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23 de agosto de 2023

Mi Tía Enriqueta, Felipe Angellotti

Mi Tía Enriqueta, Felipe Angellotti
 
Cuando niño vivíamos con mi tía Enriqueta-hermana de mi madre- No se había casado y al morir mi abuela, se vino a vivir con nosotros ,era una de esa mujeres criadas a la antigua usanza .Muy de la casa, señorial y meticulosa hasta en los mínimos detalles .
Después supe que las personas con esas características son un poco esquizofrénicas ; no podía ver un papelito en el suelo que de inmediato se inclinaba y lo levantaba .No soportaba un plato sucio después de la comida .No alcanzábamos a comer el último bocado que ya estaba levantando el servicio. Verdaderamente era insoportable.
Cuando entraba a mi cuarto se horrorizaba porque no era precisamente la imagen del orden y de la limpieza. Cuadernos por aquí, medias y zapatos por doquier y ni hablar de la ropa que desparramada alfombraba toda la habitación. Reconozco que era desordenado y aún todavía lo soy .mi mujer reniega cuando dejo mis cosas tiradas y ella tras de mí, las levanta, mientras me carga de reproches al igual que mi recordada y amada tía Enriqueta.
La tía , vestía con largas faldas ,se acicalaba empolvándose la nariz y se ponía un tinte color rojizo en las mejillas que le daban una apariencia de estar sonrojada . Tenía un cabello extenso y sedoso el que se ataba con una cinta que le caía sobre la espalda.
A su favor puedo decir que era amable, con una mirada dulce y una sonrisa complaciente. Nos trataba con tanta efusividad que compraba hasta la voluntades más hoscas.
Había algo que me tenía intrigado y era esa llave que siempre llevaba colgada de una cadenita adornando su blanco y esbelto cuello. Sabía que era de un alhajero que tenía en su habitación .Era un arca grandecita y allí seguramente tenía cosas que a mí me obsesionaba saber , porque como todo niño era curioso y quería indagar todos los secretos de la casa.
Nunca se la sacaba así que jamás tendría acceso ella a no ser que en un descuido la desprendiera y la dejase sobre algún mueble. Pensé que al bañarse seguramente se la sacaba. Hubiese sido el momento oportuno de entrar ,tomar la llave y abrir ese cofre que tanto me intrigaba. No me atreví a hacerlo me pareció que sería invadir su intimidad.
El tiempo pasaba y yo me obsesionaba cada vez más con ese arconcito que contenía vaya a saber qué cosas de la tía Enriqueta.
Un día se me dio esa oportunidad .Mi madre le había pedido que la acompañara a una tienda y salieron muy temprano .No pude explicarme como se olvidó de la cadenita con la llave. Fui hasta su habitación y allí sobre la cómoda estaba lo que más codiciaba. La llave .La tomé con mis manos temblorosas y abrí el cofrecito como quien descubre un tesoro escondido.
Lo primero que invadió mi nariz fue un perfume suave y delicioso .Un atado de cartas se encontraban en el cofre junto con otras pertenencias ,aros, cadenas y otros recuerdos que no atrajeron mi atención. Sí un anillo enorme con una piedra azul preciosa .Lo contemplé largamente para luego dejarlo y tomar las cartas. Eran varias pero solo leí las últimas. La letra grande y firme me indicó que era de un hombre .Las leí pausadamente .Por ellas me enteré que la tía había estado de novia con un muchacho y estuvo a punto de casarse.
Todas las cartas las firmaba un tal Luis ,en ellas le manifestaba todo el amor que sentía por ella .La última le comentaba que ya había comprado los anillos de casamiento y que la fecha de la unión matrimonial sería el día 13 de septiembre de 1952 .
Debajo le escribió .”Llegaré el 10 de septiembre para que arreglemos todos los detalles del casamiento”.
No había más cartas. Observé un recorte de diario doblado meticulosamente y lo abrí para leer en letras pequeñas una noticia .
El diario tenía fecha 10 de septiembre de 1952
 
ACCIDENTE ENTRE UN AUTO Y UN CAMIÓN
Por causas que se investigan un camión se salió de su carril y embistió a un automovilista que circulaba en sentido contrario . murieron instantáneamente ambos ocupantes .
El hombre que conducía el automóvil era de unos 35 años de nombre Luis Molinari según los documentos que se le encontraron “.
 
Quedé helado ,ahora comprendía muchas cosas .De pronto detrás de mí escuche una voz que me decía;
-¿Por qué hiciste eso sobrino.?.
No sé porqué comencé a llorar y ella acercándose a mí, me abrazó y comenzó a llorar conmigo.
-Perdón tía, perdón solo atiné a decir .
-Ahora conoces mis secretos dijo con voz queda.
-Perdón, volví repetir ,yo no sabía.
-Ahora lo sabes pero, por favor que esto quede entre vos yo.
-Sí tía, sí ,dije compungido.
Nunca revelé el secreto y cuando ella falleció quemé las cartas y el diario .Aún conservo ese arconcito que esconde una historia íntima de una amor truncado.
Beso la llave como besar a mi tía y la dejo donde estaba. Ella también sabe el secreto sólo que jamás podrá revelarlo.
 
Felipe Angellotti


 

22 de agosto de 2023

Felipe Angellotti leyendo Agosto. 2 de agosto 2013


Felipe Angellotti leyendo Agosto

 

Café Literario del grupo Tardes de la Biblioteca Sarmiento, un lugar de encuentro para lectores y escritores. Biblioteca Municipal de Domingo Sarmiento. Villa Dolores, Traslasierra, Córdoba, Argentina

2 de agosto 2013


21 de agosto de 2023

Resurrección, Cecilia Meireles

Resurrección, Cecilia Meireles
 
No cantes, no cantes, porque vienen de lejos los náufragos,
vienen los presos, los tuertos, los monjes, los oradores,
los suicidas.
Vienen las puertas, de nuevo, y el frío de las piedras,
de las escalinatas,
y, con un ropaje negro, aquellas dos manos antiguas.
Y una vela de móvil llama humeante. Y los libros. Y
las escrituras.
No cantes, no. Porque era la música de tu
voz lo que se oía. Soy una muerta reciente, aún
con lágrimas.
Alguien escupió distraídamente sobre mis pestañas.
Por eso vi que ya era tarde.
 
Y dejé en mis pies quedarse el sol y andar las moscas.
Y de mis dientes se escurrió una lenta saliva.
No cantes, pues trencé mis cabellos, ahora,
y estoy ante el espejo, y sé bien que ando en fuga.
 
Cecilia Meireles

 

20 de agosto de 2023

Timidez, Cecilia Meireles

Timidez
 
Me basta un pequeño gesto
hecho de lejos, muy leve,
para que vengas conmigo,
para que siempre te lleve.
Sólo ese, yo no lo haré.
Una palabra caída
de las montañas de instantes
desmancha todos los mares,
une tierras muy distantes.
 
Palabra que no diré.
 
Para que tú me adivines
entre vientos taciturnos
apago mis pensamientos
visto ropajes nocturnos
 
Que amargamente inventé.
 
Y mientras no me descubres
van los mundos navegando
en aires ciertos del tiempo
hasta no se sabe cuándo…
 
Y un día me acabaré.
 
Cecilia Meireles 

 

17 de agosto de 2023

Espectros, Cecilia Meireles




ESPECTROS

En noches de tormenta
especialmente
cuando afuera
el vendaval ruge
y del pelágico furioso
a la espantosa voz
los cielos responden y
sacuden todo.
 
Del alfarrábio que esta alma
ávida sondea
Buscando, agotada de tanto estudio
veo ante mí, a través de la
habitación silenciosa,
pasar lentamente,
en una vuelta lenta.
 
De ahí al cambio de luz
(Cualquier cosa que el viento
se desvanezca o el viento
cobre vida,
En largas sombras y
Esplendor del sol),
Fantasmas silenciosos de
otra época. La sugerencia de
la noche vivida. Dioses
demonios, monstruos,
reyes y hombres.
 
 
Cecilia Meireles



16 de agosto de 2023

Timidez, Cecilia Meireles

Timidez
 

Me basta un pequeño gesto
hecho de lejos, muy leve,
para que vengas conmigo,
para que siempre te lleve.
Sólo ese, yo no lo haré.
Una palabra caída
de las montañas de instantes
desmancha todos los mares,
une tierras muy distantes.
 
Palabra que no diré.
 
Para que tú me adivines
entre vientos taciturnos
apago mis pensamientos
visto ropajes nocturnos
 
Que amargamente inventé.
 
Y mientras no me descubres
van los mundos navegando
en aires ciertos del tiempo
hasta no se sabe cuándo…
 
Y un día me acabaré.
 
Cecilia Meireles 

 

15 de agosto de 2023

Infancia, Cecília Meireles

Infancia
 
Se llevaron las rejas del balcón
desde donde la casa se avistaba.
Las rejas de plata.
 
Se llevaron la sombra de los limoneros
por donde rodaban arcos de música
y hormigas rojizas.
 
Se llevaron la casa de verde tejado
con sus grutas de conchas
y sus vitrales de flores empañadas.
 
Se llevaron a la dama de viejo piano
que tocaba, tocaba, tocaba
la pálida sonata.
 
Se llevaron los párpados de antiguos sueños,
y dejaron solamente la memoria
y las actuales lágrimas.
 
Cecilia Meireles

Cecilia Meireles
 
Cecilia Benevides de Carvalho Meireles nació en la ciudad del Rio de Janeiro el 7 de noviembre de 1901. Su padre, don Carlos Alberto de Carvalho Meireles, murió tres meses antes de su nacimiento y su madre, doña Matilde Benevides, tres meses despúes, razón por la cual la abuela materna, doña Jacinta García Benevides, se hizo cargo de la pequeña Cecilia.
Concluyó la "Escala Normal" en 1917, habiendo estudiado también lenguas, canto y violín. Actuó como maestra en escuelas del Rio de Janeiro y se dedicó, tiempos después, a dictar clases de literatura y cultura brasileñas, literatura portuguesa y critica literaria, en Brasil y en el exterior. Además, impartió cursos libres y conferencias sobre variados temas, como teatro, folklore, pedagogía, literatura dramática y literatura hispanoamericana.
La profunda preocupación de la poetisa en la educación de la infancia hizo que participara en debates sobre reformas educacionales y que editara una página sobre enseñanza en la prensa carioca, de 1930 a 1934. Pero, sobre todo, dicha preocupación la convirtió en una de las primeras autoras de literatura infantil en Brasil, pues la llevó a fundar y dirigir, en 1934, la primera biblioteca de literatura infantil del pais y, en 1951, a publicar uno de los primeros estudios sobre el asunto, la obra Problemas da literatura infantil. En su incesante labor intelectual, viajó por diversos países, tradujo al portugués varias obras de la literatura universal, colaboró en la implantación del Museu do Folclore, en Sáo Paulo, y trabajó como articulista en periódicos y revistas nacionales.
Cecilia Meireles es uno de los nombres más importantes de la poesía brasileña. Publicó más de una veintena de libros de poemas y otro tanto de libros en prosa. Vale destacar, dentre su obra poética, Nunca mais... e Poema dos poemas (1923), Baladas para El-Rei (1925), Viagem (1939), Vaga música (1942), Mar absoluto e outros poemas (1945), Romanceiro da Inconfidéncia (1953), Ou isto ou aquilo (1954), Cana ijes (1956), Metal rosicler (1960) y Solombra (1963). Cecilia Meireles murió, víctima de enfermedad, el 9 de noviembre de 1964.


 

14 de agosto de 2023

Unas pocas cosas que hay que recordar cuando se escribe un poema por Charles Simic


 Unas pocas cosas que hay que recordar cuando se escribe un poema por Charles Simic
 
1. No cuentes a los lectores lo que ya saben de la vida.
 
2. No creas que eres el único en el mundo que sufre.
 
3. Algunos de los grandes poemas son sonetos y poemas de pocos versos, no escribas más de lo necesario.
 
4. Usar imágenes, símiles y metáforas ayuda a la precisión del poema. Cierra los ojos y deja que tu imaginación diga qué hacer.
 
5. Cuando escribes un poema haces un borrador que necesitará reflexión posterior, tal vez meses, incluso años de reflexión.
 
6. Recuerda, un poema es una máquina de tiempo que estás construyendo, un vehículo que permitirá a algunos viajar en su propia mente, así que no te sorprendas si hace falta tiempo para conseguir que todas sus partes encajen adecuadamente.

13 de agosto de 2023

Papeles dominicales, Charles Simic


 
PAPELES DOMINICALES
 
La carnicería de los inocentes
no se acaba nunca. Es de lo único
de lo que podemos estar seguros, amor,
más incluso que de la existencia
del asado que estás sacando del horno.
 
Es domingo. La congregación
sale lentamente y en fila de la iglesia
que hay al otro lado de la calle. Muchos
de ellos llevan una biblia en la mano.
Es el vago deseo de verdad
y el temor cierto a alcanzarla
lo que les hace encerrarse en la iglesia
a pesar de este glorioso tiempo primaveral.
 
En el vestíbulo, el viejo perro callejero
ha tenido por fin la honestidad
de gruñirle a su propia imagen en el espejo,
antes de dirigirse a la cocina
donde sostienes el cordero asado
que huele a romero y ajo.
 
Charles Simic

12 de agosto de 2023

Charla radiofónica, Charles Simic


 
CHARLA RADIOFÓNICA
 
‘‘Tuve suerte de llevar una Biblia conmigo
cuando me abdujeron los alienígenas…’’
 
América, le grité a la radio,
¡incluso a las dos de la madrugada eres un manicomio!
 
No, lo retiro:
Eres un ángel de piedra en el cementerio
 
escuchando a los gansos que cruzan el cielo
con los ojos cegados por la nieve.
 
Charles Simic

11 de agosto de 2023

Club medianoche, Charles Simic

CLUB MEDIANOCHE
 
¿Eres el único propietario de un sórdido club nocturno?
 
¿Eres su único cliente, el único tras la barra,
el único camarero que ronda entre las mesas vacías?
 
¿Organizas de madrugada shows de chicas
con muertas estrellas de películas en blanco y negro?
 
Tu oficina ¿está arriba tras las luces de neón
o abajo en el sótano infestado de ratas?
 
¿Son barbudos pensadores rusos tus silenciosos compañeros?
¿Trabaja para ti un portero llamado Dostoievski?
 
¿Sabes si vendrá esta noche Fumanchú?
¿Ha llegado ya Emily Dickinson?
 
¿Tienes un alma inmortal?
¿Tienes la secreta sospecha de que no tienes alma alguna?
 
¿Es por eso que lanzas un par de dados blancos,
a oscuras, cuando hace tiempo que el antro ha cerrado?
 
Charles Simic



 

10 de agosto de 2023

El lío con la poesía, Charles Simic

El lío con la poesía, Charles Simic
 
 
Lo único para lo que siempre ha sido buena la poesía es para hacer que los niños odien la escuela y brinquen de alegría el día que no tengan que ver más otro poema. Todo el mundo entero coincide en ello. Nadie en su juicio, jamás, lee poesía. Incluso entre los teóricos literarios de hoy día está de moda señalar como inaccesible toda la literatura, especialmente la poesía. Que algunas personas todavía continúen escribiéndola es una rareza que pertenece a alguna columna “Créalo o No” del periódico.
Cuando los poetas encomiaron a los dioses y a los héroes tribales y glorificaron su sabiduría para la guerra, fueron tolerados, pero con la aparición de la poesía lírica y la obsesión del poeta con el ego, todo cambió. ¿Quién quiere oír acerca de la vida de seres insignificantes, mientras los grandes imperios se erigen y caen? Todas esas fruslerías sobre estar enamorado, besuquearse y experimentar detenidamente la alborada del día mientras canta el gallo, es de lo más risible. Maestros, clérigos y otros policías de la virtud siempre han sido cómplices de los filósofos. Ningún modelo ideal de sociedad, desde Platón, ha aceptado a los poetas líricos, y por abundancia de buenas razones. Los poetas líricos están siempre corrompiendo a los jóvenes, haciéndolos ahogarse en autocompasiones y condescender en embelesamiento. El sexo sucio y la falta de respeto por la autoridad es lo que los poetas han susurrado en los oídos de los jóvenes por siglos.
“Si él escribe versos, échalo a patadas”, se le aconsejó a un novel padre hace dos mil años en Roma. Y eso no ha cambiado mucho. Los padres de familia todavía prefieren que sus niños sean taxidermistas y recaudadores de impuestos en vez de poetas. ¿Quién puede reprocharles? ¿Preferiría usted que su única hija sea poeta o mesera de un club nocturno? Esa es una dura elección.
Incluso los verdaderos poetas han detestado la poesía. “Hay muchas cosas tras este engaño”, dijo Marianne Moore. Y ella tenía su punto de vista. Algunas de las cosas más estúpidas que los seres humanos han proferido se hallan en la poesía. La poesía, como regla, ha avergonzado tanto a individuos como a naciones.
La poesía está muerta, han gritado felizmente por siglos los enemigos de la poesía y aún lo hacen. Nuestros poetas clásicos, nuestros profesores en boga nos lo han dicho —en tanto que ellos no son más que un manojo de propagandistas de las clases gobernantes y de la opresión masculina—. Las ideas una vez promulgadas por los carceleros y asesinos de los poetas en la Unión Soviética son ahora un gran éxito en las universidades americanas. El esteticismo, el humor, el erotismo y todas las otras manifestaciones de la imaginación libre son sospechosas y deben ser censuradas. La poesía, esa tonta diversión de lo políticamente incorrecto, ha dejado de existir para nuestras clases educadas. No obstante, a pesar de ellos, la poesía se sigue escribiendo.
El mundo parece siempre premiar la conformidad. Cada época tiene su límite oficial sobre lo que es real, lo que es bueno y lo que es malo. El ideal es un plato hecho de deshonestidad, ignorancia y cobardía servido cada noche con un aspecto serio y un aire de la más alta integridad por los noticieros de televisión. La literatura también está preparada para unirse a ello. Su tribu está tratando siempre de reformarte y de enseñarte sus modales. El poeta es ese niño que, de pie en la esquina, con la espalda vuelta a sus compañeros, piensa que está en el paraíso. Como si eso no bastase, los poetas, todos lo sabemos, son mentirosos de campeonato.
“Llegas a mentir para mantenerte medianamente interesado en ti mismo”, dijo el novelista Barry Hannah. Ello es especialmente cierto para los escritores de versos. Cada uno de ellos cree que impostándose a sí mismo dice la verdad. Si no podemos ver el mundo tal como es en realidad, se debe a las capas de metáforas muertas que los poetas han dejado en todas partes. La realidad es sólo un viejo y descascarado cartel de la poesía.
Los filósofos dicen que los poetas se engañan a sí mismos cuando moran amorosamente en los detalles. La identificación de lo que permanece intocable por el cambio ha sido la tarea del filósofo. La poesía y la novela, al contrario, han sido recreadas con lo efímero —el olor del pan, por ejemplo—. Por lo que a los poetas concierne, sólo los tontos son seducidos por las generalizaciones.
Cielo y tierra, naturaleza e historia, dioses y demonios están todos escandalosamente reconciliados en la poesía. Por analogía se dice que cada cosa es todo, todo es cada cosa. Por consiguiente, los mejores poemas religiosos están cargados de erotismo. Subjetivamente, los poetas pretenden también trascender ellos mismos a través de la práctica de hallar su identidad en las cosas lejanas y apartadas. En un buen poema, el poeta que lo escribió desaparece para que el poeta-lector pueda llegar a existir. El “yo” de un total extraño, un chino antiguo, por ejemplo, nos habla desde el lugar más confidencial dentro de nosotros mismos, y nos deleitamos.
El verdadero poeta se especializa en un género de alcoba y metafísica de la cocina. Soy el místico de la cacerola y mi amor son los rosados dedos del pie. Como cualquier otro arte, la poesía depende del matiz. Hay muchas maneras de tocar el encordado de una guitarra, de besarse y morderse algún dedo del pie. Los músicos de Blues saben que unas pocas notas debidamente tañidas tocan el alma, y así lo hacen los poetas líricos. La idea es que es posible hacer platos asombrosamente sabrosos con los ingredientes más simples. ¿Fue Charles Olson quien dijo que el mito es una cama en la cual los seres humanos hacen el amor a los dioses? Mientras los seres humanos se enamoren y compongan cartas de amor, los poemas tendrán una razón de ser.
La mayoría de los poemas son bastante cortos. Lleva más tiempo estornudar naturalmente que leer un haikú. Sin embargo, algunos de estos “pequeños” poemas han acertado a decir más acerca de la condición humana, en unas pocas palabras, que siglos de otros géneros de escritura. Los poemas cortos y ocasionales han sobrevivido por miles de años desde la épica y sólo lo tocante a todas las cosas ha crecido ilegible. El misterio supremo de la poesía es la
forma en que tales poemas lanzan un hechizo sobre el lector. El poema es absolutamente entendible después de una lectura, y casi inmediatamente uno quiere releerlo de nuevo. La poesía es, en conjunto, repetición que nunca llega a ser monótona. “¡Más!”, gritarían en coro mis hijos soñolientos después de terminar de leerles algún cuento para niños. Para ellos, como para todos los amantes de la poesía, hay sólo más, y nunca bastante. Es la calidad paradójica de la poesía la que precisamente le da su sabor. La Paradoja es su condimento secreto. Sin sus numerosas contradicciones y su impertinencia, la poesía sería
tan blanda como un sermón del domingo o el discurso de un presidente. Se debe a sus muchas y deliciosas paradojas que la poesía haya derrotado y sobrevivido continuamente a sus críticos más duros. Cualquier intento de reformar la poesía, de hacerla didáctica y moral, o aún de restringirla dentro de alguna “escuela” literaria, es entender mal su naturaleza. La buena poesía nunca se ha desviado de su propósito de ser una fuente inagotable de paradojas acerca del arte y la condición humana. Sólo un estilo que es un carnaval de estilos devela la irreverencia que me parece apropiada para la poesía hoy. Una poesía, para abreviar, que tiene la recepción de un cable de televisor con más de trescientos canales, más hechos extraordinarios que ficciones, falsos milagros y supersticiones en escaparates del supermercado. Un poema que es como un espectáculo de Elvis Presley en Marte, la mujer con tres tetas, el cuadro de un perro que se comió la mejor obra de Shakespeare, la noticia de que el infierno está atestado y de que ahora en el cielo se están estableciendo los pecadores más perversos.
Aquí, por ejemplo, viene un compañero sin casa ni hogar cuya cabeza calva perteneció una vez a Julio Cesar. ¿No te vi vociferando en un stip-tease, ayer, en el Times Square, le pregunto? Cabecea felizmente. Mi siguiente pregunta es: ¿Aníbal cruzará de nuevo Los Alpes con sus elefantes? “Observa afuera a la querida poeta”, es su respuesta. “Si llega a girar con su carro lleno de compras, de libros viejos y ropa usada, alístate para oír un poema.” Eso me recuerda que mi bisabuelo, el herrero Philip Simic, murió a la edad de noventa y seis en 1938, el año de mi nacimiento, después de regresar tarde a casa, una noche de taberna en compañía de unos gitanos. Pensó que lo ayudarían a dormirse, pero murió en su propia cama con los músicos tocando sus canciones favoritas. Eso explica por qué mi padre cantaba canciones de gitanos y por qué yo escribo poemas, porque como mi abuelo, yo no puedo dormir en las noches.
 

Charles Simic
Publicado en la revista Michigan 36 N 3 (1997)

 
 

9 de agosto de 2023

Mi madre anhelaba, Charles Simic

Mi madre anhelaba
 
Llevarse su máquina de coser
a la tumba y creo que
consiguió hacerlo, pues
de vez en cuando, paso la noche
en vela, escuchándola.
 
Charles Simic
 

8 de agosto de 2023

Shelley, Charles Simic


 
SHELLEY
 
A M. Follain
 
Poeta de las hojas muertas llevadas por el viento
como espectros, como multitudes contagiadas
por la peste, te leí por primera vez
en Nueva York, una tarde de lluvia,
 
con mi atroz acento eslavo,
recitando los versos melifluos
de un libro destrozado, desteñido,
que había comprado aquel mismo día
en una librería de viejo de la Cuarta Avenida
en la que atendía un iniciado en ciencias ocultas.
 
Con muy poco dinero, y casi ya todo gastado,
caminaba por la calle, la nariz en el libro.
Me senté en un café destartalado
con la moscas del verano pasado muertas sobre la mesa.
El dueño era un antiguo marinero
a quien le había crecido una enorme joroba en la espalda
de tanto contemplar la lluvia y la calle desierta.
Le hizo feliz que me sentara allí a leer,
y rellenaba mi taza con un líquido oscuro como el agua de la Estigia.
 
Shelley hablaba de un loco, ciego rey moribundo;
de soberanos que ni ven, ni sienten, ni saben;
de tumbas de las que un glorioso fantasma podía
salir para iluminar nuestro día tempestuoso.
 
También yo me sentía un glorioso fantasma
yendo a cenar
al restaurante chino que frecuentaba entonces.
Cada noche me servía sopa y arroz
un camarero con tres dedos
que jamás dijo una palabra.
 
Nunca vi a nadie más allí.
La cocina estaba tras una cortina
de perlas de vidrio, que sonaban ligeramente
en cuanto se abría la puerta de la calle.
Aquella tarde se abrió
para dejar entrar a una pálida muchacha con gafas.
 
El poeta hablaba del sempiterno universo
de las cosas… De destellos de un mundo remoto
que el alma visita en el sueño…
De un desierto habitado sólo por tormentas…
 
Aquí y allá en las calles paraguas rotos
como cometas fúnebres
fabricadas quizás por aquella china minúscula.
Los bares de MacDougal Street se quedaban vacíos.
Ya había habido una pelea a puño limpio.
Un hombre apoyado en una lámpara extendía los brazos
como crucificado,
dejando que la lluvia lavase la sangre de su cara.
 
En un callejón mal iluminado
en el que la acera brillaba como el espejo
de una sala de baile a la hora de cierre
un hombre bien vestido y descalzo
me pidió dinero.
Le brillaban los ojos, tenía ese aire triunfal
de un campeón de esgrima
que acabase de asestar un golpe definitivo.
 
Qué extraño era todo… La tómbola del mundo
en aquella oscura noche de octubre…
Y el libro de poemas amarillento
con sus Esplendores y Miserias
que yo estudiaba a la luz de los escaparates
de farmacias y peluquerías,
temeroso de volver a mi cuartucho sin ventanas,
frío como la tumba de un emperador niño.
 
Charles Simic

7 de agosto de 2023

Me voy, Roberto Jorge Santoro


 
Me voy

 
 
me voy
dejo esta espada
se armó desde el tobillo
en la manera frutal del alfarero
en la ranura dulce de las tardes
en la humedad del amor que crece en las distancias
y en la trompada al aire
porque camino solo
 
Roberto Jorge Santoro
Obra poética completa 1959-1977, Ediciones ryr, 2013.

 

 

6 de agosto de 2023

Solo se ve la libertad como un enorme agujero, Roberto Jorge Santoro


 
Solo se ve
la libertad
como un enorme agujero
 
Solo se ve
que todo aquí
se paga sin remedio
 
Cayó el telón
sobre el final,
sobre el final
cayó el amor,
todo anda mal
nada anda bien,
ya no se sabe quién es quién
ni quién será
 
Un bache gris
es la verdad
perdida su cabeza
 
Vaya a saber
quién quedará
entero y de una pieza
 
Cayó el telón
sobre el final,
sobre el final
cayó el amor,
todo anda mal
nada anda bien,
ya no se sabe quién es quién
ni quién será
 
Roberto Jorge Santoro
 

5 de agosto de 2023

Llegó la primavera, Roberto Jorge Santoro

Llegó la primavera
 
lavorante viene y va
su brazo baila en el aire
su cuerpo baila en el baile
con el cross
o con el jab
salta su risa con onzas
con su loca manera de golpear
por arriba una cuerda
por el pecho
su corazón del ring hasta el techo
y la cuerda que algún día no da más
lavorante sube y baja
baja
 
cintura que sube
esquiva el sudor
se agacha
su pierna mueve
la deja que ande
o la baila
desabrocha o endereza
su guante
que su silueta alocada
toca su mano
y se viene
aire del aire que tiene
su bata
bota saltando
y el golpe que está pegando
en la tribuna se mete
lavorante cierra y abre
su puño llega
despega
desenrosca su coraje
por el juego de la lona con las piernas
después enrieda la cara
traba el músculo
Io saca
pone su nombre en el ranking
pega y pega
nocaut le lleva a las venas
sueña su sueño en el golpe
y hasta el norte se lo lleva
lavorante está que arde
la soga salta en el pecho
al cuadrado va derecho
mete y mete su detalle
le dice arriba y abajo
le dice izquierda
el manager
le dice
grito en inglés
la tribuna que lo mira
que no entiende
que no sabe
lavorante está que acusa
con derechas
le tocan con izquierdas
el hígado y la boca
le dan a la cabeza
y él se para
y otra vez cae de cara
de boca contra el aire
que se abre con las mañas
que fractura
que el corazón no carbura
y el manager tan feliz
pugilea el púgil gil
y el gringo se cae y cae
y el cerebro no respira
ni respira su nariz
abajo que por arriba
un guante muy elegante
le desarma por el cuerpo su país
y el nocaut está tan cerca
que tan cerca se ve la operación
se ve un vaso de agua con limón
lo que no dicen
la vieja
el mate que no va para la pieza
la maceta donde se cae un malvón
el patio donde se grita un carajo
con lo que da el corazón
y hasta el fin gringo muchacho
adentro
y fuera del ring
tu nombre como metralla
que te vas
se fue
lo sacaron por la cara
por el dólar
la cabeza la mortaja
si te vas
Alejandro Lavorante
a dios le tiramos la toalla
chau hermano
no te vayas
 
Roberto Jorge Santoro
 

4 de agosto de 2023

Señores monstruos amarillos, Roberto Jorge Santoro

señores monstruos amarillos
un beso huérfano rueda el aire de esta tierra
señores amarillos
monstruos señores
los escritorios me muerden las rodillas
la nota buenos aires memorándum señor jefe
delante de mi puerta hay un tigre que quiere asesinarme
delante de mi carne hay un mareo de voces y campanas
ah señores de la toga
señores de la espada y la mentira
hay un sillón tirado en medio de la calle
hay un perro ladrándome en el hombro
señores monstruos amarillos
veo esta tierra de orín y militar con sorna
la veo
aquí persisto
hay que saber usar el moño
tener un par de ligas
un duro bastón en cada mano
con un pie en el zapato
y con el otro
y uno y dos
tres
señores de la carroña
don monstruo de salón y alfombra
don mierda de la estafa y la basura
veintiún golpes sedientos de palabra
y un ojo gastado en la amargura
yo tengo mi casa en el saludo
una pared
un árbol
una camisa llena de rabia
yo tengo para esta tierra que me insulta
me escupe
me patea
una novia y una tarde mezclándome los dedos.
 
 
Roberto Jorge Santoro
 

2 de agosto de 2023

Cárcel del pueblo, Roberto Jorge Santoro


 

Cárcel del pueblo
 
ciudadano de la clase 39
factor rh negativo
comunica a la división de investigaciones
policiales antidemocráticas
haber descubierto una cárcel del pueblo
está ubicada cerca de mi casa
es la villa miseria
a la que da su espalda
la manufacturera algodonera argentina
sociedad anónima.
 
 
Roberto Jorge Santoro
De: No negociable, 1975

31 de julio de 2023

Por las noches camino el barrio, Jorge Luis Carranza


 
Por las noches
camino el barrio
recorro la palma
de su mano buena
cuando
el fuego del mundo
es rescoldo.
 
Un borde del alma
toca una pena vieja.
 
El silencio del cielo
respira.
 
Abajo
en el rescoldo
del fuego del mundo
una lucecita.
 
Sol cosido
en el corazón.
 
Jorge Luis Carranza

30 de julio de 2023

Trabaja en servicio doméstico, Jorge Luis Carranza

Trabaja en servicio doméstico
toma dos ómnibus
para ir
y volver del trabajo
tiene ocho nietos
la luz de sus ojos
tuvo cáncer de útero
le hicieron quimio
mucho tiempo
tuvo miedo
mucho
de morirse
dice
va con su amiga
a clases de bachata
dos veces por semana
le encanta
no falta nunca
al otro día
le duelen los pies
pero no importa.
 
En su cielo
Juan Luis Guerra
y Romeo Santos
cantan
ella baila
ríe
no para de bailar.
 
Jorge Luis Carranza

 

29 de julio de 2023

Llevo un populoso silencio, Jorge Luis Carranza


 Llevo un populoso silencio

 
Mudo diálogo
con los que
que están
anudados al alma.
 
Oigo
el oleaje del pensar
su rumor.
 
De fondo
el parche
del corazón.
 
Los recuerdos vuelven
una y otra vez
con nuevos detalles.
 
Un dulce vacío
llama.
Pide dulcemente
que me entregue.
 
El tren largo
que cruza
las noches largas
nunca viene solo.
 
Jorge Luis Carranza

28 de julio de 2023

Las inclemencias del hombre, Jorge Luis Carranza

Las inclemencias del hombre
el viento del mundo
no cesan.
Levantamos carpas
en el desierto.
Duran
lo que duran.
Lo que hoy es
mañana no
y viceversa.
Ropa del alma
son.

 
Jorge Luis Carranza
 

27 de julio de 2023

Apoyé la mano sobre un poema, Jorge Luis Carranza

Apoyé la mano
sobre un poema.
Nada sobresalía
en él.
¿Cómo decirlo?
Su voz era
la de quien
acerca la cuchara
a un enfermo
y le dice:
"toma' un poco de sopa
te va a hacer bien".
Eso sentí
cuando apoyé la mano
y el corazón
sobre el poema
sin montes
ni bordes.
Que tenía
esa voz.
 
Jorge Luis Carranza
 

26 de julio de 2023

Desde la costa un niño, Jorge Luis Carranza

Desde la costa
un niño
que me conoce
mece
un farol
para que
no me pierda.
Pasan los años.
Cada vez
sé menos.
En cada cosa
veo
un dios dormido.
 
Jorge Luis Carranza
 

24 de julio de 2023

Al dibujo que representa a John Keats en su muerte, Rainer María Rilke


AL DIBUJO QUE REPRESENTA A JOHN KEATS EN SU MUERTE
 
Ahora le llega al rostro al gloriador callado
lo lejano de abiertos horizontes:
así vuelve a caer el dolor que nosotros
no pudimos tornar, hacia su oscuro dueño.
 
Y esto perdura, tal como, viendo el dolor,
se convirtió en la forma más abierta,
todavía un instante; en nueva suavidad
despreciando la misma ruina y el devenir.
 
Rostro: oh ¿de quién? Ya no más esa apenas
recién establecida conexión.
Ojo, que ya no más a salir lo más bello
de las cosas obliga, de la vida rehusada.
Oh umbral de las canciones,
oh boca juvenil, para siempre entregada.
 
Solamente la frente construye algo perenne
por sobre rasgos volatilizados,
como si castigara los rizos fatigados
mintiendo al darse en ella, tiernamente dolientes.
 
Desde los milagrosos días de la Creación
el dios duerme: nosotros somos el sueño suyo,
asumidos, llevados aturdidos por él
bajo estrellas, que él ha sobrepujado.
 
Nuestro actuar le atasca en mano más dormida,
más apelotonada, y del puño no puede
salir; por eso desde la época de los héroes
le atraviesa el rugir de nuestros corazones
 
oscuros. Él a veces se conmueve de nuestro
sufrir, que le atraviesa como un dolor los miembros,
pero siempre de nuevo prepondera sobre él
el exceso sagrado de sus mundos.
 
Levantando la vista del libro, de las cercanas líneas innumerables
Afuera, hacia la noche completa:
oh, qué adecuados a las estrellas se distribuyen los sentimientos agolpados,
igual que si se atara
un ramillete campesino;
 
juventud de los leves y oscilar inclinado de los pesados
y de la tierna proa y vacilante:
por todas partes gozo y relación, y nuca exigencia
mundo en exceso y tierra suficiente
 
(De las «Poesías a la noche»)
 
 
Tú, por adelantado
perdida amada, que nunca has llegado,
yo no sé cuáles tonos amas tú.
ya no intento, al mecerse lo futuro,
reconocerte. Todas las imágenes
grandes, en mí, el paisaje sentido en lo remoto,
ciudades, torres, puentes,
recodo inesperado del camino
y lo violento de esas tierras que antaño fueron
atravesadas por los dioses, al crecer:
todo sube a alcanzar significado
en mí de ti, escapada.
 
¡Ay!, eres los jardines,
¡ay!, yo los vi con tal
esperanza. En la casa campesina
una ventana abierta -, y casi te asomaste
hacia mí, pensativa. Callejas encontré
por donde tú acababas de pasar,
y a veces los espejos de las tiendas tenían
vértigo todavía de ti, y me devolvían
asustados mi imagen tan repentina. ¿Quién
sabe si el mismo pájaro
no clamó por nosotros ayer tarde?
 
 
Blando estanque del bosque, vuelto a sí;
afuera lucha el mar entero y ruge:
y lejanías excitadas ponen
una espada en el puño a cada golpe
de tempestad, en tanto desde oscuras honduras
ilesas ves los juegos de libélulas_
 
Lo que allí, al otro lado de los doblados árboles
es precipitación, ímpetu y furia,
se refleja en tus íntimos espacios
como ensombrecimiento reservado:
en torno de ti está el bosque, sin plegarse,
lleno de reticencias en aumento.
Sólo arriba, en la vista entre las copas, muestran
las nubes una forma guerrera de leyenda.
 
Y luego: estar en un cuarto incomunicado,
ser uno que conoce ambas cosas. Oh el círculo
pequeño de las velas,
y la noche del hombre irrumpe en él
y un dolor, tal vez, dentro de los cuerpos.
¿Debo ahora acordarme del tormentoso mar
o guardar en mí imagen del estanque,
o puesto que ambas cosas a la vez se me escurren,
pensar las sangres - las sangres de ese jardín -?
Ay quién sabe lo que domina en él.
¿Espanto? ¿Suavidad? ¿Miradas, voces, libros?
Todo eso sólo como silencioso pañuelo
se estrecha por los hombros de una infancia,
que duerme en el enredo de esta vida.
 
Imágenes, señales, tomadas con apremio
¿de estar en mí os habéis arrepentido?
 
 
Oh, para el mundo yo no tengo esencia,
si la aparición fuera, como en una
creencia recibida más fácil de antemano,
alegre goza en mí, desde muy lejos.
 
Rainer María Rilke

 

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