cada vez con mayor frecuencia en el suicidio. Su mujer,
Rita, y un joven admirador,
Dominique de Roux, hoy un prestigioso ensayista y
novelista, le pidieron a Gombrowicz
que les diera clases de filosofía con el fin de
sumergirle en la única materia que siempre le
había apasionado. Aquellos apuntes son los que, reunidos
por sus «alumnos», han dado
lugar a este Curso de filosofía en seis horas y cuarto,
un repaso de los principales sistemas
de pensamiento moderno desde Kant y a la vez la
afirmación de su propio credo
filosófico: el arraigo de una filosofía en la existencia
concreta.
Lección sexta
HEGEL
Sábado, 3 de mayo
Biografía aburrida. Siglo XIX. Profesor en Berlín.
Kant.
Fichte: filosofía del Estado y de la ley.
Schelling: naturaleza artística.” Su filosofía está muy
influida por la estética y el arte.
Hegel lo atacó violentamente.
La tesis fundamental de Hegel: lo que es racional es
real, lo que es real es racional.
No es tan difícil. La idea principal es que el sujeto es
correlativo (dependiente) del
objeto, que uno no puede existir sin el otro.
Imaginad que no existe más que una cosa. Si no hay
conciencia, esta cosa no existe.
Sobre esta base formula Hegel su teoría de lo real.
El mundo es una cosa; es conocido en la medida en que es
asimilado por la razón, por
una conciencia racional. Hegel da una imagen grandiosa de
este proceso.
Supongamos que entro en una catedral. Al principio no veo
más que la entrada,
fragmentos de muros, detalles arquitectónicos que no se
explican por si mismos. En fin,
veo la catedral de un modo fragmentario. Sigo adelante. A
medida que avanzo, veo cada
vez más aspectos de la catedral y por fin llego al otro
extremo y la veo entera. Descubro el
sentido de cada fragmento. La catedral ha penetrado en MI
RAZÓN. Este es precisamente
el proceso de nuestro desarrollo en el mundo. Cada día
comprendemos mejor el mundo,
nos damos mejor cuenta de la razón de cada fenómeno. Por
tanto, el mundo existe para
nosotros un poco más cada vez. Llegará un momento, el
momento final de nuestra historia
y del género humano, en que el mundo será plenamente
asimilado. Ese día desaparecerán
el tiempo y el espacio, y la conjunción del objeto con el
sujeto se transformará en un
absoluto. Fuera del tiempo y del espacio. Ya no habrá
movimiento. Entonces, ¡zas!, el
ABSOLUTO.
Como veis, semejantes sistemas metafísicos tienen una
estructura bastante fantástica.
Incluso cuando los sistemas se vienen abajo sirven para
comprender un poco mejor la
realidad y el mundo. Esta idea del progreso de la razón
en Hegel se realiza a través de un
sistema dialéctico que hoy en día es de la mayor
importancia y que se formula poco más o
menos así:
Cada tesis encuentra su antítesis en un grado más alto.
Esta síntesis aparece de nuevo
como tesis y encuentra su antinomia, etcétera. Por tanto,
es una ley de desarrollo basada
en la contradicción. Según Hegel, nuestra mente se halla
fundada en esta contradicción
porque es imperfecta, porque conoce la realidad tan sólo
parcialmente. Por tanto, sus
juicios son imperfectos.
Hegel descubre esta contradicción en la base misma de la
mente: por ejemplo,
cuando decimos todo tenemos que admitir lo singular.
Cuando imaginamos una cosa
negra hay que pensar también en otro color porque la idea
misma del color es una
oposición entre éste y el resto de los colores. Esta
misma oposición se encuentra en el
desarrollo histórico del Estado.
Por ejemplo, una dictadura provoca una revolución y una
revolución reencuentra su
síntesis en un sistema que no corresponde ni a la
dictadura ni a la revolución; un sistema,
pues, de poder limitado que, a su vez, se ve corregido
por un sistema, por ejemplo,
oligárquico.
Asimismo, cuando pensáis todo, estáis obligados a pensar
nada, y así es como se
avanza, paso a paso, en esta catedral.
La filosofía de Hegel es una filosofía del devenir, lo
que constituye un gran paso
adelante, este proceso del devenir no aparece en las
filosofías anteriores. No es sólo un
movimiento, sino un progreso, puesto que este proceso
dialéctico nos sitúa siempre en un
escalón superior, hasta el logro final de la razón, y
este proceso, en Hegel, está
naturalmente fundado en el progreso de la razón, es
decir, de la ciencia. Lo que le lleva a
conceder la mayor importancia a la historia.
Para Hegel la naturaleza no es creadora. No avanza. El
sol, por ejemplo, sale y se
pone siempre de la misma manera. Ahora bien, lo creador
es el devenir humano, que se
expresa sobre todo en la historia. Ya pueden observarse
los grandes abismos que se abren
para la mente entre lo que llamamos ahora lo sincrónico y
lo diacrónico.
Este abismo forma parte de las grandes contradicciones
que siguen caracterizando a
la mente humana, como, por ejemplo, la de objeto-sujeto o
la teoría del continuo
einsteiniano, la teoría de los cuantos de Planck, la
forma de concebir el electrón, o la teoría
corpuscular y ondulatoria de la luz. La mente humana
aparece en esta perspectiva como
algo formado por dos elementos diferentes que no se
reencuentran jamás.
El hombre es precisamente esta abertura.
Otra fórmula de Hegel que os dará idea de su lenguaje un
tanto complicado: el
hombre es el principio a través del cual la razón del
mundo llega a la conciencia de si
misma.
Echemos ahora un somero vistazo a la lógica de Hegel.
Esta se presenta, grosso
modo, así:
Afirmo que no existe ninguna cosa, pero, dado que lo
afirmo, entonces, al menos,
existe mi afirmación. Por tanto, el ser existe (en
oposición a la cosa). Pero puesto que el
ser en sí no significa nada, al decir ser, debo decir que
alguna cosa es. Llego, por este
camino, a reconocer que la categoría del ser puede ser
pensada solamente con la del noser;
lo que ya os dije al hablar de la antinomia de la mente.
Pero quiero mostrar
simplemente cuál es el punto de partida de esta lógica.
La diferencia entre la lógica tradicional y la de Hegel
es ésta: según la lógica
tradicional, todo lo que es es idéntico a si mismo y nada
se contradice. Es sencillamente el
famoso principio de identidad, según el cual, A equivale
a A.
Ahora bien, en Hegel nada es idéntico a si mismo y todo
se contradice. (La
imperfección de la razón que avanza: hasta que no haya
visto enteramente la catedral, el
sentido es imperfecto. A igual a A no se realiza aquí).
Esto conduce a lo que he anunciado al comienzo: la base
de la realidad es el
pensamiento. Basta comparar el mundo hegeliano con el
mundo de Aristóteles o el de
Santo Tomás para comprender que el hegeliano es la verdad
en marcha, el lugar donde la
humanidad forma sus leyes y el hombre se convierte en un
peldaño de la historia.
La importancia que Hegel concedió a la historia ha
contribuido ciertamente al triunfo
del pensamiento de Hegel.
Para daros una idea de este pensamiento en sus detalles,
y que os mostrará hasta qué
punto mis resúmenes están lejos de contener todas estas
cosas, quisiera hablaros de un
libro importante de Hegel: la Fenomenología del espíritu,
segundo tomo.
El capítulo sexto (para mostrar el camino de su
pensamiento). El espíritu verdadero,
la eticidad, se divide en: el mundo ético, el mundo
humano y divino y el hombre y la
mujer.
Esto se subdivide en:
1º La nación y la familia. La ley del día y la ley de la
noche, que a su vez se
subdivide en:
A. La ley humana
B. La ley divina
C. Los derechos del individuo
2º El movimiento, en ambas leyes (siempre devenir):
A. Gobierno-guerras-potencia negativa
B. (Muy importante) La relación ética entre el hombre y
la mujer en el sentido de
hermano y hermana
C. La influencia recíproca de la ley divina y humana
3º El mundo ético como infinitud, por tanto, totalidad.
El análisis hegeliano de estos temas consiste siempre en
descubrir y definir el
movimiento dialéctico al que están sometidos. Esto le
lleva a resultados verdaderamente
sorprendentes, a pasajes famosos como el de la dialéctica
del amo y del esclavo.
Aún no he hablado de un tema extraordinariamente
importante en Hegel, el del
Estado y los pueblos (naciones).
Para Hegel la realidad del Estado es superior a la del
individuo. Para él, el Estado es
la encarnación del Espíritu en el mundo. He aquí algunas
definiciones que nos permiten
comprender su concepción del Estado:
El Estado es la realidad de la idea moral. Es el espíritu
moral en tanto que querer —
voluntad—, evidente para si misma y sustancial, que
piensa por si misma y sabe y realiza
lo que sabe en tanto que saber.
Esta horrible frase muestra el sentido más profundo de la
idea hegeliana que, de
manera muy superficial, puede expresarse así: para la
filosofía anterior, el hombre estaba
sometido a una ley moral instituida por Dios o, como en
Kant, sometido a un imperativo
moral. Es decir: el hombre avanza, pero la ley ya existe.
Ahora bien, en Hegel todo se
mueve. El hombre, al avanzar, labra su propia ley, y no
hay ninguna ley fija fuera de la
constituida por el proceso dialéctico. En Hegel no
solamente el hombre sino las leyes
están en marcha, porque son imperfectas.
Otras dos definiciones del Estado en Hegel.
1º El Estado es la realización del querer individual.
2º El Estado es el espíritu que se expande convirtiéndose
en la forma y la
organización del mundo. Analiza a continuación las
diversas formas de gobierno. Y lo
somete al proceso dialéctico: el gobierno capitalista
provoca una dictadura contraria, la del
proletariado. La dictadura del proletariado lleva a una
forma superior que podrá reunir los
aspectos buenos de cada forma precedente, etcétera.
Tesis-antítesis-síntesis.
Comprenderéis con qué gula se lanzaron los comunistas
sobre esta idea. Para ellos, la
revolución conduce a una dictadura del proletariado, pero
después se llega al Estado ideal,
donde la fuerza no tendrá nada que hacer.
Hegel debe su gloria en primer lugar a Marx, y en segundo
lugar a los marxistas.
La guerra, para Hegel, es también un proceso dialéctico
donde lo inmoral lleva a lo
moral.
El Estado se transforma, al fin, en la encarnación de la
divinidad.
Hegel / Kierkegaard
Ataque de Kierkegaard
Es el último gran sistema metafísico que ha tenido lugar.
Según la ley dialéctica de
puro estilo hegeliano, la tesis reencuentra su antítesis,
y Kierkegaard es la antítesis.
Kierkegaard fue un pastor danés, gran admirador de Hegel.
De repente, le declara la
guerra y se produce uno de los momentos más dramáticos de
la cultura.
El ataque de Kierkegaard contra Hegel se resume así:
Hegel es absolutamente irreprochable en su teoría, pero
esta teoría no vale nada.
¿Por qué?
Porque es abstracta, mientras que la existencia (es la
primera vez que aparece esta
palabra) es concreta.
En Hegel no hay más que abstracciones y conceptos; por
ejemplo, he visto mil
caballos que tienen todos algo en común, y formulo
entonces el concepto de una cosa:
caballo, animal de cuatro patas, etcétera. Pero resulta
que justamente este caballo nunca ha
existido, puesto que cada caballo concreto tiene su
color. De suerte que el concepto, con el
que la filosofía clásica actúa desde los tiempos
antiguos, como en Demócrito o Aristóteles,
como desde Santo Tomás hasta Spinoza, Kant y Hegel, está
en el vacío.
La filosofía clásica dice: el hombre.
La abstracción no corresponde a la realidad. Es, por
decirlo así, del otro mundo.
Aquí es donde el pensamiento encuentra su contradicción
interior más violenta.
Y es la base, por usar el lenguaje hegeliano, de una
antítesis que nos lleva
directamente a la existencia.
El existencialismo aspira a ser sobre todo una filosofía
de lo concreto. Pero se trata
de un sueño; con la realidad concreta no pueden hacerse
razonamientos. Los
razonamientos usan siempre conceptos, etcétera. El
existencialismo es, por tanto, un
pensamiento trágico pues no puede bastarse a si mismo,
tiene que ser una filosofía
concreta y abstracta al mismo tiempo.
La filosofía de Kierkegaard es una reacción contra la de
Hegel.
A partir de Husserl el existencialismo se hace posible,
puesto que el método
fenomenológico de Husserl consiste en las investigaciones
de la verdad entendida como
esencia.
Es una descripción de nuestra conciencia, una suerte de
aplicación al yo del método
aristotélico. Pero, mientras que la filosofía de
Aristóteles es una clasificación del mundo,
el método fenomenológico de Husserl consiste en la
depuración y la clasificación de los
fenómenos de nuestra conciencia.