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23 de febrero de 2016

Citas de las enseñanzas de Don Juan de LA RUEDA DEL TIEMPO (1998) Carlos Castaneda

Citas de las enseñanzas de Don Juan de LA RUEDA DEL TIEMPO (1998) Carlos Castaneda

Citas de Las enseñanzas de don Juan

El poder reside en el tipo de conocimiento que uno posee. ¿Qué sentido tiene conocer cosas inútiles? Eso no nos prepara para nuestro inevitable encuentro con lo desconocido.
Nada en este mundo es un regalo. Lo que ha de aprenderse debe aprenderse arduamente.
Un hombre va al conocimiento como va a la guerra: bien despierto, con miedo, con respeto y con absoluta confianza. Ir de cualquier otra forma al conocimiento o a la guerra es un error, y quien lo cometa puede correr el riesgo de no sobrevivir para lamentarlo.
Cuando un hombre ha cumplido estos cuatro requisitos estar bien despierto, y tener miedo, respeto y absoluta confianza no hay errores por los que deba rendir cuentas; en tales condiciones, sus acciones pierden la torpeza de las acciones de un necio. Si un hombre así fracasa o sufre una derrota, no habrá perdido más que una batalla, y eso no le provocará lamentaciones lastimosas.
Ocuparse demasiado de uno mismo produce una terrible fatiga. Un hombre en esa posición está ciego y sordo a todo lo demás. La fatiga misma le impide ver las maravillas que lo rodean.
Cada vez que un hombre se propone aprender tiene que esforzarse como el que más, y los limites de su aprendizaje están determinados por su propia naturaleza. Por tanto, no tiene sentido hablar del conocimiento. El miedo al conocimiento es natural; todos lo experimentamos, y no podemos hacer nada al respecto. Pero por temible que sea el aprendizaje, es más terrible la idea de un hombre sin conocimiento.
Enfadarse con la gente significa que uno considera que los actos de los demás son importantes. Es imperativo dejar de sentir de esa manera. Los actos de los hombres no pueden ser lo suficientemente importantes como para contrarrestar nuestra única alternativa viable: nuestro encuentro inmutable con el infinito.
Cualquier cosa es un camino entre un millón de caminos. Por tanto, un guerrero siempre debe tener presente que un camino es sólo un camino; si siente que no debería seguirlo, no debe perma­necer en él bajo ninguna circunstancia. Su decisión de mantenerse en ese camino o de abandonarlo debe estar libre de miedo o ambición. Debe obser­var cada camino de cerca y de manera deliberada. Y hay una pregunta que un guerrero tiene que hacerse, obligatoriamente: ¿Tiene corazón este camino?
Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte. Sin embargo, un camino sin cora­zón nunca es agradable. En cambio, un camino con corazón resulta sencillo: a un guerrero no le cuesta tomarle gusto; el viaje se hace gozoso; mientras un hombre lo sigue, es uno con él.
Existe un mundo de felicidad donde no hay diferencia entre las cosas porque en él no hay nadie que pregunte por las diferencias. Pero ése no es el mundo de los hombres. Algunos hombres tienen la arrogancia de creer que viven en dos mundos, pero eso es pura arrogancia. Hay un único mundo para nosotros. Somos hombres, y debemos transitar con alegría el mundo de los hombres.
El hombre tiene cuatro enemigos naturales: el miedo, la claridad, el poder y la vejez. El miedo, la claridad y el poder pueden superarse, pero no la vejez. Su efecto puede ser pospuesto, pero nunca vencido.

COMENTARIO
La esencia de todo cuanto me dijo don Juan al principio de mi aprendizaje se halla encapsulada en la naturaleza abstracta de estas citas, seleccionadas del primer libro, Las enseñanzas de don Juan. En la época en que se produjeron los hechos que se describen en el libro, don Juan hablaba mucho de aliados, de plantas de poder, de Mes­calito, del humito, del viento, de los espíritus de los ríos y los montes, del espíritu del chaparral, etcétera. Cuando más adelante le recordé la importancia que había dado a aquellos elementos y le pregunté que por qué no hablaba ya de ellos, admitió sin rubor que me había soltado toda aquella palabrería pseudoindia al principio de mi aprendizaje por mi bien.
Me quedé estupefacto. Me pregunté cómo podía afirmar tal cosa que, obviamente, era falsa. Resultaba evidente que lo decía con sinceridad, y si había alguien capacitado para juzgar la veracidad de sus palabras y de sus estados de ánimo, ése era yo.
No te lo tomes tan en serio dijo, riendo. Disfruté mucho contándote todas esas bobadas, y aún disfruté más porque sabía que lo hacía por tu bien.
¿Por mi bien, don Juan? ¿Qué aberración es ésta?
Sí, por tu bien. Te engañé dirigiendo tu atención sobre elementos de tu mundo que te provocaban una profunda fascinación, y tú te tragaste el anzuelo, el sedal y la plomada.
»Lo único que me hacía falta era captar toda tu atención. Pero ¿cómo podría haberlo hecho cuando tenías un espíritu tan poco disciplinado? Tú mismo me repetías una y otra vez que permanecías conmigo porque encontrabas fascinante lo que yo decía sobre el mundo. Lo que no sabías expresar era que la fascinación que sentías se debía a que apenas reconocías vagamente cada elemento del que te hablaba. Por supuesto, pensabas que aque­lla vaguedad era chamanismo, y te atrajo, lo que quiere decir que te quedaste.
¿Le hace eso a todos, don Juan?
No a todos, porque no todos vienen a mí y, sobre todo, porque no me intereso por cualquie­ra. Estuve y estoy interesado en ti, sólo en ti. Mi maestro, el nagual Julián, me engañó de un modo similar. Me engañó a causa de mi sensuali­dad y mi avaricia. Me prometió conseguirme todas las mujeres bonitas que lo rodeaban y me prometió cubrirme de oro. Me prometió una for­tuna, y caí en la trampa. Todos los chamanes de mi linaje han sido engañados de ese modo des­de tiempo inmemorial. Los chamanes de mi lina­je no son maestros o gurús. Les importa un comino enseñar su conocimiento. Quieren here­deros para su conocimiento, no gente vagamente interesada en su conocimiento por razones inte­lectuales.
Don Juan tenía razón cuando dijo que me había atrapado con su artimaña. Yo creía que ha­bía encontrado al chamán informante ideal al que todo antropólogo aspira. Fue en esta época cuan­do, bajo los auspicios de don Juan y debido a su influencia, escribí diarios y recolecté viejos mapas que mostraban los sitios de los pueblos de los indios yaqui a lo largo de los siglos, comen­zando por las crónicas de los jesuitas de finales del siglo XVIII. Registraba todos esos sitios e identificaba los cambios más sutiles, y me pre­guntaba y sopesaba por qué se trasladaban los pueblos a otros lugares y por qué se disponían de forma ligeramente distinta cada vez que se reubicaban.
Las pseudoespeculaciones sobre la razón, y las dudas razonables, me abrumaban. Recopilé miles de páginas llenas de posibilidades y notas abrevia­das, extraídas de libros y de crónicas. Era un perfecto estudiante de antropología. Don Juan me ani­maba en mi fantasía tanto como podía.
No hay voluntarios en el camino del guerre­ro me dijo don Juan a guisa de explicación. Un hombre ha de ser forzado a seguir el camino del guerrero en contra de su voluntad.
¿Y qué hago con las miles de notas que reco­pilé a causa de sus engaños, don Juan? le pre­gunté entonces.
Su respuesta me conmocionó.
¡Escribe un libro sobre ellas! respon­dió. De todos modos, seguro que si empiezas a escribirlo nunca las utilizarás. Son inútiles; pero ¿quién soy yo para decírtelo? Averígualo por ti mismo. Sin embargo, no te propongas escribir un libro como lo haría un escritor. Propónte hacerlo como un guerrero, como un chamán guerrero.
¿Qué quiere decir con eso, don Juan?
No lo sé. Averígualo por ti mismo.
Tenía toda la razón. Nunca utilicé aquellas notas. En cambio, y sin que yo lo pretendiera, me encontré escribiendo acerca de la existencia de un sistema de cognición diferente y de sus inconcebi­bles posibilidades.


Citas de Las enseñanzas de don Juan, Carlos Castaneda, de La rueda del Tiempo (1998)


22 de febrero de 2016

La mañana, Rafael Horacio López

La Mañana

      Al borde de la débil noche
habitado estoy
por la inmensa mañana encandilado
      pero me hundo
inevitablemente
      entre los dedos
diminutos de la arena.

Oh sol
      a tus pestañas veo
sobresalir de la montaña
y sé que en el primer día
      de la memoriosa Historia
te bautizaron: MAÑANA
                      al despertar el tiempo
como encendido anciano.

      Al borde de los cantos estoy
quemándome en algo
                                     que no eh visto
                                     está mañana!



Rafael Horacio López

21 de febrero de 2016

Siempre quise conocerte viento, Rafael Horacio López


Videopoético del Café Literario del Jueves 05 de Agosto de 2010, en La Vieja Esquina, Avda San Martín y Edison, Villa Dolores, Capital de la Poesía, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Cuyo tema fue El Viento y coordino la velada Guadalupe Galán.

20 de febrero de 2016

El mendigo y los perros, Rafael Horacio López

Lita Cáceres y Rafael Horacio López


EL MENDIGO Y LOS PERROS

 Afuera
el mendigo y los perros

Adentro
El poeta como une fruta
en el centro de la mesa.

- El libro le daba la bienvenida
con su flecha de trigo -

Mayo-Afuera:
el mendigo recitaba sus necesidades
a los perros que lo miraban
como a un misterioso jardín
sin árboles.


Rafael Horacio López

19 de febrero de 2016

Repaso los cimientos de mi casa, Rafael Horacio López

Eduardo "Lalo" Arguello y Rafael Horacio López



Repaso los cimientos de mi casa
y me pregunto si alguna vez
fueron hoguera
o paso de león
o roca alimentando las .montañas.

No se
A veces me vienen preguntas
que nunca me las hicieron

Pero que caminan
por los cansados cimientos.

y me duermo en un signo de preguntas
más allá de rencores y de olvidos.


Rafael Horacio López

18 de febrero de 2016

Oda a la fundación de Villa Dolores, Rafael Horacio López

Oda a la fundación de Villa Dolores

“…Vivir en poesía es saber que alguna vez tuvimos raíces, nuestra sangre fue savia y nuestra voz fuego…”  Antonio Esteban Agüero

Palabra en alto

Villa Dolores
sonrisa inmóvil
apretado color
cansada nave
que regresa
para la fiesta del sol.

Pisoteada
dulcemente
por la abeja.

Abierta luciérnaga
Que busca leña
Para su sed de noche
Requesón
de ubre
que en la noche baja
desde una vía
sedienta
como labios
arenosos.

Ciudad
soneto americano
sangre de brotes
cavando el infinito.

Ciudad
con pájaros,
de pájaros,
lloviendo sobre el grito
y la palabra.

Jabonosa piedra
ALJIBE
EN El CENTRO DE LA PLAZA
Mujer que pasa
hombre con el sol a cuestas
perfume de puma
borracho de silencios.

Oh, ciudad
tengo que rendirme
ciudad
en tus casas que no arrancan
pero que huelen
a trabajo
a hombre sencillo
a madera barriendo
porfiadas veredas,
a granos
con rodillas
sangrantes,
a cuerpos
con humores azulados,
a sotanas soñando
con espigas.

Me rindo, ciudad,
Pero déjame abrirte ese
cascarón con soles,
y refundarte,
nuevamente
en el mordisco apedreado
de mi verso,
asi, como hace
ciento cincuenta años,
asi, como la palabra en alto
como buscando a Dios
en la lengua sedienta
de la memoria,
en la piedra original
de tu solemnidad
en los muslos del valle.


Los naturales

En tus raíces, ciudad,
no hubo asentamientos.
Vinieron
Pasaron
Pisaron
buscando la piedra,
el corazón de la montaña,
el calor del cardo
el calor del viento
el sabor alado de la menta.

Y vinieron
agazapados,
crines saladas
y pasaron
despertando pétalos
descolgando miedos
arañando el cielo
de los algarrobos.
Y pisaron
el río con piel de alargadas
lagrimas.

Y pasaron
dejando el rasgado
miedo de los espejos.

En tus raíces, ciudad,
temblaban apellidos
que pusieron sus fibras
de maíz
y balas verdes,
pero ellos pasaron
buscando el refugio
de las piedras.


La confirmación

Y vinieron
las cartas
las órdenes
las palabras.
Y despertaron
a las nuevas mediciones
“Será el veintiuno ”
pensaba el Dr.
y miraba
a Traslasierra
a través de notas
laboriosas,
manos gastando las cuerdas del día.

Y en el aire
el hombre sencillo
recordando el decreto:
“Será el veintiuno”
repitió el chingolo ,
y acomodó su copete
como un fusil lustroso.


La convocatoria

Y vinieron los vecinos
asombrados
levantando el polvo
de las fundaciones
Y acudieron
a la reunión
.
D. Pedro Gutiérrez y
Mamerto Gutiérrez
apellidos que aún
transitan
con el mate de la noche, s
Juan Ahumada y
Valentín Ahumada
nombres que rasguñan
los oídos del paisaje, y
Sebastián Cortés
Puso lo suyo y
Amancio Soto y
Ceferino Rivero,
vecinos como racimos
de un río rubio
Ignacio Castellano y
José María Castellano
que como verdaderos pinos
acercaron su sombra
larga
larga y
D. Genaro Funes,
entre otros, de familias
con música en las raíces.

Y vinieron los fundadores
sencillos
con solemnidad intensa
como una espiga de maíz
que se desgrana en soles.

Y vinieron
los vecinos
como una bandera nueva,
temblando,
de lado a lado
como la primera mariposa.


El día

Imaginemos el día
vestido de arena
de oro
de rubios cosechadores
y ranchos de adobes
sembrando de naranjas
el vacío.

De un día
tan simple
tan vulgar
como otro día
se registra todo.
De las cosas
tan sencillas
como un jabón casero
o la brillante pierna
femenina
levantando como al descuido
las salivas del día
se registra todo,
y se lo ama
y se lo deja estar
y se vuelve
para refundar el amor.

Así debieron hacer
los primeros fundadores,
y cortando el aire.
Con la palabra como espada
con la palabra en alto,
ciudad:
Novia del sol.

Rafael Horacio López
De Nombrar las cosas. Editorial Arkenia (2009)

17 de febrero de 2016

Oda a los suspiros, Rafael Horacio López

Oda a los suspiros

Los suspiros
son vocales admirativas
o resmas de quinientos latidos.

A la mañana me miran
con sus ojos rosados
o azules
o blancos
o de tonos desconocidos.

Son ojitos
que a todos convence.

A veces me acerco
para ver sus pupilas
así como quisiera
que me miraran
cuando esté muerto,
y me acarician
como con una saliva
dulce,
transparente,
diría, alada,
como el suspirar de una muchacha
oscura
que estruja las sábanas
de la mañana.

¡Cómo admiro a esas campanitas
que de tan livianas
ahuecan mis lejanías!

Y conozco otros suspiros,
los que están en los cercos
como dándoles importancia
a la humildes ramas
que transpiran olvidos.

Y visten de primaveras
a los abriles desteñidos.
Porque es otoño, sabes,
y los árboles guardan
sus ropas de verano.

Los veía colorear el día.
Los veía bailarines esbeltos,
pero no pensé en eso,
mas bien los convertí
en estrellas
en melodías

de escotados teatros,
en mozas de servir los vinos
o en carnes
de abejas misteriosas.

Así los ví,
crujiendo
en mi otoñal palabra,
sintiendo
el galope
de corazones victoriosos.

Rafael Horacio López

De Nombrar las cosas. Editorial Arkenia (2009)

16 de febrero de 2016

Nombrar las cosas (El Mate) Rafael Horacio López y contando anécdotas vividas con Antonio Esteban Aguero

Nombrar las cosas (El Mate) Rafael Horacio López y contando anécdotas vividas con Antonio Esteban Aguero
Ciclo Literario 2014, Lecturas en Biblioteca Municipal Domingo Faustino Sarmiento, Ramón J. Cárcano 150, Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina. Jueves 24 de Abril de 2014.

Mate

Mate,
te saludan mis manos
y mis labios.
   En el centro
estás, como un obsequio
pero como una flor
yo te festejo
cada mañana cada tarde
como el primer ladrillo.
 Vamos a compartir
   la fiesta
   de la poesía
   desde los verdes papales
y en el agua
convertida en tinta
   del arado.

Quiero que seas hoy
mi joven madre
y me ofrezcas
   la leche provinciana
convertida en arroyo
   verde
como lo hace
   el árbol con el nido:
columpio en el silencio
   de la casa.

No te quiero enorme
   ni pequeño
sino en mi estatura
de mazorca incaica
buscando la bandera
   de lo humilde.

Pero escribiré
       tu nombre
y me cubriré
con tu dulzor
como una manta
que sube a la montaña
entre las blandas sombras
y el viento,
que me empuja,
grabaré tu nombre
       en mis palabras
       y en mis ojos
ya pesados
de tanto caminar
encorvados fogones.

Me recuerdo:
       la lluvia andaba
       desatada en los remansos
y nosotros
entre las voces
quebradas de las piedras
saboreábamos su espuma.

       Yo los miraba
en la palabra amena
en la garganta
       del ovillo acustre,
me recuerdo:
la lluvia cayendo
en leves racimos,
en copas
destrozadas en la arena
y todo era así,
porque
el mate nos unía.

Recuerdo:
       mates tristes
como el de Las Encrucijadas
Eran tres
y cada uno
con el alado perfume del poleo,
con miradas
de sillas vacías
como abejas
que siguen
los senderos
de las uvas.
       Mate:
                 nombrarte
es nombrar las cosas,
los seres,
sentirlos adentro
en la palabra:
una copa,
una mesa,
un ser querido,
       Yo digo:
       mate amigo
y la yerba
se da vuelta
espumosa
y me sonríe
como pudiera hacerlo
un niño
con su fiel juguete.
Nombrar
me permite cumplir
con un ritual
tan antiguo como el agua,
distinguir,
pintar,
bautizar
nombrar las cosas y los seres,
sacar de los ojos
la lentitud
del paisaje:
y su corazón de pájaro.

Mate
Mate
verde como un sapo
inflamando a una nube,
caricia tibia
de guitarra
que de tanto pasar
de mano en mano
enronquece su voz:
se vuelve madera
en el mínimo aljibe
de la casa.

Creces como una montaña virgen
como el cielo
al apartar las nubes.
Permaneces en silencio
cuando los hombres
te cuentan
sus secretos,
o cuando auguras un beso
de espumante río.

Recuerdo a un mate
en el cogollo picaresco
de una criolla:
“Amigo López que viva
con el porongo en la mano,
es lindo tocar a veces
el porongo de un paisano”

Cuando me encuentro confuso
cuando no acierto
al corazón
de la palabra
recurro al mate.
Mate de silenciar
demoras,
calle verde,
saco de abrigar,
la soledad,
aliento oculto
entre la yerba:
despertador
de estudiantes aplazados.

Mate
mate
ahuecado tizón
musgo caliente
retazo provinciano,
al beber tu presencia
me siento repleto
y ya no tengo alas
para volar el charco
y llevar tu mensaje
de miel,
de familia
y de hojas,
pero al menos
te siento
en mi fervor argentino
y te pido, mate,
que me brindes el abrigo
de tu verde
y que sigas nombrando

como yo, las cosas,
y que una vez
o diez
o mil
seas la mano abierta de los pobres.


Rafael Horacio López

15 de febrero de 2016

Desde el poema, Alejandro Nicotra

DESDE EL POEMA

¿Para quién esta tinta, este ejercicio
de soledad que busca noches?
                                              Pienso
en el que bebe, con su vino, el otro
alcohol: de desamparo, y tedio, y muerte;
pienso en el caminante de una plaza,
su lectura de pájaros y hojas,
su pensar distraído por las fuentes;
pienso en el hombre de las oficinas
o los talleres, cuando desvestido
de aceites y estadísticas contempla
el pan, la mesa, el aire de su casa;
pienso en dos que se quieren en un bar,
en un andén, en un hotel sombrío;
pienso en el que recorre, como un niño,
calles y calles (siempre hay una calle)
para buscar lo que no encuentra, el rostro
que haga mágico el mundo, otros veranos.
Siempre se escribe para alguien.
                                                    Alguien
que en un bar, en un cuarto, en una plaza,
una tarde cualquiera se incorpora
(desde qué lejanías de qué ser)
convocado por unas pocas sílabas,
también ávidas.

Alejandro Nicotra

"Del libro "Detrás, las calles", Colección Adonais, Edit. Rialp, Madrid, 1971.

14 de febrero de 2016

Marina de invierno, Alejandro Nicotra

MARINA DE INVIERNO

La noche y sus ráfagas heladas
han traído al insomnio, como a una costa,
la visión errabunda
de un vago sur.

Y he vuelto a hallarte
aún naufraga de sus olas mas frías,
aún viva en su roca
Allá en las islas extraviadas,
siempre hundiéndose.


Alejandro Nicotra

De una palabra a otra, Colección Fénix, Ediciones del Copista (2008)

13 de febrero de 2016

Grita sus torres la ciudad, Alejandro Nicotra

GRITA SUS TORRES LA CIUDAD

Grita sus torres la ciudad,
no para mí.
Yo muero a solas en un bar,
muero y resucito:

rodeo de palabras el silencio,
establezco un espacio
donde caben tus ojos y mi muerte.

Allí nos esperamos.

A orillas del silencio y las palabras,
entre los gritos altos de la ciudad,
mi vida se confirma y se deshace
en un cuerpo de humo.

Alejandro Nicotra
De La Tarea a cumplir
Selección y prólogo de Ricardo Herrera

Colección Fénix. Editorial Brujas (2014)

12 de febrero de 2016

Dìa en vilo, Alejandro Nicotra

XVI

DÍA EN VILO

Día en vilo,
que no se da ni retiene.
Día en que la luz o la sombra
se expanden sin orillas, sólo distancia,
como agua o arena.

Desierto océano del ojo,
que no ha de verte.

Alejandro Nicotra
Del libro "El anillo de plata", Colección "Fénix",

Edit. El Copista, Córdoba, 2005.

11 de febrero de 2016

El anillo de plata, Alejandro Nicotra

EL ANILLO DE PLATA


He puesto en tu mano
una suerte de anillo
de sustancia lunar.

(Aunque brille en tu día,
su secreto prestigio
pertenece a la noche.)

Un anillo de metal paradójico,
que exalta y condena;
ligero como un sueño o tu gracia,
pálido como un adiós.

Alejandro Nicotra
Del libro "El anillo de plata", Colección "Fénix",

Edit. El Copista, Córdoba, 2005.

10 de febrero de 2016

A si mismo, Alejandro Nicotra

A sí mismo

Tema del anochecer,
última luz,
                materia
apta, tal vez, para ilustrar la estela
de este día -y su fe:
                                 y no, ahí
la dejas, virgen
en las canteras que ya oculta la noche,
como una veta de amatista o ágata
inexplorada.

   *
(Coda)
Así el día se va
como el amor que alentó las mañanas,
que dio al Oeste su declive
lento -de valle,

y ahora es el turno, dices, de la sombra

aún tenue, y su piedad.

Alejandro Nicotra

8 de febrero de 2016

Deber cívico, Aldo Luis Novelli

Deber cívico

hoy voté.

entré al aula oscura
y me vi sentado frente a la maestra.

el manual Estrada
los lápices de colores, la goma dos banderas
nos contaba de las invasiones inglesas
del pueblo defendiéndose con aceite hirviendo.

después me fui a casa
herví el aceite
y me hice unas buenas papas fritas.


Aldo Luis Novelli

7 de febrero de 2016

Renacimiento, Aldo Luis Novelli

Renacimiento

después del triunfo de la poesía
todo será como en el comienzo:
hombre y mujer sembrando la tierra
preservando el fuego del rayo
alimentándose de los peces del agua
evocando los pájaros del aire
amándose bajo la luna
y naciendo hijos al sol.
después del triunfo de la poesía
hombre y mujer serán dios

en un festivo canto cósmico.-

Aldo Luis Novelli

5 de febrero de 2016

El rayo que no cesa, Aldo Luis Novelli

 el rayo que no cesa

/"¿No cesará este rayo que me habita el corazón de exasperadas fieras...?"
/"El rayo que no cesa" Miguel Hernández Gilabert 1910–1942)

aquel salvaje
escribe el primer poema
como un rayo que cae
en la hojarasca/
enciende una fogata
que lanza mensajes humanos
al infinito incomprendido.
otros hombres
preservan ese fuego
desde la noche de los tiempos.
tal vez haya sido
para demorar
nuestro holocausto final.

Aldo Luis Novelli

4 de febrero de 2016

Brillarás, Aldo Luis Novelli

Brillarás

...he sido engendrado por el desierto alacranado y el viento del sur, mi poesía atraviesa el alma de las mujeres en pena y las vuelve sublimes.

nada será como ha sido.
otro signo las alumbrará.

(y ella brilló como si fuera cierto).

Aldo Luis Novelli

3 de febrero de 2016

Escribo mucho, Aldo Luis Novelli

Aldo Luis Novelli y Jose Luis Colombini


Escribo mucho 

a mis amigos poetas

Escribo mucho/ pero poco bueno
poco que me emocione a mí
después de un tiempo secreto
que olvido quién lo escribió.

Escribo mucho/ mucha cosa que nadie lee
pero le leo a él aunque se enoje
porque tiene sueño y mañana debe levantarse temprano
porque el pan de cada día y los hijos y todo eso
y la escritura es nada o es algo como
un foco triste en medio de la oscuridad de la pieza
un cuaderno donde me siento un Rimbaud viejo
traficando con esclavas lujuriosas/
un Gianuzzi vapuleando a Heidegger dentro de un círculo
acompañado de un perro que lo mira con hambre/
un Pessoa que se desdobla y me saluda desde la ventana
de este bar donde me encuentro bebiendo por ella.

Escribo algunos textos más fuertes que esta ginebra
que emocionan a Cursaro detenido allá/ en estación/tierra/nada
o admiran las ardorosas poetas Gaby Bruch y Soledad Davis
textos donde Mansilla: poetas de ojos rojos/ me nombra
o el poeta oculto: Spíndola me renombra/ pateando latitas en polvorientas calles laterales/
o Paula Yende, Yenny Paredes y Lili Campazzo
afamadas poetas fundadoras del club de la canasta
se transforman en fieras indomables
por la magia de un sombrero que esconde historias indecibles/
y allá en la populosa Tucson/ el poeta del Harlem: Julio Carabelli
o en la patria de arena/ el Quijote del verso: Sergio De Mateo
dedican poemas dolientes a un tipo
que baila borracho entre sombras ilusivas/
mientras ‘on te road’ Rigazio y ‘minimalism’ Bohoslavsky escriben como si no hubiera mañana
y Dante y el Vasquito se emborrachan de poesía alcohólica/ porque no hay mañana.

Pero no me quemo tanto como me quema esta soledad
cuando el viento arrastra viejos fantasmas contra el vidrio
y mi memoria viaja hasta aquel campamento petrolero
y estoy solo jugando a la pelota en medio del desierto.

Escribo mucho y no sé si esta noche
que el cielo esta borroso y la luna desaparecida
como tantos hace tiempo/
y un ángel negro me mira desde el borde de la mesa

esta lluvia que empapa mi alma/ me traerá el sabor de su piel.

Aldo Luis Novelli

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