS

Donde se castiga a la palabra
no hay paz:
el verso se detiene.

La poesía camina
por la democracia
mirando la sombra
de los truenos.
A lo lejos
el sol
cabalga 

              en el brinco de una corzuela.

Rafael Horacio Lopez

19 de mayo de 2017

Aire de abril, Rafael Horacio López

 Aire de abril

Quién podría pensar
que en el aire de abril
se callaran las campanas.

Transparencia del bronce
en la sed que despierta
al mediodía
en este cinturón
que
        invita
                   al verde.

Detrás del Milac Navira
mi corazón de campana
como
miel
           que cae
en el aire de abril.

Rafael Horacio López

18 de mayo de 2017

En ocasiones me siento cansado, Rafael Horacio López


En ocasiones me siento cansado
como una tortuga milenaria
y siento el peso de un
polvillo ojeroso
que se me acumula en mis lentas arrugas
                     
Y camino despacio .
con le rapidez del que se arrastra
buscando una mínima sombra /

Y me siento así, sólo en ocasiones,
como buscando
a un obnubilado viento
que me lleve
hasta la cima
de esta tierra que amo.


Rafael Horacio López

17 de mayo de 2017

Video de Rafael Horacio López durante el 2º Encuentro de Poesía Mural, Nono Traslasierra, Córdoba, Argentina, Sábado 28/12/2013

Video de Rafael Horacio López durante el 2º Encuentro de Poesía Mural, Nono Traslasierra, Córdoba, Argentina, Sábado 28 de diciembre de 2013. Leyendo su poema Canto a Nono
Presentación y descubrimiento de tres poesías mural "Arco Iris en las Sierras" de Rita Mizdarahi, "Luz de invierno" de Juan Pablo Ramírez, y Canto a Nono de Rafael Horacio López.

16 de mayo de 2017

Qué difícil se hace... Rafael Horacio López

Qué difícil se hace
remontar los promontorios                     
                                  de la amistad
el río amargo de los ojos
o los andenes
con ventiscas del sur.

Mis gestos mas míos lo traducen
lo transforman
lo sugieren

Y dificultosamente camino

como un perro victorioso.

Rafael Horacio López

15 de mayo de 2017

Escriviviendo, Aldo Luis Novelli

Aldo Luis Novelli y Jose Luis Colombini

escriviviendo

los temas son siempre los mismos
miro por la ventana
veo un hombre y una mujer
amándose sobre la tierra fértil
la semilla rompiendo la corteza
la simiente humana
creando un milagro extraordinario
hombres y mujeres luchando
contra el viento en el desierto
el amor que se fue
montado en un dragón volador
divisar en el horizonte
las bardas oxidadas de tiempo
la utopía socialista
latiendo en un puño en alto
darle de comer a la dragona
que está en el fondo de la casa
el solitario placer
de beber bajo las estrellas
escribir en medio de la tempestad
aunque afuera haya un inmenso sol
charlar hasta la madrugada
con los amigos del bar de la esquina
luchar por la revolución
de las ideas y los cuerpos sensibles
jugar al truco y ganarles
a los borrachos que siempre vienen
a buscar un vaso de vino
construir una escalera infinita
para llegar a un cielo inalcanzable
perseguir en el agua sucia
al pez de colores de la felicidad
vibrar con las mujeres
que se desnudan en mis noches
esperar que alguna tarde luminosa
ella abra la puerta
escribir en el aire
poemas que el viento se llevará
buscar flores azules en el desierto
andando el camino que nunca termina
seguir intentando lo imposible
cada nuevo sol de los ojos.
los temas son siempre los mismos
cambia la forma de decir
la manera de mirar
de este lector que camina
por el pellejo del mundo
se hace más viejo pero no más sabio.



Aldo Luis Novelli

14 de mayo de 2017

Cada loco con su tema, Aldo Luis Novelli


cada loco con su tema

me gustan los libros
pero más los brolis
me gustan las mujeres
pero más las mujeres que leen libros
y más aún las mujeres
que abren sus páginas
para compartir sus palabras más sensuales.


Aldo Luis Novelli

13 de mayo de 2017

Muerte, Aldo Luis Novelli

Muerte

moriré un día de viento furibundo
mis huesos serán cayado
para arreo de chivos patagónicos
mi carne será alimento de las bestias
la sangre vino de dios
y mis cenizas serán poemas en el aire
que anidarán en los árboles
para que nazcan pájaros
en las madrugadas celestes.

Aldo Luis Novelli


12 de mayo de 2017

Matria, Aldo Luis Novelli

Matria

la conocí una lejana mañana
que flameaban banderas.
hablamos en bares y bodegones
durante un tiempo rojo.
una noche en una calle oscura
le acaricié los senos.
nos amamos una tarde
cerca del basural
mientras sus hijos buscaban comida.
sigo enamorado de sus despojos.-

Aldo Luis Novelli

Del libro 'mínimo mundo'.
(Nota aclaratoria: la sustitución de la “p” por la “m” en el título del texto, es una forma de poner en crisis y rechazar los significados chauvinistas y machistas de la palabra “patria” y su derivados: patriotero, patrística, patrón etc. y reivindicar la MATRIA como una patria femenina, más profunda, más real, más cercana a la fertilidad de una tierra auténtica, a la pachamama bienhechora.

Valga decir, que para mí, la MATRIA es toda la tierra latinoamericana.)

11 de mayo de 2017

Poeta, Aldo Luis Novelli

poeta

nace, ama, poetiza,
muere y resucita en palabras
algunos se vuelven eternos
otros poetizan creyéndose eternos.

los más mueren en soledad y silencio
regresan al polvo original
mas polvo de poesía.


Aldo Luis Novelli

10 de mayo de 2017

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