Alguien que
acaricie tu joroba
y respire en tus
pulmones el perfume del viento
alguien que te
bese y artille tu legua al primer contacto
alguien que sume a
la paz de los domingos la redención del sexo
alguien que pueda
comer cualquier cosa
lo que alcance a
comer un devaluado
alguien que te
recuerde la lista del supermercado
y diga amor
cuidado amor
cuando la
repositora de congelados te deje frío
alguien que valga
todo el corazón que vas a poner
alguien que
fabrique un sueño y te haga creer en la mitad
un porcentaje
justo para un hombre de 40 años
alguien que no
escriba
ni hoy ni mañana,
que no escriba
pero que lea
y te abra “El
Mandarín” justo en la “Memorias de una horca”
y al termino del
relato, la maravilla esté intacta
porque ella
también ha llorado
alguien que quiera
conocer los tranvías de Lisboa
el puerto y todos
esos vinos que en el fado pruebe
alguien que asuma
el cielo y la muerte del cielo
con la ternura de
un inválido
alguien que con su
voz despierte el día de la mañana absoluta
la luz benigna de
todo lo que nace
y muere
creyendo haber
vivido.
Marcelo Dughetti
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