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30 de agosto de 2022

Aldeanita, Carlos Oquendo de Amat


 Aldeanita
 
                Aldeanita de seda
ataré mi corazón
           como una cinta a tus trenzas
 
 
Por que en una mañanita de carron
(a este bueno aventurero de emociones)
Le diste el vaso de agua de tu cuerpo
y los dos reales de tus ojos nuevos
 
 
Carlos Oquendo de Amat


Carlos Oquendo de Amat (Puno, Perú, 17 de abril de 1905 - Guadarrama, España, 6 de marzo de 1936), fue un poeta peruano, considerado uno de los mayores poetas peruanos de la historia y, junto con sus compatriotas César Vallejo, Martín Adán y César Moro, como uno de los más fecundos exponentes de la Vanguardia en el Perú.
Recibió una esmerada educación de parte de sus padres, pertenecientes a la elite regional, que le permitió adquirir una sólida formación intelectual. A raíz de la persecución política a su padre, candidato a una diputación provincial, la familia se instaló en Lima, en 1908, cuando el poeta contaba con sólo tres años de edad. Su educación se desarrolló íntegramente en la capital, volviendo al terruño materno en esporádicas y breves ocasiones.
A través del también poeta Xavier Abril logró vincularse con el ambiente literario limeño y conoció a Manuel Beingolea, su amigo y benefactor, los hermanos Enrique y Ricardo Peña Barrenechea, Rafel Méndez Dorich, entre otros intelectuales.
Su obra es de carácter claramente vanguardista, una de las que inauguran esta corriente en el Perú. Publicó un solo poemario entre los 23 y 24 años de edad llamado: 5 Metros de Poemas, su obra maestra (1929), que es una única hoja que mide aproximadamente cinco metros, desdoblable como un acordeón y que, al abrirse, deja ver el panorama de poemas que corren uno detrás de otro, a manera de una película de cine y en la que cada poema es una imagen casi onírica de un mundo extraño pero sugerente, fotogramas con escenas que se suceden de una belleza incomparable.
En sus poemas usa el recurso de los caligramas que ilustran las imágenes poéticas que desea crear. Asimismo, hace referencia a la tecnología y la cultura de su tiempo. Sus poemas, influidos por el creacionismo y el ultraísmo, sorprenden así por su forma literalmente gráfica.
En 1918, a la muerte sorpresiva de su padre, el médico Carlos Belisario Oquendo hicieron que las falencias económicas empezaran a agudizarse. Y en 1923 falleció Zoraida Amat Machicao, su madre, mujer de proverbial belleza aunque sumida en sus últimos años en un penoso ostracismo de miseria y enfermedades. Fue éste el golpe más duro que al poeta le tocó soportar a lo largo de su breve vida. Estudió la primaria en una escuela de los Barrios Altos, un suburbio obrero colindante al centro de Lima y, posteriormente, gracias a una beca, estudió la secundaria en calidad de alumno interno en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe.
De espíritu soñador, su trabajo poético se expresó en su propia naturaleza interior, que le proporcionó sugestivas imágenes que, quién sabe, seguramente lo ayudarían a vivir. "Tuve miedo/ y me regresé de la locura", dice, o: "Se prohíbe estar triste". Pero también nos muestra imágenes de América. "El cielo de pie con su gorrita a cuadros/ espera/ los pasajeros/ DE AMERICA". La vanguardia llegó al Perú principalmente a través de Carlos Oquendo de Amat, (1905-1936), poeta puneño que publicó en 1927 un libro que llamó Cinco metros de poemas, que se abría como un acordeón, y que era un objeto lleno de poemas, absolutamente diferente de los libros tradicionales, de tal modo, "Cinco Metros de Poemas" escrito desde su adolescencia (algunos poemas figuran fechados con los años 1923 y 1925) y publicado en 1929, siendo un libro que en su tiempo se incorporó desafiante a la corriente vanguardista, caracterizada de una intención renovadora, de avance y exploración, ya que después de la Primera Guerra Mundial se buscaron nacientes símbolos que pudiesen reflejar el camino de una nueva civilización social, artística y cultural, edito dicha obra en un libro de peculiares características: estaba presentado en papel continuo que se desplegaba como film respondiendo dicho formato por exactos 5 metros.
Se sabe que Oquendo de Amat viajó en 1929 a la ciudad de La Paz Bolivia, de donde fue expulsado por sus ideas políticas. En 1932 en la ciudad de Arequipa fue responsable del partido que fundara José Carlos Mariátegui, uno de los intelectuales más importantes del país. En 1934 es desterrado a Panamá. Se conoce que también estuvo en Costa Rica y México, en su itinerario de desterrado a Francia primero, y luego a España donde falleció el 6 de marzo de 1936.
Carlos Oquendo de Amat falleció en Guadarrama, poco antes de iniciarse la Guerra Civil Española. ¿Y cómo era Oquendo? Alberto Tauro nos dice: "Recuerdo a Carlos Oquendo de Amat como un personaje singular, inconfundible. De mediana estatura, delgado; sus hombros caídos afectaban una compleja actitud, que por igual trasuntaba cansancio o timidez; y siempre lucía pulcramente, aunque su atuendo mostraba las huellas del uso... A todos era evidente que su vida cotidiana transcurría entre dificultades. Muchos la reputaban desordenada, y más o menos envuelta en los delirios artificiales de la bohemia; otros se limitaban a juzgar que había algún misterio en su falta de ubicación precisa, así como en el nimbo trashumante de sus apariciones y ausencias".
Recién en los últimos años, es que se reconoce el valor de Carlos Oquendo de Amat a través de su trabajo literario, rompiendo las fronteras y siendo considerado como el pionero de la vanguardia de la Literatura latinoamericana. Murió en la ciudad de Navacerrada España, el 6 de marzo de 1936, pronto a cumplir los 31 años de edad, ya que dos meses antes había sido internado en un hospital de Madrid, enfermo de tuberculosis.
Su vida de soledad, pobreza y miseria, como un ejemplo "misterioso y lamentable" del destino de muchos jóvenes poetas latinoamericanos, que terminaron creando sin querer un mito con respecto a su vida, motivó al escritor peruano Mario Vargas Llosa a tomarlo como el poeta modelo en su discurso oficial en Caracas, cuando fue distinguido con el reconocido Premio Rómulo Gallegos en 1967.

 


29 de agosto de 2022

Cintura, Elvio Romero

 

Cintura
 
 
 
El arco en desazón de tu cintura
cimbreó su tallo en fresco movimiento,
como si todo el soplo de tu aliento
no cupiese en la red de su envoltura.
 
La quemazón del lecho y su blancura,
sintió agitarse ese temblor violento
de tu cuerpo sembrado por el viento
con que ensayé sellar mi quemadura.
 
¡Oh, firmamento abrasador, sencilla-
mente ofrecer y asir soles profundos
al frutecer la sangre en el relente!
 
¡Y dar y recibir dones fecundos,
como un surco acogiendo la semilla
feraz y fértil en su mes ferviente!
 
 
Elvio Romero

27 de agosto de 2022

Amor sobre el rocío, Elvio Romero

AMOR SOBRE EL ROCÍO
 
 
¡Déjame aquí, muchacha,
sobre el mismo fragor en paz del monterío;
déjame en el rumor de estos parajes
por donde el viento esparce gorjeos y panales
en veraniega crestería agraria!
 
Ponme la mano al hombro,
sacúdeme los párpados de polvareda antigua,
soléame a arrebol de mansedumbre
y que yo desde el fondo del corazón te mire
los ojos, los ojos taciturnos,
ésos que aquí semejan en el momento ufano
dos fulgores de oscura hechicería.
¡Qué fresca está la cuna
que establece el rocío sobre el prado!
¡Qué quietud labradora! ¡Qué encendidos los chorros
de vapor del hocico de los bueyes!
¡Qué picoteo leve el de los pájaros
que en la alberca recuerdan la alegría!
 
¡Déjame, amor, besarte
en las tranquilas horas del silencio;
sorberme la fragancia de esos parrales húmedos,
fugarme en la frescura de tu boca,
con ese aliento tibio de las recién casadas
con aflicción de cereal molido!
 
Se emociona la tarde
sobre el enjambre verde de las ramas;
los cencerros se alhajan de rumores antiguos
y a mí me enfada ver que los azahares,
con dulce displicencia,
ocupan mi lugar, entre tus faldas.
 
Las manos se me quedan
como segando hierbas en tu pelo.
Todo está nuevo, todo.
La alacena me ofrece
frutos que germinaron de tus labios, ,
En el suelo la rueca, tus vestidos al viento,
¡florido el corazón, floridos los naranjos!
 
Tiende el mantel. Y espérame . . .
Hoy siento que los surcos se inauguran
como inaugura un hijo su voz en las entrañas.
¡Déjame espolvorearte con la barba
del maíz amarillo
como un ave que en tiempos de la siega
espolvorea mieses en la tierra!
 
Sólo una vez, muchacha,
besándonos, amándonos, con el fervor a cuestas,
encendidos de amor y atalayando el sol. . .
 
Elvio Romero
 

26 de agosto de 2022

Costa ferroviaria, Elvio Romero

COSTA FERROVIARIA
 

 
                      Es el sur.
Residuos óseos. Blancas osamentas
de reses que cayeron derribadas
por un golpe feroz de polvaredas.
 
                       Hierba vieja.
 
                        Es el sur.
Sequía, Las cañas orilleras
desafían al sol con sus penachos
de sequedad y soledosa pena.
 
                         Cañas secas.
 
                          Es el sur.
Rastrojos. Manantial seco, desierta
respiración sedienta de los cielos
sobre la red fogosa de la tierra.
 
                           Agua muerta.
 
                           Es el sur.
Escuálidas mujeres. Cabelleras
como fibras hostiles que parecen
despojos sin sostén de la tristeza.
 
                           Pálidas hebras.
 
                           Es el sur.
Fosca desolación. Fondo de hoguera
que estampa su amarilla vestidura
en un pobre ramaje de arboledas.
 
                           Polvaredas.
 
                           Es el sur.
Rígidas líneas, rojas carreteras
bostezando su tedio en el silencio
de los montes oscuros que bordean.
 
                            Sol que tuesta.
 
                            Es el sur.
Arboles quietos. Niños que contemplan
con los lívidos ojos y los vientres
al viento, como cruces de pobreza.
 
                             Hambre negra.
                             Sol que tuesta.
Cañas secas.
Agua muerta.
 
                            ¡El Sur!
¡Insufrible vacío que se incendia!
 
Elvio Romero
De Días Roturados
(Edit. Lautaro, 1948)

 

25 de agosto de 2022

Con estas mismas manos, Elvio Romero


 
CON ESTAS MISMAS MANOS . .
 
 
Con estas mismas manos, tenaces herramientas
que aguzan tenazmente sus fabulosas llamas,
que con sus diez calientes martillos constelados
yerguen antorchas frescas de semilla labrada,
hemos de abrir caminos a las constelaciones
para que un día bajen a besar las escarchas,
a inaugurar un sitio de sencilla hermosura
donde edificaremos con luz las nuevas casas.
 
Con estas mismas manos que no siempre pudieron
detener su torrente de soledad amarga,
el turbulento río de las venas purpúreas
que en un telar perenne de vida se crispaban
cuando el dolor tendía sus mantones sangrientos,
cuando la noche oscura colmaba las mañanas,
¿cómo no abrir un hito de dulzura y laureles
para el suspiro tenue de las nuevas muchachas?
 
Con su férrea materia de incorruptible liquen
una profunda tierra labraremos mañana,
donde apetezca el rayo puntas de fortaleza
y apaciguadamente repose en las guitarras,
donde el claror sidéreo de las Siete Cabrillas
arroje polvaredas de luz en las comarcas,
hasta que el aire ciego, clavel de maravillas,
tenga voz de cristales donde un niño descansa.
 
Estas dos talladuras de quebrachos fluviales,
de ingente piedra y monte y opulencia clara,
que anhelan el linaje secreto de los hombres
proclamando el austero señorío del alba,
habrán de ser pacientes custodios del sagrado
y minucioso germen que inaugura su magia
sobre el troquel radiante de los hechos futuros,
sobre el crisol humilde de la nueva esperanza.
 
No tendrán para entonces sus poderosos cauces
menesterosas sombras ni surgen tes de lágrimas,
viejo rencor nocturno congelándole el hilo
del fervor calcinado que irá hasta sus espadas;
no han de tener raíces de temblor compungido,
no han de tener rumores de sangre castigada,
no han de tener recuerdos de linaje ultrajado,
¡no han de tener ramajes de vida triturada!
 
Con estos dos metales fundidos que las hondas
noches carbonizadas y el mediodía abrasan,
con estos dos tizones de fuego saludable
con implacables chispas de herrería golpeada,
grávidos de energía como cántaros hechos
en vieja alfarería de tierras hacinadas,
habrán de abrirse rutas jóvenes de aventuras
—con el honor a cuestas—, ¡ganada la batalla!
 
 
Elvio Romero
De Días Roturados
(Edit. Lautaro, 1948)

24 de agosto de 2022

Paisaje en agosto, Elvio Romero


 
PAISAJE EN AGOSTO

 
¡ Sus ríos mensuales
vierte la luna en tierra, vientre inflamado en sangre!
 
Clavan sobre las hojas
los chubascos de agosto sus clavos sofocantes,
en tanto los lagartos contra brocales verdes
tejen fulguración y sequedades.
 
Siestas de largo polvo,
aleros que no guardan cifras de sus edades,
y un cristal fatigoso de lagunas como hoscos
osarios delirantes.
 
Allá, contra los montes,
—como deseos truncos—, troncos que arden,
¡y el viento con sus pasos de inválido viajero
como un maldito escoplo tala las soledades!
 
Siestas de largo polvo . . .
Las muchachas entierran bajo el calor sus bríos.
¡Y los recién nacidos traen piedras lunares
sobre la triste frente con paz de monterío!
 
 
Elvio Romero

23 de agosto de 2022

Nuestro país, Elvio Romero

Nuestro país
 
Nuestro país (el mío,
El que puedo ofrecerte), aquella
Dulce tierra violenta, con la frente
Segada y abolida por un aire quemado,
Donde ochocientos ríos le dan curso a sus ojos
Y cordilleras verdes le apoyan la andadura,
Desgajo de protesta vegetal y verano,
Mi país que se instruye sobre un nivel
De lluvias,
Oh mi país hermoso,
Despiadado y profundo,
Fiel a sí mismo, puro, solitario, implacable,
Nos reserva un asiento
De hierbas y azahares, desenvuelve
—Mi amor—sus recelosos,
Sus imperiosos meses, su silencio,
Por esto, por nosotros,
Por asir esa Luna de carbón desdichado
Que se nos sube a veces por la noche a los ojos.
 
Elvio Romero

 

22 de agosto de 2022

La vida leve, Claudio Suarez

La vida leve
 
                                    “Detente, fugaz instante, eres tan bello”.
                                                             El Fausto

 
 
Hay algo de sencillez esmerada
en el vuelo de la mariposa, que es apenas
algo más que el silencio y deja caer
el cielo en la mirada.
 
Prematuras sombras:
demasiada lucidez y demasiada levedad
escondidas en los patios y las calles de las siestas
como pequeños obsequios cotidianos
que arquea el viento, la quietud
y la alegría del verano.
 
Lo que una vez amamos
nos pertenece para siempre, como el jardín
donde vivieron los días y la lluvia.
 
Suave cristal de vida breve
que encandilan en misterios paralelos
el sopor caliente del aire, como sí nada más
pudiera ya ser dicho.
 
 
Claudio Amancio Suarez 
 

21 de agosto de 2022

Los poetas, Claudio Amancio Suarez

 

Los poetas, Claudio Amancio Suarez
 
 A Palabras de Poeta
 
Alguien nos acabará recordando,
aunque sea  en otro tiempo, con otro nombre.
En está vida nosotros, al igual que la dicha, somos fugaces,
apenas un rumor de soledad en la noche destilando:
hierbas, margaritas, helechos y alguna
enredadera de abandono.
Lentos idiomas barajan la nostalgia
y algún recuerdo nos hace ver otro paisaje,
que está creciendo con la luz, como un descuido
de la realidad, del cristal del aire o de la sombra
que está sola en la última estación.
Elegimos vivir de este lado de la lluvia,
con el otoño, la hoguera del viento y el camino,
la parte más bonita de la nueva luna
y el amor entre los huesos.


Claudio Amancio Suarez


17 de agosto de 2022

Ecos de tormentas, Claudio Suárez

Ecos de tormentas
 
Ancha es la oscuridad.
Lo pasado distante, su velo humedecido
donde canta la tempestad
su salvaje lejanía.
               Un aire frío
cae y se levanta y se consume
en ciegos caminos.
La luz pasa de largo
como otras tantas veces,
porqué ese viento
sólo habla de tormentas y de sombras
que se rompen en pedazos.
 
Claudio Suárez

 

16 de agosto de 2022

El arte del anochecer, Claudio Suarez


 

El arte del anochecer
 
De este lado de la lluvia
donde son hermosos los caballos,
la tarde todavía se escribe con tu nombre.
 
El viento merodea
las cosas que quedaron:
el arte del anochecer,
sus flores de ceniza alrededor del fuego
y el paisaje amable
de la luz contemporánea.
 
El sol, custodia hermosos cielos
y sin embargo llueve.
 
La bendición del agua sabe
el secreto de su materia viva y siempre
vuelve al rio, con ganas de ser piedra.
 
Claudio Suarez

12 de agosto de 2022

Adiós a mi padre, Claudio Suarez

Adiós a mi padre
 
Mi padre muerto va adelante,
detrás marcha enero y la geografía de la lluvia.
 
Un bosque de flores en lenta caravana
también viene machando,
no se de donde.
 
Un rayo hiere el cielo.
Mi padre habla al paso de su sombra
-la ausencia es un misterio que sólo ven los pájaros
entre sus límites secretos: un fuego de muchos nombres,
muchos rostros, gestos y palabras, con todo eso
se hace la verdad- dice mi padre.
 
El viento siempre tiene razón.
Mi padre habla dormido, con una voz joven
venida desde muy lejos -no digas que he muerto y recuerda,
que he amado en travesía, el sueño presuntuoso de tu infancia.
 
Un tumulto de vida  repite
la claridad de su palabra sepultada en esa ceniza
que se llama amor. Limpia compresa
que pongo sobre la vieja herida.


Claudio Suarez 

 

11 de agosto de 2022

Breve luz, Claudio Suarez


 
Breve luz

 
Tu nombre va heredando tiempo,
de silencio a sombra, de sombra a distancia.
Hoy te extrañé, me hiciste falta,
no quiero decírtelo, pero aquí te lo escribo
por si el destino quiere que lo leas
en la pequeña luz del breve día.
En la luz perdido: con nadie probé
la luna atada sobre el mar y ahogado de brotar
por el desierto, ando sin miedo.
 
Claudio Suarez

10 de agosto de 2022

Cosas de la noche, Claudio Suarez

Cosas de la noche
 
 
Existe un silencio que emociona
cuando la noche llega de todas partes
trenzando luces rojas, amontonado alegrías
en virtud de su elocuencia.
Nada tengo que añadir a este resplandor,
que carece de metáforas y deja en el lugar
un aire eufórico, que respira y luego
se deshace en polvo y sombra.
 
Claudio Amancio Suarez

 

9 de agosto de 2022

Todavías y esperanzas, Claudio Suarez


 
TODAVÍAS  Y  ESPERANZAS
 
Sacudido por vientos
descendentes, soy un hombre común,
una indecisión
entre un día y la sombra.
                Una pequeña explosión
invitada a cometer errores,
que podrán simplificarse en cenizas
o algo parecido.
Soy apenas la brevedad
de un orilla entre distancias divididas
 que trae lo que ola lleva:
sal, vanidad y espuma
para romperse
en un fulgor de escarchas.
Soy una monotonía,
un tiempo postergado hasta nuevo aviso
que ama y se acuerda y está lejos
y sólo puede oír al corazón
que no busca
la posesión ni la victoria.
Lo que vendrá ya es conocido
pero aún quedan todavías
y esperanzas, bebamos un sorbo de alegría
y manden a comprar pan
              no digo el de hoy,  
tal vez el de mañana, el fuego no establece
su claridad, sino en el error y la belleza
de los bosques en cenizas.
 
Claudio Suarez

8 de agosto de 2022

Un día las estrellas, Sandro Tedeschi


 

un día las estrellas
leyeron en los hombres
su propio horóscopo
las generaciones posteriores
no conocieron firmamentos
 
 
                                     26 MAYO 65 
 
Sandro Tedeschi

7 de agosto de 2022

Noviembre se ilumina y se descubre, Sandro Tedeschi

noviembre se ilumina y se descubre
 
noviembre
y treinta furias por robar los ventanales
ponerme para siempre todo el cielo en el ojal
 
noviembre y saberte
lo demás tiene tiempo por delante y por detrás
lo demás tiene sólo en la muerte una promesa
    cierta
 
noviembre
y tanta dentellada de vivir prendida a la sonrisa!
 
Sandro Tedeschi

 

6 de agosto de 2022

Ultimo poema a Lila, Sandro Tedeschi

Ultimo poema a Lila
 
si hoy que te busco te encontrara
sentado en un café te contaría
hice muchas cosas desde que no te veo
no publiqué un libro
no me fui a parís ni anduve enamorado
en mi casa todos bien y por la tuya
te llevaría a pasear costanera al sur
y volveríamos ciudad adentro caminando
y tendría envidia de mi mismo
y un miedo terrible de que te fueras
y me encontrarías un poco triste y muy alegre
                              como tiene que ser y como es
 
Sandro Tedeschi
 

5 de agosto de 2022

Infiel infiel hasta los huesos, Sandro Tedeschi


 
Infiel infiel hasta los huesos
a tanta adolescencia transitada
—el corazón altera la memoria—
puedo jugarme la valentía a cara o ceca
o de pronto ponerme de presente
 
¿y entonces para qué darle cuerda todas las
     mañanas ­a esta difícil máquina de hacer andar los
     pájaros?


                       22 jun – 27 ago 65


Sandro Tedeschi

4 de agosto de 2022

Por si me muero, Sandro Tedeschi


Por si me muero, Sandro Tedeschi
 
por si me muero de repente quiero dejar la fecha puesta
veinticinco de setiembre de mil novecientos sesenta y cinco
a los veinte años once meses de vida
un sábado de sol un poco frío
de obligación soldado de vocación subversivo
de todo lo demás las ganas de vivir
con un padre una madre una novia tres hermanos
y un amigo duro de cabeza y dueño del gesto y su secreto
 
y además entre mis papeles un pedazo de mañana
que cambia según los días y el insomnio
sencillamente el amor el poema la revolución y la muerte por hacerse
 
                                                                               25 SETIEMBRE 65

Sandro Tedeschi:
 
Nació en Buenos Aires el 18 de Octubre de1944. Si difícil es decir todas las cosas que hizo en sus casi 22 años de vida, mas difícil es imaginar cuanto hubiera podido llegar a hacer.
Todo lo emprendió siempre como un auténtico creador, consciente de su propio compromiso. Periodista desde los 18 años, estudió en el colegio nacional de Buenos Aires, fue discípulo del taller de pintura de Pati Blumenzweig y Mario Pucciarelli y había elegido a Robert Capa y a Henry Cartier Bresson como maestros de su cámara.
Luchino Visconti representaba la máxima aspiración de su vocación cinematográfica.
Dejó dos libros inéditos 33 poemas y un epitafio (1963) y Fe de erratas y otras consideraciones (1965), guiones de cine, óleos, collages y fotografías.
Desde 1963 era alumno de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, y, faltándole pocos días para obtener la baja del servicio militar, planeaba seguir el primer curso de la Escuela de Cine del Instituto Nacional de Cinematografía.
Su obra poética abandonó los módulos decorativos donde se conjugaban coloridas reminiscencias barrocas en un mundo impregnado de su realismo, para tomar con firmeza la descarada verdad sobre si mismo que nos arroja en Fe de erratas y otras consideraciones. Aquí la metáfora es un espejo de imagen deformante del que se vale para atrapar la realidad.
Es la suya una poesía consustanciada íntegramente con su existencia, que resume su múltiple y despierta vitalidad. Una poesía que es ya más que un presagio de inminente granazón, en la que la ausencia de resabios formales hace resaltar mas aún la hondura de su aliento, auténtico y cotidiano.
Sandro Tedeschi murió el 4 de marzo de 1966 mientras cumplía su misión de vivir con alma y vida. La muerte – su propia muerte, motor de actividad incansable- lo visitaba a menudo en sus poemas. Muchas veces escribió su propio epitafio, pero siempre volvía a este de1963: “Murió con el poema puesto en la larga jornada hacia si mismo”.


 

3 de agosto de 2022

Comprendo que uno puede siempre, Sandro Tedeschi


 
comprendo que uno puede siempre
tomar los rumbos o perderlos
—la ciudad carece de huella
o tiene demasiadas—
o perseguir un sueño que escapó dando corcovos
hacia el sur paredón y después
comprender solamente que a veces buenos aires es
    casi lo que creo
 
Sandro Tedeschi

2 de agosto de 2022

Recupero tu rostro, Sandro Tedeschi

 

Recupero tu rostro
y vuelvo hacia mi mismo
                              convencido

 
                                             DICIEMBRE4 64
 
Sandro Tedeschi
 

1 de agosto de 2022

Estas palabras, Julio Bepre

Estas palabras
 
concluirán siendo apenas
signos confusos
escritos en deshechos papeles
aislados de mi ser
 
desde hace tiempo
y sin ningún
afán propicio.
 
Los pisará la gente
apática y urgida
cuando cruce
por la húmeda calle.
 
Julio Bepre

 

 

31 de julio de 2022

Trajín, Julio Bepre

Trajín
 
Frente al simple capricho de un casual remolino
mi rostro se refresca. Veo mejor las cosas
pero esta vez la sed me rasga la garganta.
Se adensa el tiempo. Agobia la soberbia del sol,
el cielo se acomoda al cenit riguroso
y las calles contiguas a un yermo se asemejan.
El momento conduce a una imagen esquiva
y la flor reconoce la mengua en su color.
Pero yo estoy atento y enseguida descubro
el vuelo de los pájaros que rozan a las nubes.
El mundo me conmueve y a mi vigilia torno
y desando el misterio de cada meridiano,,
los límites sinuosos y algún perdido nombre.
El bochorno me invade y humedece mi frente
y al respirar albergo un rostro y su pregunta,
una historia acrecida y una mirada tensa.
Regresa el remolino y en algo debilita
este sabor reseco que atiborra el verano.
Después vendrá la noche con su luz apacible
de una luna creciente asombrando mis ojos.
Entonces incorporo mi frágil osamenta
y ante mí se demora la realidad del mundo.
Un hombre soy, un pez, un ave, un vegetal, la lluvia
y también esa piedra que los años desgastan.

 
Julio Bepre


 

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