CAMINANDO
Camino
atardeciendo
hasta
ser un pedazo de crepúsculo.
La
sombra, entre los árboles,
disuelve
ya sus pájaros de humo.
Voy junto
al rio. Saltan
ruidos
encapuchados de los yuyos.
Florecen
luces, lejos.
Y no me
importa, porque voy sin rumbo.
Ha llovido.
En el aire
dejó la
lluvia sus corpiños húmedos.
Murmura
la boñiga
como un
enjambre verde por mis músculos.
Tropiezo
con las piedras,
frescas
tortugas entre el barro lúbrico.
No
llevo en los bolsillos
más que
mis manos, que me pesan mucho.
El agua
va a mi lado
chisporroteando
en círculos minúsculos.
Me
chistan las luciérnagas
que
prolongan el día con sus puntos.
Aún
puedo ver mi casa
entre
temblores de nostalgia y juncos.
La
noche esta olfateando
como
una loba sus descalzos muros.
Mi cama
es honda y dulce
como el
cuenco tostado de los surcos.
Sobre
su almohada caben
los
cansancios de un siglo y de un minuto.
Anocheciendo
voy. De pronto
dispara
un sapo líquidos cartuchos.
Y a una
señal, los grillos
llueven
su ardor en clave azul de musgo.
Estrellas
malheridas
abren
el agua con sus hombros puros.
La
noche sobre el río
es una balsa de rnaderos curvos.
Para
amar, la penumbra:
llanto
en los vidrios y en los huesos júbilo
Tropiezo
con las piedras
gargantas
secas entre el barro lúbrico.
Ya no
se ve mi casa.
Cose el
silencio párpados de búho.
Honda y
dulce mi cama. Está vacía.
Y no me
importa, porque voy sin rumbo.
Osvaldo
Guevara (Garganta en verde claro)
De
Poemas en verso y prosa (Inventario de una obra completa inconclusa)
(1998)
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