Los fenómenos de la
belleza
Durante largo vuelo
silencioso
el viejo ruiseñor,
el de plumaje
esquivo y cielo imprevisto,
anduvo eligiendo,
ciego o vidente,
aunque trémulo como
ante un repentino
grano de uva azul o
de diamante,
la rama de un árbol
desde la cual cantar,
y finalmente se
detuvo en aquella,
la muy oscura como
la luz de azufre del infierno,
donde se balanceaba
(¿o levitaba?)
un ahorcado.
Y cantó.
Eugenio Mandrini
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