Anoche, Felipe Angellotti
Anoche, después de andar vagando por ahí, se me ocurrió
volver a mi casa. La encontré extraña, los muebles del living, habían sido
cambiados, era los mismos sillones pero dispuestos de otra manera.
La mecedora forrada que tenía siempre frente a la estufa,
la habían sacado. A mí me encantaba sentarme allí a mirar las llamas del fuego
y fumar con tranquilidad mi pipa. Ni qué hablar del comedor, teníamos una mesa
como para diez personas que usábamos cuando venían mis amigos a visitarme y
unas sillas artesanales que eran la envidia de las visitas.
Nada de eso existía, cambiaron mi mesa por una muy
moderna de vidrio, donde apenas cabían seis personas. Las sillas eran horribles
de dos tonos con forros negros y blancos pavorosas.
Bueno, dije, ¡qué voy a hacer, mi mujer siempre fue un
poco snob!, fachendosa y le gustaban esa cosas raras, sólo para ser distinta.
Hasta se vestía con ropas estrafalarias para llamar la atención.
Menos mal que me eligió a mí que soy más o menos lindón y
a mi lado ella parecía una princesa.
Seguramente que el dormitorio está igual. No creo que
haya modificado nada por respeto a nuestro amor .Voy a ver.
Abro la puerta silenciosamente y casi se me cae el
calzoncillo. (Cierto que no llevo puesto). Mi cama de dos plazas, no existe,
sólo hay unos colchones sobre el piso con cubrecamas estrafalarios como traídos
de la china con seres raros y dragones que echan fuego por las fauces.
Las cortinas son tiras colgadas del techo de variados
colores. Claro simulan el arco iris y ya no existen la mesas de luz que fueron
cambiadas por unos simples cajones pintados de amarillo, rojo y azul .Casi
vomito. Iba a insultar pero, tuve que callarme porque oí voces que subían por
la escalera. Alcanzo a esconderme atrás de una cortina.
Entra mi mujer con un hombre joven. Muy sonrientes los
dos Se besan, se acarician y finalmente veo como el amante, le desabrocha la
blusa y la va desvistiendo lentamente, después oigo los grititos de placer de
esa mujer infiel, pervertida .Ella decía que únicamente conmigo disfrutaba del
amor .Mentirosa, mentirosa.
Me acordé que en el cuarto había un retrato mío, colgado
de la pared. Me fijo y la muy zorra, lo había puesto contra el muro .¡Como si
yo no pudiera verlos a través del cartón trasero!.
Empezaron de nuevo y de rabia, se me cayó la sábana.
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