La claridad
Me ha tentado siempre la claridad
Y la claridad se me ha negado a veces
Como un pájaro que vuela en sueños
Y cae y sigue cayendo
Sin volar
Como peso muerto
Me ha tentado siempre la claridad
Especialmente la claridad de las hojas
de sáuco
También la claridad del guijarro
Y de las ramas de abeto
Y la rápida y voraz claridad de una
salamandra
He querido tener claridad para mirar
Los terrones del campo recién movido
Y para mirar también el mismo arado
Y el agua que se desliza límpida por la
acequia
Claridad he querido para recorrer tantos
sueños
Y glorias y poderes y dispersas
situaciones y gentes
Y para estar en el aire sin ausentarme
del fuego
Me ha tentado siempre la claridad
De estar totalmente en cada flor
En cada herida o condena o semilla
He querido tener claridad para vivir
Y cuando al fin pude definir la claridad
que yo buscaba
Advertí cuánto sueño y plumón y roja
tierra
Y confusión y olvido hacen falta para
comprender claramente
Y estar aquí con total lucidez sentado a
la vera del camino
Avivando el fuego bajo el cielo y el
polvo de las horas
Y como me ha tentado siempre la claridad
Aquella vez cuando bajo un abierto y
extendido sol
Comenzaron a encresparse las aguas de la
bahía
Hasta adquirir un tinte violáceo
Y un gran pájaro blanco surgió de
repente de entre las nubes
Batiendo sus alas y revoloteando
suavemente a mi alrededor
Decidí que era el momento de arrojar
estas palabras al mar
Porque la claridad que tanto he buscado
Sólo está en algunos silencios
En algunos espacios en blanco
Antes y después de unas pocas y
triviales palabras
Edgar Bayley
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