RESACA
Un alma un velo o un suspiro
un rápido paso camino de la luz
un entrever difuso (luz espérame)
esa esperanza ahogada por la prisa
Este ancho mar permite la clara voz nacida
la desplegada vela verde
ese batir de espumas a infinito
a la abierta envergadura de los dos brazos distantes
Oh horizonte de viento quieto lejanía
Sospechas de dos mariposas de virgen
aquí donde las ondas son kilómetros
Una dulce cabeza una flor de carbón navegan solas
Solo faltaría una pluma una pluma compuesta
hecha de dedos ciegos
de abandonados ya propósitos de anteayer distante
Así para tocarse para comprobar la frente o el cuello
la carencia de sangre
ese reflejo verde parado por las venas
mientras cercados por la densa ojera
están hundidos dos besos morados
La flor en el agua no es un gemido
No quemada no ardida boga callando
reservando su perfume implacable
para correr como loco por las arterias ausentes
La embriaguez de entonces, la belleza serena
la voz naciente
el mundo que adviene
abrázame mientras tanto
que al fin me entere yo cómo sabe una piel que sorprende
Quién sabe si estas dos manos
dos montañas de pronto
podrán acariciar la minúscula pulpa
o ese dientecillo que sólo puede tocarse con la yema
Si abandono mi mano sobre tu pecho
oh no mueras como un suspiro aplastado
no disimules tu calidad de onda al fin opresa
Pervive oh mía aquí sobre la playa ahora en fin que no
vivo
que puedo tenderme en forma de espuma y bañar unos pies
no presentes
para retirarme a mi seno donde extremos navegan
Vicente Aleixandre, de Espadas como labios, Madrid,
Espasa-Calpe, 1932.
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