Cuando la ciudad se me quiebra en la diagonal
qué perverso criminal
diseñó ese bar
igualito a la oficina
cuando morfás al mediodía
parece que siguieras laburando
cuchillo y tenedor
pico y pala
codo contra codo
almizcle de perfumes varios
y el rezongo del mozito
por la nula propina
y la gomina petrificada
en el pelo del ayer
el plato es un monitor
donde tu cara se refleja
y te mira con tristeza
en las altas torres del Puerto Madero
con el maravilloso pulso de César Pelli
se está dibujando
una carita feliz
entre las nubes
que lentamente hacia el sur
se desplazan
casi un ballet
de piernas solas
de piernas tantas
entre códigos de barras y sellos
y etiquetas sin nombre
en una gran marquesina
tachaduras del destino:
-tachame la doble-
Y Dios que chorrea
de los aires acondicionados
y Dios que chorrea
de los dinteles de los antros matinales
y Dios que chorrea
por debajo de las grandes de muzzarella
cuando la ciudad se me quiebra en la diagonal
junto todos los pedazos
y no estoy en la primera ni en la tercera
dimensión
y dale que me hago sopita
frente a ti
y me tomás a grandes cucharadas
bajo la cruz del sud
y dale que me hago el logi
y me olvido por un rato
del mundo de Buenos Aires
de Enrique Pinti y de Perón también
Rodolfo Edwards
No hay comentarios:
Publicar un comentario