Aromas
Cuando regreso a casa no me lavo las manos
 si es que he estado
contigo un instante no más,
 el aroma retengo que
tú dejas en ellas
 como una joya vaga o
una flor ideal.
Por aquí huelo a rosas y por allá a jazmines,
 alientos de tus
ropas, auras de tu beldad,
 aproximo una silla y
me siento a la mesa
 y sabe a ti y a trigo
el bocado de pan.
Y todo el mundo ignora por qué huelo mis manos
 o las miro a menudo
con tanta suavidad,
 o las alzo a la luna
bajo las arboledas
 como si fueran dignas
de hundirse en tu cristal.
Y así hasta media noche cuando vuelvo rendido
 pegado a las fachadas
y me voy a acostar,
 entonces tengo
envidia del agua que las lava
 y que, con tu
perfume, da un suspiro y se va.
 Baldomero Fernández
Moreno
No hay comentarios:
Publicar un comentario