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22 de julio de 2022
Para órgano, Gonzalo Rojas
Para órgano, Gonzalo Rojas
Tan bien que estaba entrando en la escritura de mi Dios
esta mano, el telar secreto, y yo dejándola
ir, dejándola
sin más que urdiera el punto de ritmo, que tocara y tocara
el cielo en su música como cuando las nubes huyen solas
en su impulso abierto arriba, de un sur
a otro, porque todo es sur en el mundo, las estrellas
que no vemos y las que vemos, fascinación
y cerrazón, dalia y más dalia
de tinta.
Tan bien que iba el ejercicio para que durara, los huesecillos
móviles, tensa
la tensión, segura
la partitura de la videncia como cuando uno
nace y está todo ahí, de encantamiento
en encantamiento, recién armado
el juego, y es cosa
de correr para verla y olfatearla
fresca a la eternidad en esos metros
de seda y alambre, nuestra pobrecilla
niñez que somos y seremos; hebra
de granizo blanco en los vidrios, Lebu abajo
por el Golfo y la ululación, parco en lo parco
hasta que abra limpio el día.
Tan bien todo que iba, los remos
de la exactitud, el silencio con
su gaviota velocísima, lo simultáneo
de desnacer y de nacer en la maravilla
de la aproximación a la ninguna costa
que soy, cuando cortándose
cortose la mano en su transparencia de cinco
virtudes áureas, cortose en ella
el trato de arteria y luz, el ala
cortose en el vuelo, algún acorde que no sé
de este oficio, algún adónde
de este cuándo.
Gonzalo Rojas
Del relámpago (1981)
21 de julio de 2022
Quedeshím Quedeshoth, Gonzalo Rojas
Quedeshím Quedeshoth
Mala suerte acostarse con fenicias, yo me acosté
con una en Cádiz bellísima
y no supe de mi horóscopo hasta
mucho después cuando el Mediterráneo me empezó a exigir
más y más oleaje; remando
hacia atrás llegué casi exhausto a la
duodécima centuria: todo era blanco, las aves
el océano, el amanecer era blanco.
Pertenezco al Templo, me dijo: soy Templo. No hay
puta, pensé, que no diga palabras
del tamaño de esa complacencia. 50 dólares
por ir al otro Mundo, le contesté riendo; o nada.
50, o nada. Lloró
convulsa contra el espejo, pintó
encima con rouge y lágrimas un pez: -Pez,
acuérdate del pez.
Dijo alumbrándome con sus grandes ojos líquidos de
turquesa, y ahí mismo empezó a bailar en la alfombra el
rito completo; primero puso en el aire un disco de
Babilonia y
le dio cuerda al catre, apagó las velas: el catre
sin duda era un gramófono milenario
por el esplendor de la música; palomas, de
repente aparecieron palomas.
Todo eso por cierto en la desnudez más desnuda con
su pelo rojizo y esos zapatos verdes, altos, que la
esculpían marmórea y sacra como
cuando la rifaron en Tiro entre las otras lobas
del puerto, o en Cartago
donde fue bailarina con derecho a sábana a los
quince; todo eso.
Pero ahora, ay, hablando en prosa se
entenderá que tanto
espectáculo angélico hizo de golpe crisis en mi
espinazo, y lascivo y
seminal la violé en su éxtasis como
si eso no fuera un templo sino un prostíbulo, la
besé áspero, la
lastimé y ella igual me
besó en un exceso de pétalos, nos
manchamos gozosos, ardimos a grandes llamaradas
Cádiz adentro en la noche ronca en un
aceite de hombre y de mujer que no está escrito
en alfabeto púnico alguno, si la imaginación de la
imaginación me alcanza.
Qedeshím qedeshóth*, personaje, teóloga
loca, bronce, aullido
de bronce, ni Agustín
de Hipona que también fue liviano y
pecador en África hubiera
hurtado por una noche el cuerpo a la
diáfana fenicia. Yo
pecador me confieso a Dios.
* En fenicio: cortesana del templo.
Gonzalo Rojas
De El alumbrado, 1986.
20 de julio de 2022
¿Qué se ama cuando se ama? Gonzalo Rojas
¿Qué se ama cuando se ama?
¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la
vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus
rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en particular
fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder
amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a
una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
Gonzalo Rojas
De Contra la muerte, 1964.
19 de julio de 2022
Carta para volvernos a ver, Gonzalo Rojas
Escrita en el mar, el 25-X-58,
entre las 2 y las 5 de la mañana,
a bordo del "Laennec", Navifrance,
por la ruta del Atlántico norte.
No publicada hasta la fecha.
Lo feo fue quererte, mi Fea, conociendo cuánta víbora
era tu sangre, lo monstruoso
fue oler amor debajo de tu olorcillo a hiena, y olvidar
que eras bestia, y no a besos sino a cruel mordedura
te hubiera, en pocos meses, lo vicioso y confuso
descuerado, y te hubiera en la mujer más bella ¡por Safo!
convertido.
Porque, vistas las cosas desde el mar, en el frío de la
noche oceánica
y encima de este barco de lujo, con mujeres francesas y
espumosas,
y mucha danza, y todo, no hay ninguna
cuyo animal, oh Equívoca, tenga más desenfreno en su
fulgor
antes de ti, después de ti. No hay ojos verdes
que se parezcan tanto a la ignominia.
Ignominia es tu sangre, Burguesilla: lo turbio que te
azota por dentro,
remolino viscoso de miedo y de lujuria, corrupción
de todo lo materno que es la mujer. ¡Acuérdate,
Malparida, de aquella pesadilla!
No hay trampa que te valga cuando tiritas y entras al
gran baile del muro
donde se te aparecen de golpe los pedazos de la muerte.
No te perdono, entiéndeme, porque no me perdono, porque
el mar
-por hermoso que sea- no perdona al cadáver: lo rechaza y
lo arroja como inútil estiércol.
Muerta estás y aun entonces, cuando dormí contigo, dormí
con una máquina
de parir muertos. Nadie podrá lavar mi boca sino el
áspero océano,
Mujer y No-mujer, de tu beso vicioso.
Lástima de hermosura. Si hoy te falta de madre justo lo
que te sobra de ramera
y de sábana en sábana, desnuda, vas riendo
y sin embargo empiezas a llorar en lo oscuro cuando no te
oye nadie,
es posible, es posible que descubras tu estrella por el
viejo ejercicio
del amor, es posible que tanta espuma inútil
pierda su liviandad, se integre en la corriente, vuelva
al coro del Ritmo.
Tal vez el largo oleaje de esta carta te aburra, todo
este aire solemne,
pero el Ritmo ha de ser océano profundo
que al hombre y la mujer amarra y desamarra
nadie sabe por qué y, es curioso, yo mismo
no sé por qué te escribo con esta mano, y toco
tu rara desnudez terrible todavía.
No hablemos ya de mayo ni de junio, ni hablemos
del gran mes, mi Amorosa, que construyó en diamante tu
figura
de amada y sobreamada, por encima del cielo, en el volcán
de aquel Chillán de Chile que vivimos los dos, y eternizamos,
silenciosos, seguros de ser uno en el vuelo.
No. Bajemos de ahí, mi Sangrienta, y entremos al agosto
mortuorio:
crucemos los horribles pasadizos
de tus vacilaciones, volvamos al teléfono
que aún estará sonando. Volemos en aviones a salvar
los restos de Algo, de Alguien que va a morir, mi Dios,
descuartizado.
Digamos bien las cosas. No es justo que metamos a ningún
Dios en esto.
Cínicos y quirúrgicos, los dos, los dos mentimos.
Tú, la más Partidaria de la Verdad, negaste la vida hasta
sangrar
contra la Especie (¿Es mucho cinco mil cuatrocientas
criaturas por hora...?)
Los dos, los dos cortamos las primeras, las finas
raíces sigilosas del que quiso venir
a vemos, y a besamos, y a juntamos en uno.
Miro el abismo al fondo de este espejo quebrado, me
adelanto a lo efímero
de tus días rientes y otra vez no eres nada
sino un color difícil de mujer vuelta al polvo
de la vejez. Adiós. Hueca irás. Vivirás
de lo que fuiste un día quemada por el rayo del vidente.
Mortal contradictorio: cierro esta carta aquí,
este jueves atlántico, sin Júpiter ni estrella.
No estás. No estoy. No estamos. Somos, y nada más.
Y océano,
y
océano,
y únicamente
océano.
Gonzalo Rojas
18 de julio de 2022
Poema, William Shand
17 de julio de 2022
Ella se alza sobre la bruma de la pena, William Shand
Ella se alza sobre la bruma de la pena
Quién hablará sobre lo que pierde de vista,
sobre lo que en la salvaje orilla de su día creció;
donde su tierra es solo un hueco
perplejo sobre el final del mapa?
Quién puede saber: quién puede decir
si ella es mariposa o gacela,
o tan solo una ave abandonada, conforme
con su búsqueda de un nuevo continente?
Quién puede adivinar? Quién puede estimar?
yo solo sé que, sentada allí,
se alza por sobre la bruma de la pena,
ofreciéndose toda ella, incandescente.
William Shand
16 de julio de 2022
Deja de usar tu cara, William Shand
Deja de usar tu cara
Deja de usar tu cara!
Deja que tome su propio camino!
Dale la oportunidad y vé que sucede.
Pero creo que tenés miedo.
Conocés sus imágenes,
Y como ellas, supersticiosamente
modelan cada forma y color,
cambian el paisaje,
afable a veces
y casi espantosa otras.
Probablemente lo has intentado antes
y te has encontrado solo
tras una sórdida balaustrada
esperando que ellos vengan por vos.
Te ven pero se apartan de vos.
Tomando a cambio otras manos.
Entonces usa tu cara si es necesario,
llevala un día más,
pero hacelo sin malicia.
Deja al pánico gatear en ella.
William Shand
Shand concibe símbolos para el glorioso, tedioso y
horrible mundo contemporáneo. Ejercitan en este periodo de la historia la
misteriosa y antigua profesión de poeta es una enorme responsabilidad. Shand no
ignora esto y pesa sus palabras con temor y alegría (Jorge Luis Borges)
William Shand (Glasgow, 20 de diciembre de 1902 - Buenos
Aires, 8 de noviembre de 1997), fue un poeta, novelista, dramaturgo y traductor
argentino de origen escocés. Radicado desde 1938 en Argentina, al llegar en el
año 1938 trabajó en el diario La Nación como crítico literario y traductor.
Publicó las colecciones de poemas Dead season's heritage
(1942), Selected poems (1978), las ediciones bilingües Nine poems, Poemas y
varias compilaciones durante las décadas siguientes. En 1969 recopiló una
antología de autores argentinos que tradujo al inglés. Escribió los libros de
cuentos La obsesión de Branti (1975) y Cuentos completos (1987), entre otros
volúmenes. A partir de El guerrero ciego (1953) se dedicó también a la
dramaturgia. Así fue como en 1971 escribió junto a Alberto Girri el libreto
para la ópera Beatrix Cenci, de Alberto Ginastera, con cuya puesta en escena
colaboró en el Kennedy Center de Washington (EE.UU., 1971), el New York City
Opera (1973) y en el Teatro Colón (1992). Sus piezas dramáticas fueron reunidas
en Teatro (1989). Recibió tres fajas de honor de la Sociedad Argentina de
Escritores y tres premios municipales.
Tradujo al español a los poetas John Donne y Stephen
Spender.
Caracterizado como "un cuidadoso observador de la
sociedad argentina contemporánea", Shand frecuentemente abordó tópicos
altamente controvertidos y delicados". Dividió su tiempo viviendo es su
apartamento frente a la Plazoleta Carlos Pellegrini y su residencia en el
barrio de San Miguel.
15 de julio de 2022
Deja de usar tu cara, William Shand
Deja de usar tu cara!
Deja que tome su propio camino!
Dale la oportunidad y vé que sucede.
Pero creo que tenés miedo.
Conocés sus imágenes,
Y como ellas, supersticiosamente
modelan cada forma y color,
cambian el paisaje,
afable a veces
y casi espantosa otras.
Probablemente lo has intentado antes
y te has encontrado solo
tras una sórdida balaustrada
esperando que ellos vengan por vos.
Te ven pero se apartan de vos.
Tomando a cambio otras manos.
Entonces usa tu cara si es necesario,
llevala un día más,
pero hacelo sin malicia.
Deja al pánico gatear en ella.
William Shand
La poesía de Shand, vigorosa y elocuente, con cierto
humor, un humor mezclado con ternura ( tal vez compasión). Tales cualidades
pueden ser observadas en su visión dramática (Bernardo Canal Feijoo)
14 de julio de 2022
Sin paz para los buenos, William Shand
Sin paz para los buenos
No haya paz para los buenos! Hazlos retroceder!
Sin astas y sin alas!
Déjalos negar! Déjalos atreverse!
Les impondremos los fantasmas,
anunciaremos nuestro propósito
con armas templadas
en los himnos de nuestros ancestros.
No haya suelo para los buenos donde puedan crecer!
que ninguna lluvia humedezca sus cosechas!
Enciérrenlos encadenados en sus celdas!
Conocemos a ellos y sus cánticos;
sin ellos, se postrarán.
Serán esterilizados y entonces nos dejarán
Construir una gloriosa tierra de hombres crueles.
William
Shand
William
Shand pertenece a una raza. La más terrible, la más loca, extraña, la
más convulsiva, incomprendible y auténtica. Escribe sus poemas como si fuesen
relámpagos, hogueras de su sonrisa. Como si ofreciera una amistosa y fraternal
mano, como evadiendo territorios del amor con un millón de chispas doradas en
sus ojos, como si situase las ppalabras en un coloquio donde vibra su
propia resonancia. M. Petit de Murat
13 de julio de 2022
Ponte de pie, William Shand
William Shand (Glasgow, 20 de diciembre de 1902 - Buenos
Aires, 8 de noviembre de 1997), fue un poeta, novelista, dramaturgo y traductor
argentino de origen escocés. Radicado desde 1938 en Argentina, al llegar en el
año 1938 trabajó en el diario La Nación como crítico literario y traductor.
Publicó las colecciones de poemas Dead season's heritage
(1942), Selected poems (1978), las ediciones bilingües Nine poems, Poemas y
varias compilaciones durante las décadas siguientes. En 1969 recopiló una
antología de autores argentinos que tradujo al inglés. Escribió los libros de
cuentos La obsesión de Branti (1975) y Cuentos completos (1987), entre otros
volúmenes. A partir de El guerrero ciego (1953) se dedicó también a la
dramaturgia. Así fue como en 1971 escribió junto a Alberto Girri el libreto
para la ópera Beatrix Cenci, de Alberto Ginastera, con cuya puesta en escena
colaboró en el Kennedy Center de Washington (EE.UU., 1971), el New York City
Opera (1973) y en el Teatro Colón (1992). Sus piezas dramáticas fueron reunidas
en Teatro (1989). Recibió tres fajas de honor de la Sociedad Argentina de
Escritores y tres premios municipales.
Tradujo al español a los poetas John Donne y Stephen
Spender.
Caracterizado como "un cuidadoso observador de la
sociedad argentina contemporánea", Shand frecuentemente abordó tópicos
altamente controvertidos y delicados". Dividió su tiempo viviendo es su
apartamento frente a la Plazoleta Carlos Pellegrini y su residencia en el
barrio de San Miguel.
¡Ponte de pie, preséntate!
¡No te encojas detrás de tu vecino!
¡Muestra tu ser y todo lo que eres!
Atiesa tus rodillas, endurece tu pecho,
inaugura el espacio
donde puedas insertar
esos requerimientos de estaciones idas,
moldéalas a tu gusto
quebrando tácitos acuerdos.
¡Enfréntate a las masas!
Deja que te señalen
y con sarcasmo, míralas,
desmantelar sus fibras.
Quédate intacto con las armas
que nadie reconoce,
armas hechas por láminas secretas
de comprensión,
inexpugnables ante los asaltos.
¡Quédate donde estás!
Deja que otros se acerquen
con sus derrotas y sus furias.
Oye sus dogmatismos
empapados de víctimas
y arriésgate a entender
sus discrepancias.
La impaciencia no sirve
donde los medrosos nada innovan.
¡Recuéstate en el muro!
Ve cuán imperturbables
ellos rechazan la tendida mano,
sin querer liberar
los cómodos peligros
que merodean por sus sueños.
Danzan indiferentes
en cúmulos de corrupción;
han sucumbido las melodías.
…….No pudieron cumplir y se marcharon.
…….Aunque vivos, están junto a los muertos.
–
∇ Traducción
de Elizabeth Azacona CRANWELL- Buenos Aires, primavera de 1987.
11 de julio de 2022
Pasaje del misterioso, Cecilia Meireles
Pasaje del misterioso
Antes que la noche llegue:
antes que se oscurezca la vista:
antes que todo se confunda:
antes que tu nombre clamado
de horizonte a horizonte
no pueda más recibir
la respuesta de tu boca.
Antes, antes, antes
que no puedas. o no quieras,
no sepas, no debas
mas oír la voz de los vivos.
Antes de ello, danos tu recado humano,
para que sigas sin lágrimas
tu camino,
fuera de este pequeño mundo.
Cecilia Meireles
Pasaje del misterioso
1959
10 de julio de 2022
Levedad, Cecília Meireles
Levedad
Leve es el pájaro:
Y su sombra volante,
Más ligera.
Y la cascada aérea,
De su garganta,
Más ligera.
Y lo que recuerda, oyéndose
Deslizar su canto,
Más ligera.
Y el deseo rápido
De este antiguo instante,
Más ligera.
Y la fuga invisible
Del amargo pasante,
Más ligera.
Cecília Meireles
9 de julio de 2022
La esperanza deshabitada, Cecilia Meireles
8 de julio de 2022
Contaría una historia simple, Cecilia Meireles
Contaría una historia simple
Contaría una historia simple,
facilísima:
!a historia de mi vida.
Y todos pensarían que dramatizaba
un hecho portentoso,
un mito arqueológico o inverosímil.
y no dirían: «¡qué criatura del dolor!»
sino: «qué ingeniosa criatura!».
Entonces, prefiero devolverle al silencio
esa especie de monstruosa aventura
que acontece invisiblemente
y sobre la cual todos se sentirían
capaces de opinar,
sin que la conocieran.
Cecília Meireles
Octubre, 1956
7 de julio de 2022
Mi pariente se dijo a si mismo, Cecília Meireles
Mi pariente se dijo a si mismo
Mi pariente se dijo a si mismo
(pero a su vuelta todos le oyeron):
«Yo a la guerra no iré.
No tengo ningún enemigo,
no tengo ninguna revuelta,
no mato por ningún rey.
Mi pariente. con todo. pensaba:
«No se dirá que me rehúso
a obedecer a alguna ley.
Toda nuestra gente fue valiente,
sin cobardía ni abuso.
Pero no voy a matar por el rey.
Ir a la guerra sin espada
— pensaba aquel pariente ratio
-¬es otra cosa que no haré.
Pues traería vergüenza
a la cara de toda esta gente
de armas, que mata por el rey.
Si me dejo matar, obligo
a que sea criminal la criatura
con la cual. sin quererlo. me enfrentaré.
De quien podía se amigo,
sin la fuerza de esta aventura
a que me va llevando el rey.»
Decía mi pobre pariente:
«¡Puedo cortar la mano derecha!
¿Rescataré con mi sangre
la sospecha de cobardía?
¿Y estará perfecta mi alma
si yo no sirviera al rey?»
Entre dar y aceptar la muerte,
entre deserción y batalla,
entre la luz del amor y la de la ley,
mi pariente se sintió fuerte.
Se dijo a si mismo: «¡Válgame Dios!»
y partió. a servir al rey.
No obstante, el día del combate,
viendo levantarse una espada,
bien se lo que sintió, bien lo sé.
«¡Preferible es que me mate!
dijo y ya no dijo nada más.
fiel a si mismo y fiel al rey.
Como la conozco a mi gente,
puedo decir que, tras ello,
habrá suspirado: «Si me equivoqué,
le hice únicamente contra mi mismo,
Y aquí se acaba el servicio mío.»
Y aquí se acaba el pariente mío,
Libre del enemigo y del rey.
Cecília Meireles
1945
6 de julio de 2022
Sugestión, Cecilia Meireles
5 de julio de 2022
Humildad, Cecilia Meireles
Cecilia Meireles
Cecilia Benevides de Carvalho Meireles nació en la ciudad
del Rio de Janeiro el 7 de noviembre de 1901. Su padre, don Carlos Alberto de
Carvalho Meireles, murió tres meses antes de su nacimiento y su madre, doña
Matilde Benevides, tres meses despúes, razón por la cual la abuela materna,
doña Jacinta García Benevides, se hizo cargo de la pequeña Cecilia.
Concluyó la "Escala Normal" en 1917, habiendo
estudiado también lenguas, canto y violín. Actuó como maestra en escuelas del
Rio de Janeiro y se dedicó, tiempos después, a dictar clases de literatura y
cultura brasileñas, literatura portuguesa y critica literaria, en Brasil y en
el exterior. Además, impartió cursos libres y conferencias sobre variados
temas, como teatro, folklore, pedagogía, literatura dramática y literatura
hispanoamericana.
La profunda preocupación de la poetisa en la educación de
la infancia hizo que participara en debates sobre reformas educacionales y que
editara una página sobre enseñanza en la prensa carioca, de 1930 a 1934. Pero,
sobre todo, dicha preocupación la convirtió en una de las primeras autoras de
literatura infantil en Brasil, pues la llevó a fundar y dirigir, en 1934, la
primera biblioteca de literatura infantil del pais y, en 1951, a publicar uno
de los primeros estudios sobre el asunto, la obra Problemas da literatura
infantil. En su incesante labor intelectual, viajó por diversos países, tradujo
al portugués varias obras de la literatura universal, colaboró en la
implantación del Museu do Folclore, en Sáo Paulo, y trabajó como articulista en
periódicos y revistas nacionales.
Cecilia Meireles es uno de los nombres más importantes de
la poesía brasileña. Publicó más de una veintena de libros de poemas y otro
tanto de libros en prosa. Vale destacar, dentre su obra poética, Nunca mais...
e Poema dos poemas (1923), Baladas para El-Rei (1925), Viagem (1939), Vaga
música (1942), Mar absoluto e outros poemas (1945), Romanceiro da Inconfidéncia
(1953), Ou isto ou aquilo (1954), Cana ijes (1956), Metal rosicler (1960) y
Solombra (1963). Cecilia Meireles murió, víctima de enfermedad, el 9 de
noviembre de 1964.
HUMILDAD
¡Tanto por hacer!
libros que no se leen, cartas que no se escriben,
lenguas que no se aprenden,
amor que no se da,
todo cuanto se olvida.
Amigos entre los adioses,
niños llorando en la tempestad,
ciudadanos que firman papeles, papeles, papeles...
hasta el fin del mundo firmando papeles.
Y los pájaros atrás de rejas de lluvia.
Y los muertos en redoma de alcanfor.
(¡Y una canción tan bella!)
;Tanto por hacer!
Y sólo hicimos esto.
Y nunca supimos quiénes éramos.
tampoco para qué.
Cecilia Meireles
1954
4 de julio de 2022
3 de julio de 2022
27 años, Roque Dalton
27 años
Es una cosa seria
tener veintisiete años
en realidad es una
de las cosas más serias
en derredor se mueren los amigos
de la infancia ahogada
y empieza a dudar uno
de su inmortalidad.
Roque Dalton de Taberna y otros lugares (1969)
2 de julio de 2022
Poema de amor, Roque Dalton
Poema de amor
Los que ampliaron el Canal de Panamá
(y fueron clasificados como "silver roll" y no
como "gold roll")
los que repararon la flota del Pacífico
en las bases de California,
los que se pudrieron en la cárceles de Guatemala,
México, Honduras, Nicaragua,
por ladrones, por contrabandistas, por estafadores,
por hambrientos,
los siempre sospechosos de todo
("me permito remitirle al interfecto
por esquinero sospechoso
y con el agravante de ser salvadoreño"),
las que llenaron los bares y los burdeles
de todos los puertos y las capitales de la zona
("La gruta azul", "El Calzoncito",
"Happyland"),
los sembradores de maíz en plena selva extranjera,
los reyes de la página roja,
los que nunca sabe nadie de dónde son,
los mejores artesanos del mundo,
los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera,
los que murieron de paludismo
o de las picadas del escorpión o de la barba amarilla
en el infierno de las bananeras,
los que lloraran borrachos por el himno nacional
bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte,
los arrimados, los mendigos, los marihuaneros,
los guanacos hijos de la gran puta,
los que apenitas pudieron regresar,
los que tuvieron un poco más de suerte,
los eternos indocumentados,
los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo,
los primeros en sacar el cuchillo,
los tristes más tristes del mundo,
mis compatriotas,
mis hermanos.
Roque Dalton
1 de julio de 2022
El mar, Roque Dalton
El mar
Hay grandes piedras en tu oscuridad tempestuosa
grandes piedras con sus fechas lavadas por tu sombra
porque hasta el sol de día cómese tu sombra
cruje en el frío despidiéndose del aire
que no se atreve a penetrarte.
Oh! mar donde los desesperados pueden dormir
arrullados por explosiones impasibles
alfabeto del vértigo paisaje diluido que los muros
envisten
las gaviotas y la espuma de los peces son tu primavera
la furia es una pirámide verde
una resurrección del fuego más agudo tu clima
tu mejor huella sería un caracol
caminando con pasos de niño el desierto.
Amé siempre esas poblaciones disímiles
al parecer robadas de las manos del mar
pequeñas villas junto a la arena
puertos escandalosos en la ebriedad del salitre
caseríos tiritando entre la niebla llena de corales
grandes ciudades titánicas frente a las tempestades
humilladas
aldeas de pescadores ciegos bajo un faro de aceite
factorías acechantes entre los manglares con un largo
cuchillo
Valparaíso como una gran cascada en suspenso
Manta Puná puertos del Ecuador que me negaron las hojas
Buenaventura aromática como un gran puerto sucio
Panamá con los ojos punzados por la depravación
Cartagena siempre aguardando a los piratas hambrienta
willemstadt náufraga en los dominios del petróleo
Tenerife y su dulce copa de vino
Barcelona bostezando entre los bancos y los carabineros
Nápoles bellamente tumefacta
Génova Leningrado Sochi La Guaira Buenos Aires
Montevideo como una margarita
Puerto Limón Corinto
Acajutla en una lenta playa de mi patria
todos mirándose en el espejo grave que surcan los
delfines
apartando como un sable veloz
las infinitas espigas de esmeralda
Roque Dalton
30 de junio de 2022
Pobre lenguaje, Roque Dalton
Pobre lenguaje
Mi país es el mundo pero el mundo
está que jode loco de sordera
funeral agorero como un golpe
una pedrada en vez de desayuno
San Pablo era más héroe que yo
somos antiguos panes vanidosos
peregrinos de una misma torre
supuran ya los tragos que tomé
Amo rebelde de una orquesta de agua suculento
desastre que retoña en las barbas de Dios trueno
capaz de toda palabra menos de la incredulidad.
Roque Dalton
De Un libro levemente odioso
29 de junio de 2022
Por qué escribimos, Roque Dalton
POR QUÉ
ESCRIBIMOS
Uno hace versos y ama
la extraña risa de los niños,
el subsuelo del hombre
que en las ciudades ácidas disfraza su leyenda,
la instauración de la alegría
que profetiza el humo de las fábricas.
Uno tiene en las manos un pequeño país,
horribles fechas,
muertos como cuchillos exigentes,
obispos venenosos,
inmensos jóvenes de pie
sin más edad que la esperanza,
rebeldes panaderas con más poder que un lirio,
sastres como la vida,
páginas, novias,
esporádico pan, hijos enfermos,
abogados traidores
nietos de la sentencia y lo que fueron,
bodas desperdiciadas de impotente varón,
madre, pupilas, puentes,
rotas fotografías y programas.
Uno se va a morir,
mañana,
un año,
un mes sin pétalos dormidos;
disperso va a quedar bajo la tierra
y vendrán nuevos hombres
pidiendo panoramas.
Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron,
a quienes maldecir con el recuerdo.
Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.
Roque Dalton
De La ventana en el rostro (1961)
28 de junio de 2022
De nuevo acerca de las contradicciones en el seno de la poesía, Roque Dalton
De nuevo acerca de las contradicciones en el seno de la poesía, Roque Dalton
Nuestra poesía es más puta que nuestra democracia
con sus párpados puede corromper a la juventud
trompeta de burdel sonada hacia el horizonte
a lomos de una vaca a punto de desintegrarse
pero ducha en el póker de los siglos.
Cristo con bello chaleco de jazzista
clavado químicamente a su propio milagro
el poeta simularà una espléndida mudez
pensando que tan sólo la ciudad es náufraga
Rezo a tu tempestad imploro suplico cara a cara
por tu tempestad gozne junto de goce flete de oro
hacia el desierto que clama por la sal
Crema de lástima emboscada flagrante
todo esto es sólo una erizante broma
cuando no lloras eres espantoso como un payaso de caucho
descolorido por la corriente
La poesía es el
cubo de la leche de burra
donde cayó la estrella por quienes todos preguntan
Otra jugarreta de la locura y perdería mi puesto de
centinela formidable
cayendo como la lengua de un ahorcado hasta una jaula
llena de lobos frágiles
Una erizante broma nada más emboscadas flagrantes puta
poesía para disimular
De Un libro levemente odioso, Roque Dalton
UCA Editores 1993 Tercera Edición.