Ciudad de ángeles
Viajo por la ciudad
plagada de gente que cree
en la luz de la salvación/ en la luz del televisor
en la angelical protección de eléctricos objetos.
Viajo por esta ciudad donde
ángeles laburantes se cuelgan del bondi
para asistir sin faltas a la libre esclavitud del
sistema/
por ser ángeles sarmientinos sin ninguna regla de tres
simple que los ampare
o caminan entre las sombras de la madrugada
para limpiar baños y escritorios de los pequeños
funcionarios del infierno.
Estúpidos ángeles blancos y torpes demonios
corren a los bancos/ cajeros automáticos/ bancas
virtuales
a pagar los tributos del dios/ a depositar ahorros verdes
para sostener a flote el gran arca de la perdición.
Viajo por esta ciudad avasallada de ángeles y demonios
cuando las sombras la protegen y ella abre sus piernas/
y las chicas de la calle inician el rito de enamorarse a
primera vista/
y los trabas de la ruta muestran sus ahorros de años
en un par de tetas perfectas a mis ansias ancestrales.
Escudriño sus bares/ los más oscuros
y hablo con sus parroquianos/ sus ángeles borrachos
y bebemos vino barato y puteamos a los gobernantes
y a sus putas madres.
Casi todos los ángeles de la noche
tienen un hijo que juega al fútbol como el Diego a los 12
años/
y lo van a llevar a la gran ciudad
y entrará a jugar en Boquita y va a ser famoso
y cada uno de ellos será rico como el gran conductor de
TV
y se comprará un traje blanco y una Ferrari roja/
y cuando vengan los de la televisión
los vecinos del barrio se morderán de envidia
y todos vendrán a beber con él y a brindar por su hijo
el famoso numero 10 del club más grande del mundo.
¡Eso es la felicidad!
me decía un ángel changarín
y me convidaba un trago de tinto
desde el tajo del tetra.
Y yo/ que sonrío compasivamente
me pregunto en ese instante:
¿qué es la felicidad?/
miro a mí alrededor buscándola y empiezo a desesperar
dominado por una religiosidad instantánea/ levanto los
ojos al cielo
y un angelito de yeso está meando justo arriba de mi
cabeza/
entonces le doy otro trago a la cajita feliz
y le digo a mi amigo:
-tenés razón/ ¡esto es la felicidad!-.
Y ahora ya nada importa
ni la banca Morgan/ ni el FMI
ni la CIA ni sus infames dictadores/ ni los títeres
disfrazados de presidentes
ni el genocidio en Irak/ ni el petróleo de destrucción
masiva...
Y alegres de vino y química/ brindamos por boquita y por
su hijo famoso
por el culo de Pampita y las tetas de Luciana
y el mundo se recompone/
y el pringoso bar/ es una lujosa confitería en la cabeza
de la estatua de la libertad/
y yo miro a mí alrededor y río
río contento y feliz
porque finalmente encontré
esa loca loca
loca FELICIDAD!
Aldo Luis Novelli.- de Estúpidos mirones de TV
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