1.
La noche con unos cuernos que se mueven a lo lejos
la noche encerrada en una caja que se vuelve noche en
aquella
cómoda en el rincón del cuarto
mientras que mis ojos y sobre todo el espacio entre mis
ojos y
mis narices se transforma a lo largo de una canaleta de
dos pisos
me extraña y me causa susto el que haya aparecido un tubo
de
felpa que se extiende de ojo a ojo y que no me deja ver
la noche
sino de un modo confuso y fantasmagórico
por obra de una fuerza que ha venido quién sabe de dónde
el
espacio de mi sueño ha sido dividido por una pared
en este lado no es posible dormir y en el otro lado es
perfectamente posible pero no obstante absolutamente
imposible
la pared en realidad no es una pared sino una cosa viva
que se
retuerce y palpita y esta pared soy yo
con una transparencia nunca vista que me permite mirar lo
que
ocurre en el otro lado de la noche
con unos espacios en que seguramente se puede dormir al
abrigo
de los suspiros interminables y dolidos y de los terrores
que se
alojan en tus huesos y que le causan mucha congoja
el otro lado de la noche es una noche sin noche, sin
tierra, sin
casas, sin cuartos, sin muebles, sin gente
no hay absolutamente nada en el otro lado de la noche.
es un mundo sin mundo por completo y para posesionarse de
él será necesario no poder alcanzarlo
-está a la vera de tu cuerpo
y está al mismo tiempo a una distancia inimaginable de
él.
Jaime Sáenz
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